Este domingo pasado volví de pasar una semana entera en Cantabria. No era la primera vez que iba, ya que en otras ocasiones había visitado el valle de Liébana, San Vicente de la Barquera, Santillana del Mar, Comillas, Bárcena Mayor, el valle del Asón, Castro Urdiales, Laredo, Santoña o la propia Santander, pero hacía ya muchos años.
Ha sido un viaje tranquilo al estar condicionado por desplazamientos en transporte público o en excursiones con la agencia Exploring Cantabria para suplir la ausencia de transportes en algunos casos.
Me alojé todos los días en Santander, en el hotel Silken Coliseum:
www.losviajeros.com/ ...45#6419345
Desde allí, lo que hice fue lo siguiente:
lunes 3: visita al parque de la naturaleza de Cabárceno. El lugar en el que se enmarca, en una mina de hierro a cielo abierto, es magnífico. Eso sí, una vez que uno ha visto animales en libertad ya nada es lo mismo, pero si me dan a elegir entre los zoos de Madrid, Barcelona o el Loro Parque en Tenerife, esto es claramente otra cosa y los animales (o muchas de las especies) tienen áreas de terreno amplias.
Lo que me puso nervioso fue la masificación y la falta de cumplimiento de las distancias de seguridad. ¿Haber puesto entrada gratuita para niños hasta el 15 de septiembre tiene que ver?
Por la tarde, sin más, estuve paseando por Puertochico y paseo de Pereda.
martes 4: visita por la mañana a las cuevas del Soplao. Ya sólamente el viaje por las carreteras de montaña para llegar a la cueva en el municipio de Rionansa, vale la pena. En mi caso, la visita que hice fue la turística normal, suficiente para descubrir en el espacio de una hora las maravillas geológicas que alberga la cueva. De estar en un mínimo de forma física, las visitas de aventura o la minera, deben ser bastante interesantes.
De la cueva del Soplao nos dirigimos hacia la costa para ver desde un mirador la desembocadura del río Nansa en el estuario de la ría Tina Menor.
Por la tarde, después de comer, estuve haciendo un fantástico paseo por el estuario de la ría Cubas en el río Miera con la empresa Los Reginas. Tiene una duración de 2 horas y 15 minutos y es recomendable.
miércoles 5: este día por mi cuenta fui en autobús de la empresa La Cantábrica a Santillana del Mar y a Comillas. En Santillana del Mar, por tema de horarios del autobús, sólo me dio tiempo a ver la colegiata de Santa Juliana. La entrada cuesta 3€ y es por libre (yo estuve en 2005 con visita guiada, pero no sé si hace tiempo dejaron de hacer visitas guiadas o es ahora por el COVID-19). Comentar que actualmente la galería este está en rehabilitación, por lo que los arcos de esa parte del claustro no se ven bien.
En Comillas visité el palacio de Sobrellano (interesante visita para conocer el contexto de la construcción del palacio, quién era el marqués de Comillas, su relación con el rey Alfonso XII y con la familia Güell de Barcelona), el panteón (bastante interesante por los mausoleos) y el Capricho de Gaudí. Me faltó por ver la Universidad Pontificia, pero el horario de las visitas guiadas no me venía bien.
jueves 6: excursión para ver la cueva del Castillo, la de las Monedas y recorrer los valles pasiegos. Impresionantes las formaciones geológicas de las cuevas, la nitidez de las pinturas en la cueva de Las Monedas o las pinturas de manos, simbólicas y de animales (aunque menos nítidas) en El Castillo. Además, es la cueva con las pinturas rupestres datadas con más antigüedad.
Tras parada breve en Puente Viesgo y comer, continuamos nuestro recorrido subiendo por Vega de Pas hasta la cascada de Yera, de camino al puerto de Estacas de Trueba. Lamentablemente la cascada era apenas un hilillo de agua apunto casi de secarse. Mucho no ha llovido recientemente.
No obstante, ver las cabañas y los prados verdes, bien hacen que merezca la pena recorrer esta zona.
De vuelta a Vega de Pas la idea era visitar el Museo de las Villas Pasiegas, pero estaba cerrado por motivos del COVID-19 tal y como confirmó la propietaria. Paramos brevemente para hacer alguna foto en el pueblo, que se conserva regular. Tiene una mezcla de casas tradicionales y edificios modernos.
Siguiendo el recorrido, cogimos la carretera hacia Selaya y paramos en el mirador de la Braguía, desde donde se contemplaba una muy buena panorámica de la cordillera Cantábrica y de Vega de Pas.
La última parada fue en una de las tiendas de sobaos de la familia Joselito.
viernes 7: mañana muy tranquila en la que simplemente di una vuelta por el Paseo de Pereda, vi la catedral y la iglesia del Sagrado Corazón. Iba a ir a Cartes, pero al final no me apeteció coger varios transportes para ver una única calle de interés en un pueblo.
sábado 8: almuerzo en Solares y visita del pueblo de Liérganes. El centro de interpretación del Hombre Pez está cerrado a causa del COVID-19. Siesta reparadora de 14 horas
domingo 9: último día en Cantabria. No me levanté muy pronto y tras dejar el equipaje en el hotel me fui a intentar visitar el Palacio de la Magdalena. No llevaba reserva y los fines de semana sólo hay visitas guiadas hasta las 12 del mediodía, pero tuve suerte y sólo tuve que esperar media hora. También es cierto que no había mucha gente con reservas, si no, a lo mejor me hubiese quedado sin ver nada.
Recorrido por el paseo marítimo con paradas en torno a la plaza Italia, los jardines de Piquío y la segunda playa del Sardinero.
Por último, parada en el kiosco de la heladería Regma en el paseo de Pereda, para comprobar por qué me habían recomendado estos helados.
Podría haber tenido tiempo para ver lugares como Cartes, Riocorvo o incluso ir a Noja (donde me apetecía ver las playas de Ris, Tregandín y la marisma) o cruzar en barca a Somo, pero al final no me apeteció, así que quedan para otra ocasión.
Saludos.