Lo primero a lo que podría llamar turismo, es una caminata por el Prado, una alfombra verde con árboles ancianos, que constituye un parque inmenso cruzado por el arroyo Miguelete, que tomó el nombre de los Migueletes, los cuerpos de voluntarios españoles que se asentaron en sus orillas mientras lucharon contra los portugueses, y por desgracia en la actualidad, un riachuelo a tramos contaminado al que van a parar desperdicios y vertidos variados, hecho que nos certificaron una mañana, una brigada de jóvenes voluntarios en traje de faena y con botas de pescador hasta el muslo, recogiendo todo tipo de artefactos, plásticos, basura, y cacharrería, a pesar de la sensación de que la limpieza del arroyo sería una utopía.
El parque sin embargo, está muy cuidado, incluyendo su lago o las estatuas que habitan entre las arboledas, y da cobijo a paseantes y corredores que disfrutan del tranquilo entorno. En uno de sus extremos está el jardín botánico y la misma casa presidencial, algo así como el palacio de la Zarzuela, aunque es obligado contar la anécdota de que el actual campechano presidente de la República, Pepe Múgica, rechazó trasladarse a ella, prefiriendo en su lugar seguir residiendo en su casa. Además, el parque cuenta con un museo-sala de exposiciones, una rosaleda, un regio hotel que no funciona como tal sino como restaurante y centro de convenciones, fiestas y celebraciones; el castillo Soneira, un Liceo militar, un jardín japonés, un espacio cultural, un parque móvil de la policía, ….
En Montevideo, tanto en días laborables como el fin de semana, se montan mercados itinerantes, las “ferias”, que van rotando de barrio en barrio. Como el sábado le toca el turno al Prado, nos acercamos a dos calles de nuestra vivienda donde se instala. En la práctica, es una “feria” de alimentación, algunos tenderetes de ropa, ferretería, de periferiantes, llamados así porque se colocan en los extremos extendiendo las mantas con productos diversos, e incluso de puestos de vecinos que ponen a la venta objetos personales, a modo de rastrillo norteamericano a la puerta de casa. En estos mercados, son llamativos los numerosos remolques o camiones oxidados de edad añeja, habilitados como puestos de carne, frutas y verduras, quesos y pasta fresca, frutos secos y especias, pescado, etc., en alguno de los cuales realizamos parte de la compra, pues los productos son ciertamente frescos.
Para las compras diarias sin embargo, aparte de dichas ferias y los hipermercados, existen algunos comercios de barrio: panaderías confiterías, pizzerías, bastantes carnicerías, y los llamados almacenes, tiendas de ultramarinos con un poco de todo a modo de “paki”. Cerca de casa había tres o cuatro, uno de los cuales, que era el que más tarde cerraba, pertenecía a un curioso personaje conocido del barrio por su hobby de okupa de viviendas de dueños ausentes, en las que se ponía a realizar reformas. En una de ellas, en el momento en el que fue “invitado” a abandonar la casa ocupada, reclamó los costes de las que había hecho, recibiendo de los estupefactos propietarios un: “a tí quien te ha mandado entrar y hacer reformas en mi casa”.
Barrios Centro y Tres Cruces, y el 1º de Mayo
El domingo, agarramos (no cogemos porque sería vehiculofilia) el bus 183 a Tres cruces, para luego enlazar con el 187 que nos transporta al Centro, y acercarnos hasta el rastro de Montevideo en la calle Tristán Narvajas que, de la misma manera que el madrileño, derrama calle abajo y por las adyacentes, puestos y comercios de todo tipo de mercancía: animales, artesanía, libros, curiosidades, restos, cacharra, bricolage, muebles, discos, antiguedades, películas, etc. etc. Recorrerlo resulta costoso por la afluencia de gente, que te obliga a ir arrastrando los pies más que a caminar. Como en otros lugares de esta calaña, es conveniente no descuidarse.
En el centro, asimilable urbanísticamente al de nuestras ciudades aunque sin alcanzar en lo más minimo su densidad, sí que se pueden ver manzanas de pisos y edificios más regios o modernos, avenidas más amplias, el comercio habitual de ciudad, bares y restaurantes, y el inevitable tráfico urbanita. La gran arteria por excelencia del distrito, es la comercial y animada avenida del 18 de Julio.
La estación de autobuses de Tres cruces, es la terminal de autobuses, y digo “LA”, porque no hay otra. Casi todas las comunicaciones nacionales e internacionales desde Montevideo se realizan por carretera, exceptuando los ferrys que cruzan a la otra orilla del Río de la Plata desde Colonia del Sacramento o el Delta del Tigre, o los vuelos que parten del Aeroparque o del aeropuerto internacional de Carrasco.
La gran cruz que se encuentra en medio del Bulevard Artigas, marca visiblemente la situación de la terminal de buses de Tres Cruces. Sin embargo, es inútil como yo hice, buscar dónde están las otras dos, puesto que la cruz levantada con motivo de la visita en marzo de 1987 del Papa Juan Pablo II a Uruguay, no guarda relación con el nombre de la estación, que lo recibe por el cruce de tres redes viarias en el barrio de idéntico nombre.
Nuestra visita a esta estación-centro comercial, tiene el objetivo de preparar nuestra salida de Montevideo en dirección a Brasil, pero he de reconocer que si normalmente no preparo concienzudamente los trayectos, este se llevaba la palma en cuanto a improvisación. Así fue. Cansados de rumores de trabas e impedimentos, de esperar en vano la confirmación de los desinteresados empleados del hotel de Río Grande con los que habíamos hablado telefónicamente, del suceso del español al que habían dejado tirado hacía unos días en la frontera de Chuy con todos los requisitos en la mano, y de los quebraderos de cabeza tratando de organizar un itinerario por Brasil que supusiese el menor riesgo posible al presentarme ante el funcionario de turno, decidimos encaminarnos hacia Iguazú por la parte Argentina, en vez de por Floripa (Florianópolis), y dejar la posible entrada a territorio brasileño para otro momento.
Con la decisión tomada, visitamos las tres compañías con oficina en Tres Cruces que te cruzan a Buenos Aires: la Cacciola, Buque Bus, o Colonia Express. Como la primera cruza por el Delta del Tigre, dejándote a bastantes kilómetros de Buenos Aires, y tienen precios diferenciados para argentinos y extranjeros, y la segunda es considerablemente cara, compramos los billetes a Colonia Expres al precio de 645 pesos uruguayos ida (26 euros), incluido el bus a Colonia del Sacramento, y con atraque en Puerto Madero de Buenos Aires tras una hora de navegación fluvial.
Ya en casa de vuelta, reservo de un tirón sin problemas, una habitación doble privada con baño compartido en el hostel Art factory, por 250 pesos argentinos (45 euros) habitación noche, en la zona de San Telmo al sur del microcentro de Buenos Aires, primero telefónicamente y luego confirmando por mail; un billete aéreo ida Buenos Aires a Puerto Iguazú con la Lan chilena para el día 4 de mayo por 470 dólares (350 euros) ambos billetes, tras comparar tarifas con las Aerolíneas Argentinas; y una reserva vía booking para 3 noches en Puerto Iguazú, de un bungalow en el hotel SÍ MI CAPITÁN, por 200 euros las tres noches más 20% IVA.
Con las dos siguientes etapas resueltas, nos dedicamos a disfrutar del Primero de Mayo, día más que feriado en Uruguay, puesto que es como el día del juicio final. Las líneas de autobuses dejan de funcionar la noche anterior, con lo cual, el uno de mayo no hay absolutamente ningún modo de trasladarse, que no sea a pata o en coche; los hospitales posponen para el día siguiente, cualquier tipo de prueba o de atención que no sea vital; los comercios dejan de existir, y la gente, tras aprovechar que es festivo para nominarlo como tradicional, se dedican al deporte nacional del asado, sacando las parrillas a las puertas de las viviendas, y convirtiendo a una buena parte de Montevideo en una clase práctica de señales de humo y olor a sabroso colesterol. Todo ello, tres días después de otro evento gastronómico tradicional, los ñokis del 29, fecha mensual en la que se comen por costumbre, después de haberles colocados debajo, como si fueran un roscón de reyes, unas monedas que atraerán prosperidad y un buen monton de fajos de billetes.
El parque sin embargo, está muy cuidado, incluyendo su lago o las estatuas que habitan entre las arboledas, y da cobijo a paseantes y corredores que disfrutan del tranquilo entorno. En uno de sus extremos está el jardín botánico y la misma casa presidencial, algo así como el palacio de la Zarzuela, aunque es obligado contar la anécdota de que el actual campechano presidente de la República, Pepe Múgica, rechazó trasladarse a ella, prefiriendo en su lugar seguir residiendo en su casa. Además, el parque cuenta con un museo-sala de exposiciones, una rosaleda, un regio hotel que no funciona como tal sino como restaurante y centro de convenciones, fiestas y celebraciones; el castillo Soneira, un Liceo militar, un jardín japonés, un espacio cultural, un parque móvil de la policía, ….
En Montevideo, tanto en días laborables como el fin de semana, se montan mercados itinerantes, las “ferias”, que van rotando de barrio en barrio. Como el sábado le toca el turno al Prado, nos acercamos a dos calles de nuestra vivienda donde se instala. En la práctica, es una “feria” de alimentación, algunos tenderetes de ropa, ferretería, de periferiantes, llamados así porque se colocan en los extremos extendiendo las mantas con productos diversos, e incluso de puestos de vecinos que ponen a la venta objetos personales, a modo de rastrillo norteamericano a la puerta de casa. En estos mercados, son llamativos los numerosos remolques o camiones oxidados de edad añeja, habilitados como puestos de carne, frutas y verduras, quesos y pasta fresca, frutos secos y especias, pescado, etc., en alguno de los cuales realizamos parte de la compra, pues los productos son ciertamente frescos.
Para las compras diarias sin embargo, aparte de dichas ferias y los hipermercados, existen algunos comercios de barrio: panaderías confiterías, pizzerías, bastantes carnicerías, y los llamados almacenes, tiendas de ultramarinos con un poco de todo a modo de “paki”. Cerca de casa había tres o cuatro, uno de los cuales, que era el que más tarde cerraba, pertenecía a un curioso personaje conocido del barrio por su hobby de okupa de viviendas de dueños ausentes, en las que se ponía a realizar reformas. En una de ellas, en el momento en el que fue “invitado” a abandonar la casa ocupada, reclamó los costes de las que había hecho, recibiendo de los estupefactos propietarios un: “a tí quien te ha mandado entrar y hacer reformas en mi casa”.
Barrios Centro y Tres Cruces, y el 1º de Mayo
El domingo, agarramos (no cogemos porque sería vehiculofilia) el bus 183 a Tres cruces, para luego enlazar con el 187 que nos transporta al Centro, y acercarnos hasta el rastro de Montevideo en la calle Tristán Narvajas que, de la misma manera que el madrileño, derrama calle abajo y por las adyacentes, puestos y comercios de todo tipo de mercancía: animales, artesanía, libros, curiosidades, restos, cacharra, bricolage, muebles, discos, antiguedades, películas, etc. etc. Recorrerlo resulta costoso por la afluencia de gente, que te obliga a ir arrastrando los pies más que a caminar. Como en otros lugares de esta calaña, es conveniente no descuidarse.
En el centro, asimilable urbanísticamente al de nuestras ciudades aunque sin alcanzar en lo más minimo su densidad, sí que se pueden ver manzanas de pisos y edificios más regios o modernos, avenidas más amplias, el comercio habitual de ciudad, bares y restaurantes, y el inevitable tráfico urbanita. La gran arteria por excelencia del distrito, es la comercial y animada avenida del 18 de Julio.
La estación de autobuses de Tres cruces, es la terminal de autobuses, y digo “LA”, porque no hay otra. Casi todas las comunicaciones nacionales e internacionales desde Montevideo se realizan por carretera, exceptuando los ferrys que cruzan a la otra orilla del Río de la Plata desde Colonia del Sacramento o el Delta del Tigre, o los vuelos que parten del Aeroparque o del aeropuerto internacional de Carrasco.
La gran cruz que se encuentra en medio del Bulevard Artigas, marca visiblemente la situación de la terminal de buses de Tres Cruces. Sin embargo, es inútil como yo hice, buscar dónde están las otras dos, puesto que la cruz levantada con motivo de la visita en marzo de 1987 del Papa Juan Pablo II a Uruguay, no guarda relación con el nombre de la estación, que lo recibe por el cruce de tres redes viarias en el barrio de idéntico nombre.
Nuestra visita a esta estación-centro comercial, tiene el objetivo de preparar nuestra salida de Montevideo en dirección a Brasil, pero he de reconocer que si normalmente no preparo concienzudamente los trayectos, este se llevaba la palma en cuanto a improvisación. Así fue. Cansados de rumores de trabas e impedimentos, de esperar en vano la confirmación de los desinteresados empleados del hotel de Río Grande con los que habíamos hablado telefónicamente, del suceso del español al que habían dejado tirado hacía unos días en la frontera de Chuy con todos los requisitos en la mano, y de los quebraderos de cabeza tratando de organizar un itinerario por Brasil que supusiese el menor riesgo posible al presentarme ante el funcionario de turno, decidimos encaminarnos hacia Iguazú por la parte Argentina, en vez de por Floripa (Florianópolis), y dejar la posible entrada a territorio brasileño para otro momento.
Con la decisión tomada, visitamos las tres compañías con oficina en Tres Cruces que te cruzan a Buenos Aires: la Cacciola, Buque Bus, o Colonia Express. Como la primera cruza por el Delta del Tigre, dejándote a bastantes kilómetros de Buenos Aires, y tienen precios diferenciados para argentinos y extranjeros, y la segunda es considerablemente cara, compramos los billetes a Colonia Expres al precio de 645 pesos uruguayos ida (26 euros), incluido el bus a Colonia del Sacramento, y con atraque en Puerto Madero de Buenos Aires tras una hora de navegación fluvial.
Ya en casa de vuelta, reservo de un tirón sin problemas, una habitación doble privada con baño compartido en el hostel Art factory, por 250 pesos argentinos (45 euros) habitación noche, en la zona de San Telmo al sur del microcentro de Buenos Aires, primero telefónicamente y luego confirmando por mail; un billete aéreo ida Buenos Aires a Puerto Iguazú con la Lan chilena para el día 4 de mayo por 470 dólares (350 euros) ambos billetes, tras comparar tarifas con las Aerolíneas Argentinas; y una reserva vía booking para 3 noches en Puerto Iguazú, de un bungalow en el hotel SÍ MI CAPITÁN, por 200 euros las tres noches más 20% IVA.
Con las dos siguientes etapas resueltas, nos dedicamos a disfrutar del Primero de Mayo, día más que feriado en Uruguay, puesto que es como el día del juicio final. Las líneas de autobuses dejan de funcionar la noche anterior, con lo cual, el uno de mayo no hay absolutamente ningún modo de trasladarse, que no sea a pata o en coche; los hospitales posponen para el día siguiente, cualquier tipo de prueba o de atención que no sea vital; los comercios dejan de existir, y la gente, tras aprovechar que es festivo para nominarlo como tradicional, se dedican al deporte nacional del asado, sacando las parrillas a las puertas de las viviendas, y convirtiendo a una buena parte de Montevideo en una clase práctica de señales de humo y olor a sabroso colesterol. Todo ello, tres días después de otro evento gastronómico tradicional, los ñokis del 29, fecha mensual en la que se comen por costumbre, después de haberles colocados debajo, como si fueran un roscón de reyes, unas monedas que atraerán prosperidad y un buen monton de fajos de billetes.