Nos dirigimos a Fougères, que es de Bretaña, situado a algo menos de 50 km. al sureste, tardamos unos 40’ en llegar. Aparcamos junto a la iglesia de Saint-Leonard y tras entrar nos dirigimos por la Rue Nationale.
Interior de la iglesia Saint-Leonard:
Le Beffroi:
La primera impresión por esa zona no es la de un pueblo especialmente bonito, hasta que giramos por la Rue de la Pinterie y nos asomamos al jardín público desde donde se obtienen las primeras vistas de castillo, y a partir de ahí todo lo que nos vamos encontrando es muy bonito.
Primeramente bajamos al parque que está al nivel inferior y rodeamos el castillo hasta la Porte Notre-Dame.
Al pasar por ella subimos por la Rue de la Fourchette para llegar de nuevo a la Rue de la Pinterie y a la plazoleta donde está la entrada al castillo, porque la puerta y las murallas junto a las que habíamos pasado eran exteriores.
Faltan escasos minutos para las 17:30, que es la hora de cierre del castillo, nos vamos a quedar con las ganas. Seguimos bordeando el castillo, rodeado por agua en muchas partes, así hasta llegar de nuevo a la Porte Notre-Dame.
Vemos la iglesia de Saint-Sulpice y nos desviamos a la bonita Place du Marchix, y los cercanos lavaderos de Nançon.
Iglesia Saint-Sulpice:
Lavaderos de Nançon y zona contigua:
Para volver al coche lo mejor es subir por el Jardín Público en cuya parte superior está el Ayuntamiento y la iglesia de Saint-Leonard junto a donde aparcamos. Desde la parte trasera de la iglesia se tienen también unas magníficas vistas del castillo. Decidimos volver al día siguiente para entrar al castillo.
Volvemos al apartamento a dejar el coche y todavía nos acercamos de nuevo a Mont-Saint-Michel, esta vez en la navette. De nuevo la marea sube y bordea el islote, pero debido al viento hay oleaje, lo que hace que el agua al colarse bajo la pasarela salga por arriba, mojando a quien esté descuidado.
Tras la pleamar cogemos la navette para volver al apartamento, ya es casi de noche y hace frío, no es cuestión de volver a patita.