Antes de la 7 de la mañana estamos en el hall del hostal. Hoy vamos a ver la reserva de pandas que está a sólo 30 kilómetros de la ciudad. Chengdu es la ciudad origen del Oso Panda y actualmente con unos 80 ejemplares es el lugar dónde existe una mayor población en cautividad. Aquí los hacen procrear y por tanto tienen nurserie de pandas gigantes y pandas rojos.
En mi otro viaje a China, y en Xi’an, tuve la oportunidad de ir a ver a los pandas a una reserva a unas dos horas en coche de la ciudad. Aquella visita no tiene nada que ver con esta. En Xi’an sentí pena por las condiciones de vida de estos animales, que no sabemos por qué despiertan nuestros instintos más tiernos. Son animales salvajes pero ¡son tan achuchables! No me digáis que no os hacen gracia incluso en su formato oso de peluche.. ¿será por el parche del ojo? ¿porque son barrigones? ¿por la torpeza de sus movimientos? qué levante la mano quien no cogería ahora mismo a un panda por los mofletes y le haría cuchi, cuchi, cuchi.
El oso panda gigante es la especie más amenazada del planeta: en todo el mundo quedan alrededor de 1.500 ejemplares, de los cuales viven en cautividad en torno a 300. China desde finales de los 90 tiene bastante controlada la salida de animales incluso en formato “célula” con lo que fuera de este territorio quedan muy poquitos ejemplares.
El celo de la hembra dura sólo tres días al año y aunque parezca mentira, no son muy sociables por naturaleza. Dicen que la especie ha superado ya los 5.000.000 años de vida, que es lo que suelen durar las especies de animales antes de extinguirse.
Sujetar un panda pequeñito en la reserva son 2000 yuanes. Unos 250 euros al cambio. Está claro, que el mundo de estos animales, que atrae a millones de turistas a Chengdu, es una fuente más de ingresos del país, pero a mí no me importa ser una de ellos.
Somos 10 personas en la excursión, así que nos dividimos en dos furgonetas. Son sólo 30 minutos de trayecto hasta allí. Los dos conductores nos guían con paso firme por todas las secciones de los pandas. Son muy sensibles al calor, así que esa es una de las razones por la que esta excursión ha de hacerse a una hora muy temprana (salimos a las 7 de la mañana). Vemos muchos ejemplares, la mayoría comiendo, aunque otros jugando entre ellos. Alguno de los más pequeños se ha quedado dormido en lo alto de un árbol. La verdad es que yo me embobo con cada ejemplar. Se les ve tan esponjosos y limpios que dan ganas de meterse uno en el bolsillo y llevárselo para achucharlo en casa.
Entre tanto y tanto, algún pavo real buscando la admiración de algún congénere “pavoneándose”, se cruza en nuestro camino.
La visita dura más de 4 horas. Hemos visitado todo el parque y hemos podido hacer cuántas fotos deseábamos. Cuando regresábamos a la entrada nos hemos cruzado con un panda rojo caminando poco a poco por entre los visitantes. Todos iban echándole fotos y al final han guiado al animal de vuelta al otro lado de la valla. Los pandas rojos tienen una valla, pero tienen multitud de caminos abiertos por los que ir al otro lado. Numerosos carteles te advierten que aún siendo cucos, son animales fieros. Pero seguramente, esos carteles están ahí, como precaución porque las medidas de seguridad, como os he dicho, no son muy buenas en esta zona.
Con nosotros vienen 2 americanas. Una de ellas, que está actualmente en Shanghai estudiando chino, quiere experimentar el coger en brazos un oso panda. No ha pedido hora antes de organizar el viaje, así que esperamos a que vaya con uno de los conductores a averiguar si puede verlos ahora.
Cuando regresan me cuenta que le han dado cita para dentro de tres horas. Así que esperamos a que averigüen primero si les sirve la misma entrada al parque y después discuten con ellos si han de esperarse allí las tres horas o el precio de regresar a la tarde. Al final, hemos alargado una hora la estancia. Todo ha acabado cuando ella se ha enterado que la broma le costaba 2000 yuanes y no los 1000 que era los que tenía previstos.
Volvemos al hostal casi a las 12:15. Nada más entrar por la puerta nos han ofrecido un tour por la ciudad, pero empieza en 15 minutos, no hemos comido nada y las horas de mayor calor amenazan nuestro buen humor. Así que subimos a la habitación a curarnos del calor con el a/c a tope. Yo dormito por unos 20 minutos.
Salimos el tiempo justo para comer. El sol ha bajado un poco y ya hemos hecho hambre. Aprovechamos la salida para comprar algunos noodles para el viaje de mañana. A la vuelta M duerme la siesta mientras yo me pongo al día con algunas entradas y realizo varios trámites para los siguientes días de viaje.
Hoy tenemos, además, celebración en el hostal. Tratándose de la festividad del Dragon Boat festival, van a enseñarnos a hacer lo que ellos llaman dumplings de arroz, el nombre es absolutamente inventado porque creo que la traducción del chino sería algo más parecido a “empanadillas de arroz pegajoso o glutinoso“, los Zongzi. Todos nos tomamos el trabajo tremendamente en serio. Los miembros el staff nos enseñan a doblar las hojas de bamboo correctamente y rellenamos el cono resultante con una mezcla que ya nos han preparado de arroz, mostaza y algo parecido a los garbanzos. Luego empujamos la mezcla con los palillos hacia el fondo del paquetito, doblamos la hoja y lo atamos con un cordel.
Hacemos más de media docena cada una de nosotras y subimos a la habitación, mientras los cocinas a lavarnos las manos e ir al baño. cuando volvemos a bajar, todo el mundo ya está en la mesa comiendo. Junto a los zongzi nos han puesto, galletas de pipas, cacahuetes, y huevos de varios colores. La comida no me emociona demasiado, pero lo probamos todo. Los cacahuetes son uno de mis entretenimientos favoritos, así que acabo aplastando sus cáscara con ambas manos. La pegajosidad del arroz que he comido antes, hace que me queden las manos completamente pringadas de una mezcla de arroz, cacahuete y noséquémás.
Nos preguntan que si hemos acabado a todos. Como la respuesta es afirmativa, nos invitan a ir a la azotea del edificio porque vamos a encender unos farolillos. M y yo nos hacemos con uno y escribimos en él un deseo. El farolillo lleva una vela en su centro y una vez prendida hay que esperar para procurar que el aire del interior se caliente y dejándolo ir se eleve hacía el firmamento. Algunos de nuestros compañeros han tenido éxito, pero otros no. Espero que M y yo tengamos éxito en esta empresa. Mientras lo encendemos un grupo de chinos nos ayuda y nos preguntan que de dónde somos…es gracioso porque cuando contesto “Spain” se quedan tan pensativos que no puedo hacer otra cosa que decirlo en chino. Ahí les oigo exclamar de júbilo y empiezan todos a verborrear palabras en español. Aún con la cháchara, M y yo no hemos soltado el farolillo hasta que ha sido el momento indicado y por ello, hemos tenido éxito en nuestra misión. Vemos alejarse poco a poco, hacía el firmamento nuestra lucecita roja.
Los siguientes son los chinos. Pero a mitad de su proceso, nos interrumpen dos polícias. Es peligroso en la ciudad hacer lo que estamos haciendo. Los faroles pueden caer en alguna ropa tendida o encima de algún niño. Se encargan de que apaguen las velas de los faroles que estaban en proceso y acabamos bajando poco a poco nuevamente a la planta baja.
El lobby está animadísimo. M y yo aprovechamos para tomar algo y brindamos por nuestro éxito con el farolillo rojo. Subimos tarde a dormir, pero como mañana salimos a las 13h, no nos apura ni la hora de levantarnos ni el no haber hecho aún la maleta.
En mi otro viaje a China, y en Xi’an, tuve la oportunidad de ir a ver a los pandas a una reserva a unas dos horas en coche de la ciudad. Aquella visita no tiene nada que ver con esta. En Xi’an sentí pena por las condiciones de vida de estos animales, que no sabemos por qué despiertan nuestros instintos más tiernos. Son animales salvajes pero ¡son tan achuchables! No me digáis que no os hacen gracia incluso en su formato oso de peluche.. ¿será por el parche del ojo? ¿porque son barrigones? ¿por la torpeza de sus movimientos? qué levante la mano quien no cogería ahora mismo a un panda por los mofletes y le haría cuchi, cuchi, cuchi.
El oso panda gigante es la especie más amenazada del planeta: en todo el mundo quedan alrededor de 1.500 ejemplares, de los cuales viven en cautividad en torno a 300. China desde finales de los 90 tiene bastante controlada la salida de animales incluso en formato “célula” con lo que fuera de este territorio quedan muy poquitos ejemplares.
El celo de la hembra dura sólo tres días al año y aunque parezca mentira, no son muy sociables por naturaleza. Dicen que la especie ha superado ya los 5.000.000 años de vida, que es lo que suelen durar las especies de animales antes de extinguirse.
Sujetar un panda pequeñito en la reserva son 2000 yuanes. Unos 250 euros al cambio. Está claro, que el mundo de estos animales, que atrae a millones de turistas a Chengdu, es una fuente más de ingresos del país, pero a mí no me importa ser una de ellos.
Somos 10 personas en la excursión, así que nos dividimos en dos furgonetas. Son sólo 30 minutos de trayecto hasta allí. Los dos conductores nos guían con paso firme por todas las secciones de los pandas. Son muy sensibles al calor, así que esa es una de las razones por la que esta excursión ha de hacerse a una hora muy temprana (salimos a las 7 de la mañana). Vemos muchos ejemplares, la mayoría comiendo, aunque otros jugando entre ellos. Alguno de los más pequeños se ha quedado dormido en lo alto de un árbol. La verdad es que yo me embobo con cada ejemplar. Se les ve tan esponjosos y limpios que dan ganas de meterse uno en el bolsillo y llevárselo para achucharlo en casa.
Entre tanto y tanto, algún pavo real buscando la admiración de algún congénere “pavoneándose”, se cruza en nuestro camino.
La visita dura más de 4 horas. Hemos visitado todo el parque y hemos podido hacer cuántas fotos deseábamos. Cuando regresábamos a la entrada nos hemos cruzado con un panda rojo caminando poco a poco por entre los visitantes. Todos iban echándole fotos y al final han guiado al animal de vuelta al otro lado de la valla. Los pandas rojos tienen una valla, pero tienen multitud de caminos abiertos por los que ir al otro lado. Numerosos carteles te advierten que aún siendo cucos, son animales fieros. Pero seguramente, esos carteles están ahí, como precaución porque las medidas de seguridad, como os he dicho, no son muy buenas en esta zona.
Con nosotros vienen 2 americanas. Una de ellas, que está actualmente en Shanghai estudiando chino, quiere experimentar el coger en brazos un oso panda. No ha pedido hora antes de organizar el viaje, así que esperamos a que vaya con uno de los conductores a averiguar si puede verlos ahora.
Cuando regresan me cuenta que le han dado cita para dentro de tres horas. Así que esperamos a que averigüen primero si les sirve la misma entrada al parque y después discuten con ellos si han de esperarse allí las tres horas o el precio de regresar a la tarde. Al final, hemos alargado una hora la estancia. Todo ha acabado cuando ella se ha enterado que la broma le costaba 2000 yuanes y no los 1000 que era los que tenía previstos.
Volvemos al hostal casi a las 12:15. Nada más entrar por la puerta nos han ofrecido un tour por la ciudad, pero empieza en 15 minutos, no hemos comido nada y las horas de mayor calor amenazan nuestro buen humor. Así que subimos a la habitación a curarnos del calor con el a/c a tope. Yo dormito por unos 20 minutos.
Salimos el tiempo justo para comer. El sol ha bajado un poco y ya hemos hecho hambre. Aprovechamos la salida para comprar algunos noodles para el viaje de mañana. A la vuelta M duerme la siesta mientras yo me pongo al día con algunas entradas y realizo varios trámites para los siguientes días de viaje.
Hoy tenemos, además, celebración en el hostal. Tratándose de la festividad del Dragon Boat festival, van a enseñarnos a hacer lo que ellos llaman dumplings de arroz, el nombre es absolutamente inventado porque creo que la traducción del chino sería algo más parecido a “empanadillas de arroz pegajoso o glutinoso“, los Zongzi. Todos nos tomamos el trabajo tremendamente en serio. Los miembros el staff nos enseñan a doblar las hojas de bamboo correctamente y rellenamos el cono resultante con una mezcla que ya nos han preparado de arroz, mostaza y algo parecido a los garbanzos. Luego empujamos la mezcla con los palillos hacia el fondo del paquetito, doblamos la hoja y lo atamos con un cordel.
Hacemos más de media docena cada una de nosotras y subimos a la habitación, mientras los cocinas a lavarnos las manos e ir al baño. cuando volvemos a bajar, todo el mundo ya está en la mesa comiendo. Junto a los zongzi nos han puesto, galletas de pipas, cacahuetes, y huevos de varios colores. La comida no me emociona demasiado, pero lo probamos todo. Los cacahuetes son uno de mis entretenimientos favoritos, así que acabo aplastando sus cáscara con ambas manos. La pegajosidad del arroz que he comido antes, hace que me queden las manos completamente pringadas de una mezcla de arroz, cacahuete y noséquémás.
Nos preguntan que si hemos acabado a todos. Como la respuesta es afirmativa, nos invitan a ir a la azotea del edificio porque vamos a encender unos farolillos. M y yo nos hacemos con uno y escribimos en él un deseo. El farolillo lleva una vela en su centro y una vez prendida hay que esperar para procurar que el aire del interior se caliente y dejándolo ir se eleve hacía el firmamento. Algunos de nuestros compañeros han tenido éxito, pero otros no. Espero que M y yo tengamos éxito en esta empresa. Mientras lo encendemos un grupo de chinos nos ayuda y nos preguntan que de dónde somos…es gracioso porque cuando contesto “Spain” se quedan tan pensativos que no puedo hacer otra cosa que decirlo en chino. Ahí les oigo exclamar de júbilo y empiezan todos a verborrear palabras en español. Aún con la cháchara, M y yo no hemos soltado el farolillo hasta que ha sido el momento indicado y por ello, hemos tenido éxito en nuestra misión. Vemos alejarse poco a poco, hacía el firmamento nuestra lucecita roja.
Los siguientes son los chinos. Pero a mitad de su proceso, nos interrumpen dos polícias. Es peligroso en la ciudad hacer lo que estamos haciendo. Los faroles pueden caer en alguna ropa tendida o encima de algún niño. Se encargan de que apaguen las velas de los faroles que estaban en proceso y acabamos bajando poco a poco nuevamente a la planta baja.
El lobby está animadísimo. M y yo aprovechamos para tomar algo y brindamos por nuestro éxito con el farolillo rojo. Subimos tarde a dormir, pero como mañana salimos a las 13h, no nos apura ni la hora de levantarnos ni el no haber hecho aún la maleta.