Hoy nos hemos decidido a hacer varios de los mercados más turísticos de la ciudad. La ciudad es el paraíso de las compras y por tanto abundan no sólo los centros comerciales, sino también los mercados callejeros de diversa índole.La zona a explorar es la llamada Prince Edward.
Desde allí accedemos fácilmente al mercado de las Flores. Los olores que aquí respiramos son muy diferentes a los del resto de la ciudad. Allí, nos cobijamos en el frescor de las tiendas llenas de los colores brillantes que les prestan las flores y también de otras plantas no menos curiosas, entre ellas, las carnívoras.
Al final del mercado, y a través de unas pequeñas escaleras, accedemos al mercado de los pájaros. Allí, recorremos los pasillos que forman los tenderetes y las sillas improvisadas junto con los diferentes elementos naturales del paisaje. Se mezclan algunos vendedores, con otra gente que meramente viene a exhibir su animal. Es curioso ver como los pájaros libres bajan a picotear la comida de aquellos que no han tenido tanta suerte y vuelan cautivos en la pequeñez de sus jaulas. Supongo que no siempre la belleza se cuenta entre las grandes ventajas en el reino animal.
Un hombre me advierte mientras camina, que no haga fotos muy cerca de los animalitos, puesto que, según me cuenta, algunos pueden llegar a valer hasta 1000 USD. No sé cómo una cámara de fotos puede llegar a malmeter al animal, pero una no está muy puesta en ornitología, con lo que a lo mejor hay algo de razón en sus palabras. Entre tanto pájaro, también encontramos algunos grillos que permanecen en pequeñas jaulas hechas de cáñamo. No sé muy bien si el propósito de los mismos es el de servir de festín a las aves o bien el de ser animales domésticos. Quizás sean para ambas cosas, ya que también es muy tradicional tener a estos pequeños insectos como mascota.
Aunque somos capaces de apreciar la belleza de algunos ejemplares, no nos sentimos cómodas viendo a tantos pájaros enjaulados, así que no nos demoramos mucho.
Nuestra siguiente parada es el mercado de los peces Pero antes de llegar, desviamos un poco el recorrido para hacerlo pasar por un centro comercial donde nos llevarnos , por la cara, un poco de aire fresco.
El mercado de los peces es una calle, llena de acuarios y sobretodo bolsa con pequeños peces de todos los colores y tamaños. Algunos peces son fabulosos y otros no los había visto nunca. Mientras los admiramos, M y yo recordamos cómo murió nuestro último pez: hervido en agua caliente.
ABRO PARÉNTESIS: Padres de niños pequeños: cuando digáis a vuestros niños que hay que limpiar la pecera, avisadles que la bañera de agua calentita está reservada a los humanos, los peces no pasan frío si los metes en una pecera de agua fría. Sin embargo, tendrán una muerte instantánea si los metéis en agua hirviendo.
Pez rojo que no recuerdo cómo se llamaba: ¡lo siento con todo mi alma!!! CIERRO PARÉNTESIS.
Se acabaron los animales por hoy.! Una geek, como yo, en Hong kong, no puede evitar pasearse por la zona de la electrónica ni que sea por un ratito. Televisores de tamaños descomunales, teléfonos de última generación y en definitiva, todo lo que podáis imaginar con botoncitos y lucecitas de leds. M me sigue con absoluta resignación en mi exploración de los aparatos del futuro, que aquí ya son del presente. Cada tienda a la que entro le digo que es la última..hasta que finalmente lo que digo deja de ser una mentirijilla.



Volvemos al hostal después de un día en el que mayormente hemos caminado. Cenamos nuevamente noodles. Creemos que nos han inyectado algo y que nos hemos enganchado irremediablemente a ellos. Dicen que una adicción la cura otra adicción así que hemos llegado a la conclusión de que, a la vuelta a España, hemos de hincharnos a jamón serrano.