MADEIRA: JARDÍN BOTÁNICO CON VISTAS AL MAR ✏️ Blogs of PortugalUna semana en esta preciosa isla portuguesa, disfrutando de sus paisajes de mar y montaña, de sus senderos y bosques, de su gastronomía...Author: Marimerpa Input Date: ⭐ Points: 5 (46 Votes) Index for Blog: MADEIRA: JARDÍN BOTÁNICO CON VISTAS AL MAR
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La idea de viajar a Madeira llevaba unos años rondándome la cabeza, después de ver algunas fotos de sus increíbles paisajes y oír hablar de sus famosas levadas. ¡¡Con lo que me gusta a mí caminar en medio de la naturaleza!! Por un motivo u otro lo fuimos dejando, hasta que este verano, recién llegados de Budapest y buscando destinos económicos para el otoño, nos decidimos: nos íbamos a Madeira. Reservamos los vuelos con Easyjet desde Lisboa, que nos costaron 150 euros los dos, con una maleta facturada, para la última semana de octubre. El alojamiento me dio un poco más de quebradero de cabeza. Después de leer opiniones, quedaba más o menos claro que lo más práctico era alojarse en Funchal, por la variedad de servicios y por comunicaciones. Después de haber estado allí, para nosotros, que no salimos mucho a cenar fuera, hubiera resultado igualmente recomendable alojarse en Ribeira Brava o alguna otra localidad del sur bien comunicada. Vimos mucho hotel tipo resort y se nos salían de precio, ya que esta escapada tenía un presupuesto ajustado. Los hoteles económicos no nos convencían, las críticas eran muy malas. Me dio por mirar apartamentos y uno de ellos me llamó la atención. Lo reservamos por Airbnb y nos costó 186 euros toda la semana. Nunca había reservado por esta web y tenía mis reticencias, pero las críticas eran buenas, y la propietaria nos contestaba enseguida todos nuestros mensajes, lo que nos hizo decidirnos. www.airbnb.es/rooms/2026644 Lo siguiente fue reservar el coche de alquiler, con la empresa Fuchal Car Hire, que era la que más económico ofrecía el seguro a todo riesgo sin franquicia, y que tenía buenas críticas en el foro. En Madeira considero imprescindible contratar el seguro a todo riesgo, dada la naturaleza de las calles y carreteras, con cuestas, curvas y bastante estrechas. Reservamos un coche del grupo C por 203 euros toda la semana, con recogida y entrega en el aeropuerto. Después, ya solo quedaba buscar información. La principal fuente, como no, fue este foro, tanto en los estupendos diarios que hay de la isla, como en el hilo de información sobre Madeira. Además, escribí solicitando información a la Oficina de Turismo de Madeira, que en unas semanas me envió un sobre con un mapa, y diferentes folletos, entre ellos, uno que me resultó muy útil, con los senderos recomendados. También consulté la propia web de la Oficina de Turismo (www.visitmadeira.net), sobre todo para los senderos (es importante consultar los avisos sobre senderos cerrados) y la web de www.walkmeguide.com Cuanto más leía más ganas me entraban de hacer todas las levadas y senderos, pero había que seleccionar, así que nos quedamos con las que, a priori, son más recomendadas, las “imprescindibles” de la isla. Aun así, me llevé información de muchas más, porque en Madeira es conveniente llevar planes alternativos, por si el tiempo no acompaña o por si hay algún contratiempo como un corte de carretera o del propio sendero. Un mes antes del viaje, a mi marido le reapareció una antigua lesión, que le obligó a guardar reposo relativo, con recomendación de no hacer esfuerzos, lo que hacía peligrar el poder hacer las actividades que teníamos planeadas. Tendríamos que tomarnos el viaje con calma. COMIENZA EL VIAJE Por fin, el 25 de octubre partimos hacia el aeropuerto de Lisboa. Dejamos el coche en un parking en las afueras del aeropuerto, Easy Parking Lisboa, que nos costó 37 euros en parking cubierto. En vuelo fue muy tranquilo, puntual y sin incidentes. Llegamos de noche, por lo que nos perdimos el aterrizaje, que según cuentan, da un poco de yuyu, ya que la pista es muy corta y parece que te vas a estrellar contra las montañas. Decir que hace unos años se amplió la pista sobre el mar. Resulta curioso que la vía rápida, la carretera más importante de la isla, pasa por debajo de la pista del aeropuerto. En el aeropuerto nos estaban esperando de la empresa de alquiler, con un cartel con mi nombre. La sorpresa fue que no era de Funchal Car Hire, sino de Madpoint. Pregunté y me dijeron que www.funchalcarhire.net actualmente actúa como intermediario con otras compañías de alquiler. El caso es que las condiciones eran buenas, así que no le dimos importancia. Allí mismo hicimos los papeles y pagamos según lo acordado. El coche, un Mitsubishi Colt 1.3 gasolina nos estaba esperando en el aparcamiento. En el grupo C había coches que me hubieran gustado más, como el Corsa o el Clio, pero este nos hizo bien el apaño, aunque en algunas de las cuestas de la isla le costaba subir. La primera dificultad del viaje la tuvimos en ese momento, y es que teníamos que llegar al apartamento sin GPS. Por olvido se quedó en Lisboa, en el maletero de nuestro coche, después de haber cumplido con la primera parte de su misión, que era llevarnos al parking. Así que nos tocó improvisar, y después de pasarnos la salida de la vía rápida, preguntar en una gasolinera y en varios sitios más, llegamos al apartamento. Para llegar había que meterse por una calle que parecía que te ibas a caer por un precipicio, aunque luego la cuesta se suavizaba, por decirlo de alguna manera. Pronto aprendimos que la mayoría de las calles y carreteras de la isla son así. El apartamento estaba muy bien, era igual que en las fotografías de Airbnb. La dueña nos había dejado agua y zumo en la nevera, además de una botella de vino y una cesta con fruta variada. Todo un detalle. Cansados, cenamos la comida que habíamos llevado desde casa y nos fuimos pronto a la cama para recuperar fuerzas. Journeys 1 to 3, Total 9
Nuestro primer día en Madeira decidimos dedicarlo a hacer la levada del Caldeirão Verde, en el noreste de la isla, y visitar el cercano pueblo de Santana. Nuestra primera idea era visitar Funchal el primer día, pero era domingo y el Mercado dos Lavradores estaba cerrado, así que cambiamos de planes.
Fuimos por la ER102, guiándonos por un mapa de carreteras que nos mandaron de la Oficina de Turismo, bastante básico pero que nos dio el apaño, y en parte también por el GPS del móvil. La noche anterior le habíamos cargado el mapa, pero el problema era que para poner una dirección necesitaba internet, con lo que solo nos valía para llegar al primer destino. La carretera, como todas, con cuestas y curvas, aunque no fue ni mucho menos la más complicada que nos encontramos. De camino paramos en el mirador de Portela, con unas vistas magníficas de Penha d'Aguia. Seguimos hasta Faial por la carretera convencional (se puede ir por vía rápida) para pararnos en otro de los miradores señalizados. Es curioso el tema de los miradores en Madeira. Los que son oficiales e “importantes” suelen tener un puesto de venta de souvenirs más o menos grande (normal, teniendo en cuenta que es sitio habitual de turistas) y un altar con un santo o una virgen. Esto ya me pareció menos normal, pero es verdad que en Portugal se ven este tipo de altares en bastantes sitios. En Santana queríamos ver las típicas casas con tejados de paja, la principal atracción del pueblo. Junto al ayuntamiento, hay 4 de ellas rehabilitadas y preparadas para el turismo, con su jardín de flores y que albergan una exposición de artesanía, una pastelería/licorería, un puesto de turismo,... La verdad, son muy bonitas y merece la pena verlas, aunque sea algo hecho única y exclusivamente para el turista. Además, se pueden ver algunas de estas casas de tejado de paja habitadas, que no suelen estar pintadas de colores llamativos, pero con un aire menos artificial. Compramos pan justo a la iglesia, que estaba llena a rebosar de gente en misa. Y además la retransmitían por los altavoces para que se oyera en todo el pueblo. Se ve que son bastante religiosos por aquí. Preguntamos a una señora que estaba barriendo su casa como llegar a Queimadas, de donde sale la levada del Caideirão Verde. Durante el viaje preguntamos mucho, y solo encontramos amabilidad a la hora de darnos indicaciones. Los madeirenses me parecieron muy amables. La carretera que sube hasta Queimadas es bastante estrecha y empinada, y dudo que cupieran dos coches, aunque cada cierta distancia había lugares donde apartarse, que me recordaron a los “passing place” de Escocia. No nos encontramos con nadie en sentido contrario, se ve que íbamos un poco tarde. Cuando llegamos, no había ni un sitio libre en el aparcamiento, y tuvimos que dar la vuelta y aparcar como pudimos en la carretera. El camino nos pareció precioso, con la vegetación frondosa pero con vistas espectaculares cuando abría, agua rebosando de las paredes y algún que otro salto de agua. Hay varios túneles, por lo que recomiendo llevar linterna, ya que dentro no se ve nada. En algunos momentos llegó a ser algo agobiante porque había mucha gente y en algunos lugares el camino es bastante estrecho. Creo que al ser domingo había más gente de lo normal. Según te vas acercando al final de la levada, empiezas a oír el ruido del agua, cada vez más intenso, hasta que llegas y te quedas con la boca abierta. Un salto de agua de más de 100 metros cayendo por una pared verde. Una más que justa recompensa al esfuerzo de la caminata. Con esas magníficas vistas nos sentamos a comer. Tras reponer fuerzas emprendimos el camino de vuelta, que lo hicimos más rápido que la ida, ya que hicimos menos paradas para hacer fotos. En total tardamos unas 5 horas en recorrer los 13 km de la ruta. Es más de lo que dicen las guías, pero es que nosotros nos paramos muchos a hacer fotos y a disfrutar de las vistas, además del buen rato de la comida. El camino de vuelta lo hicimos por el este de la isla, por la vía rápida, ya que estaba anocheciendo y había empezado a llover. En Funchal paramos en un supermercado Continente para comprar víveres para los siguientes días. Allí pudimos probar nuestra primera CORAL, la cerveza autóctona de Madeira más popular, que nos sentó de lujo después del esfuerzo de la jornada. Aunque teníamos intenciones de salir a cenar a Funchal, el cansancio nos hizo desistir y finalmente cenamos en el apartamento, que tenía un jardín muy agradable. Como sobremesa, nuestros primeros chupitos de poncha, licor típico de la isla, a base de aguardiente, miel de caña y limón. Journeys 1 to 3, Total 9
El segundo día lo dedicamos a visitar la ciudad de Funchal, la capital de la isla. Pensábamos ir andando, ya que el apartamento no se encontraba demasiado lejos del centro, y volver en autobús, dado que la vuelta era cuesta arriba. Pero cuando le preguntamos a Cristina, la dueña del apartamento, sobre la línea de autobús para volver, nos recomendó que fuéramos en coche, porque el autobús era caro (2€ por billete) y que aparcáramos en un parking junto al Mercado dos Lavradores. Así que le hicimos caso y nos fuimos en coche. El parking en cuestión era el Almirante Reis, que costaba 1,10 euros/hora entre semana, y los fines de semana 0,60 euros, con un máximo de 5,80 €.
Comenzamos la visita por el Mercado dos Lavradores. Me resultó una visita muy interesante, sobre todo por la cantidad de frutas y verduras exóticas que se pueden encontrar. El problema es que está muy dedicado al turista y en ocasiones resulta agobiante, ofreciéndote a probar los diferentes tipos de maracuyás. No me gusta este tipo de acoso. Si tienes el producto expuesto es suficiente para que yo lo vea y lo compre si me interesa. Así que en la parte de arriba del mercado había una serie de puestos que no te agobiaban ofreciéndote cosas y en los que vimos comprar a algunos locales. Allí paramos a preguntar por algunas frutas que no conocíamos, y compramos algunas variedades de maracuyá y una fruta rara que sabe a plátano y a piña. En la planta baja está la pescadería, aunque ya quedaban pocos peces. Pero pudimos ver “en vivo” el típico pez espada tan frecuente en la gastronomía de la isla. También hay puestos de flores y de souvenirs, el sitio donde los encontré más baratos. Seguimos callejeando por la ciudad, que por cierto, estaba gran parte en obras. Primero fuimos a la catedral, muy al estilo de las iglesias que habíamos visto en las islas Canarias, con la piedra volcánica a la vista en las equinas y el resto encalado. Un aspecto exterior sencillo que contrasta con el interior, bastante más recargado. Después fuimos a la Oficina de Turismo, donde nos confirmaron que la carretera que va desde la Encumeada hasta Rabaçal estaba cerrada (lleva así casi un año y no se sabe cuándo la van a abrir). Nos tocaba buscar una alternativa para nuestra excursión del día siguiente. Enfrente está el Palacio de São Lourenço, una de las vistas más famosas de la ciudad. Muy cerca está el Parque de Santa Catarina, muy agradable y con unas bonitas vistas del puerto. Volvimos sobre nuestros pasos para ir a la emblemática Rua de Santa Maria, con sus puertas pintadas y llena de restaurantes. No me hizo mucha gracia esta zona, ya que lo vi como un parque temático para turistas. Las puertas pintadas tienen su gracia, pero algunas tienen más arte que otras, la verdad. Y los restaurantes son los típicos para turistas, con los relaciones públicas en la puerta… Como era temprano para comer, pero teníamos ganas de una cerveza, entramos en el bar “Zezinho das Moças”, donde nos pedimos unas tapas. De allí seguimos hasta el Forte de São Tiago y volvimos por el paseo marítimo. Después fuimos a comer al restaurante Londres, siguiendo las recomendaciones de algunos foreros. Está en la Rua Carreras, cerca de la Catedral, y es un sitio con una decoración antigua, pero donde se come bien, abundante y a buen precio. Tras la comida, decidimos subir en coche hasta Monte. Se puede subir en teleférico, pero ya que teníamos allí el coche, lo aprovechamos. Aunque vaya tela con la subida a Monte. Como todas, con curvas y una gran cuesta, pero con el añadido de estar todo el camino rodeado de casas, con el peligro de que se te crucen peatones. Cuando aparcamos nos dirigimos hacia la iglesia de Monte, pero antes nos encontramos con los carreiros, que bajan a los turistas en carros de cesto. Tiene que ser toda una aventura. Después subimos hacia la iglesia, con una situación desde la que se tienen unas vistas fabulosas de Funchal. Por dentro es bastante colorida, y como curiosidad, allí está enterrado Carlos I de Habsburgo, último emperador de Austria, que se exilió a Madeira tras la I Guerra Mundial. Ya que estábamos en Monte entramos al Jardim Monte Palace. La entrada cuesta 10 euros y, aunque el jardín está muy bien, el precio me parece un poco excesivo. Primero visitamos la sala de exposiciones, con una impresionante colección de minerales. Después nos dedicamos a recorrer los diferentes senderos del parque. Para que nadie se lleve a engaño, decir que el jardín es más ornamental que botánico. Hay mucha variedad de plantas, me gustaron mucho los helechos arborescentes, y la cantidad de flores, pero algunas partes estaban descuidadas, como el jardín de orquídeas, que ni siquiera existía. En cuanto a decoración, es de lo más variado que te puedas imaginar, desde zonas inspiradas en Asia o África, hasta un lago con puentes y cascadas. Sin olvidar la Historia portuguesa, contada a través de azulejos, estatuas y dibujos. Con el precio de la entrada está incluida una prueba de vino de Madeira en el bar del parque. Llegamos media hora antes del cierre, cogimos nuestros vasos de vino para tomarlo en la terraza e inmediatamente cerraron las puertas de bar. Así que llegamos por los pelos… Tras esta visita nos fuimos al apartamento, previo paso por el supermercado para comprar la cena y los bocadillos del día siguiente. Journeys 1 to 3, Total 9
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