Hace cinco años que viajábamos con Celinda a Buenos Aires a celebrar nuestro aniversario de matrimonio aprovechando el fin de semana largo del 12 de octubre. Festejamos el matrimonio civil (13 de octubre), en vez del religioso (31 de diciembre), pues este último se confunde con las fiestas de fin de año.
Pero este año la ida de Tabitá a la Universidad de Buenos Aires, ya nos había llevado dos veces a la capital argentina así es que, para variar decidimos viajar hasta Montevideo. De este modo celebraríamos nuestro aniversario y uno de los días aprovecharíamos de cruzar el Río de la Plata para visitar a Tabitá.
En principio íbamos Celinda y yo, pero con el tiempo (habíamos tomado el 2x1 con bastante anticipación) a Francisca le bajó la nostalgia por su hermana y cambiaron los planes: iríamos Celinda, Francisca y yo hasta Montevideo e invitaríamos a Tabitá a estar con nosotros todo el fin de semana.
Así partimos el jueves 8 de octubre a las 13:50 hrs. En dos horas ya estábamos en los cielos de Buenos Aires iniciando el descenso hacia Montevideo sobre el Río de la Plata. No alcanzamos a conocer el nuevo aeropuerto de Carrasco, que se inauguraba el 15 de octubre, así que la llegada nos recordó el antiguo aeropuerto de Pudahuel con sus escaleras para bajar del avión a la loza y los buses de acercamiento.
El aeropuerto está a 20 minutos del centro por lo que el transporte urbano circula por el aeropuerto. En Montevideo aún se le puede pagar el pasaje al chofer. El valor depende de la distancia del viaje: un peso uruguayo (U$) por kilómetro más una tasa de embarque. Del aeropuerto al terminal de Tres Cruces U$25.
Nos alojamos en un departamento que encontramos en internet, en el Barrio Biarritz, cercano a la esquina de 21 de septiembre y Roque Graseras, y a una cuadra de la rambla Gandi (en la costanera del Río de la Plata existen varios sectores con ramblas peatonales).
Antes del cambio de hora de verano había dos horas de diferencia, así es que estábamos desempacando cerca de las 8 de la noche. Al otro día viajaríamos a las 7 de la mañana hasta Colonia del Sacramento a encontrarnos con Tabitá, que cruzaría en barco el río de La Plata desde Buenos Aires.
Colonia del Sacramento o simplemente Colonia, es un pueblo a unos 170 kilómetros al oeste de Montevideo y por ser el punto más cercano a Buenos Aires entre las riberas del río de La Plata cuenta con un puerto de transbordadores. Además tiene valor turístico pues por la conservación de su casco histórico ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Llegamos a Colonia a las 10:30 hrs. justo para recibir a Tabitá, que viajaba en el ferry de la compañía Colonia Express y había salido a las 08:30 hrs. desde Buenos Aires.
A unas tres cuadras del puerto se encuentra el muro que marca el inicio del casco histórico de la ciudad. Se conserva una parte de este muro y un pórtico por el que se accede a una zona de conservación de calles y casas de piedra con techos de paja y tejas donde vivieron los primeros colonos de Uruguay, portugueses que disputaron a los españoles estas tierras y luego las negociaron por la zona de Rio Grande do Sul. Son unas diez manzanas que se mantienen, algunas como residencias, otras como galerías de arte o artesanías y restaurantes.
Por estas calles caminamos mientras Francisca y Tabitá se ponían al día, jugando como dos pequeñas y recordando sus bromas y manías que las hacen unas hermanas tan entrañables. Juegos que nosotros disfrutamos con la alegría de ver a nuestras hijas juntas y felices.
Así se nos fue la mañana y a las 14:00 hrs. ya estábamos en el bus para regresar a Montevideo. Es un viaje entre Colonia, pasando por Canelones, y Montevideo, cruzando por pequeños caseríos, fincas, haciendas y pequeños bosques de arrayanes.
10 de octubre de 2009
… Llegamos a Montevideo a media tarde para prepararnos y salir a conocer la Ciudad Vieja o Ciudadela. Es un área de conservación que comienza en la Plaza de la Independencia y se extiende hasta la costanera y el puerto. Es un sector en que se mantienen los edificios antiguos, como el sector de República o Brasil en Santiago, pero de mayor dimensión, con zonas de comercio, oficinas y restaurantes.
Cenamos en “Los Leños”, lugar con muy buenos comentarios en internet, pero que estuvo debajo de nuestras expectativas. Guiados por el mesero preferimos una “picada” a una parrillada, porque las carnes eran más tiernas pero, con el recuerdo de la “ternura” de los cortes o medios cortes (de 800 o 400 grs.) de carnes de “La Cabrera” de Buenos Aires”, pareciera que no fue la mejor opción. Sólo el tannat de la Bodega Cerros de San Juan, con que acompañamos, nos hizo pasar mejor el momento. Regresamos a descansar, al otro día a las 9 de la mañana partíamos a Punta del Este.
Punta del Este está a más de 170 kilómetros de Montevideo. El día amanació despejado. Salimos en tenida veraniega al terminal de Tres Cruces. Dos horas de viaje por la serranía para llegar a Maldonado y luego al balneario de Punta del Este. El terminal está frente a la playa atlántica y a los famosos dedos que sobresalen de la arena, postal característica del lugar, creación del chileno Mario Irarrázabal.
Pasamos la mañana en la playa, aunque el viento en este tiempo no lo hizo muy grato. Hay mucho argentino y brasileño aprovechando el fin de semana largo.
Caminamos por la costanera hasta el puerto de embarcaciones menores y descansamos en los bancos sobre la rambla de madera.
La ciudad se parece a Viña, con muchos edificios, ascensores panorámicos, pequeñas lomas y colinas. Tras el paseo terminamos en una heladería donde el rey de los sabores es el dulce de leche. A las 16:30 hrs. estábamos abordando el bus de regreso.
Ya en el departamento, mientras cocinábamos la cena, nos enteramos de los goles del fútbol entre Chile y Colombia. Mientras nuestros amigos nos cuentan los resultados, en el boliche de la esquina los uruguayos celebraban ilusionados a su selección, mientras se desataba la lluvia en medio de unos espectaculares truenos y relámpagos.
Así llegó el domingo, el fin de semana y también de nuestro viaje.
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