![]() ![]() BUDAPEST Y VIENA: UNA SEMANA A ORILLAS DEL DANUBIO ✏️ Blogs de Europa
Viaje de una semana en Julio de 2014, visitando Budapest y un poco de vienaAutor: Marimerpa Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (51 Votos) Índice del Diario: BUDAPEST Y VIENA: UNA SEMANA A ORILLAS DEL DANUBIO
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![]() No teníamos muy claro el destino de este año, solo sabíamos que tenía que ser un julio y que no teníamos mucho presupuesto (como viene siendo habitual en los últimos años). Budapest nos parecía un destino más que apetecible, y además barato. En abril miramos vuelos y finalmente reservamos Madrid – Budapest i/v con Ryanair. La duración del viaje iba a ser de una semana, y como nos parecía mucho tiempo solo para esta ciudad, nos planteamos hacer una escapada a Viena, que está a menos de 3 horas en tren. También queríamos hacer una excursión a algún pueblo húngaro. Finalmente el plan quedó de la siguiente forma: - Día 1: Madrid – Budapest - Días 2 y 3: Budapest - Días 4 y 5: Viena - Día 6: Viena – Budapest - Día 7: Esztergom y Szentendre Reservamos parking y habitación en el Hotel Clements, en Barajas, puesto que nuestro vuelo salía a las 6:10 de la mañana. Nos costó decidirnos con los alojamientos de Budapest, no por falta de oferta sino por todo lo contrario. Es una ciudad con muchos hoteles y apartamentos, de manera que te permite elegir zonas y encontrar sitios buenos, bonitos y baratos. Así que reservamos unos cuantos hoteles cancelables por booking.com, esperando a decidirnos. En Viena los hoteles eran bastante más caros. Reservamos en el Kolping Wien Central, a buen precio, con tarifa cancelable, vía centraldereservas. Las entradas para visitar el Parlamento húngaro se compran en la página jegymester.hu. Para julio no salieron a la venta hasta mediados de junio. El precio es de 2000 florines (unos 7 euros) para ciudadanos de la UE, con un recargo de 200 florines si se compran por internet. Miramos la posibilidad de comprar el billete de tren a Viena por internet, en la página elvira.mav-start.hu/elvira.dll. Pero no teníamos claro si a la vuelta íbamos a pasar el día en Bratislava o si volveríamos a Budapest. Así que decidimos comprarlo allí mismo, para ver qué hacer en función de lo que nos hubieran cundido los tres primeros días en Budapest. El cambio de moneda también lo dejamos para hacerlo en Budapest. Estaba aproximadamente a 310 florines/euro. El traslado desde el aeropuerto decidimos hacerlo en transporte público, la opción más económica. Hay que coger el autobús 200E, que te deja en el final de la línea 3 del metro, y de allí ya el metro te deja en cualquier lugar de la ciudad. En total dos billetes sencillos. Hay varias opciones de transporte en Budapest: billetes sencillos, bonos de varios días, bloques de 10 billetes,… www.bkk.hu/en/prices/ Un mes antes de la fecha de salida, surgió un imprevisto que hizo que el viaje quedara en el aire, sin posibilidades de saber si iríamos o no hasta el último momento. Anulamos las reservas de los hoteles, a excepción del de Viena, que era cancelable hasta el último día. Y los preparativos quedaron en standby. Sí que leí cosas, pero no me dediqué a preparar el viaje en profundidad, cuando había muchas posibilidades de que no lo realizáramos. Hasta pocas horas antes del vuelo no decidimos que finalmente nos íbamos de viaje. Hicimos la maleta en tiempo record, y camino al aeropuerto reservamos los hoteles desde el móvil. • K9 Residence en Budapest: 119 euros 3 noches • Kolping Wien Central, en Viena: 115 euros 2 noches con desayuno • Quality Point Apartments, en Budapest: 83 euros 2 noches El hotel Clement está bien situado, en Barajas pueblo, cerca del aeropuerto y con una estación de metro a poca distancia. Y ofrece servicio de autobús al aeropuerto. La noche de hotel nos costó 46,5 euros, y las 7 noches de parking 35,50 euros. Sinceramente, no lo recomiendo, ya que el parking es demasiado estrecho, y nos costó mucho tanto entrar como sacar el coche, y eso que no es de los grandes. Además, a la vuelta tardaron media hora en ir a recogernos del aeropuerto. Por fin, después de incertidumbres y prisas, comenzaba nuestro viaje a Budapest y a Viena. Estábamos preparados (o casi) para disfrutar de estas dos ciudades a orillas del Danubio. ![]() ![]() ![]() Etapas 1 a 3, total 9
Tras una noche corta y de poco descanso, a las 6:10 de la mañana despegamos hacia Budapest. Un vuelo tranquilo, sin contratiempos. Íbamos sin maleta facturada, así que no tuvimos que esperar en la cinta de equipajes, una de las ventajas de viajar con equipaje de mano. Nada más salir buscamos el mostrador del transporte público y compramos un taco de 10 billetes sencillos, por 3000 florines. Con nuestros billetes en la mano, nos fuimos al autobús 200E, que conecta el aeropuerto con la línea 3 de metro, en Kőbánya-Kispest. Allí teníamos que coger el metro hasta Deák Tér, pero los fines de semana de julio la línea estaba cortada por mantenimiento y tuvimos que subir a un autobús que cubría parte del trayecto, hasta Nagyvárad Tér y allí ya montarnos en el metro hasta nuestra parada.
Nuestro alojamiento, el K9 Residence, estaba en Károly körút, a pocos metros de Deák Tér, donde se cruzan las líneas 1, 2 y 3 del metro. Cuando llegamos aún no nos tenían preparada la habitación, así que dejamos las maletas y empezamos nuestra visita a la ciudad. Lo primero era cambiar dinero. En la misma plaza de Deák Tér había varios sitios. Cambiamos 150 euros con una tasa de 306 florines/euro. El mejor cambio que vimos en todo el viaje fue de 307, así que no lo hicimos del todo mal. Os aconsejo que os enteréis a como está el cambio oficial, porque en algunos sitios, sobre todo los más céntricos, lo tenían a 270. En muchos establecimientos te ofrecen pagar en euros, pero haced cuentas de cuánto es la tasa de cambio, porque a veces es muy mala. Nos dirigimos a la Basílica de San Esteban, que estaba muy cerca. Lo primero que impresiona es su dimensión, ya que es bastante grande, y la plaza frente a la puerta principal permite disfrutar de una vista completa de la iglesia. La entrada es gratis, y el interior no desmerece. Subir a la cúpula cuesta 500 florines, tanto si se hace andado como por ascensor. No era cuestión de cansarnos nada más llegar, así que elegimos el ascensor. Desde arriba hay una panorámica magnífica de la ciudad, perfecta para situarnos y orientarnos. Pudimos ver, por primera vez, los edificios más emblemáticos de Budapest, como el Parlamento o el Palacio Real. ![]() Al salir de la Basílica vimos una heladería donde elaboraban unos helados artesanos muy artísticos, con una forma de flor muy simpática, y no nos resistimos a pedirnos uno. De sabor los he probado mejores, pero era tan bonito que te daba pena comértelo. Nos animamos cuando vimos que o era eso o caía derretido. Por cierto, que nos llamó la atención la cantidad de heladerías que vimos en Hungría, se ve que gusta mucho el helado en este país. A continuación, nos acercamos hasta el Puente de las Cadenas, pero no lo cruzamos, solamente hicimos algunas fotos y disfrutamos de la vista de los edificios de alrededor: el Palacio Grisham, la Academia de Ciencias, .... Es una zona preciosa. Subimos hasta la Plaza de la Libertad (Szabadság tér), muy grande y que merece un paseo. Nos sentamos a comer en Oktober 6 utca, en un restaurante de comida húngara, el Kisharang. Pedimos dos tipos de gulasch, y estaban ricos, pero nada del otro mundo. Nuestra primera cerveza en Hungría fue de lata y un poco calentorra. Mientras comíamos nos cayó un buen chaparrón, estábamos sentados en una terraza y menos mal que el toldo aguantó el tiempo necesario. Allí es tiempo es bastante impredecible y cambiante. Después de comer nos fuimos al hotel, que ya tenía ganas de ponerme ropa más fresca, que a pesar del chaparrón hacía bastante calor. Nuestra habitación era un pequeño estudio, con una pequeña cocina con equipamiento básico, muy nuevo. Totalmente recomendable. Lo único malo, los colchones, no demasiado cómodos, y el ruido de la calle, ya que está en una avenida con mucho tráfico (las sirenas en Hungría suenan muy alto). Enfrente del hotel había un supermercado SPAR y entramos a comprar agua y comida para el desayuno. Salimos a seguir conociendo Budapest. Esta tarde la íbamos a dedicar a pasear por Váci utca y alrededores. Comenzamos por la Gran Sinagoga, muy cerca del hotel. Estaba cerrada, así que le hicimos unas fotos por fuera, y dimos la vuelta para ver el patio donde está el árbol conmemorativo del holocausto, con forma de sauce llorón, y que lleva grabado el nombre de los húngaros asesinados en el holocausto. Seguimos por Múzeum körút, hasta el edificio del Museo Nacional de Hungría. Estaba cerrado, y no entraba en nuestros planes. Junto al edificio había un pequeño parque y allí nos sentamos a tomarnos una cerveza para hidratarnos, más fría que la de la comida. Había bastante ambiente por allí, parecía como una pequeña feria, con puestos, actividades para niños y gente tocando música. De camino hacia Váci utca empezó a nublarse, y justo cuando entramos en esta calle peatonal empezó a llover bastante, y eso que la tarde empezó con buen tiempo y calor. Corrimos a refugiarnos al mercado, que al ser domingo estaba cerrado y desierto, pero allí estuvimos un buen rato, ya que llovía bastante fuerte. Llegamos a la conclusión de que no es buena idea dejar el paraguas o chubasquero en el hotel, por muy incómodo que sea cargar con ellos. Cuando aflojó un poco nos decidimos a recorrer, de portal en portal, esta calle. Es una de las principales de Budapest, peatonal y llena de cafeterías y tiendas, la mayoría orientada al turismo. Aunque la verdad es que no la disfrutamos mucho, refugiándonos de la lluvia donde podíamos a cada pocos metros, intentando ver algunos de sus edificios históricos. Cuando llegamos al final de la calle dejó de llover, pero el viento y el frío se habían quedado, y nosotros mojados. Pensando en ir al hotel, pasamos por Ferenciek ter, una plaza con varios edificios destacados. A mí me gustó especialmente el Palacio Klotild, un edificio de viviendas construido a principios de siglo XX. Teníamos intenciones de cenar viendo la final del mundial de fútbol en un bar, pero con la noche que hacía finalmente cenamos y vimos el fútbol en el hotel. Etapas 1 a 3, total 9
Ese día queríamos dedicarlo a ver Buda. Pero antes pasamos por el Parlamento para comprar las entradas para el día siguiente. El paseo hasta el Parlamento es muy bonito, siguiendo la orilla del río, con las vistas de la colina de Buda. Vimos la famosa sala de conciertos Vigadó, y a uno de los habitantes más famosos de la ciudad: la princesita o duende de Budapest, sentada en la valla de espalda al río.
Junto al Parlamento está uno de los lugares más simbólicos de la ciudad: el monumento de los zapatos. Es un homenaje a los judíos que murieron asesinados durante la II Guerra Mundial, a orillas del Danubio, atados por parejas y disparando solo a uno para ahorrar munición… Ver el edificio del Parlamento de cerca impresiona. Como el centro de visitantes estaba en el extremo opuesto, tuvimos que rodearlo por completo, y pudimos de hacer alguna foto de cerca. Cuando llegamos a las taquillas nos dijeron que solo vendían entradas para el mismo día, así que no podíamos comprarla para el día siguiente. La siguiente visita en español todavía tardaba unas horas, así que decidimos comprar para la última visita de la tarde, a las 16:00 horas y pasar la mañana en Buda. Cruzamos a Buda por el Puente de las Cadenas, y subimos a la colina del Castillo. Es posible hacerlo por un teleférico, pero el trayecto es bastante corto, por lo que decidimos hacerlo andando. Además, por el camino hay miradores que ofrecen un adelanto de las vistas que se tienen desde arriba. Vimos el Palacio Real por fuera y los alrededores. Hay una terraza-mirador, con unas vistas fantásticas de Pest y del Monte Gellert. El interior del palacio alberga el Museo de Historia de Budapest, la Galería Nacional y la Biblioteca Nacional. No teníamos intenciones de visitarlos, así que caminamos admirando los edificios, las plazas, la Fuente de Matías,… El Palacio Sandor es la residencia del presidente de Hungría. Allí asistimos un pequeño desfile para el cambio de guardia. Nada del otro mundo, pero ya que estábamos, nos pareció curioso de ver. Seguimos dando un rodeo para llegar hasta la Iglesia de Matías. Las casas en Buda son bajas, más antiguas que los elegantes edificios de Pest, y se encuentran rincones con mucho encanto. La plaza de la Santísima Trinidad, delante de la Iglesia de Matías se encontraba en obras. Es lo que tiene viajar en verano por Europa, que es cuando se aprovecha para obras y reformas. Por suerte en este viaje no nos hemos encontrado muchos edificios con andamios. La entrada a la Iglesia de Matías cuesta 1200 florines, y no se puede entrar con los hombros descubiertos. En la entrada estaban repartiendo velos para cubrirse. El colorido del interior impresiona, no queda ni un rincón sin decorar y las vidrieras son preciosas. Justo al lado está el Bastión de los Pescadores, una parte de muralla ricamente decorada y que sirve de mirador privilegiado sobre Pest, el Danubio y el Parlamento. Para entrar en la parte central hay que pagar pero se puede acceder a la parte de la izquierda, donde las vistas son preciosas. Bajamos hasta el Danubio, para ver la iglesia calvinista, que destaca desde la otra orilla por su colorido tejado. Pero claro, estaba cerrada, y por fuera, aparte del tejado, dice poco. Volvimos a cruzar el río, comimos en un sitio de comida rápida cerca del Parlamento y nos dirigimos a la visita. Si por fuera es espectacular, por dentro no desmerece. Es impresionante la decoración, no escatimaron en lujos. Durante la visita se enseña una de las dos alas del edificio, en la que se encontraba el Senado, y la sala de la corona, bajo la cúpula. En esta última no dejan hacer fotos. Seguimos el paseo hasta la Ópera, pero ya estaba cerrada, y el edificio por fuera no es que diga demasiado, la verdad. A esas alturas, el cansancio iba haciendo mella, así que tomamos el camino hacia el hotel para un rato de descanso, encontrándonos con la Sinagoga Rumbach, la segunda más importante de la ciudad, y con algunos de los bares de ruina. Se trata de edificios en ruina que han acondicionado como bares y que en verano están muy de moda. ![]() Por la noche cena en un Hummus Bar, en Oktober 6 Utca. La comida no está mal, aunque no es nada del otro mundo, y el precio es razonable. Antes de ir al hotel, nos sentamos un rato en Erzébet Tér, sitio de reunión de jóvenes y no tan jóvenes. Había montada una especie de botellón, donde la gente, se sentada tanto en bancos como en el suelo, se ponía a gusto bebiendo cerveza y vino a morro. No había yo caído que en Hungría se bebiera tanto vino, pero se veía mucha gente con botellas. ![]() Etapas 1 a 3, total 9
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