Hoy es el primer domingo de mayo del 2013, ergo el día de la madre. Como tal día, M me ha hecho prometer que como regalo para el día de hoy, no debo hacerla caminar perdida por la ciudad. Yo me he reído ante su sugerencia porque es evidente que perderse no entra nunca dentro de los planes de una pero, no he podido hacer otra cosa que prometérselo.
Nos dirigimos con paso firme hacia la casa Museo de Gorki. En la ciudad hay muchas casas de Gorki, la casa dónde nació, dónde vivió con su abuelo, pero sólo una es la casa Museo. La tengo marcada en el mapa y la verdad es que no está lejos de nuestro hotel. Pero anda! mi guía no tiene las calles en cirílico sino en su traducción latina y finalmente acabo admitiendo que acabaremos perdiéndonos si no sé la calle exacta en el alfabeto ruso. Me maldigo por no haberme preparado mejor la salida. Ayer se me olvidó buscarlo y sé que mañana el museo cierra sus puertas. Pero como tengo una promesa que cumplir, no tengo más remedio que variar los planes.
La siguiente parte de la ruta pensada para hoy es más fácil de cumplir. Así que desandamos nuestros pasos hasta la parada de metro de al lado del hotel. Vamos a coger el metro hasta la estación de tren para atravesar los ríos Volga y Oká, que confluyen en esta ciudad. Desde el tren y al paso por el Oká puede verse el río más caudaloso de Europa y el espectacular paisaje que deja al juntar fuerzas ambos ríos.
Una vez al otro lado, bajamos hasta el cauce del río. Queremos ver las vistas que el centro de la ciudad nos ofrece desde el otro lado de este inmenso río. El día es muy gris y nos vuelve a amenazar lluvia. Bordeamos el río hacía uno de los largos puentes que atraviesa el Volga. Pasamos por la plaza Lenin que tiene una gran estatua del dirigente ruso en su centro. Parece, por su gesto, que nos ofrezca como ofrenda la ciudad que tiene a sus pies. Atravesamos el puente andando, dejando a un lado la catedral de Alexandr Nevsky. No es corto y la rápida circulación de su carretera hace que queramos salir de allí cuanto antes. Al otro lado el Monasterio de la Anunciación nos da la bienvenida.
En el río no solo vemos árboles completamente anegados también proliferan embarcaciones que más bien parecen cafeterías flotantes.
Yo voy buscando con la mirada alguna de las obras del artista callejero Nikita Nomerz que proliferan por algunos de los rincones de la ciudad. Sus obras, lejos de ser considerados como un acto de vandalismo urbano , son reconocidas y aceptadas como verdaderas obras de arte. Su lema principal es revivir espacios muertos y por tanto se dedica a humanizar elementos rotos y abandonados del paisaje de la ciudad. No he conseguido encontrar ningún mapa que señale alguno de los puntos de sus obras y por tanto ya adelanto lo que ahora sé : que no tendré éxito en mi búsqueda. Pero si sentís curiosidad por ver de qué os hablo,
aquí os dejo el enlace.
Habiendo atravesado el río, caminamos hacía mano izquierda hasta toparnos con la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora. La vi a nuestro paso en taxi el día de nuestra llegada y sus cúpulas de colores me recordaron a un helado twister. Es domingo y las calles están casi desiertas. No sabemos si es por ser festivo, por la amenaza de lluvias y pronósticos de tormentas eléctricas o por algún otro motivo que desconocemos.
Detrás de la Iglesia de la Natividad se extiende una colina llena de escaleras y rampas que nos llevaran hacía lo más alto de la misma. Queremos llegar hasta el kremlin desde abajo, verlo con algo más de calma que ayer y hacer una visita al Museo de las Bellas Artes (o arte estatal) , puesto que se trata del museo más antiguo de toda Rusia.
Coronamos la cima de la colina como auténticas exploradoras. Arriba nos espera una iglesia más, está vez de cúpulas de color turquesas, y grabados de pequeñas flores en la base de las mismas. No he conseguido conocer su nombre occidental para indicaroslo, así que os deberías contentar con esta mínima descripción.
Subimos y subimos hasta llegar finalmente a la zona del centro, pasando a nuestro camino por la Catedral del Arcángel.
Seguimos con nuestros planes de ir al Museo. Además por fin a empezado a gotear y qué mejor que hacer que meterse a cubierto.
Visitamos la exposición bien vigiladas por las (casi) centenarias vigilantes de la exposición. Las luces se van abriendo al paso de los visitantes y no sabemos si nos siguen por afán de vigilancia o bien persiguiendo las luces que nuestros pasos van encendiendo. De tanto en tanto alguna nos sonríe y se dirige a nosotras en ruso mientras nos señala algunos de los cuadros. Nosotras continuamos sin entender nada de lo que nos dicen, pero vamos siempre obedientes hacía donde nos señalan con la esperanza de descubrir qué es lo que requiere nuestra atención.
La exposición que visitamos comprende pinturas y objetos de artistas rusos desde el siglo XVII hasta el siglo XX. Hay cuadros que consiguen fascinarnos, manchas de cerca que se convierten en delicadas puntillas al contemplarlos desde más lejos. En el piso superior, escenas navales y lo más moderno, desde cuadros de estilo impresionista hasta los influenciados por el cubismo de principios del siglo XX.
Cuando salimos, está diluviando. Por la cantidad de agua en los socavones del pavimento, lleva un buen rato lloviendo. Y no parece que vaya a parar. Así que acabamos subiendo hacia el hotel. Son más de las 16h y aún no hemos comido. Simplemente hay días en las que nuestros estómagos tiran y tiran y tiran sin necesitar energía extra. Al llegar una niebla espesa empieza a cubrir la ciudad. A lo que acabamos de comer, ya no podemos ver ni el edificio de delante al nuestro. Junto a la niebla, lluvias intermitentes pero persistentes, nos acompañan lo que queda del día.
Hoy poco más haremos. Aprovechamos ya que tenemos el canal internacional de televisión española para ver las noticias, aunque yo sobretodo leo, leo y leo.
Como curiosidad sobre la ciudad añadiré que una de las ciudades hermanadas con la misma, es Sant Boi de Llobregat en Barcelona, y que además la asociación de Amigos de Gorki de la citada localidad fue el primer grupo de extranjeros en visitar la ciudad cuando se abrió al turismo en 1990.