Viaje corto pero interesante visitando varias de las atracciones más importantes que ofrece este país. Suficiente para tener una primera toma de contacto y hacerte una idea de lo bonito que es el país. Del 21 al 29 de Julio Author:AlejandriaInput Date:⭐ Points: 4.9 (38 Votes)
Vamos a comenzar un pequeño recorrido por las calles más antiguas de Brasov.
La salida se ve retrasada por el único incidente negativo del viaje. A una compañera del viaje le han quitado el bolso cuando estaba desayunando en el comedor del hotel. Increíble pensar como se pudo colar desde la calle al comedor (algo escondido y supuestamente controlada su entrada) el hombre que realizó el hurto. Hubo que esperar a que viniera la policía y demás papeleo.
Brasov es la ciudad más importante de Transilvania y la más grande del país, después de Bucarest. Es una ciudad moderna e industrial, no obstante conserva un casco histórico medieval con aspecto sajón. Ello es debido a que fue fundada en el siglo XII por los caballeros teutones sobre un antiguo asentamiento dacio. Luego pasó a ser una colonia alemana con el nombre Kronstadt que significa “Ciudad Corona”, (Brasov era el nombre en húngaro). Este nombre, Corona, es el que se refleja en el escudo de la ciudad. Los sajones construyeron iglesias y casonas dentro de una muralla de la que aún quedan restos. Los rumanos vivían fuera de esta muralla.
Los habitantes de Brasov fueron de los primeros, 1987, en protagonizar manifestaciones y protestas en contra del régimen de Ceaucescu. Fueron reprimidas por el ejército y sus líderes encarcelados e incluso hubo tres muertes. En los días de la revolución en diciembre de 1989 en Brasov también hubo incidentes violentos y muchas víctimas.
Otro detalle de Brasov es el cartel con el nombre de la ciudad en el monte Tampa. Pero no siempre este cartel ha tenido escrito el nombre de Brasov. Desde 1950 a 1960 a la ciudad le cambiaron el nombre y los soviéticos le pusieron Orasul Stalin, este era el nombre que ondeaba en la cima del monte.
La antigua ciudad de Brasov se encuentra enclavada al pie del monte Tampa que era como una barrera de protección natural, pero la ciudad también tenía una muralla defensiva que la rodeaba. De las varias puertas que debió tener la muralla en Brasov sólo se conserva una, Poarta Ecaterinei, Puerta de Catalina. Fue realizada por el gremio de los sastres en 1559 y formaba parte de una estructura más grande que ya no existe. Encima de la entrada se puede ver el escudo de la ciudad, una corona sobre un tronco de árbol. Escudo que volveremos a ver en otros edificios.
Muy cerca Poarta Schei, Puerta Schei. Era la entrada al barrio Schei, dónde antiguamente sólo los sajones podían vivir. La original sufrió daños y lo que hoy se ve es una construcción de 1827. Parece un arco de triunfo, tiene tres aberturas, la central para los coches y las dos laterales para los peatones.
Por la Strada Poarta Schei vamos callejeando y percibiendo edificios antiguos con detalles notables aunque no todos están renovados. Nos encontramos con la Sinagoga Hebrea. Este edificio fue construido en 1901 con un cierto estilo neo gótico con influencias árabes y a su alrededor se congrega el pequeño barrio judío. La sinagoga fue devastada en 1941. Con motivo de la celebración de los 100 años de su fundación fue renovada presentando el aspecto actual.
Y desde esta misma calle, St,Poarta Schei, se puede acceder a la que es la calle más estrecha de Rumanía, algunos dicen que hasta de Europa, St. Sforii, (calle del Hilo). Su ancho es de 1.30 m. pero tiene algún estrechamiento en el que mide 1.10. Su largo es de 80 m. y desemboca en la Strada Cerbului.
Conectamos esta última con la Strada Apollonia Hirscher que nos llevará hasta la Piata Sfatului. Apollonia Hirscher era la viuda de Lukas Hirscher, gobernador de la fortaleza de Bran, sobre la que recaen algunas leyendas relacionadas con la Casa Hirscher que ocupa una gran extensión, haciendo esquina, entre esta calle y la Piata Sfatului. La Casa Hirscher es un edificio renacentista de color ocre con grandes arcadas con un restaurante con el mismo nombre (con muy buena pinta). Es un edificio que data de 1545 y según la leyenda esta señora, Apollonia, lo construyó con su propio dinero en memoria de su difunto marido porque “era pequeño de estatura pero de gran sabiduría”. También hay otra leyenda referida a su hija y una enfermedad.
Lo cierto es que este edificio, “la casa de las mercancías”, con muchas habitaciones y bodegas en bóveda, albergaba las mercancías para los mercados y ferias que se celebraban en la Piata Sfatului y fue símbolo de la prosperidad comercial. En la fachada que vierte a la Piata Sfatului también hay otro restaurante, Cerbul Carpatin.
La Piata Sfatului era el centro medieval de la ciudad y hoy es el centro turístico de la misma. Tiene este nombre por el edificio Sfatului o del Ayuntamiento. Edificio de 1420 de arquitectura sajona que durante un tiempo fue el Ayuntamiento. Aunque su aspecto actual corresponde a una reconstrucción de 1780 ya que fue destruido en 1689 en la invasión austro-húngara. Destaca sobremanera en el centro de la plaza. Alberga el Museo de Historia de Brasov.
Por encima sobresale la Torre del Trompetista que era utilizada en la Edad Media como torre de vigilancia.
Desde lo alto de la torre se pudo ver al flautista de Hamelin seguido por su corte de chiquillos siguiendo su música y que se perdieron por las callejuelas de Brasov.
En la plaza se celebraban importantes ferias y mercados y hoy día se celebra en ella, entre otros eventos, el festival de música del Ciervo de Oro. Cuando nosotros fuimos también estaban celebrando un festival de cine.
En la plaza hay también otros edificios destacados: la catedral ortodoxa, el Museo de la familia Muriseanu, (muebles, pinturas, esculturas y documentos valiosos como los referidos al himno nacional), una librería antigua bien identificada con su rótulo de Carturesti. Por encima de esta librería en el trasfondo de una colina se puede ver La Torre Blanca que formaba parte de las fortificaciones en torno a Brasov.
En un ángulo y algo desplazada de la plaza podemos ver la Iglesia Negra (Biserica Neagra), a la que pudimos entrar y tener una visita guiada de mano de un voluntario estudiante (de español y de arte) que se desenvolvió de maravilla.
La Iglesia Negra es la iglesia gótica más grande de Rumanía. Se comenzó a construir en 1383 y se dio por finalizada en 1477. Faltaba la segunda torre, por falta de fondos, y la misma no se construiría nunca. Es llamada iglesia Negra porque en 1689 un incendio ennegreció sus paredes y como tardaron años en restaurarla, se quedó con este nombre. Es de culto Luterano.
Su interior es muy bonito y lleno de detalles importantes. La lástima es que no se podían hacer fotos.
Tiene cinco órganos. Uno grande de 4000 tubos que se utiliza actualmente para conciertos, es de los más grandes de Europa. Dos órganos coloreados en los laterales, otro a la izquierda del altar que es el más antiguo de Rumanía y uno pequeño a la entrada del coro, con columnas y un tejado que recuerda un pequeño templo romano y que se suele usar para los cantos diarios de las ceremonias.
Colección de alfombras, tapices de Anatolia de los siglos XVII y XVIII, una de las más importantes de Europa, donados por los comerciantes y los artesanos
Un púlpito de estilo barroco precioso con la figura de Moisés con las tablas de la ley en su pie.
Altar de estilo gótico en el que impera el color monocromo de la madera. Estatuas de San Pedro y San Pablo. Aunque esta iglesia es de culto luterano no es evangélica y por eso permiten figuras. Encontrando así otras figuras de la Virgen con Santa Barbara, Santa Catalina y el Niño Jesús.
Conserva de forma excepcional una pintura mural, original de 1483, que sobrevivió a la eliminación de las pinturas murales de la reforma (como deferencia a los reyes de Hungría) y también al incendio de 1689.
Posee la campana más grande de Rumanía, pesa seis toneladas y toca cada hora con su sonido original, nada de grabaciones.
Quedaban bastantes cosas que ver en Brasov pero nos trasladamos a la cercana ciudad de Bran porque estaba programada la visita a su famoso castillo.
Castillo de Bran.
Es una especie de fortaleza medieval muy bien conservada. Se encuentra en la localidad de Bran, muy cerca de Brasov, como a unos 25 km.
Pese a su apariencia robusta y aspecto de fortificación parece ser que tuvo escasa importancia militar y nunca sufrió asedio alguno. Está construido sobre una gran roca de 200 m. de altura y esto, junto con sus torres y torreones, le confieren un aspecto más fiero de lo que es. Aunque quizá sí lo fuera en otra época ya que en este lugar hubo una fortaleza de los caballeros teutones. La estructura actual se levantó en 1377 a instancias de un rey de Hungría con fines comerciales y defensivos.
Después de la I Guerra Mundial, en 1920, Transilvania fue cedida al reino de Rumanía y la administración municipal regaló el castillo a la reina María de Rumanía que lo destinó a su residencia de verano. Para ello lógicamente hubo que hacer reparaciones y transformaciones que no incidieron en su aspecto de fortaleza medieval. Las habitaciones se amueblaron y decoraron, se instaló el agua corriente y la electricidad, se añadieron dos torres para sustentar más escaleras, …. Consiguiendo unas estancias acogedoras con aspecto rústico y de diferentes estilos. Si anteriormente las habitaciones no habían tenido aspecto tétrico, ahora mucho menos.
El castillo actualmente sigue siendo propiedad de los Habsburgo, los herederos de la princesa Elena, hija de la reina María. Después de la confiscación soviética sus herederos lo reclamaron y en 2006 el gobierno rumano lo devolvió. Hay varias historias de posible venta, valoraciones, proyecto de parque temático sobre Drácula. Lo cierto es que parece que hay como un acuerdo entre los herederos y las autoridades rumanas para que siga siendo un destino turístico.
Lo que no se puede evitar es la influencia del personaje de Drácula sobre este castillo.
Bram Stoker investigó las leyendas rumanas y al personaje de Vlad El Empalador y su imaginación creó el personaje del conde Drácula. Como el castillo de Vlad el Empalador se encuentra en ruinas, y el castillo de Bran es el único castillo en toda Transilvania que se ajusta a la descripción de Bram Stoker, pues finalmente es conocido en todas partes como el castillo de Drácula. Pero ni Vlad vivió en este castillo ni Bram Stoker conocía este castillo.
Yo ni he leído la novela ni he visto las películas de Drácula (increíble, no?) porque no me gusta este tipo de literatura ni este tipo de cine y quería abstraerme de todo ello y simplemente visitar un castillo medieval que tiene cierto atractivo. Pero resulta imposible. Porque en las calles antes de subir al castillo todos los puestos y comercios te lo están recordando y luego, la cantidad de gente que te puedes encontrar visitándolo.
Afortunadamente una vez entras dentro del castillo, a excepción de la mucha gente que hay, no hay ninguna alusión a este tétrico personaje, yo al menos no lo recuerdo.
Y el castillo es bonito de ver. Sus 60 habitaciones se reparten entre varios niveles o pisos conectados por estrechas y sinuosas escaleras. En cada piso una baranda que da vistas al patio central, dónde hay un pozo de piedra, a las torres con forma cónica y el resto de barandas de los otros niveles.
Se van sucediendo las habitaciones con muebles de época, dormitorios varios de la reina y sus hijos, comedores, salones, estudios. Con estufas, objetos de decoración, escudos, armas, retratos de la familia real…
Por las ventanas de algunas habitaciones se pueden ver bonitas vistas de la campiña que rodea el pueblo de Bran así como del jardín del castillo.
Y un detalle curioso que vi por casualidad. En la habitación amarilla, ahora llamada Room of Castellans, hay un retrato de Lucas Hirscher, juez de Brasov y gobernador de la fortaleza de Bran en el siglo XVI. El mismo Lucas en cuya memoria Apollonia Hirscher construyó la casa Hirscher que hemos visto esta mañana en Brasov. Así que la leyenda no lo es tanto.
La entrada al castillo cuesta 35 lei y la tasa de fotos está incluida en este precio.
Pienso que el castillo merece una visita, pero no porque se crea que es el castillo de Drácula, sino porque es bonito tanto por fuera como por dentro. El Castillo de Bran domina el paisaje sobre el pequeño pueblo de Bran y se encuentra rodeado de hermosos paisajes.
Y a quién nos encontramos por allí?. . . Habéis acertado. Al biznieto de Bram Stoker que seguía su ruta por los lugares relacionados con el libro de su pariente, y este no podía faltar en su periplo.
El castillo tiene también unos bonitos jardines y otras dependencias como el Pabellón de Té, la Casita de la princesa Yleana, casitas de invitados, establos …, que no tuvimos oportunidad de ver ya que nos fuimos a comer a un restaurante del mismo pueblo de Bran cuyo nombre no me acuerdo. Tenía en un huerto anexo unos cuantos ciervos pastando. Pero tampoco tenía nada más a destacar.
Y nos volvemos a Brasov viendo por el camino, en la lejanía, la Fortaleza de Rasnov, reconocible por su gran letrero indicándolo. Similar al que tiene la ciudad de Brasov en la parte alta del monte Tampa. Los paisajes que separan ambas ciudades son también hermosos, con bonitas estampas rurales, montañas y colinas verdes.
En la tarde ya cada uno hizo lo que mejor le apeteció. Podíamos haber subido al monte Tampa en teleférico, las vistas de la ciudad tienen que ser espectaculares. O explorar los restos de las murallas y bastiones de Brasov.
Pero en la mañana habíamos visto anunciado en la Iglesia Negra un concierto de órgano a las 17:30 y para allá que nos fuimos. Su precio era de 12lei.
Me encantan los conciertos de órgano en las iglesias y este estuvo a la altura. Fue un rato muy agradable estar escuchando los registros de este espectacular órgano dentro del privilegiado escenario de la Iglesia Negra. Los bancos de la iglesia tienen el respaldo con bisagra giratoria a los que le habían dado la vuelta para que estuviéramos enfrente del órgano. Normalmente están frente al altar.
Al salir nos dimos otra vuelta por la plaza Sfatului y nos acercamos a un lateral de la misma para visitar la Catedral Ortodoxa de la Asunción. Cuando fue construida no estaba permitido construir dentro de la ciudad templos ortodoxos y por ello está oculta en un patio y no tiene fachada que dé a la plaza Sfatului. Está como escondida detrás de otra fachada que no indica que aquello es una iglesia. Se construyó en 1827 con fondos populares y es una preciosidad. Merece la pena su visita y además es gratis.
Camino al hotel volvemos a pasar por la Strada Republicii, ahora de día, y podemos admirar las fachadas barrocas de los edificios, sus muchos comercios, casas de cambio, bares, restaurantes, mucha gente sentada en las terrazas de los bares disfrutando de la tarde. Esta calle desemboca en el Bulevard Eroilor y desde esta encrucijada de calles se pueden ver grandes y bonitos edificios, como la Prefectura de Brasov, de color marrón y beige que data de 1902; un edificio amarillo que es la central de correos y al lado el ayuntamiento nuevo.
En la Piata Sfatului y la Strada Republicii, como ya he mencionado, hay muchos restaurantes, casi todos con una pinta estupenda. Nosotros vamos a cenar en la Brasserie Luther, que se encuentra al final de la plaza, casi cuando ya se va a iniciar la Strada Republicii. Tiene un interior muy acogedor y bien decorado. La cena estuvo bastante bien. Pero lo mejor de todo es que estuvo amenizada por una representación de la Filarmónica de Brasov. Tocaban de maravilla, eran unos músicos experimentados y lo demostraban en cualquier pieza que tocaran. La velada se prolongó más allá de los postres, amenizada por estos profesionales de los que nos llevamos muy buen recuerdo.
Y la velada tenía que tener su guinda tomándonos una copa en una de estas terrazas de la Strada Republicii.
Desde Brasov hasta la ciudad de Sinaia habrá como unos 50 km.
Sinaia es una bella localidad alpina y una de las de mayor afluencia de turismo porque tiene bastante que ofrecer.
Cuenta con la belleza propia de las ciudades alpinas al estar a los pies de los montes Bucegi. Tiene acceso a estación de esquí y a actividades de naturaleza y senderismo en el Parque Natural de los Montes Bucegi. Tiene que estar genial hacer la ruta hasta la cima de Bucegi Plateau, dónde el viento y la lluvia han moldeado unas rocas dándoles formas vistosas, como la Esfinge y Bebele.
Es una ciudad en dónde las viviendas bonitas se suceden. Muchas de ellas convertidas en hoteles. Algunos de los cuales ofrecen la opción de balneario y tratamientos con aguas ricas en sales minerales. Hasta tiene un Casino, con un interior que dicen que es merecedor de echarle un vistazo.
Se puede visitar:
La bonita estación de trenes.
El Monasterio de Sinaia, de cuyo nombre deriva el de la ciudad ya que la misma fue creciendo alrededor del monasterio. (Dicen que la palabra Sinaia viene de la palabra Sinaí).
El Castillo de Pelisor. Es pequeño en comparación con su vecino, el Castillo de Peles, pero tiene 70 habitaciones en estilo art-noveau. Fue construido entre 1899 y 1902 por el arquitecto Karel Liman y fue a partir de 1903 la residencia de verano de los príncipes Ferdinand y María.
La atracción principal, y la que nosotros visitamos, es el Castillo de Peles.
Más bien un palacio. Porque se construyó en una época en la ya las fortalezas y castillos no tenían mucho sentido, mirando su función defensiva y también porque este castillo estaba destinado a ser una residencia de verano para la realeza.
Lo mandó construir el rey Carol I, primer rey de la Rumanía independiente. La construcción duró desde 1873 a 1914 y en la misma participaron tres arquitectos, entre los que se encontraba Karel Liman, el arquitecto que lideró las reformas en el castillo de Bran.
El rey escogió esta pequeña ciudad de Sinaia por la belleza natural de su entorno y porque le pareció un sitio tranquilo para pasar los veranos, si bien la estancia de los monarcas en el palacio se alargaba más allá de la época veraniega, de mayo a noviembre. No es de extrañar pues que varios acontecimientos importantes de la época y visitas de personajes ilustres tuvieran lugar en este palacio, dado que vivían allí la mitad del año.
Tuvo que pensar que el primer monarca de Rumanía se merecía tener un palacio con el que deslumbrar al resto de las monarquías europeas y a la alta sociedad de la época. Y lo consiguió, a un alto precio, pero alcanzo su objetivo. Claro está que la fastuosidad, la elegancia, el lujo y las comodidades tienen precios altos. Y para eso era el que mandaba.
El Castillo de Peles es considerado como uno de los más bonitos de Europa, una obra maestra de la arquitectura neo renacentista germana, aunque tiene influencias de otros estilos. Es el segundo más visitado de Rumanía, después del Castillo de Bran.
Fue el primer edificio de Europa en tener electricidad y su propio ascensor. Para ello tenía su propia central eléctrica en un arroyo cercano.
El castillo fue la residencia de la familia real hasta que fue confiscado por los comunistas. Se convirtió en museo pero no abrió como tal hasta 1990. Como el Castillo de Bran, fue devuelto a los herederos en 2006 y sigue visitándose al amparo de un pacto entre los herederos y el estado.
Todo esto para ponernos en antecedentes de lo que nos íbamos a encontrar. A lo que nuestra guía añadió que este era su castillo preferido, es como una maravillosa “tarta de chocolate y crema”
Después de pasar algunas de las opulentas y vistosas mansiones con las que cuenta Sinaia, la tarta de chocolate y crema estaba a nuestro alcance visual. Mi imaginación no había dado tanto de sí como para imaginar aquello.
La enorme tarta de crema se eleva en tres niveles con remates de chocolate en las esquinas, en entramados, en balconadas, en los tejados. Remates labrados con fineza y elegancia. Una alta torre de 66 metros, rematada en chocolate, realza aún más todo el conjunto. Como para romper la monotonía de las paredes de crema, se abren ventanas en arco, se ponen columnas, galerías, escudos labrados.
El patio de acceso al castillo sigue siendo una preciosa fantasía de chocolate, en abundancia. Las paredes de crema se ven cubiertas de pinturas murales.
Para ver el relleno de la tarta nadie nos había preparado. Más de 160 habitaciones y 30 cuartos de baño. Pero tan solo se ven unas cuantas, me imagino que las más vistosas. El lujo y la ostentación están presentes en todas las estancias, pero combinados sus diferentes elementos decorativos con buen gusto y elegancia. He leído alguna opinión de que el interior del castillo les pareció hortera y recargado, y no estoy de acuerdo, a mí me pareció de los mejores castillos que he visitado.
Hay que ponerse unos patucos de plástico para recorrer las diferentes salas. Se accede por una gran escalera de alfombra roja al vestíbulo o salón de entrada. Es el más grande y espectacular. Todo un alarde de madera de nogal finamente tallada y dispuesta en paneles por las paredes, barandas, balconadas, muebles, relieves, esculturas. En el techo una pantalla de cristal que es móvil, puede dejar el techo abierto para contemplar el cielo azul o las estrellas.
En la Sala de Armas hay una colección de más de 4000 piezas, europeas y orientales, de los siglos XIV al XVII, aparte de varias armaduras. La armadura completa de hombre y caballo es admirable y única en Rumanía. La madera sigue estando presente en el artesonado del techo y en los zócalos de la habitación, al igual que en otras habitaciones.
En la biblioteca una colección de libros extraordinaria, algunos únicos, con cubierta de cuero, con dorados. Y una puerta secreta que el monarca utilizaba.
Y se van sucediendo las distintas estancias, cada una con su propio estilo. Sala Florentina, con clara influencia italiana. Salón de música, cuyos muebles fueron un regalo del maharajá de Kapurtala. Maura hall con diseño hispano morisco y una fuente de mármol de Carrara.
A través del recorrido son muchos los elementos admirables que captan tu atención además de los artesonados y decoraciones en madera. Las preciosas vidrieras en ventanas y algunas puertas, las valiosas y numerosas pinturas, esculturas en mármol, vajillas de porcelana de Meissen y Sevres en el comedor, piezas de plata de gran valor en la sala de estar, un clavicordio de 1621 en la sala de conciertos, lámparas de araña de cristal de Bohemia y Murano… Y un sinfín de detalles suntuosos, la lista continuaría…
Hasta hay un teatro con aforo de 60 personas y un escenario pequeño con frescos en el techo de Gustav Klimt.
Los exteriores que rodean el castillo también se encuentran acondicionados de acuerdo con la categoría del mismo. Hay varias terrazas, a diferentes niveles, con estatuas de piedra, (la reina Elisabeta), fuentes, jardines, macetones…
La gente se empeña en hacerse las fotos encima de las estatuas de piedra y los guardias en que no…
Las visitas al castillo son guiadas y hay en varios idiomas. Pero hay que reunir un grupo de 20 personas y quizá haya que esperar si la quieres en español. Nosotros no tuvimos ese problema ya que íbamos bastantes, incluso les ofrecimos unirse a nosotros a tres chicos que venían de otras ciudades del Este, detalle que agradecieron bastante.
La entrada se paga de acuerdo a la visita escogida, de más o menos duración y número de estancias y hay que pagar tasa por sacar fotos. Y esto lo vigilan bastante en este castillo.
Comimos en este pueblo y nos dirigimos hacia Bucarest dónde pasaremos las dos últimas noches de nuestra estancia en Rumanía.
BUCAREST
Era la capital de la región histórica de Valaquia y ahora lo es de Rumanía. También es la ciudad más grande y poblada, con diferencia, de Rumanía.
Es una de estas capitales de Europa que suele pasar desapercibida, no se encuentra entre las preferidas a la hora de hacer una “escapadita” de turismo.
Vamos a ver lo que nos depara y ofrece.
Lo primero que hacemos en la ciudad es hacer una panorámica dentro del autobús en la que recorremos varias calles y vamos viendo los edificios al paso. Por supuesto que es insuficiente, pero las panorámicas permiten tomar una primera toma de contacto con la ciudad de una forma más rápida. Aunque no puedes retener todo lo que vas viendo y tampoco sacar fotos. Las que se intentan hacer desde la ventanilla salen movidas y con la pátina de color del cristal.
De lo primero que recuerdo entrando en la ciudad es un enorme edificio de corte arquitectónico claramente de la época comunista. Me parecía estar viendo el Palacio de la Ciencia y la Cultura de Varsovia del que acabamos hasta el gorro en un viaje a Varsovia ya que nuestro hotel estaba al lado del mismo. Y son de fechas parecidas, este se terminó de construir en 1956, un año después que el de Varsovia. También tiene otro primo en Moscú, la Universidad Estatal.
Este edificio es La Casa de la Prensa Libre o Casa Scanteii, como también se le conoce. Scanteii era el nombre del periódico oficial del Partido Comunista Rumano. Este edificio fue, y sigue siendo, la sede de las redacciones de la prensa.
En el centro de la explanada que hay delante del edificio hay una escultura algo rara, parece representar unas alas. Antes había una estatua de Lenin.
Desde la Piata Presei Libere arranca la avenida Kiseleff que se encuentra bordeada por paseos llenos de arboleda. A nuestra izquierda se alarga un enorme parque. Es el Parque Herastrau que conoceremos mañana cuando visitemos el Museo Satului.
En la siguiente rotonda aparece ya el Arco de Triunfo. Es una pequeña réplica del arco de París. Se puede subir a su cima para tener una buena vista panorámica de la ciudad. Nosotros no paramos y además estaba en restauración.
A Bucarest en sus tiempos buenos le llamaban el Pequeño París o el París del Este, por sus grandes avenidas, por sus edificios. Estos tiempos buenos, el periodo de entreguerras, fueron borrados en parte por los tiempos oscuros de la era comunista, con Ceaucescu sobretodo.
La avenida Kiseleff continúa entre paseos arbolados y edificios de embajadas extranjeras hasta desembocar en la Piata Victoriei. Pero poco antes de llegar a esta plaza ha pasado por delante de edificios importantes como el Museo de Historia Natural, y los bonitos inmuebles del Museo de Geología y el del Museo del Campesino y Trajes Rumanos.
Después de Piata Victoriei comienza Calea Victoriei. Es la calle más antigua y con más encanto de Bucarest. Fue construida en 1692 pero fue nombrada así en 1878, con la victoria en la Guerra de Independencia rumana y dio acogida a los desfiles de las tropas victoriosas. En el periodo de entreguerras se convirtió en una de las calles de moda de la ciudad. Y aún hoy es posible ver cantidad de edificios importantes intercalados con tiendas de lujo y moda, hoteles de cadenas punteras, amén de otros cuantos que se están rehabilitando. Cruza la ciudad desde la Plaza Victoria hasta el centro histórico.
Uno de estos edificios impresionantes es el Palacio Cantacuzino. Con una mezcla de art nouveau y estilo neoclásico alberga actualmente el Museo Geoge Enescu, el Museo de Música rumana.
Por alguna de aquellas calles el autobús hace un giro y llegamos a bordear el parque Cismigiu que no parece ser muy grande pero se nota que tiene que estar bien por la mucha gente que hay paseando por el mismo. Es como un oasis de paz en medio del caos que supone una ciudad.
Y volvemos a Calea Victoriei.
Paramos unos minutos delante del Museo Nacional de Arte de Rumanía. Un gran edificio de color amarillento de estilo neoclásico, (algo soso para mi gusto), que después de haber sufrido varios avatares, un incendio, un bombardeo, obtuvo su apariencia actual en la última reconstrucción de 1944. Fue residencia real y después de abolirse la monarquía ha tenido otros destinos, incluso el de museo, hasta consolidarse en el año 2000 como el Museo Nacional de Arte de Rumanía, con miles de obras pictóricas distribuidas en las principales salas de Arte Europeo, Medieval de Rumanía y Arte Moderno, y bastantes obras son importantes.
Pero el principal motivo de hacer esta pequeña parada es más bien para contemplar la plaza que tiene enfrente, la Plaza de la Revolución.
Un mamotreto de edificio con clara arquitectura comunista domina el fondo de la plaza, es el edificio del antiguo Comité Central del partido Comunista Rumano. Es parte de la historia, no muy lejana, de Rumanía. Al igual que la plaza.
Desde un balcón de este edificio el dictador Ceaucescu ofrecía sus discursos a los ciudadanos de Bucarest. El 21 de diciembre de 1989 dio el que sería su último discurso, aunque probablemente ni lo imaginaba. El día 22 desde la terraza de este mismo edificio huía en helicóptero junto con su esposa. Fueron apresados horas más tarde y en unos días fueron juzgados y ejecutados.
El pueblo rumano, harto de 22 años de opresión, penurias, hambre, frío .. tuvo la última palabra y comenzó un nuevo camino hacia la democracia.
En el centro de la plaza el Memorial a las víctimas de la revolución y el Monumento del Renacimiento, un obelisco blanco que atraviesa una corona con forma extraña, como de cesta.
Nos cuenta nuestra guía un sinfín de detalles de esta revolución. Con clara emoción en su voz ya que son recuerdos de un pasado que vivió en directo, de recién casada y aún siendo universitaria.
Otro edificio notable de esta plaza es el de la Biblioteca Central de la Universidad de Bucarest, con la estatua ecuestre de Carol I delante del mismo.
Seguimos recorriendo parte de la Calea Victoreii hasta llegar a nuestro hotel. El hotel Novotel City Centre situado en el 37 de esta céntrica calle.
Para la cena nos fuimos caminando hasta Hanu’s Berarilor Casa Soare, situado al final de Calea Victoreii, cruzando el río Dámbovita, en Strada Poenaru Bordea, 2. Un viejo edificio rehabilitado que tiene un interior elegante y con bonita decoración. Como es verano funciona su terraza del exterior que se encuentra repleta de comensales al igual que un par de pabellones de cristal que ofrecen algo de protección del fresco nocturno. Restaurante muy recomendable.
Hanu’s Berarilor tiene otro restaurante en Bucarest, Casa Elena Lupescu que recuerda la amante del rey Carol II, por la que abdicó y con la que vivió una azarosa historia de amor. El restaurante está en la casa en la que Elena Lupescu vivió en Bucarest.
Nuestra primera visita de la mañana va a ser El Palacio Patriarcal y la Catedral Patriarcal.
Ambos se encuentran, junto con otros edificios similares, como en una meseta, en la cima de una colina de Bucarest, la Dealul Mitropoliei, una de las pocas que hay en la ciudad.
Es la sede metropolitana del patriarca de la Iglesia ortodoxa rumana, la segunda en importancia después de la rusa. Obtuvo este título en 1668. Si bien su edificación es algo anterior, 1656-1658. Posteriormente, en 1925 ascendió al rango de Patriarcado.
Fue construida siguiendo el modelo arquitectónico de la iglesia del Monasterio de Curtea de Arges. Tiene planta de cruz griega y cuatro torres acabadas en cúpulas.
En el exterior presenta arquerías que forman un soportal cuyas paredes y bóvedas se encuentran pintadas con coloridos frescos. Los frescos originales se perdieron a excepción del icono de Elena y Constantino (patronos de la catedral) encima de la puerta de entrada. Los que hoy se ven son de 1923.
El interior tiene influencia bizantina con iconos vistosos y dos altares finamente tallados. Allí se encuentran algunas tumbas de patriarcas y un cofre con las reliquias del santo Dimitrie Basarabov.
Hay una festividad destacada en esta catedral. Los fieles ortodoxos celebran con especial fervor y júbilo la festividad de la Pascua, con una procesión por la colina a medianoche, llevando velas y dando tres vueltas alrededor de la iglesia. Acuden muchos turistas a verla y, según nos dijo el pope encargado de nuestra visita, estábamos todos invitados.
Este mismo pope nos había enseñado también el Palacio Patriarcal, sede del patriarca. Edificio con estilo neoclásico y aspecto muy nuevo.
El palacio patriarcal ha estado cerrado durante dos años porque lo han estado restaurando y ha abierto sus puertas recientemente. De hecho en su interior aún huele como a recién pintado.
Antiguamente fue una abadía y en el transcurrir de los años ha tenido varios destinos y usos y no es hasta 1997 que pasó al Patriarcado de la Iglesia ortodoxa.
Un gran salón es lo primero que se visita. Paredes de color vainilla, brillantes mosaicos en los frontones de encima de las puertas laterales y encima de la pared cabecera, columnas de estilo dórico. Los mosaicos de la sala Europa Cristiana son de santos cristianos, San Pedro, San Andrés…Una gran sala redonda inspirada en la ópera de París dónde se reúnen popes y patriarca, pareciera como un pequeño parlamento. El techo es de cristal. En esta sala se reunieron el patriarca y Juan Pablo II.
En este palacio también se encuentran los apartamentos del patriarca y otras estancias privadas que no se visitan.
En el complejo hay otras edificaciones alrededor, algunas con apariencia de ser como capillas menores o salas de oraciones. Todas con muy buena pinta.
Cruzamos Bucarest hacia su parte norte. Gran barullo de tráfico en el bulevar Unirii porque es el día nacional de las ambulancias que se encuentran desfilando por esta amplia avenida.
En la parte norte se encuentra el parque Herastrau, al lado del cual pasamos ayer entrando en la ciudad.
El parque Herastrau es el mayor de la ciudad, ocupando 1.1 km. cuadrados, y se extiende alrededor de una lago que lleva el mismo nombre. Es un parque con muchos atractivos y en el que se pueden hacer varias actividades.
Instalaciones deportivas, restaurantes, paseos entre vegetación y estatuas de personajes importantes nacionales o de fuera. Decoraciones artísticas hechas con flores que varían con las estaciones, una isla de rosas y un jardín japonés. En el lago se pueden dar paseos en barco y en invierno patinar sobre su superficie congelada.
Pero todo esto es en una parte del parque dedicado al uso público.
Hay otra parte del parque que se encuentra acotada y que ocupa el Museo Satului al que se entra previo pago de la entrada correspondiente.
El Museo Satului es un museo etnográfico al aire libre, el más grande de Europa, ocupa un gran espacio a orillas del lago Herastrau.
Cuenta con una gran colección de edificios que representan la historia y el diseño de la arquitectura rural de Rumanía. Es como un homenaje al campesino rumano y el papel que ha tenido a lo largo de la historia en la economía del país.
En mayo de 1936 el Museo de la Aldea es inaugurado por el rey Carol II. En aquellos entonces contaba 33 espacios de aldeas de toda Rumanía, casas de campesinos, una iglesia, talleres, establos, molinos de agua…, agrupándose según la región de origen o la técnica arquitectónica según la cual fueron construidos.
La colección ha ido creciendo con los años y muestra diferentes ejemplos de la arquitectura rumana desde la Edad Media hasta el siglo XIX.
Al ser tan amplio y extenso verlo todo al detalle requeriría mucho tiempo. Hay un plano de las distintas secciones y es cuestión de echar a andar e ir viendo las distintas edificaciones y deteniéndose en las que se crea más características o llamen la atención. Delante de cada construcción hay un cartel identificativo de la región a la que pertenece y con la historia y detalles de cada una de ellas. Es como un paseo histórico y geográfico que hace que conozcamos algo más de la cultura de Rumanía.
Brasov, Olt, Arges, Gorj, Tulcea, Vrancea, Vaslui, Iglesia del valle del río Bistrica, …
Regiones como Maramures, que no hemos visitado, de la que podemos hacernos una pequeña idea de la vida rural de esta región. La iglesia Dragomiresti tiene especial relevancia por sus detalles e historia, con una altura de 35 metros en su torre, la más alta de Maramures y que data de 1722. Es posible visitarla por dentro.
Las viviendas en blanco y azul de la región del delta, enclavadas a orillas del lago.
Se nos ha ido la mañana en estas dos visitas, y ya es hora de que nos vayamos a comer. Y nada menos que al corazón del casco histórico, a Hanu’ Lui Manuc en la Str. Franceza, 62.
Hanu’ Lui Manuc, la posada de Manuc. Se encuentra muy cerca de Curtea Veche, la antigua corte de los príncipes de Valaquia como Vlad Tepes “el empalador”.
Según una fecha indicada allí, fue construido en el año 1808. Comenzó como un khan, un caravasar donde paraban comerciantes y sus animales. Su primer dueño fue un empresario armenio muy rico y extravagante que llamaban Manuc-bei, el cual supo imprimirle su sello propio y carácter a la posada.
Ya en el siglo XIX era un establecimiento bien reconocido como hotel y en el transcurso de los años y testigo de los numerosos sucesos de la vida rumana, ha tenido que ser restaurado en varias ocasiones y ha cambiado de dueño otras tantas. Pero ha sabido mantener la esencia de su estructura original.
Nosotros solo usamos su función de restaurante, en una amplia y acogedora terraza. El edificio se ve bien bonito con mucho estilo y detalles cuidados. La comida, que se hace esperar, está a la altura del establecimiento.
Una de las entradas del restaurante da a la misma plaza Sfantul Anton dónde se encuentra la iglesia ortodoxa de San Antón, o iglesia de la antigua Corte. Se le llama así porque era donde se coronaban los príncipes de Valaquia cuya corte se encuentra al lado. Es una iglesia de 1559, la más antigua de Bucarest, aunque su aspecto de reciente restauración no dan indicio de ello. En su interior hay bellos frescos del siglo XVI.
Justo al lado es dónde se encuentra la antigua corte real, Curtea Veche, de la que solo quedan algunas ruinas, alguna columna, paredes… Pero todo se encuentra tapado con un gran telón con la figura de Vlad Tepes ya que lo están restaurando.
Girando por la strada Caldarai nos topamos de frente con la gran Piata Unirii. Es una plaza enorme cruzada por el Bulevard Unirii, el que llega hasta el Parlamento. Es un cruce de caminos ya que confluyen en ella cuatro sectores de la ciudad. Al igual que el Bulevard y el Parlamento fueron obra de las ansias de poder y apariencia del dictador Ceaucescu. Los edificios con clara estampa arquitectónica comunista pasan hoy día más desapercibidos al estar casi tapados por los carteles luminosos publicitarios. Una estación de metro, un intercambiador de autobuses, tiendas, cafeterías…y muchos coches circulando forman el batiburrillo de la plaza. Aunque tiene también un pequeño parque y Unirea Shopping Center que es el primer centro comercial moderno que tuvo Bucarest, sustituyendo a un antiguo centro comercial comunista. Más de 200 tiendas de ocio y moda con la presencia de las grandes marcas.
Para allá que se fueron la mayoría una vez finalizada la comida.
Otros nos volvimos al hotel. Aunque no estábamos sufriendo mucho el calor en la ciudad, a estas horas del mediodía el calor sí que se hace notar. Nos refrescamos y esperamos un poco a que el calor remitiera.
A media tarde estábamos recorriendo la Calea Victoriei hacia la Plaza de la Revolución para hacer un recorrido a pie por esta calle y el centro histórico.
Volvimos a ver esta histórica plaza, pero en esta ocasión la recorremos a pie y no a través de los cristales del autobús. El obelisco blanco, ensartando "lo que sea negro", se eleva hacia el cielo delante de nuestra mirada. Me da risa pensar que algunos locales lo llaman “el pincho de patata”.
Al lado del Museo Nacional de Arte podemos ver la Iglesia Kretzulescu. Es una pequeña iglesia ortodoxa de ladrillo rojizo que por su situación en la plaza de la Revolución fue testigo de los hechos acaecidos en la misma. En su base de piedra impactos de fuego y metralla han quedado como testimonio de aquellos aciagos días.
Interesantes frescos del porche que tratan temas del apocalipsis, tema poco frecuente en las iglesias con influencias bizantinas. Cuenta también con frescos del pintor rumano Tattarescu.
Un poco desplazado, pero cerca de esta plaza, se encuentra el Ateneo Rumano. Es un edificio precioso de corte neoclásico, que luce estupendo delante de los bien cuidados jardines en los que hay una escultura de Mihai Eminescu. Es la sede de la Firlarmónica Rumana Geoge Enescu. Su proyecto de construcción fue posible gracias a donaciones populares a partir de una campaña con el lema “ done un leu para el ateneu”.
Parece un templo antiguo, con su cúpula y sus columnas dóricas. Al interior no pudimos entrar porque no dejaban pasar ya que había un ensayo, así que nos perdimos su vestíbulo y auditorio que dicen son tan brillantes.
Seguimos calle Victoria, pasamos delante de nuestro hotel y enseguida el gran edificio del Círculo Militar Nacional. Es utilizado como centro cultural de los militares, exposiciones temporales… y en su primera planta hay un restaurante al que se sube por un gran escalinata. Delante del edificio una fuente circular, llamada Fontana Sarindar. Este nombre de Sarindar correspondía a un antiguo monasterio sobre el que se construyó el edificio.
Nos desviamos a la izquierda por el Boulevard Regina Elisabeta hasta llegar a la Plaza de la Universidad, rebautizada como Plaza 21 de Diciembre de 1989.
Varios edificios pertenecientes a facultades de la Universidad de Bucarest dieron el nombre a esta plaza que es uno de los principales cruces de la ciudad y el lugar de encuentros más popular. Esta plaza ha sido testigo de sucesos importantes en la historia de la ciudad. Fue rebautizada como plaza 21 de Diciembre porque la zona se convirtió en un campo de batalla durante la revolución de 1989. En la plaza miles de manifestantes contra Ceaucescu fueron asesinados por las metralletas y tanques del ejército del régimen del dictador, ante la atónita mirada de los periodistas que se alojaban en el hotel Intercontinental.
Pero un año más tarde hubo otras protestas contra el sucesor Iliescu, ya que todo parecía seguir igual, que fueron duramente reprimidas. En la facultad de Arquitectura hay una placa de mármol que honra la memoria de los caídos, “Aquí se ha muerto por la libertad”.
La plaza es bastante grande. Aparte de las facultades, el hotel Intercontinental, el Teatro Nacional, cuatro estatuas de personajes rumanos.
Girando hacia otro de los grandes bulevares que cruzan la plaza de la Universidad, Bulevard C.Bratianu, casi enseguida, aparece el elegante y suntuoso edificio del Palacio Sutu convertido en el Museo Municipal de Historia de Bucarest.
Enfrente ocupa un gran espacio el Hospital Coltea, el primer hospital de Bucarest, construido en 1704 aunque su aspecto actual corresponde a una restauración de 1888, con aspecto neoclásico, ya que fue destruido con anterioridad por un terremoto. Y luce bastante nuevo por otro lavado de cara en 2011. En origen era un gran complejo que incluía la iglesia, una torre, varias capillas y otras dependencias. La iglesia es la única que se conserva, con su particular estilo brancoveanu, que era un estilo rumano de Valaquia con influencias bizantinas y renacentistas italianas. Son notables las columnas de la logia de la entrada y en su interior pinturas de Tattarescu.
Siguiendo el bulevar pronto se llega a la Plaza St. Jorge con otra iglesia del estilo brancoveanu que lleva el mismo nombre que la plaza. Al lado el monolito que indica el kilómetro 0. Cruzando el bulevar, la plaza Roma con la loba capitolina. De aquí parte la Strada Lipscani que marca los límites con el casco histórico.
En la calle Lipscani el imponente edificio del Banco Nacional de Rumanía que está considerado edificio histórico y protegido. Un ala construida posteriormente con fachada a la calle Doamnei alberga el Museo del Banco Nacional Rumano con una interesante colección numismática.
En la Strada Eugeniu Carada, cuyo personaje tiene un monumento en calle Lipscani, en la parte posterior del Banco Nacional, hay una entrada a un pasaje que comunica con Calea Victoriei.
Es el Pasaje Macca Vilacrose. Que tiene su entrada principal en Calea Victoriei, 22. Una entrada en gran arco rematada con cuatro atlantes que se llevan las manos a la cabeza.
Es otra de las construcciones de Bucarest de finales del siglo XIX, en estilo art nouveau. Lo cubre una bóveda de cristales blancos, amarillos y verdosos que trasmiten su tonalidad al ambiente del pasaje. Pasaje que está lleno de pequeños bares, restaurantes y comercios. Los bares ponen su particular terracita en un espacio reducido y en algunos de ellos se puede fumar en narguile. Tiene forma semicircular, como de herradura, destacando también su cúpula central. Una parte del semicírculo tiene el nombra de Macca y la otra de Vilacrose. Una prolongación desde la intersección de los dos pasajes es la que comunica a la calle Eugeniu Carada, dando al conjunto una forma de Y.
En Calea Victoriei, una vez pasada la entra al pasaje Macca Vilacrosse, aparece una iglesia ortodoxa con aspecto nuevo, es la iglesia Zlatari. Y no es una iglesia de nueva construcción sino que fue construida en 1635, con restauraciones posteriores. La última a finales del siglo XIX por el arquitecto Xavier Vilacrosse, el mismo que diera nombre a una mitad del pasaje Macca Vilacrosse. En su interior interesantes frescos y una reliquia de San Cipriano.
Casi enfrente, el elegante palacete neoclásico de 1900. El Palacio CEC, el Palacio de la Caja de Ahorros, que albergaría la sede del banco más antiguo de Rumanía.
Tiene una fachada interesante con una entrada en gran arco apoyado en dos pares de columnas. Coronado con una cúpula de cristal y metal que trasmite la luz a su interior y otras cuatro más pequeñas en cada una de las esquinas.
Un poco más adelante y en la acera de enfrente otro edificio con una monumental fachada de estilo neoclásico con un pórtico sustentado por diez colosales columnas dóricas. Es el antiguo Palacio de Correos que hoy día alberga el Museo Nacional de Historia de Rumanía, uno de los más importantes del país. Como el edificio es tan amplio también hay un museo filatélico.
El museo tiene una colección que abarca toda la historia rumana, desde la prehistoria a los tiempos modernos. A destacar unos relieves de la Columna Trajana de Roma en la que se pueden ver con detalle fortificaciones dacias.
En la entrada la estatua de Trajano, desnudo, sujetando una loba de la que sale, parece ser, una serpiente.
Volvemos a entrar al barrio de Lipscani por la calle Stravropoleos. En esta calle se encuentra la cervecería más famosa de Bucarest, Caru’ cu Bere, “carro de cerveza”. En la que vamos a cenar a la noche. Tiene un interior impresionante, paredes pintadas con murales, ventanas y algunos techos con cristaleras de colores, arcos soportados con columnas doradas que la dan aspecto abovedado. Una parte superior en balconada de madera a la que se sube por unas escaleras de caracol muy chulas, también en madera. También hay mesas en estos balcones. Detalles que te hacen recordar que estás en un edificio centenario muy bien cuidado.
A estas horas de la tarde en la que aún no han comenzado las cenas tiene también bastantes parroquianos tomando una cerveza. Luego en la noche estaría al completo.
En esta misma calle Stravropoleos se encuentra la maravillosa y bonita iglesia Stravropoleos.
La pequeña joya de Bucarest, la iglesia más bonita de Bucarest, son algunos de los títulos que la describen.
En realidad es bastante pequeña. Pequeñita si, pero resultona. Fue construida en 1724 y llegó a tener un aspecto lamentable. En la segunda mitad del siglo XIX fue restaurada por el arquitecto rumano Ion Mincu.
La iglesia está construida en el estilo “brancoveanu”, como otras de la ciudad, aunque esta es más especial.
Su fachada es preciosa, con coloridos murales que se prolongan en el interior del pórtico de entrada. Los pilares y los marcos de las ventanas están decorados en piedra tallada al igual que la puerta de entrada que es una obra de arte. Esta puerta es pequeñísima, parece que no se va a poder entrar por ella.
A su interior no pudimos entrar porque estaba cerrada la iglesia pero sí pudimos visitar un patio que hay al lado, como un pequeño claustro que está abierto por un lado y que armoniza muy bien con el conjunto de la iglesia. Una preciosidad, en todo su conjunto y en sus detalles.
Junto a la iglesia hay otro edificio, que parece también recién restaurado, que se construyó en el siglo XX. Nosotros pensamos que era independiente pero una monjita nos dijo que está relacionado con la iglesia. En el mismo hay una biblioteca que guarda libros relacionados con la teología, el arte e historia y la música bizantina. Algunos libros muy antiguos. También tienen una colección de objetos litúrgicos y pinturas murales pertenecientes a iglesias demolidas durante el régimen comunista.
Es agradable pasear por este barrio de Lipscani, el casco histórico, por sus callejuelas empedradas, donde te puedes encontrar edificios de distintos estilos, neoclásicos, barrocos, algún rincón con encanto y mucho ambiente. Es un barrio dónde a principios del siglo XV se establecieron comerciantes y artesanos y aunque ahora lo que abundan son los bares, cafés, alguna disco, algo del antiguo espíritu perdura. También hay galerías de arte y tiendas de antigüedades.
Como ya he mencionado, cenamos en Caru’ cu Bere. Había muchísimo ambiente, con música y algún que otro baile. Es muy aconsejable cenar en esta cervecería, no solo por este estupendo ambiente, sino porque su comida está muy rica. Uno de los platos que más vimos circular por allí es el que nosotros comimos, un codillo asado acompañado de chucrut y polenta.
Y de sobremesa que mejor que tomarse una copa en las terrazas de cualquier bar que hay cercano. Las noches de verano invitan a ello.
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Gracias adlf por tus palabras.
Lo de la organización no es que no quiera contestarla es que es una organización de ámbito privado relacionada con temas de trabajo y no es relevante para nadie fuera de ese ámbito.
Pues mis felicitaciones a tu diario. He estado en Rumanía este agosto último y no lo había leído. De hecho, he escrito el mío y de haber reparado en él, quizás me hubiese ahorrado el trabajo. Es completísimo y tiene muchísima información interesante que entremezclas con apuntes históricos. La verdad es que es un pedazo de trabajo.
Hola Alejandria, repasando tu diario de Rumania por si voy este verano. Ya lo había leído. La ruta que tengo preparada es muy parecida a la que hiciste, pero mas días ( unos 15) y incluiría las iglesias de madera de Bai Mare y tengo dudas del delta del Danubio por los km extra que hay que hacer.
Viaje muy bonito y bien explicado.
Saludos
Haces muy bien en añadirle días. Una semana es claramente insuficiente. Pensando en volver también tenía en mente el delta del Danubio y algo de sus montañas. Pero no llegué a ninguna conclusión. Aún ¡¡¡¡¡
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¿Cómo veis mi planning de viernes a viernes para otoño? Estaría genial que los expertos me dijeran si añadirían o quitarían algo. Tengo la sensación de que quizá invierto mucho tiempo en Bucarest, pero no sé donde distribuirlo.
Día 1: Llegada de noche. Dormir al lado del aeropuerto.
Día 2: Alquiler de coche - Sinaia - Castillo Peles - Castillo Bran - Rasnov - Dormir en Brasov
Día 3: Brasov - Sighisoara
Día 4: Targu Mures - Salina Turda - Alba Iulia
Día 5: Castillo Hunedoara - Sibiu - Devolver coche aeropuerto Bucarest
Día 6: Bucarest
Día 7: Bucarest
Día 8: Mañana en... read more...
Pero el día 4 dónde duermes ? Has hecho el cálculo de kms de los días 4 y 5 ? Podrían ser demasiados, aunque ahora no me hago una idea precisa. Yo no llegué a ver el castillo de Hunedoara, pero me consta que está un poco lejos de todo y además todo el mundo coincide en que su interés es relativo: muy vistoso por fuera pero vacío (remodelado) por dentro, y el resto de la ciudad bastante feo.
Ok, gracias por tu ayuda. Entonces el castillo de Hunedoara queda un poco a desmano con lo cual una cosa que ya adapto.
Todos los días duermo en los últimos sitios que escribo. Respecto a lo que comentas del día 5, sí, sé que son unas 4 horas de coche, pero no he encontrado nada destacado que hacer en esa ruta desde Sibiu a Bucarest como para hacer una parada. Además, de esa forma ya estaría establecido en la ciudad. Algún cambio más o algo que pueda añadir cambiando el planning?
Si el día 4 duermes en Alba Iulia y el 5 empiezas por ir a Hunedoara y terminas en Bucarest… A mí me salen casi 600 kms. Luego añadir el tiempo que te costará echar un vistazo a dos sitios: Hunedoara y Sibiu. Para el estado de las carreteras en Rumanía esos kilómetros podrían ser demasiado, aunque supongo que la mayor parte ya serán autovías.
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