DÍA 44: A 200 KM/H ✏️ Diarios de Viajes

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Odio los días en los que nos movemos. Creo que ya os lo he dicho antes en alguna que otra entrada, y si no lo he hecho lo hago ahora: ¡¡¡¡¡LOS ODIO!!!

Paso nervios. Hay que coordinar transporte hasta el transporte, coger el transporte correcto y a tiempo, y una vez en el nuevo destino, volver a descubrir cómo es el nuevo emplazamiento. Además, hoy dejamos el Albergue de San Petersburgo que ha sido perfecto para nosotras. Hemos podido hablar con algunos huéspedes , el staff era amabilísimo y encima organizaban eventos para mejorar y crear buen ambiente. Así que nos sabe mal dejarlo. Sobretodo porque ahora nos vamos a Moscú y no sólo algunos de vosotros me habíais advertido que quizás no me gustará, sino que, por añadido, algunas de las personas con las que hemos hablado aquí, en San Petersburgo, (turistas y locales) nos han confirmado la dureza de la ciudad.

Al levantarnos e ir hacia la cocina, nos advierten que han cocinado gofres para los huéspedes. ¿ Entendéis por qué me da pena dejarlo?

Nuestro tren de alta velocidad sale de la estación central de San Petersburgo. Desde recepción me dicen que han de llamar al taxi 2 horas antes de que venga. Así que después de desayunar nos quedamos en la zona común escuchando la estupenda música que tienen a todas horas.

Nuestro taxi ha llegado antes de lo previsto y aunque nos dicen que podemos apurar hasta la hora acordada, no tiene sentido esperar por esperar unos minutejos más. Nos despedimos, casi a puntito de salir, de Emily, una bostoniana que es con quien más hemos estado entablando conversación estos días.

Vamos a la estación con la intención de comer algo antes de salir en tren, pero hemos desayunado tan bien que no tenemos hambre. Así que acabamos comprando unos bocadillos para comer en el mismo tren.

El trayecto nos lleva unas 5 horas, quizás no llega, pero como siempre, ya nos hemos acostumbrado a pasar tiempo en el tren y ni nos enteramos.

A nuestra llegada a Moscú, está lloviendo. Cogemos el metro y aunque nos cuesta un poco encontrar el hostal acabamos haciéndolo. Allí no hablan ni papa de inglés, así que para entenderme con la sueña acabamos con sendos ordenadores hablando a través de google translator. Cada vez que intentamos comunicarnos en pseudo inglés o gestos una de nosotras acaba gritando “¡Google!” y volvemos a teclear con cuidado nuestros mensajes. Comparado con el alojamiento de San Petersburgo este nos parece una choza abandonada a la deriva en medio de un río enfurecido, pero no pude encontrar otra cosa y al menos los dueños del hostal (un matrimonio joven) le ponen buenas intenciones. Vamos a estar tres noches así que mejor tomárselo con humor.

El día se nos ha acabado y no nos hemos enterado de él.

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