![]() ![]() 15 dias de ruta por Turquía ✏️ Blogs de Turquia
Viaje organizado en autobús por TurquíaAutor: Ruth200es Fecha creación: ⭐ Puntos: 3 (1 Votos) Índice del Diario: 15 dias de ruta por Turquía
01: Diario de Turquía. Día 1: Madrid-Estambul
02: Diario de Turquía. Día 2: Estambul-Edirne-Çanakkale
03: Diario de Turquía. Día 3: Troya-Pérgamo-Izmir
04: Diario de Turquía. Día 4: Izmir-Éfeso-Pamukkale
05: Diario de Turquía. Día 5: Pamukkale-Antalya
06: Diario de Turquía. Día 6: Isla de Kekova
07: Diario de Turquía. Día 7: Antalya-Konya-Capadocia
08: Diario de Turquía. Día 8: Capadocia
09: Diario de Turquía. Día 9: Capadocia-Ankara
10: Diario de Turquía. Día 10: Ankara-Bursa-Estambul
11: Diario de Turquía. Día 11:Estambul
12: Diario de Turquía. día 12: Estambul
13: Diario de Turquía. Día 13: Estambul
14: Diario de Turquía. Día 14: Islas Príncipe
15: Diario de Turquía. Día 15: Vuelta a casa
Etapas 13 a 15, total 15
Nos levantamos sobre las 7:45 porque ya no teníamos más ganas de dormir. Bajamos a desayunar (lo de siempre) y tras asearnos y demás salimos en dirección a la Torre Gálata. Pasamos por el Puerto de Eminönü, cruzamos el puente de Gálata, en donde están todos los restaurantes de pescado abajo y todos los pescadores arriba.
Finalmente pasamos a la zona nueva de Estambul y remontamos la colina en la que se encuentra la famosa torre. No había cola cuando llegamos así que compramos los tickets (10 liras/persona) y cogimos el ascensor. Después hay que subir dos pisos de escaleras de caracol que marean un poco. Desde arriba hay vistas de Estambul que merecen la pena, pues se puede dar la vuelta entera por el balcón. Sacamos un montón de fotos de las impresionantes vistas de la ciudad. La Torre tiene una altura de casi 70 metros y cuenta con 9 plantas. En el momento de su construcción era la estructura más alta de la ciudad. Sus paredes tienen un espesor de casi 4 metros de ancho. Se construyó en 1348 como parte de la expansión de la colonia genovesa de Constantinopla. Se utilizó como torre de vigilancia. Bajamos de la torre y caminamos por la famosa calle Istiklal en dirección a la no menos famosa plaza Taksim. La calle es peatonal, lleva de vida y de tiendas. Por aquí pasa el tranvía nostálgico. Además hay callejuelas y pasadizos a las calles adyacentes. Todos compramos algunos recuerdos para amigos y familiares (regatead que os bajan el precio). En la plaza Taksim se reúnen a menudo personas para manifestarse pero ese día estaba tranquilo así que nos sacamos unas cuantas fotos y nos sentamos en un parque cercano a tomar algo. Había una parte del parque que estaba plagado de policías. Pelayo y yo tomamos Ayran, Iñaki té de manzana y una botella de agua grande para todos (total: 6 liras). Luego caminamos de vuelta por la calle Istiklal y paralelas hasta que llegamos al funicular subterráneo. Antes visitamos la única iglesia católica que habíamos visto hasta la fecha, que está un poco escondida. Compramos los billetes del funicular (4 liras/persona) y bajamos hasta el puente de Gálata. Comimos en uno de los restaurantes del puente, tras dar varias vueltas para decidirnos por cuál. Pedimos calamares fritos (15 liras), anchoas fritas (10 liras), lubina (120 liras) y ellos nos invitaron a fruta y té. Para beber una cerveza (5 liras), y una botella grande de agua (5 liras). Marchamos del restaurante al finalizar y, tras acabar de cruzar el puente de Gálata cogimos un taxi hasta el teleférico de Eyüp, que nos costó 20 liras. Una vez allí cogimos el billete (3 liras/persona) y subimos en una de las cabinas. Es un tramo que dura poco tiempo. Arriba nos esperaba el cementerio musulmán. En este barrio se construyó la primera mezquita de Estambul y la verdad es que se ven muchas, además de infinidad de tumbas por toda la colina. Al bajar a pie por la colina nos encontramos con el famoso café Pierre Loti, que era el pseudónimo que adoptó el novelista francés Julien Viaud. Era oficial de la armada francesa y frecuentaba este café. Se enamoró de una mujer turca casada y narra su aventura en la Novela autobiográfica “Aziyade”. Allí nos encontramos de casualidad con las chicas catalanas que habían venido en el bus con nosotors la primera parte del viaje así que les acompañamos y pedimos unos tés. Cuando empezó a refrescar marchamos y ya en el pie de la colina entramos en la Mezquita de Eyüp, que es muy bonita. Luego tomamos dos taxis hasta Eminönü (12 liras). Paramos delante del mercado de las especias, en donde Iñaki compró salami y algo más para cenar y se marchó para el hotel, pues no se encontraba demasiado bien. Pelayo y yo con el resto entramos en el bazar para que compraran unos recuerdos pero nos agobió bastante con tanto ataque de los vendedores, además hay que regatear bastante más que en el resto de los sitios. Luego cenamos en un restaurante que había justo al lado de nuestro hotel. Pelayo y yo pedimos un Iskandar kebab cada uno (18 liras/p), que estaba bueno pero era escaso. Nos ofrecieron el té y la fruta. Por lo que vimos durante nuestra estancia en Turquía, los restaurantes se pegan por los clientes; podréis conseguir cosas gratis, bebidas, postres, etc., si os hacéis los interesantes y negociáis antes de entrar con el de la puerta. Tras la cena y la sobremesa les acompañamos un poco hacia su hotel y luego volvimos hacia el nuestro. Por el camino entramos en una tienda de baklava y el señor era muy majo así que se emperró en invitarnos a un té. El hombre era muy mayor y venía de Bulgaria mientras que el camarero era muy joven y turco. Afuera tenían un chaval de la India que captaba clientes. Resulta que el jefe era también de Varna, como nuestra amiga búlgara Katya y por eso le caímos en gracia. Estuvimos allí un rato de charla y luego fuimos a hacer unas cuantas fotos nocturnas a Eminönü de los puentes. Etapas 13 a 15, total 15
Nos levantamos sobre las 8, sin despertador como los últimos días, pues nos acostamos tan pronto que luego no aguantamos en la cama por la mañana. Desayuné bollitos con sésamo, bollitos con queso, huevo cocido, medio tomate al horno con loncha de queso fundido y especias, revuelto con jamón York y queso, tomate, pepino, feta, sandía, zumo, etc.
Salimos del hotel en dirección a Eminönü para coger el barco a las islas Príncipe. En un puesto de información nos dijeron que salían desde Kabatas así que cogimos el tranvía hasta allí (4 paradas, jeton 3 liras/persona). Al llegar a nuestra parada ya vimos en el puerto una caseta de los barcos que cubrían la línea a las islas. Compramos otro jeton (5liras/persona). Salía a las 10:40 así que esperamos un poco y al rato ya llegó nuestro barco a puerto. Subimos con un poco de miedo, pues era más viejo que el que iba a Santa Cristina desde Coruña…Yo aproveché para dormir un poco, pues el viaje duró algo más de una hora. Las islas Príncipe son una cadena de 9 pequeñas islas y dos islotes que están frente a la costa, en el Mar de Mármara, y pertenecen a uno de los distritos asiáticos de Estambul. Durante la época bizatina se construyeron en ellos numerosos templos cristianos y monasterios. En la actualidad el nombre viene porque durante este período los príncipes y otros miembros de la realeza eran exiliados a estas islas. Sin embargo durante el siglo XIX se convirtieron en uno de los centro de riqueza de Estambul. El barco tenía numerosas paradas: en el puerto asiático y en las cuatro islas que son públicas, pues el resto son privadas, no están habitadas o son bases militares. Nosotros nos bajamos en la cuarta (Büyükada), que es la más grande, con algo más de 5 km cuadrados. Las otras son Burgadaza (posee un monasterio griego sobre un acantilado), Heybeliada (que era el centro de la comunidad griega, con numerosas iglesias y monasterios, alguno del siglo XV), Kinaliada (con el Monasterio de Hristos), Tavsan (no habitada), Kasikadasi (es particular), Yassiada, Sivriada (no habitada) y Sedef Adasi. Son muy visitadas en verano por la gente que quiere ir a la playa, algunas privadas. Las casas de las islas apenas han variado desde principios del siglo XX. En ellas todavía hay una colonia de ciudadanos turcos de origen armenio, griego y sefardí. De hecho en ellas hay milenarios monasterios ortodoxos. Los vehículos a motor están prohibidos en la mayor parte de las islas por lo que sólo hay bicis, caballo y burros. Büyükada tiene una población de alrededor de 14.000 habitantes. En esta isla había un convento en el que se exiliaban las emperatrices bizantinas. Además Leon Trotski estuvo algún tiempo viviendo en ella (1929-1933) cuando fue expulsado de la Unión Soviética por Stalin. Además hay en ella otros edificios históricos como el Monasterio de Ayia Yorgi (San Jorge), del siglo VI, la Mezquita de Hamidiye, el monasterio de Ayios Nikolaos, etc. En esta isla hay dos colinas, en uno hay un orfanato griego completamente de madera, devuelto por las autoridades turcas a la Iglesia ortodoxa de Constantinopla. Es un oasis de paz, hasta tal punto que Iñaki quería venir a retirarse aquí. Al llegar a Büyükada nos dimos una vuelta por los alrededores del puerto y alucinamos con las mansiones y hoteles que había por allí, incluso con playas privadas. Caminamos hacia la plaza principal de la isla con el fin de coger una calesa de caballos para dar una vuelta a la isla pero había una cola horrible. Seguimos caminando por una de las calles y, de repente, apareció una calesa que volvía de un traslado, que nos ofreció sus servicios así que aceptamos (60 liras 45 minutos, circuito pequeño). Existen dos circuitos, el largo y el corto, pero Mustafá nos dijo que el largo (de una hora) no merecía la pena, pues pasaba por zonas no habitadas que no tenían demasiado interés. Isla Büyükada El señor trataba muy bien a los caballos. Vimos unos caserones preciosos, en un mar de tranquilidad absoluta. Al no haber coches no se escuchaban apenas ruidos. Llegamos después a un pinar en donde paraban todas las carrozas para que los turistas suban una de las colinas y hagan fotos. Iñaki se quedó en la carroza porque decía que no podía respirar pero Pelayo y yo subimos por una cuesta bastante empinada. Cuando llevábamos un rato caminando al solajero dimos la vuelta porque aquello no acababa y el señor nos había dado sólo 10 minutos. Dimos la vuelta y vimos gente subiendo incluso en burros enanos. Al llegar a la calesa el conductor nos dijo que era una subida a uno de los picos y que duraba alrededor de una hora…Y no nos dice nada el tío… Seguimos el paseo y nos paró en una casa judía que era una de las más lujosas de la isla, alucinante…Tras un rato llegamos al aparcamiento de caballos, que es una plaza grande en donde esperan a ser requeridos por los turistas. Si no quieren coger clientes se ponen en un lado a descansar. Como ya era la hora de comer buscamos un restaurante con encanto. En Kabatas un señor se había acercado a Pelayo y le había un papel con los horarios además de recomendarle un restaurante, Alí Babá, así que lo buscamos. Finalmente lo encontramos en la calle principal, muy concurrida de gente, y era un local con terrazas al mar. Allí estaba el señor que nos dio el papel, que nos reconoció y nos dio la carta (vaya gancho...). Le echamos un vistazo pero era carísimo y muy turístico así que le dijimos que íbamos a dar una vuelta y que luego volvíamos. Al final nos sentamos en un sitio discretito que estaba en una de las perpendiculares a la calle principal. De primero Pelayo y yo pedimos ensalada de tomate y pepino e Iñaki una sopa de lentejas. De segundo yo pedí Adana Kebab, Pelayo Chicken Sis e Iñaki Köfte. En total pagamos 54 liras (nos invitaron a los tés). Estaba todo muy bueno y eran muy amables. Cuando nos trajeron la cuenta venía un platito con clavos (la especia) porque parece ser que allí lo usan para lavarse los dientes masticándolos después de comer y no tener mal aliento, como si fuera un cepillo de dientes natural. Luego compramos baklava y otros dulces en una pastelería y fuimos ya bajando hacia el puerto. Allí, mientras esperábamos el barco que salía a las 15:30, nos sentamos en una terraza y pedimos un té para hacer tiempo. El capullo nos cobró 12 liras por un café turco y dos tés de manzana (que yo creo que eran de otra cosa). Le protestamos puesto que en la carta el precio que ponía por té era de 2 liras y el camarero nos dijo que es que nos lo había puesto grande, ¡qué jeta! Al rato compramos el jeton (5 liras/persona) pero como esta vez volvimos en una naviera más nueva. Nos sentamos en la segunda planta, en la cristalera de proa, por lo que las vistas eran excelentes. Yo aproveché para dormir un poco de siesta. La entrada del barco en Estambul es espectacular, uno no sabe ya hacia dónde mirar con tanto monumento…Además pasamos muy cerca de la Torre de Leandro y no sé si es que el capitán se quedó mirando o qué pero estuvimos a punto de chocar con otro barco. Es increíble el montón de barcos que hay navegando a la vez, cruzándose por todos lados, pero es llamativo cómo al final siempre se acaban esquivando para no chocar… En Kabatas cogimos el tranvía de vuelta pero nos bajamos en el Gran Bazar, que tiene 4000 puestos más todos los tenderetes que hay fuera, es una barbaridad del consumo. Es el mercado más conocido de Estambul, pero a mí me gustó más el de las especias. Se construyó en 1493 como mercado de esclavos y para vender la mercancía de los comerciantes de la Seda, funcionando también como albergue para éstos (como un karavansaray). En el bazar compramos unos cuencos (2 para nosotros y 2 para Iñaki) tras mucho regatear. Nos fuimos porque era tarde y no tenían ya muchas ganas de vender ni regatear…Fuimos al Mercado de las especias y de camino pasamos por la Columna de Constantino, quien la mandó construir en el año 330, que se encuentra en Çambalitas. Conmemora el nombramiento de Bizancio como nueva capital del imperio romano. Una vez en el Bazar de las especias Iñaki se compró 100 gramos de salami y, como ayer, se fue para el hotel porque estaba de bajonazo total. Nosotros nos quedamos y compramos té (turco, de manzana, de granada) y especias (cardamomo, vainilla y una especie de pimentón para carnes). Quedamos más tarde con las catalanas y nos fuimos a cenar en el restaurante de antes de ayer. Estaba el jefe, el chico de perilla, cara redonda y chaqueta, pero no el camarero simpático del otro día, Jack. El jefe se alegró mucho de vernos así que nos invitó aún a más cosas: 2 ensaladas, 2 mejunjes de berenjena con tomate (buenísimos) como aperitivos, pan de pita recién hecho que estaba exquisito y postre (pastel de pelitos que no me gustó mucho). Yo tomé Dürüm y Pelayo Adana con pistachos. Ambos estaban muy buenos, abundantes y acompañados de sémola y ensalada. Tras la sobremesa marchamos para el hotel, pues Pelayo propuso ir a tomar algo por ahí pero no tenían mucha energía… Además se iban a las 18h así que tenían que aprovechar un poco la mañana del día siguiente. Nos despedimos y marchamos en dirección a nuestro hotel. Visitamos a Iñaki para ver qué tal se encontraba y nos fuimos para nuestro cuarto a dormir. Etapas 13 a 15, total 15
Nos levantamos, desayunamos y subimos al cuarto a cerrar las maletas. Bajamos un poco antes de la hora en la que tenía que venir a buscarnos el autobús pero allí no aparecía nadie. Tras varias llamadas desde la recepción del hotel nos dijeron que nos recogían en la Estación del Orient Express. Les echamos una bronca tremenda a la guía y al conductor por llegar más de una hora tarde (de hecho Iñaki casi infarta…).
Nos llevaron al aeropuerto y allí cogimos el vuelo de vuelta a Madrid. Al llegar Pelayo condujo hasta Gijón, a donde llegamos sobre la 1 de la madrugada. Recorrimos, por tanto, más de 3.300 km y visitamos numerosas ciudades y monumentos del gran patrimonio que tiene el país. La verdad es que creo que sí ha merecido la pena volver a Turquía (yo no soy mucho de repetir destinos...). Espero que este diario os sea de ayuda a la hora de organizar vuestros viajes. El país tiene muchas ventajas: es barato, tiene buen clima, comida rica (pero al final un poco ya repetitiva), muchísima historia y yacimientos arqueológicos, amabilidad de la gente, etc. Y Estambul es muy cosmopolita, fue de lo más interesante de nuestra estancia. ¡¡¡BUEN VIAJE!!! Etapas 13 a 15, total 15
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