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Empezamos bien el viaje, pues recibimos un mensaje de Wizz Air avisando que han retrasado el vuelo… salíamos a las 21.20pm para llegar a Bucarest casi a las 2 de la mañana, y atascadas en el aeropuerto acabamos saliendo casi a las 12 de la noche y llegando allí poco antes de las 4 de la mañana. Por suerte, ya íbamos a ser un poco punky porque esa noche no habíamos cogido alojamiento, contando que nos esperaban unas 3 horas de coche para llegar a Sinaia y no queríamos pagar para dormir una o dos horas. Yo había mandado un mail a los del coche para avisar del retraso, que no me habían contestado y no sabíamos si al llegar estarían esperando o no… Y nada más aterrizar me llama un número rumano, preguntando si ya habíamos llegado para irnos a buscar a la terminal de Llegadas. En unos 10 minutos nos recoge un chico, que nos lleva a 5 minutos en coche a su oficina de Wheego.
Allí acabamos de hacer el papeleo del coche y me retienen la fianza de 550€ en la tarjeta. Son las 4 de la mañana pero revisamos el coche con la linterna del móvil, habiendo leído que van a los bajos a sacar defectos nos tomamos nuestro tiempo para buscar cualquier cosa y marcamos unos arañazos y un golpe en la parte delantera. Por lo demás se ve todo correcto… Así que firmamos el parte y nos vamos de allí.
El coche tiene GPS y conseguimos ponerlo en español, así que rumbo a Sinaia. La carretera está en perfecto estado, no tenemos problema ni inseguridad conduciendo aunque a esa hora tampoco hay apenas tráfico. Llegamos a las 6 de la mañana y, por supuesto, es una ciudad fantasma. Nos damos una vuelta por el parque Dimitrie Ghica y por la calle principal y la primera impresión es que es una zona de ski. Ya nos sorprende ver hoteles grandes y centro comercial al lado de viviendas abandonadas, ¡qué contraste!
Como todo esta cerrado no nos podemos tomar ni un café, así que nos acercamos más al castillo de Peles, y nos alejamos un poco del parking principal (donde se paga) a una de las callecillas de la urbanización. Aparcamos y nos quedamos tan anchas (esto es algo que repetiremos durante toooodo el viaje. Puede ser que al no ser temporada alta aún, haya espacio para hacer esto y en verano sea más difícil, pero en todos los lugares donde tienen parking de pago para visitar, si te alejas unos minutos hay sitio de sobras para aparcar gratis y así irte ahorrando unos lei
).Son las 7 y no abren hasta las 9, así que con el cansancio del vuelo y sin nada más que hacer, inclinamos los asientos del coche y siestecita.
Nos despertamos y ha salido el sol, que calienta bastante. Salimos del coche y vamos hacia nuestro primer destino turístico: el Casillo de Peles. Al entrar vamos al bar y pagamos la novatada de 3 euros (15 lei) por una botella grande de agua, ya que estamos sedientas y así también usamos el baño.
Acaban de abrir y no hay cola, así que compramos dos billetes (pagamos con tarjeta, ya que aún no hemos podido cambiar dinero), con una diferencia brutal de precio entre el billete de adulto (50 lei = 10€) frente al de estudiante (12.5 lei = 2,5€). Cogemos solo la primera planta, porque hemos leído que a pesar de que seas muy fan de los castillos “vista una planta, vistas todas”. Controlan el aforo y nos van dejando entrar a parches. Dentro hay unas flechas para seguir el camino y algunos grupos con guía, pero nosotras vamos a nuestro rollo. Por dentro es bonito, pero por fuera es una pasada. Paseamos por los jardines y cuando vemos la cola que hay ahora para entrar alucinamos. Se ha puesto a reventar, debe haber más de 1 hora de cola….
Nos acercamos al palacio de Pelisor, que está en el mismo recinto. Decidimos no entrar, pero lo admiramos por fuera. Es mucho más pequeñito y creo recordar que costaba unos 4 euros.
Volvemos al coche y ponemos rumba al castillo de Cantacuzino, en Busteni, que se ha hecho famoso por ser el escenario de la Academia Nevermore, para los fans de la Familia Addams y de Miércoles. Nos pilla de camino a Rasnov y nos apetece acercarnos.
En Busteni hacemos una parada, ya que vemos un Exchange y un supermercado Profi, y paramos a cambiar unos euros y a por un par de cafés y algo para desayunar.
Cambiamos 50 euros (el cambio está a 4.85) y es algo “desesperado” porque no sabemos cómo de normalizado tienen lo de pagar con tarjeta y no queremos ir sin efectivo. Tampoco conocemos aún los precios y no queremos pecar de mucho ni de poco, así que 50 euros nos parece razonable ya que sobretodo la intención es usar Vivid. Los dos cafés y las dos pastas de hojaldre nos cuestan 17 lei (3.4€) y ya vemos que son bastante confiados, ya que pagas el café en el mostrador pero luego vas tu a la máquina a preparártelo y allí no hay nadie controlando. Puedes pagar uno y llevarte dos o pagar un espresso y hacerte un latte, por ejemplo, cosa que pasaría en España, pero allí parece que son bastante legales o esa es la impresión que nos da.
Nos comemos nuestro bollo y recargamos pilas para llegar al Castillo. Aparcamos también en una de las calles antes de llegar, y caminamos unos 10 minutos hasta la entrada. Hay bastante gente, y justo empieza a diluviar. Está la opción de pagar 20 lei (4€) para acceder a los jardines y toda la parte exterior, o unos 15€ por entrar dentro con una visita guiada. Nos parece muy caro y hemos leído que por dentro está bastante descuidado y no vale la pena, así que pagamos los jardines ya que estamos ahí, y el castillo se ve bastante chulo. Entramos y la verdad es que es una pasada, nos gusta mucho. En el rato que estamos ahí va lloviendo parando lloviendo y diluviando y después de un rato dando vueltas, volvemos al coche empapadas.
De camino a Rasnov, la carretera sigue estando bien. Solo hay un carril para cada lado es casi todo el trayecto, y los rumanos nos adelantan pero no vemos nada exagerado. Un poco de tráfico a la salida de Busteni, pero llegamos bien. Aparcamos sin problema y nos acercamos andando al pie del teleférico, para subir a la ciudadela. Son unos 15 lei subir, y como parece que no está muy arriba decidimos ir caminando. Subimos la montaña durante unos 15 minutos y llegamos arriba. Rodeamos la muralla y… sorpresa, está cerrada. Parece que están en obras y hay gente haciendose fotos a las puertas de la ciudadela, pero no se va nada. Hay gente que ha subido con un trenecito, nosotras bajamos ahora por el otro lado de la montaña, como por un bosque. Pasamos al lado del DinoParc, que resulta ser el mayor parque de atracciones con temática de dinosaurios de Europa del Este, y está a reventar de gente. Nosotras volvemos andando al centro de Rasnov buscando un sitio para comer, pero está bastante muerto. Buscamos en internet y cogemos el coche para acercarnos a las afueras de Rasnov, a un restaurante llamado La Promeada. Allí pedimos nuestro primer manjar Rumano, dos platos de carne con polenta (una harina de maíz que sirven muy habitualmente), dos cervezas y Papanasi de postre, uno de sus dulces más famosos que consiste en una especie de donut bañado en una salsa de yogur con mermelada. Una bomba que a mi amiga le fascina. Por esta comida pagamos 120 lei (24.20€) con la propina del 10% incluida, ya que hemos leído que está bastante mal visto no añadir una propina del 10 o 12%, y que incluso pueden reclamártela… hay sitios en los que directamente la añaden en el ticket final. Nos parece horrible sentirnos obligadas a dar la propina, pero también entendemos que tenemos que adaptarnos a las costumbres del país, así que damos la propina que en este caso supone unos dos euros. Aún así, el camarero se empieza a poner nervioso cuando intentamos pagarle con la tarjeta y la deniega. Probamos 3 veces con la Vivid, pero no hay manera. Qué raro… pago con la de crédito, y también la rechaza. Eso si que no puede ser. Le decimos que igual su datáfono no está bien, y se va a por otro bastante enfadado. Al volver, sigue rechazando la tarjeta y también prueba mi amiga con la suya, pero nada. Se empieza a poner un poco borde, y al final le pagamos en efectivo… Que menos mal que hemos podido cambiar algo. Estamos seguras de que era un problema suyo, porque no es normal que nos rechace tres tarjetas diferentes.
Hemos comido muy bien, por 12 euros cada una, aunque me parece un poco “caro” en comparación a lo que había leído del país. Pero el sitio también era un restaurante así que nos vamos contentas.
Nuestra siguiente parada es Brasov, donde haremos noche. Al llegar vemos la diferencia con una ciudad más grande, ya que las demás eran “pueblos” y aquí ya tenemos problemas para aparcar. Es viernes por la tarde y hay mucho movimiento y mucha zona azul. Tenemos el alojamiento en el casco antiguo, que es casi todo peatonal, y tenemos que alejarnos para aparcar. Aún dispuestas a pagar zona azul, está todo a tope. Damos vueltas y vueltas y al final encontramos aparcamiento a unos 20 minutos andando, pero la parte positiva es que no es zona azul y aparcamos gratis.
Nuestro alojamiento es el Centrum House Hostel, está super bien situado en la calle principal del caso antiguo, strada Republicii. Nos han dado instrucciones para el auto check in, ya que la recepción está cerrada cuando llegamos, sobre las 7 de la tarde. Tenemos una litera en una habitación compartida de 4 femenina, por la que hemos pagado 14€ por cama. Los baños son compartidos, así como las duchas, pero están muy limpios y no encontramos a nadie cuando vamos. Dejamos las mochilas y nos vamos a dar una vuelta por el centro. Hay muchísima gente y está muy animado. Probamos a sacar efectivo en tres bancos que encontramos en la ciudad, pero aún usando Vivid en todos nos cobran una comisión que va desde el 9 hasta el 13%, y como hemos llevado euros y el cambio es mucho mejor, no sacamos dinero del cajero.
Nos acercamos a ver el exterior de la Iglesia Negra, la plaza de Sfatului… callejeamos sin rumbo pero lo vemos todo, ya que no es muy grande. No tenemos hambre porque la comida ha sido muy consistente, así que compramos un agua en un super del centro y nos vamos a dar una ducha y a dormir.
Total día = 52.34€ (26,17€ p/p)
Total día con alojamiento = 80.34€ (40.17€ p/p)
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