Nuestro nuevo destino es Sibiu, la carretera está en buen estado, no encontramos demasiado atasco pero si y un buen número de camiones en la ruta, la media sigue siendo de 50 km/h, ya me empieza a parecer normal; nuestro hotel es Teatro, está en la parte antigua de la ciudad, nos costó un poco llegar por que el GPS se volvió loco y decidió que teníamos que dar todo el rato la vuelta a una manzana, tirando un poco de intuición por fin llegamos, para compensar tuvimos la suerte que encontramos sitio para aparcar en la misma puerta, además gratis.
El hotel es pequeño y muy agradable, el precio razonable 53€ noche con desayuno, la habitación muy amplia y cuidada, la única pega es que las habitaciones están en los pisos superiores y no hay ascensor, por lo que toca subir unas cuantas escaleras con las maletas.
Llegamos antes de que la habitación estuviera preparada, pero nos dijeron que no había problema para dejar las maletas, así lo hicimos y nos fuimos a descubrir la ciudad, la buena situación del hotel nos permitía movernos andando, en unos diez minutos estábamos en la plaza mica, la ciudad es muy bonita, toda la zona antigua es peatonal y muy bien cuidada.
El primer monumento que nos encontramos fue la catedral luterana, pero no se podía visitar, están en obras y parece que les quedaba bastante, nos dijeron que se podía subir a la torre, pero no conseguimos encontrarla abierta.
Comimos en la plaza mica en Crama Sibiana, comida contundente como es habitual por estos lares y precios razonables, continuamos la parte paseando, viendo esos “ojos” que te observan desde los tejados, y viendo un poco la vida tranquila de la gente, disfrutando de un helado, que por cierto son muy buenos, o de un café en una terraza tranquila.
La parte monumental de la ciudad no es muy grande, lo que te permite disfrutarla y no tener la sensación de tener que correr e ir tachando monumento como ocurre en otras ciudades en las que tienes la sensación de que te estas perdiendo algo siempre.
Estábamos un poco cansados, las horas de coche, que no los kilometros empezaban ha hacer efecto y decidimos volver al hotel, donde nuestra habitación ya estaba preparada, un rato de relax ducha y decidimos cenar en el restaurante de hotel que tiene en un patio de lo más agradable, pedimos una pizza y una ensalada, ambas enormes, cuidado con las raciones en Rumanía, normalmente son muy grandes, fijaros que en la carta siempre aparece el peso o el volumen de los platos y bebidas. Durante todo el viaje tuvimos una coña el tema de lo enorme de las raciones y era a ver si conseguíamos llegar al postre, pues no hubo forma