Conclusiones, presupuesto y consejos ✏️ Travel Journeys of France

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Bretaña es una región increíble. Es tan variada, que se puede adaptar fácilmente a los gustos de cualquiera.

Hemos encontrado costas y playas turquesas, escarpadas, de granito rosa, surrealistas, naturales, paradisíacas, y bosques encantados, frondosos, sombríos, apacibles... Todo enmarcado entre valles ligeramente ondulados, muchas veces atravesados por ríos, en los que abundan los cultivos de cereales y girasoles, las vacas y las las ovejas, la calma...
Sus pueblos y ciudades pueden presumir de tener una gran riqueza histórica y arquitectónica, además de cultural y artística.
Además, los bretones son muy majos. Me ha dado la impresión de que son gente bastante abierta, que se esfuerza por hacerse entender, y a la que no le cuesta cambiar al inglés, en caso de que lo hablen, para ayudar.
Y encima se come muy bien.

En esta primera toma de contacto, hemos querido abarcar casi toda la región, sin llegar a la costa del finisterre francés, para llevarnos una idea general de Bretaña. Decidimos ir cambiando de base para pasar la noche, en lugar de establecer 3 o 4 para todo el recorrido, y creo que eso ha sido, en parte, un error, porque las distancias en Bretaña no son demasiado grandes, y el cansancio y la incertidumbre de tener que buscar sitio de camino, o de “volver a empezar” cada día en un alojamiento diferente, si que lo pueden ser.

Tenemos muchos lugares pendientes para cuando volvamos, pero creo que, la próxima vez, nos centraremos en visitar zonas más concretas y a pasar varios días en ellas, como, por ejemplo, el valle del Rance o el golfo de Morbihan, con sus playas e islas.

PRESUPUESTO

Durante estos 12 días, sin contar las compras extra ni el precio de las entradas a museos y monumentos, hemos gastado un total de 1225€, que son 612,5€ por persona,de los cuales:

-Coche: 430€ aprox., contando aparcamiento, gasolina y peajes, que no nos hemos querido ahorrar ninguno. En Bretaña no hay autopistas de peaje, así que los casi 150€ que hemos gastado en peajes, corresponden al viaje de ida y al de vuelta.

-Alojamiento: 340€. En campings, Airbnb’s, y una noche de hotel con desayuno en la Caserne, al lado del Mont Saint-Michel (92€). Sin esta noche, que fue un regalo de cumpleaños, nos ha salido una media de 24€ por noche entre los dos.

-Comida: 455€ incluyéndolo todo: 8 comidas en restaurantes, la comida para llevar, la del supermercado, la que compramos aquí para llevar durante el viaje de ida, los cafés y las pastas, los helados, las meriendas... todo.

Bretaña no es una región cara. Al menos a nosotros, acostumbrados a los precios de la provincia de Barcelona, no nos lo ha parecido. Lo que ha supuesto una gran diferencia en este viaje, ha sido, sobre todo, el alojamiento. Nos ha resultado fácil encontrar habitaciones en casas de particulares a muy buen precio, y los campings, en general, están bien acondicionados y no son caros.

Consejos

-Ir a las oficinas de turismo: Está bien si se dispone de un tiempo limitado para visitar cada lugar. Los pueblos de Bretaña tienen los puntos de mayor interés concentrados en poco espacio. Es muy fácil encontrarlos si se tiene a mano un mapa sencillo (y así, no hay que gastar batería del móvil). Si no, se acostumbra a llegar a ellos de todas maneras. En las oficinas, también os pueden aconsejar sobre qué hacer o cómo hacerlo, y podéis encontrar información que os permita descubrir lugares con los que no contabais. Bretaña está llena de pequeñas maravillas, y algunas veces, cuesta enterarse de que existen. Además, para quien sepa francés, hay algunos libros interesantes que se pueden comprar allí mismo (no el clásico libro rojo aburridísimo en varios idiomas que suelen tener en las tiendas de souvenirs para los turistas).

-Ir de picnic: Los restaurantes de Bretaña están muy bien, incluso los que están en zonas más turísticas (el Mont Saint-Michel queda excluído de esta afirmación). Pero hay pocos que puedan competir con un picnic frente al mar de Bretaña.

-Pedir carafe d’eau con la comida: Bretaña no nos ha parecido cara, pero las bebidas, sí. Calculamos que, pidiendo “cagaf do” (agua del grifo, para quien no lo sepa) en los restaurantes, nos hemos ahorrado entre 50 y 70€, que no es mucho teniendo en cuenta el presupuesto final, pero todo cuenta. Además, el agua de Bretaña está muy buena y, normalmente, la traen fresquita (y algunas veces la reponen cuando se acaba). Ah, y todos los restaurantes a los que hemos ido tienen opciones vegetarianas.

-Comprar pan: ya se sabe lo que dicen sobre la baguette francesa, pero es que las baguettes bretonas, y en especial la baguette rústica, se ríen a carcajadas de las nuestras. Y algunos croissants, también.

-Repostar en gasolineras de supermercados: siempre son más baratas. Y si están cerca de alguna población, mejor.

-Ir de camping: en general, tienen buenas instalaciones, y las parcelas están bien pensadas para las tiendas de acampada. Además, en todos los que hemos estado, se admiten perros. Eso sí, no se puede reservar por anticipado menos de dos o tres noches. De todas maneras, hay muchísimos campings por allí, así que, incluso en los campings de lugares más turísticos, seguro que encontráis sitio (y si no, en el camping de al lado).

-Llevar chubasquero:porque va a llover en algún momento del viaje, aunque nosotros hemos encontrado más sol y buen tiempo (sobre todo en la costa sur) del que suele ser habitual en Bretaña. El equipaje ideal sería lo que te pondrías a finales de mayo o principios de junio, y lo de finales de octubre.

-Alquilar una bici: y llegar al Mont Saint-Michel en ella.

-Ser flexibles: a nosotros nos ha ido muy bien serlo. Algunas veces, puede que los planes se tuerzan,
que la lluvia impida visitar algun lugar (o el sol, como ha sido nuestro caso, aunque creo que hemos vivido unos días con un clima de verano atípico en la región), o puede que no se tenga ganas de visitar lo planeado. En Bretaña, esto no es ningún problema, porque todo el territorio nos ha parecido espectacular, así que no hay riesgo. Da igual qué pueblo, ciudad, o paisaje se visite. Todo es precioso y hay poco margen de error. Creo que si a alguien se le ocurriese ir a Bretaña a ciegas, seguramente, volvería tan encantado como nosotros.

Y con esto, conluyo este diario, contando los días que quedan para que llegue el próximo verano y poder escribir una segunda parte.

À bientôt!

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