El fenómeno de los blogs y paginas personales de viaje es un sector de imparable crecimiento en la última década. Plataformas alojativas como blogger, blogspot, wordpress han hecho que la creación y mantenimiento de un espacio personal donde colgar nuestros relatos de viaje, fotografías, consejos, recomendaciones, anécdotas etc.. sea algo accesible y al alcance de cualquiera. Hoy en día todos tenemos un blog de viajes. Cosa distinta es que no siempre el incremento cuantitativo va parejo a la calidad ni tampoco las recomendaciones y consejos son siempre desinteresados e inocuos.
El problema surge cuando lo que empieza como un simple hobby pasa a convertirse en un medio de vida o en una fuente complementaria de ingresos para sus autores o en una forma de obtención de beneficios en especie en múltiples variedades (desde regalos a viajes pagados o a comer gratis en restaurantes a cambio de recomendarlos...)
Este fenómeno ocurre en todos los sectores: cosmética, fotografía, cocina, electrodomésticos, productos adelgazantes.. y el mundo de los viajes no es una excepción. Una simple búsqueda en google de "publicidad y blogs de viajes" nos muestra la cantidad de paginas con títulos similares a "como ganar dinero con tu blog".
Algunas páginas reciben patrocinio de empresas del sector turístico, hostelería o restauración; escriben post patrocinados y sus autores reciben contraprestación monetaria o en especie (viajes y alojamientos pagados, regalos en especie, descuentos por reservas realizadas a través de sus web etc..). Todo ello no tiene nada de malo siempre que no se intente engañar al lector por acción u omisión. A veces ese patrocinio se muestra de forma visible, con total honestidad y transparencia, pero en otros casos se cae en la tentación de la "omisión" y se silencia que esos contenidos son pagados y, por tanto, deberían ser identificados como tales y no como recomendaciones personales. Evidentemente no es lo mismo un publirreportaje o un post patrocinado que un post de consejos o recomendaciones propias sin financiación de nadie y basado exclusivamente en la experiencia personal del autor. Información no es publicidad. Silenciar que determinados contenidos son patrocinados puede llevar a los lectores a contratar un servicio basándose en la garantía, el prestigio o la solvencia que le merece un autor determinado, ignorando que detrás hay un respaldo comercial que le resta imparcialidad, cayendo en supuestos de lo que se denomina publicidad engañosa, encubierta o desleal.
¿Está suficientemente regulado y supervisado este tema en España? ¿Está protegido el lector de recomendaciones "interesadas"? ¿Estamos ante un problema más de regulación legal o de simple código ético?