![]() AUSTRALIA: EL OTRO LADO DEL MUNDO ✏️ Blogs de Australia
Un mes de viaje por libre en Australia, con escalas en Singapur y DubaiAutor: Margi Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (40 Votos) Índice del Diario: AUSTRALIA: EL OTRO LADO DEL MUNDO
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Etapas 10 a 11, total 11
Día 23, 31 de agosto: Airlie Beach-Hamilton Island-Sydney
Este ha sido un día de transición aunque no nos hemos librado de las compras: era día de mercadillo en Airlie Beach. Había ropa, antigüedades, objetos marineros, comida… Después de esto al hotel desde donde un taxi nos lleva a puerto para coger el ferry a Hamilton Island y desde allí el avión a Sydney, donde teníamos contratado un transporte que nos ha llevado al hotel Devere. Tras un pequeño paseo hemos cenado en Grill’d, una hamburguesa muy rica y mientras y después en el hotel, preparando las visitas de los próximos días en Sydney. La verdad es que, a lo largo de los días siguientes, nos daríamos cuenta de lo bonita que es esta ciudad, pero a mí ya este primer rato me pareció que tenía un encanto especial. Nuestro hotel está en la zona de King Cross, un barrio un poco golfo, pero con un ambientazo genial y muy seguro. Día 24, 1 de septiembre: Sydney Hoy ha sido un día tremendamente largo. Un poco antes de las 8 de la mañana ya estábamos en la calle. Nuestro hotel está en Macleay St, así que caminamos por ella hasta William St. para llegar a Hyde Park. Aquí se encuentra la Catedral de St. Mary. Tras rodear Hyde Park nos vamos hacia la zona en la que se encuentran los edificios coloniales del siglo XIX: el museo Barracks, el hospital (donde está el famoso “porcellino” al que todo el mundo toca la nariz), el parlamento y la biblioteca de nueva Gales del Sur.
No son espectaculares, pero no dejan de tener encanto, especialmente el hospital y la biblioteca, y el porcellino es gracioso. En cualquier caso, pasear por Sydney es relajante, ya que a pesar de que es una ciudad enorme es todo muy amplio y hay muchas zonas verdes. Desde allí nos dirigimos a los Royal Botanic Gardens, un espectacular e inmenso jardín botánico donde ya no hay murciélagos (zorros voladores), que era una de sus principales atracciones, pero está lleno de cotorras. No sé muy bien si los murciélagos se habían ido para siempre o por esa temporada porque luego se nos olvidó preguntar. Una vez atravesado todo el parque llegamos a Mrs Macquarie’s Chair, uno de los mejores puntos de observación de la Ópera de Sydney y del puente sobre la bahía.
Desde aquí hemos ido rodeando Farm Cove, por el paseo pegado al mar hasta la impresionante Ópera de Sydney. Es curioso ver como, mientras algunos monumentos infinitamente fotografiados, enseñados y explotados pierden su encanto en el momento en que los conoces, otros consiguen ganar en atractivo, porque no defraudan en las distancias cortas. Esto es lo que le pasa a este edificio.
En las escaleras de la Ópera nos hemos sentado a reponer fuerzas y disfrutar del paisaje. Serían las 10:30 más o menos. Desde allí hemos ido a Circular Quay, que es de donde salen los ferries que atraviesan la bahía, había mucha gente y algunos con la tabla de surf para subirse al ferry para ir a las playas a coger olas. Además era el día del padre, así que había un ambientazo. Y sobre todo, el día era espectacular.
Nuestro siguiente objetivo era subir al puente de la bahía para alcanzar el mirador de la primera pila, pero finalmente nos hemos animado a cruzar el puente hasta el otro lado. Las vistas desde el puente sobre la bahía son impresionantes. ![]() Y una vez que se llega al otro lado se tiene una perspectiva muy diferente y no tan fotografiada.
![]() Antes de subir al puente hemos atravesado The Rocks, que es el barrio con más aspecto británico de todo Sydney. También había un mercado, músicos tocando en la calle..., esas cosas que hacen que Sydney sea simplemente genial.
Tras comer fish and chips y disfrutar un rato de las vistas desde este parque desde el que hicimos las fotos hemos vuelto por el puente, hasta The Rocks de nuevo y compras, antes de volver caminado al hotel. Tras descansar un rato hemos salido a cenar, hoy tailandés no muy lejos del hotel y agotados a la cama. Hemos caminado muchísimo, pero es que el tiempo acompaña, habría como 22 grados y un sol espectacular. Día 25, 2 de septiembre: Blue Mountains-Manly Beach Hoy nos levantamos a las 6 de la mañana para poder coger el tren de las 7:20 en Central Station que lleva a Katoomba, para ver las Blue Mountains. Para ello hemos comprado el All Day Pass, que sirve para usar cualquier medio de transporte público, incluido trenes y ferries por 23 dólares. El tren llegó a las 9:20 y pasamos un frío horrible porque el aire acondicionado estaba muy fuerte y una vez en Katoomba hemos buscado la forma de llegar a Echo Point, el famoso mirador de las Blue Mountains. La idea que llevábamos es que con el All Day Pass podíamos coger los autobuses que llevaban desde el pueblo al mirador. Pero cuando llegamos allí y preguntamos cuál es el autobús nos dijeron que no valía el pase y que sólo se podía llegar en el bus turístico. Insistimos en preguntar e hicimos bien, ya que el autobús 686 lleva a Echo Point. Aunque la foto más conocida es la de las Three Sisters, a nosotros lo que nos impresionó fue la enormidad del valle repleto de árboles. Después de disfrutar de las vistas nos acercamos a la oficina de turismo para ver qué recorrido podríamos hacer por la zona caminando. La otra opción es el Scenic Walk (funicular+tren cremallera), que te lleva por toda la zona pero sin caminar, haciendo paradas en los distintos miradores.
Finalmente optamos por bajar por la Giant Starway, que tiene 1000 escalones y caminar por el fondo del valle hasta llegar al Scenic Walk. No habíamos oído nada respecto a esta particular escalera, en la que yo (tengo vértigo) sufrí bastante en algunos momentos, pero es impresionante porque se baja de forma casi vertical por unas escaleras adosadas a los monolitos de las Tres Hermanas hasta llegar al fondo del valle y caminar por allí en mitad de la espesura. En esta foto de abajo se ve lo lejos que queda el mirador. Después llegamos a la parte del Scenic Walk, con la visita clásica, incluidas las Katoomba Falls, que llevaban muy poquita agua. Allí cogimos el funicular que sube con una inclinación de 52º, casi como una atracción de parque.
La vista del valle que se tiene desde una zona un poco más alta es esta: ![]() Una vez terminada la subida de vuelta cogemos el tren de vuelta a las 12:20, comemos una chuches y nos echamos una siestita hasta llegar a Sydney, un par de horas después.
Una vez allí, desde la estación fuimos en metro a Circular Quay, desde donde salen todos los ferries. El nuestro desde el muelle nº 3 para ir a Manly Beach. En lugar de coger un barco turístico que hace la excursión por la bahía y que cuestan una pasta, lo mejor es uno de estos ferris que salen hacia la costa, incluso aunque no se tenga intención de visitar ninguna playa. Las vistas desde aquí a la ciudad merecen la pena. Manly es una de las playas más famosas y surferas de Sydney. El pueblo tiene una avenida principal peatonal que conecta el puerto, donde llegan los ferries, con la playa. Como no habíamos comido compramos unos “calamari and chips”, que comimos en la calle junto con unas cervecitas, eso sí, escondidas en unas bolsas de papel como los delincuentes, ya que está prohibido el consumo de alcohol en las calles.
Tras reponer fuerzas nos vamos a la playa, donde hay un montón de chavales entrenado surf (pero qué palizones, tenían que correr desde el muro del paseo marítimo, coger la tabla, ir “remando” con la manos hasta una boya que estaba lejísimos, volver a la orilla, soltar la tabla y tocar el muro. Eso unas cien veces y con el agua a 18º C). Así que allí estuvimos paseando, pegando la hebra con unos y con otros, hasta que anocheció y el frío empezó a apretar. Pero no queríamos volver antes de que fuera de noche porque queríamos ver la Ópera desde la bahía iluminada. Las vistas nos encantaron, ahora bien, hay que ir muy pendiente, sólo se tarda media hora y hay mucho donde mirar. El skyline de la ciudad está muy iluminado y la vista al aproximarse es preciosa. Eso sí, nos sorprendió que la Ópera apenas estuviera iluminada. Pensábamos que tal vez hiciera algo de frío al ir fuera en la cubierta, pero hasta por su agradable clima Sydney es especial.
El día ha sido muy largo, así que lo mejor es regresar a la zona de nuestro hotel y buscar un sitio cerca para cenar. Este fue un día intenso, como casi todos la verdad, y estábamos de vuelta en el hotel a las 21:30, eso sí, catorce horas después de haber salido por la mañana y con 1000 escalones en nuestra piernas. Día 26, 3 de septiembre: Sydney El día comenzó a las 7 de la mañana yendo a una lavandería a hacer la colada. Mientras se lavaba nuestra ropa fuimos a desayunar a una de las muchas cafeterías/pastelerías que había en la calle de nuestro hotel. Como nos temíamos, nos dieron un café malísimo, pero acompañado de un cruasán espectacular. Una vez recogida la colada nos acercamos a la zona de Bondi a hacer algunas compras. Íbamos a tiro hecho a un centro comercial, así que no nos costó mucho tiempo. Tras dejar las compras en el hotel nos fuimos a visitar el barrio Chino, caminando por la calle Liverpool, una zona residencial con casas bajitas que nos gustó mucho, por su aspecto y su tranquilidad. Esta calle desemboca en la City, muy bonita con una mezcla de altos edificios de cristal, iglesias y casas coloniales. Realmente nos sorprendió porque no habíamos oído a nadie comentar nada especial sobre este lugar y a nosotros nos gustó bastante. Por la calle había bastantes oficinistas que salían a comer y muy pocos turistas, así que vimos el ambiente de un día de oficina. Otra cosa que nos resultó curiosa, es que en todos los sitios con información para turistas, te atendían voluntarios, que en su mayoría eran jubilados. Lo mismo sucedía en Melbourne.
El barrio Chino queda muy cerca de esta zona y ese era nuestro siguiente destino. Habíamos leído en la Lonely Planet que si te gustan los “dim sum” en el Marygold te sentirás en el cielo. Pues bien, hoy iríramos a comer allí. Está situado en dos pisos de un centro comercial. Los días laborables sólo abren uno y el fin de semana necesitan los dos. Así que subimos en el ascensor a la planta 4ª, se abren las puertas y nos encontramos frente a un salón enorme, diáfano, todo rojo (suelo, paredes y techo), lleno de mesas, muchas y de mucha gente. Se acerca un señor chino, muy trajeado y nos acompaña a la mesa. La verdad es que tuvimos algún problema de comunicación con él, porque hablaba un inglés con un acento fortísimo y cada palabra parecía otra. Constantemente pasan carritos con comida y tú eliges lo que quieres comer, aunque también puedes pedir a la carta. Eso sí, no preguntes a los que empujan el carrito qué es cada cosa, porque no saben hablar nada más que chino. De hecho, si preguntas avisan a uno de esos señores con traje con el que, al menos, la comunicación no es imposible. Nos encantó la comida y además en el local había chinos en su mayoría, algunos australianos y muy pocos turistas. Altamente recomendable. Con la tripa llena seguimos paseando por el barrio chino y después, caminando también de vuelta al hotel, al que llegamos a las 4 de la tarde. Normalmente caminamos mucho por las ciudades porque andar nos gusta, pero es que en Sydney siempre apetece caminar. Como empezamos a tener algunas agujetas de las escaleras de ayer hoy nos vamos a permitir el lujo de quedarnos descansando un ratito en el hotel. Después del descanso hay que ir pensando en preparar la maleta: mañana dejamos Australia. Así que tocaba despedirse de la Opera y del puente de la Bahía, pero ahora cogemos el metro. La verdad es que nos entretuvimos muchísimo con las fotos. Además coincidimos con la salida del espectáculo en la Ópera, por lo que había bastante gente, así que se nos hizo tarde y ya estábamos muy cansados. Por eso, nuestra última cena en Australia la hicimos en un Hungry Jack’s, que es el nombre que la franquicia Burger King tiene en Australia, ya que éste ya estaba allí registrado por un restaurante en Adelaida. Tras la cena, un último paseíto y casi con lágrimas nos despedimos de la bella Sydney… Etapas 10 a 11, total 11
Día 28, 5 de septiembre: Dubai
Para viajar a Dubai hay que tener en cuenta una cosa importantísima y es la existencia del famoso libro de descuentos Entertaiment Dubai. En él se pueden obtener descuentos, en muchos casos 2x1, en hoteles, restaurantes, actividades, parques, etc. lo que resulta muy interesante, a pesar de que Dubai no es una ciudad especialmente cara. Desplazarse en taxi es barato, y, teniendo en cuenta el calor, lo más aconsejable. Además, las distancias son enormes, ya que Dubai es una ciudad muy grande y alargada. Lo primero que hicimos fue un sobrevuelo en helicóptero de la ciudad, que, con el descuento, viajamos los dos pero sólo pagamos uno. No nos gustó demasiado por dos motivos. El primero es que había una cantidad enorme de polvo en suspensión, con lo que la visibilidad era bastante mala y eso que nos dijeron que no era de los peores días. El segundo motivo es que el helicóptero no se elevaba mucho, así que la perspectiva no era demasiado buena, pero aún así nos pudimos hacer una idea de lo enorme que es Dubai y el grado de despilfarro tan supremo, a pesar de la crisis, que se gastan estos árabes con pasta. El helipuerto está en el hotel Atlantis, situado en la Palmera Jumeirah al que llegamos en un taxi. Todo es lujo en este hotel incluso en la forma en la que te acompañan desde el taxi. El vuelo dura 25 minutos y este es el resumen gráfico de lo que vimos. ![]() Desde luego si te gusta la arquitectura, Dubai es el paraíso. Lástima el polvo y la suciedad del cristal del helicóptero...
Después del paseo nos vamos al Mall of The Emirates, muy cerca de nuestro hotel, a echar un vistazo. La verdad es que todos los centros comerciales son enormes, tienen de todo y es donde más a gusto se está teniendo en cuenta que en la calle hay 44º C.
Los precios en las tiendas son prácticamente los mismos que en España, pero nosotros compramos una maleta, ya que en este viaje hemos conseguido romper las asas de arrastrar de las dos maletas que traíamos, así que una de ella va a morir en Dubai. Después comemos en el mismo centro comercial empleando un vale descuento del libro y desde aquí, caminando al hotel. Intentamos conectar con la familia a través de Skype, pero está capado para hablar con el extranjero. Terminado nuestro descanso nos vamos a hacer una de las cosas que más nos apetecía de esta estancia en Dubai: bucear en el acuario de Atlantis y alimentar a las rayas que viven allí, la “Ultimate Dive Experience” la llaman (esta no tiene descuento). La verdad es que la experiencia resultó increíble. Se hacen dos inmersiones en el Ambassador Lagoon. En la primera de ellas simplemente nadas entre la inmensa variedad y cantidad de peces que hay en el acuario (20.000 peces en 11 millones de litros de agua salada) y te paseas por The Lost Chamber que simula las ruinas de la mítica ciudad hundida de Atlántida. Es muy curioso porque tú estás dentro y ves a la gente que está fuera mirando los peces y mirándote a ti. De hecho todo el mundo te saluda y te hace fotos. ![]() ![]() ![]() ![]() Una vez que te familiarizas con el entorno sales y tras un pequeño descanso en el que te dan algo de fruta, esta vez con capucha y guantes vuelves a entrar para dar de comer a las rayas. Te asusta un poco, ya que te advierten de que no hagas movimientos bruscos, tengas cuidado de que no te muerdan las manos (de ahí los guantes) y no te enganchen el pelo. Además te dicen que habrá un buzo, además del guía, por seguridad, pero no por cuestiones relacionadas con el buceo, sino por la posibilidad de que se acerquen a comer animales no tan amistosos como las rayas (en el acuario hay varias especies de tiburones).
Ya aleccionados vamos de nuevo al acuario. Íbamos los dos buceadores del Atlantis, un kuwaití y nosotros. Nos llevan hasta delante de la mayor ventana del acuario (no hay que olvidar que somos el espectáculo de las 7:30 de la tarde para los que pagan una pasta por entrar en el acuario) y nos empiezan a dar la comida para que vengan las rayas. Comen calamares y, como todo, tiene su técnica para que no te muerdan. Aunque al final hay tantas que te muerden la cabeza, los hombros y, en mi caso, que llevaba la cámara, me la mordían porque pensaban que era comida. Pero no hacen daño, aunque impresiona verlas tan cerca. Son animales preciosos. Estas son las fotos que, con mucha dificultad debido a los empujones de los bichos hicimos nosotros. ![]() ![]() ![]() ![]() Y estas las que nos hicieron desde fuera.
![]() ![]() ![]() ![]() Después del subidón una ducha y cena típica árabe con nuestros guías al borde de la laguna. Estaba todo riquísimo y pasamos un buen rato charlando con ellos. Los guías eran keniatas y nuestro compañero de buceo un kuwaití, así que un grupo de lo más heterogéneo.
Una vez satisfechos, tanto por la experiencia como por la exquisita cena, volvemos a nuestro hotel. Día 29, 6 de septiembre: Dubai Hoy ha sido el día que más calor hemos pasado en Dubai y posiblemente uno de los días que más calor he pasado en mi vida. Venir aquí en verano es una locura. Aunque en invierno la temperatura no baja de los 30º C no tiene nada que ver con los 45 que hemos tenido hoy. Nuestro plan para hoy era coger el metro e ir a la ciudad vieja, en Deira, construida a ambos lados del río Dubai Creek y visitar los zocos de oro y especias y el fuerte de Dubai. La verdad es que tiene muy poco atractivo turístico, ya que no se trata de una ciudad típica árabe, con una medina, muy comercial y llena de gente. Antes de la inmensa “modernización” a base de grandísimas inversiones de dinero procedentes del petróleo, debía ser un pueblo pequeño sin ningún atractivo especial. No olvidemos que Dubai está en medio del desierto y en ella vive la mayoría de la población del emirato, que por otro lado, es en su mayoría extranjera, que trabaja en los innumerables negocios de los príncipes árabes. Cuando llegamos para coger el metro nos dicen que está cerrado hasta la una. No nos hemos dado cuenta, pero hoy es viernes, día sagrado para los musulmanes, así que no se trabaja por la mañana. Con idea de probar el transporte público y dejarnos de tanto taxi, intentamos coger un autobús, pero resulta que no podemos pagar con dinero, que tenemos que comprar una tarjeta en un quiosco que también está cerrado por ser viernes. Así que finalmente hemos tenido que subirnos a un taxi. Le hemos dicho que nos llevara a la zona de los zocos, por si había algún despistado que abriera a pesar de ser viernes, pero nada, todo cerrado a cal y canto. Lo único que podíamos ver era el Fuerte de Dubai, que estaba al otro lado del río, que hemos cruzado en un barco. Tras la visita el calor se ha hecho insoportable, ya era más de medio día, así que nos hemos tenido que refugiar en una parada de autobús (están cerradas y tiene aire acondicionado) antes de marcharnos al hotel Radisson a comer en un restaurante que nos habían recomendado, por supuesto, con descuento y de vuelta al hotel.
Tras un rato, no muy grande, de descanso en el fresco hotel, vienen a recogernos para hacer el “Desert Safari”, también con oferta 2x1 del librito.
Ya sabíamos que no nos iba a gustar mucho porque iba a ser una turistada, además ya hemos estado en otros desiertos de arena y las comparaciones siempre son odiosas, pero ya que estábamos aquí, cómo no lo íbamos a hacer… La excursión consiste en, tras más o menos una hora por carretera, llegas a la zona de dunas del desierto, donde, en procesión, con un montón de todoterrenos más, el conductor hace “sand board” pero usando el coche como si fuera una tabla. Es divertido, nunca lo habíamos hecho, pero hay quien se marea… Después se llega a una zona en la que se para para caminar un poco por la arena y ver la puesta de sol. La arena es rojiza, no blanca como la que hay más cerca de la ciudad. La puesta de sol sí merece la pena, pero hay tanto turista que resulta difícil sacar una foto del desierto desierto.
Para terminar el día te llevan a un poblado donde te dan una cena típica beduina, una tremenda turistada en la que yo no probé ni bocado, porque hacía un calor horrible (35º C a las 10 de la noche y un viento que te metía la arena por todas partes), donde no faltó el espectáculo de danza del vientre+turista moviendo la barriga.
Por hoy ya hemos tenido suficiente, así que tras esto a la cama a dormir, que ¡este calor te deja agotado! Día 30, 7 de septiembre: Dubai Esta mañana Rafa se levanta nervioso: va a tirarse en paracaídas. Yo no, tengo vértigo. El sitio elegido es el Skydive, una inmensa nave muy equipada cerca de Dubai Marina. Así que antes aprovechamos para ver alguno de los edificios más impresionantes de Dubai. La verdad es que el sitio de los paracaídas es una pasada: las instalaciones impresionan, tienen unos prados verdes donde aterrizan los paracaidistas como alfombras. Una vez allí, y ya habiendo firmado el papelito de la exención de responsabilidad, te presentan al que va a ser tu cámara, porque desde el momento en que te empiezan a colocar el equipo hasta que vuelves del salto hay una persona que salta en otro paracaídas a la vez que tú y se dedica a hacerte fotos y grabarte en video en exclusiva.
El salto es en tándem, es decir en el mismo paracaídas que el instructor y preguntamos si había alguno que hablara español. Resultó que no sólo eso, si no que había un instructor madrileño, bombero en excedencia y paracaidista de afición al que habían ofrecido el trabajo de su vida en Dubai. ¡Qué pequeño es el mundo! Así que esto nos tranquilizó mucho, ya que él insistía en que estábamos en el mejor sitio para saltar. La verdad es que sí que daba todo una sensación de confianza y tranquilidad importante. El avión sube a 4000 m y desde allí se salta, en caída libre unos 50 segundos, para después abrir el paracaídas y dar algunas vueltas. Yo lo veía todo desde abajo y todo el mundo bajaba encantado. ![]() ![]() ![]() Una vez que termina tu salto tienes que esperar un rato, ya que te preparan un dvd con la fotos y los videos que te han grabado (incluido en el precio del salto) y que nosotros aprovechamos para ver allí mismo, ya que tenían la pantalla de TV de alta definición más grande del mundo (cómo no).
Cuando terminamos era la hora de comer, así que procedimos y luego otra vez al hotel. En las horas centrales del día es imposible estar en la calle. Nuestro último plan es subir al edificio más alto del mundo el Burj Khalifa. Esta vez sí conseguimos ir en el metro, muy moderno, sin conductor y bastante rápido. Desde la estación de metro hasta el Mall Burj Khalifa, también el más grande del mundo, desde donde se accede al edificio, hay una distancia considerable, pero que se hace caminando por pasillos refrigerados. Habíamos reservado las entradas en la web meses antes, así que no tuvimos que hacer colas, las recogimos, y hasta las seis, que era la hora en la que teníamos que subir, estuvimos dando una vuelta por el centro comercial y a intentar ver el Burj sin que se nos rompiera el cuello de mirar tan arriba. Es enorme, 828 m de altura. Un poco antes de las seis de la tarde subimos al piso 124, a 452 metros de altura, en un ascensor muy muy rápido, en el que ni siquiera notas que te mueves, a una terraza rodeada de cristales. Decepción, ya que entre la cámara y el exterior siempre hay un cristal que te llena las fotos de reflejos.
Las vistas no están mal, pero no se ve lo más impresionante de Dubai. Además, sigue haciendo bastante calima y es difícil distinguir muy lejos. La noche va cayendo y los edificios se iluminan, comienzan los espectáculos de luz y sonido de las fuentes del Mall y todo cambia de aspecto.
Para rematar nuestra estancia en Dubai bajamos a ver desde el suelo el espectáculo de las fuentes y después a cenar. Estas son las fotos que hicimos del Burj Khalifa.
![]() Día 31, 8 de septiembre: Dubai-Madrid Hemos madrugado mucho, a las 4:30 porque hoy, después de un mes, volvemos a casa. El vuelo de vuelta ha sido muy agradable. Era la primera vez que volábamos con Emirates y la verdad es que es una compañía estupenda. Perfecta para rematar un viaje que ha sido excepcional. La verdad es que este ha sido uno de los viajes más completos que hemos hecho. No sólo hemos ido al otro lado del mundo, sino que hemos visto animales y plantas que sólo existen en ese sitio, hemos conocido la impresionante barrera de coral y también una de las zonas desérticas más grandes del planeta, hemos visto ciudades en las que parece que es más fácil vivir y otras en las que te das cuenta de lo difícil que es sobrevivir, hemos coincidido con mucha gente, de muchos sitios y muy diferente, hemos visitado una ciudad que realmente es un parque de atracciones para adultos, en donde, si tienes dinero, puedes hacerlo todo. En fin, hemos viajado… Etapas 10 a 11, total 11
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