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Un largo viaje. Norte de Italia-Croacia-Eslovenia.
Agosto 2008 (I parte)Autor: Murakami Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.7 (7 Votos) Etapas 4 a 6, total 7
Como Día 3. Sábado 16/8/08 No hemos madrugado mucho, nos lo tomamos con calma. Ya en el coche, a la salida del hotel preguntamos a un ciclista cómo salir a la autopista. Bueno, pues ha intercambiado unas palabras con su compañero de paseo, y se ha tirado ¡cinco minutos! explicándonos como llegar hasta ella, mientras Elena tomaba notas. Y a fe que se sabía el camino, porque lo ha clavado, y hemos podido llegar a la primera, y mira que había que dar vueltas. Así que desde aquí, otro ¡olé! por la simpatía y amabilidad italiana. El paisaje por el que discurre la autopista hacia Como es precioso. El terreno es como viene en los mapas, una gran planicie, todo llano, ni una sola tachuela que subir hasta nuestro destino. Es un paisaje verde, con el bosque arropando a los vehículos, refrescándonos la vista. Camino de Como Y al fondo, al frente nuestro, siempre la presencia majestuosa de los Alpes, imponentes en su altura, y con las cumbres nevadas, aún en este agosto de fuego. Yo llevo maravillado por este paisaje verde, fresco y frondoso desde que aterrice en Milán, mejor dicho, desde que lo divise por la ventanilla del avión, porque viniendo desde Las Palmas, tan seca y árida, tan escasa de vegetación, esto me parece un vergel. Paramos en un área de servicio plagado de coches. Es enorme, y tienen de todo. Me compro una gorra con los colores y el nombre de España, por 13 euros. Cuando salgo a la calle y Adrián lo ve, le hace mucha ilusión, y me pide que le compre otra. Con ellas puestas, nos hacemos unas fotos muy del terruño. Cuando nos acercamos a Como, salgo por la segunda salida a la ciudad, que es además la última antes de la frontera con Suiza. Me sorprende encontrarla tan cerca, no me lo esperaba. Mirando el mapa resulta ser como una cuña suiza que se mete en territorio italiano, y llega hasta aquí. De hecho, el lago di Como transcurre paralelo a la frontera con este país. Yo, muy peliculero, lleno de energías y aún con la excitación de los inicios viajeros, les propongo hacer una visita rápida mañana, por ir y ver, pero mi propuesta no despierta ningún entusiasmo. La salida escogida nos deja al norte de la ciudad, y tengo dificultades para encontrar el centro, la señalización no es que sea muy precisa. Me doy cuenta entonces de la ayuda que puede suponer un gps en estos casos. Recopilamos información turística, y preguntamos precios de hoteles. Están por las nubes, así que nos vamos al Ibis, que está en un pueblito cerca de aquí, a 20 minutos en coche, Grandate, pero que también me cuesta encontrar, más que nada porque no doy con la carretera que me lleva hasta él, la señalización es confusa, amén de que están en obras en la carretera y despista mucho. Este hotel es muy nuevo, creo que están estrenándolo. La oferta es aquí de 69 euros la triple. La habitación es un poco más pequeña que el Novotel, pero está nueva, esplendida, con el suelo del baño en madera, y la cama tamaño gigante. La recepcionista es un poco borde, agria. Debe tener un mal día, espero que recupere pronto la sonrisa y la amabilidad. Descansamos un rato en el hotel, y nos enteramos por la tele que Nadal ha pasado a la final de tenis en los juegos olímpicos, y del oro en ciclismo, en pista, de Llaneras, que nos alegra mucho. Este tío es un fenómeno de la bici, y ha ganado varias medallas en diferentes juegos, lo que tiene mucho mérito. Y USA nos ha barrido en baloncesto, lo que era previsible. Salimos del hotel y paramos en el centro comercial que hay al lado del hotel, para hacer unas compritas de última hora y comer. Lo de los centros comerciales es una de las ventajas de la civilización occidental, tan uniforme ella por esta parte de Europa. Le compro a Adrián una camiseta oficial del Milán por 18 euros, en oferta porque han renovado la vestimenta, y sale tan pachi con su camiseta. Comemos muy bien, abundante y a muy buen precio. Y para compensar con la recepción del hotel, la camarera es amabilísima, y nos atiende con una gentiliza y una paciencia apabullante, digna de encomio. La visita a Como la hacemos ya en el atardecer, y la noche pronto nos cubre con su refrescante velo mientras paseamos por sus callejuelas estrechas, empedradas, medievales. Destaca la mole de su muralla, muy bien conservada, con una gran torre aún en pie. El Duomo es precioso, y el antiguo ayuntamiento, pegado a él, no desmerece en absoluto, formando un bonito conjunto. La plaza que se abre ante ellos es pequeña, y las callejuelas de los lados, estrechas, lo que hace que no pueda apreciarse el Duomo en toda su grandeza. Con todo, es una preciosidad, una maravilla, aún siendo de noche. Mañana lo dedicaremos a recorrer el lago en barco y visitar Bellagio, y por la tarde, visitar Como de nuevo, a la luz del día. Nos ha pasado como en Milán, que la primera visión del Duomo fue nocturna, y nos gustó mucho. Etapas 4 a 6, total 7
Lago di Como Día 4. Domingo 17/8/08 Desayunamos camino de Como, aún en Grandate, en un café al borde de la carretera, el Pinochio, que llevan tres mujeres jóvenes, muy bonitas. Aquí los únicos turistas somos nosotros, todos lo demás, parroquianos, y todos hombres. ¿Tendrá algo que ver que sean tres mujeres las que manejan el negocio? Como nos está costando madrugar (también es verdad que anoche llegamos ya bien tarde al hotel), no hemos llegado al barco de las once, como era nuestra intención, aunque por muy poco, porque he perdido mucho tiempo en buscar unas malditas monedas para el parquímetro, no había forma de que me cambiaran. Y todavía no sé si había que pagar o no el parquímetro, porque unos me decían que en “domenica” no se paga y otros que sí, y que la multa era gorda. Ante la duda, la más…… digo, mejor pagar, por si las moqcas (eq que soy de Madrid, y estas “s” intercaladas no las decimos, las secamos, y queda como una “q” o doble “c”, influencia del sur de Castilla, o sea, de La Mancha, de donde el muy noble y esforzado caballero Don Quijote). vista general del lago desde Como El caso es que buscando cambio me topo con un tunecino que pasea con su hijo pequeño, y el hombre se desvía de su camino para acompañarme a encontrar donde cambiar. Es alucinante la gente en Italia. Por el retraso nos enfadamos entre nosotros, pero así es el viaje. Nos tenemos que acoplar y adaptar unos a otros (y menos mal que somos sólo tres, y uno no toma decisiones). Cuando llegamos al puertito, nos informan de que podemos coger el barco que sale a las doce, que es el que va más lento. El siguiente en salir ya demora mucho, así que nos subimos. El billete nos cuesta 17 euros por barba, y sirve para todo el día. El lago es una maravilla. Las altas montañas, de cumbres orgullosas, arropan y mecen el lago, mientras los bosques, frondosos, pintan las laderas de verde, deslizándose desde las cimas hasta la orilla del lago. Hace un sol radiante, justiciero, y el cielo nos cubre de azul. Los pueblitos se mojan en el borde del lago, entre los bosques, mientras casas y palacetes aislados escalan hacia los altos. Hay que venir a ver esto. Es un capricho de la naturaleza, un sueño de Dios. Uno de los pueblitos de la orilla Una guía habla en ingles en el barco a un grupo de turistas, entre los que hay un buen número de jóvenes americanos, muy blanquitos ellos y ellas. Bueno, la de rasgos orientales que va a mi lado no tanto; a esta el lago le importa un pimiento, prefiere irle comiendo los labios al novio, que también se concentra afanoso en la tarea. Cuando la guía dice algo de Versace y Cloney y señala unas mansiones, se levantan casi todos ellos como si tuvieran muelles en el trasero y se ponen a hacer fotos como locos. Lo mismo sacan a Cloney. Ah, no, imposible, este no llega hasta septiembre, por lo de la mostra. Al fin llegamos a Bellagio. Esta lleno de turistas, pero es encantador. Pequeño, estrecho, empinado, coqueto. Limpio y cuidado. Trepa por el monte, ganándole terreno al bosque, que nos vigila desde arriba. Aquí hay mucha pasta, de dinero. Punta de la peninsula de Bellagio Se ven unos cochazos tremendos, que apenas caben por estas callejuelas. Subimos las empinadas y angostas calles del pueblo, hasta la parte alta, y allí, paseando, nos topamos con la iglesia de San Giacomo. Una pequeña y encantadora iglesia románica, del XII. Entro a curiosear, y para huir del calor sofocante que hace hoy también. Me llama la atención una lapida que hay en una de las paredes de la nave, y cuando me acerco a leer, me llevo una sorpresa: ¡resulta que ahí están enterrados una pareja de compatriotas! Me explico; la lápida está fechada en 1593, y dice que ahí yacen Francisca Gutiérrez, mujer hispana integrísima, que murió repentinamente, y Bartolomeu Rosales, hispano, que imagino yo que será su marido. En esa época este lugar era parte de la monarquía hispánica, del Milanesado. Así que figuro que debían estar de vacaciones, o de retiro, o quizá estuvieran viajando, y le sorprendió la muerte a ella. Quién sabe. Varenne desde el barco Después de comer unas pizzas ricas y caras, nos vamos hacia el extremo del pueblo, donde hay un pequeño muelle y un jardín. Agotados, nos echamos un rato, y yo me quedo traspuesto a la sombra de un pino, con Adrián recostado sobre mi pecho. Luego regresamos al atracadero y embarcamos para seguir la ruta lacustre, hacia Menaggio. Menaggio y las montañas También es bonito, pero no tanto como Bellagio. O quizá es que ya estoy agotado y me parece todo un poco igual. Este calor me baja la tensión y me deja por los suelos. Como estamos cansados, decidimos volvernos sin esperar al barco lento, así que nos subimos al rápido, por el que tenemos que pagar un suplemento de 3,30 euros, y en un pispás estamos de vuelta en Como. Adrián se lo está pasando bien, está muy simpático jugando con el walkie a los comandos. Nos ha contado que él también está escribiendo en la agenda que le compré en el aeropuerto, sobre el viaje que hacen un padre, la madre (Carla) y el niño, Carlos. Lo escribe en tercera persona, como si fuera un cuento. Es un fenómeno. Nos hace reír mucho con su sentido del humor. Dedicamos el resto del día a visitar Como. En su origen fue una colonia romana, y ha conservado perfectamente el trazado cuadrado típico de las ciudades romanas. Sus murallas son magníficas, como las torres que aún tiene. Duomo de Como Es una pequeña ciudad medieval, con la maravilla del Duomo, una joya del arte lombardo renacentista, el antiguo ayuntamiento, la plaza de A.Volta y los palacetes desperdigados por entre sus callejuelas. Se abre al lago en la plaza Cavour, donde se encuentra la oficina de turismo, en la que atienden con mucha amabilidad. A la hora de cenar nos salimos del centro, y damos con un restaurante de italianos (ni un turista), donde comemos satisfactoriamente (un solomillo esplendido) y bien de precio, similar a España, unos 38 euros. Se llama Ristorante Pizzeria Politeama, en Via Cavallotti 1A. Detalle del Duomo Hoy volvemos al hotel más pronto que los días anteriores, notamos la fatiga. Sólo llevamos 123 Km. con el coche, pero estamos caminando mucho, y el calor está siendo un pesado lastre. Por la tele nos enteramos que Nadal ha ganado el oro en Pekín y que han caído tres medallas de plata; tenis dobles femeninos, Defer en suelo, y vela. Una buena jornada para el deporte español. Aquí los periódicos hablan mucho de los italianos en China, que están obteniendo unos resultados magníficos. Ayuntamiento medieval de Como Etapas 4 a 6, total 7
Bérgamo
Día 5. Lunes 18/8/08
Hoy el desayuno lo tomamos en el centro comercial, donde tan bien nos trató una de las camareras, que hoy repite. Nos cuesta, por los tres, 12 euros, un señor desayuno. En el hotel, a 100 metros, nos pedían 8 e. por cada uno. No hay color. Si ya digo que los centros comerciales son un gran invento, y al viajero le prestan una gran ayuda, sobre todo, económica, que nos quedan muchos días de viaje por delante y no es cuestión de levantar el PIB italiano nosotros solos. Ponemos rumbo a Bérgamo, desde Grandate, por la 342. La carretera serpentea por la montaña, con la vegetación rebañando el borde mismo del asfalto, una vegetación alta y abundante, que a tramos da paso a un bosque denso e impenetrable que crea una bóveda de sombra y frescor a nuestro paso, como si quisiera protegernos de sol, que ya pega fuerte. A nuestra izquierda siempre los Alpes, con el relieve de las montañas que custodian el lago de Como, esplendidas en sus alturas, verticales, y verdes, muy verdes. Si el paisaje es precioso, no se puede decir lo mismo de los pueblos que atravesamos, no parecen gran cosa. Observo una gran densidad de población, siempre viendo casas, chalets, pueblos, fábricas. Cuando viramos hacia el sur, el paisaje cambia. Desaparecen las montañas y nos metemos en la gran planicie lombarda, que apenas tiene ondulaciones. Llegamos a Bérgamo, cuya ciudad vieja se alza en lo alto de una colina, donde sobresalen sus torres y cúpulas. Tiene buena pinta vista desde aquí abajo, desde la ciudad nueva. Subimos con el coche y lo aparcamos junto a las murallas. Hemos tenido suerte, porque hay un sitio junto a una de las puertas, la de S.Alessandro, y más allá no se puede ir con el coche. Torres y cúpulas de Bérgamo La ciudad nos deslumbra, porque en la sombra de sus angostas calles aún resuenan los ecos del medievo. Vemos edificios antiquísimos, algunos conservando aún restos de pintura y murales con los que decoraban las fachadas en la edad media. Se conservan numerosos arcos que dan acceso a las calles, como el que hay en la pza.Luigi Angelini, tras la torre Gombito (S.XII), donde hay unos antiguos lavaderos municipales, arco que data de 1157, según reza en el pórtico, casi ná. Hay rincones bellísimos en la ciudad, porque entre las piedras crecen árboles señoriales, altos y robustos, que dan un encanto especial a esta villa de piedra medieval. La piazza Vecchia es una maravilla, aún estando tapado el palacio de la Ragione, que está en restauración. Con todo, es muy linda. En un rincón, a la derecha, antes de pasar a la plaza del Duomo, se alza la torre Civica, con unas escaleras que parecen un decorado, de lo bonitas que son y la atmosfera que crea. Dice la guía que Stendhal se extasió ante la visión de esta. Y aunque por lo visto Stendhal se extasiaba cada dos por tres en Italia, es verdad que la plaza es un conjunto muy armónico. Y las sorpresas no han acabado. La cabecera de S.Mª Maggiore, vista desde la esquina de la piazza Giulani con la vía Luppo es algo espectacular, con su traza románica, su magnífico abside y sus niveles superpuestos hacia la cúpula. La fachada de la Capilla Colleoni, del siglo XV, en la que se aprecia claramente la influencia de la arquitectura veneciana en su galería de arcos, es de una belleza extraordinaria, que te deja boquiabierto. Empequeñece a la Basilica de Santa Maria Maggiore, a la que está adosada, aunque el baldaquino de la puerta de esta es también un gran logro artístico, algo que no había visto en la entrada de ninguna iglesia, rematada, entre otras, con una escultura de un jinete y su caballo, y sustentada sus dos columnas por sendos leones de San Marcos. Cabecera de Sª Mª Maggiore La fachada de la Capilla Colleoni, del siglo XV, en la que se aprecia claramente la influencia de la arquitectura veneciana en su galería de arcos, es de una belleza extraordinaria, que te deja boquiabierto. Empequeñece a la Basilica de Santa Maria Maggiore, a la que está adosada, aunque el baldaquino de la puerta de esta es también un gran logro artístico, algo que no había visto en la entrada de ninguna iglesia, rematada, entre otras, con una escultura de un jinete y su caballo, y sustentada sus dos columnas por el león de San Marcos. Capilla Colleoni Detalle basílica S.Mª Maggiore La Capilla Colleoni se llama así por ser el mausoleo de Bartolomeo Colleoni y una de sus hijas, Medea. Este Bartolomeo fue el comandante en jefe de los ejércitos venecianos, ya que en su época de máximo esplendor hasta aquí llegaba el territorio de la Republica de Venecia, a sólo 50 Km. de Milán. De ahí la influencia veneciana en la arquitectura de Bérgamo. Mirando la suntuosidad y riqueza de la Capilla, que no deja de ser un edificio funerario, pensaba yo que este Capitán ilustre en la Italia de los Condottieri debió robar (por lo legal o por lo ilegal) mucho, a tenor de la tumba tan fastuosa que se hizo construir, y la fachada tan sublime que pagó. Y muy pecador, si tanto anhelo tenía de descansar en tierra consagrada. Desde luego hay que felicitar al artista que lo ideo y lo creo, un tal Amadeo. El resumen de nuestra visita es que Bérgamo bien merece una visita, al menos una mañana larga. Tiene mucho encanto, lleno de rincones medievales y arquitectura primorosa, con un sabor añejo encerrado entre sus murallas que hace soñar al viajero. Cuando se ha presentado el hambre, hemos comido en “Il Fornaio”, una pizzeria situada en via Colleoni 3. Tiene una variedad de pizzas increíble, y se compran al peso, para llevar. También venden dulces. La estrella entre los niños, sin distinción de nacionalidad, era la de papas fritas. Todos los niños se iban como flechas a por ellas, y Adrián no fue menos. El local en si mismo es muy bonito, antiguo. Cogimos nuestras porciones y las comimos sentados en un soportal próximo, a la sombra de la callejuela, porque el calor sigue haciendo de las suyas. En total nos gastamos 29 euros con bebida incluida. Merece la pena comer estas pizzas. Il fornaio Con el calor de la tarde me he echado una siestecita estupenda en uno de los muchos parquecitos que tiene la ciudad, siguiendo el ejemplo de los lugareños. Terminamos la visita a la ciudad tomando un café en una terraza abierta en la misma muralla, Chiusura Terrazza 4, en la puerta S.Alessandro, con unas vistas excelentes tanto hacia las colinas del norte como sobre la ciudad nueva. Desde aquí veo pasar mucho ciclista que se llega hasta el castillo. Durante el fin de semana también me llamó la atención la cantidad de aficionados a las dos ruedas que circulan por las carreteras. En España no veo tanta afición, y sin embargo los españoles vienen destacando más que los italianos en esta disciplina. Pza. Luigi Angelini, detrás de la torre Gombito Reemprendemos el camino y salimos hacia Brescia, donde tenemos pensando hacer noche. Allí hay un Novotel, y cogeremos la oferta de la habitación triple por 79 euros. La habitación es aún más amplia que la de Milán, pero no tan moderna. Después de alojarnos nos vamos a cenar, y nos cuesta encontrar algo abierto, y eso que no es tan tarde, pero aquí se acuestan pronto. Debían ser como las diez. La ciudad parece muerta, fantasma, sin apenas tránsito. Al final encontramos un restaurante indio. Cenamos nosotros tres solos. El local es acogedor y el hombre que nos atiende, muy amable. Nos dejamos aconsejar por él y comemos estupendamente y barato, la comida estaba rica, rica; cordero al curry, arroz con gambas, ensaladas, filete de buey para Adrián. Nos trae de regalo pan indio, recién hecho por ellos mismo, que está insuperable. Charlamos un rato con él, y nos cuenta que de España sólo conoce Barcelona, y que le encantó. Dice que los italianos no son buenos, que los españoles son más simpáticos. Supongo que estará quemado de pagar impuestos, o de que le traten mal, no lo sé. En cualquier caso es muy amable con nosotros, y su local es muy recomendable. “Ristorante Taj Mahal, Cucina tipica Indiana, via Calatafimi, 6/a (zona piazzale Garibaldi), Tel.030.2403502.” Sobre Bérgamo hay dos páginas muy interesantes en: 1- muy completo, con fotos y visita virtual en www.bergamotour.it/it/index.htm 2- Pagina oficial del ayto de Bérgamo www.comune.bergamo.it/ ...epage.aspx Etapas 4 a 6, total 7
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