Objetivo Birmania ✏️ Blogs de MyanmarBajo este título, escrito bajo un ataque de originalidad sin precedentes, describimos nuestro viaje durante dos semanas por Myanmar, visitando el lago Inle, Mandalay, Bagan, para llegar finalmente a Yangon.Autor: Nachingo Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (6 Votos) Índice del Diario: Objetivo Birmania
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Etapas 1 a 3, total 14
El inicio no fue el que estábamos esperando. Dos días antes de nuestra salida había habido un accidente de Emirates en Dubai, con quien nosotros volábamos. El aeropuerto operaba a medio gas y tenía continuas cancelaciones y retrasos. Confiaba en que no nos afectara a nosotros en gran medida, pero no fue así. Al llegar a la puerta de embarque nos informaron de que el vuelo estaba retrasado media hora. Bueno, media hora no es para tanto. A la media hora nos lo retrasaron otra media. Luego otra media, y luego hora y media. Al final el personal de tierra nos dirigió a una cafetería a tomar un sándwich y una bebida. Por fin, tras más de cinco horas de retraso, el vuelo despegó. Teníamos tres horas para hacer escala en Dubai y lógicamente, y después de la experiencia del año anterior, habíamos perdido toda esperanza de poder llegar a tiempo. Afortunadamente volábamos en un moderno Airbus A380, que por el módico precio de 1$ ofrece conexión a internet. A medida que nos acercábamos a destino pude comprobar que el vuelo de enlace también estaba retrasado y llegaríamos a tiempo. Así fue. El personal de tierra de Emirates nos esperaba a pie de escalerilla, y nos llevó prácticamente de la mano de un avión a otro, no tardando más de tres cuartos de hora desde que aterrizamos hasta que volvimos a despegar. Solventado ya el primer problema, teníamos claro que aunque nosotros habíamos llegado a tiempo, era imposible que nuestras maletas volasen con nosotros. Las prioridades iban cambiando. Ahora la siguiente preocupación era llegar al tercer vuelo. Volábamos esa misma tarde (ya la tarde del sábado 6 de agosto) a las tres de Yangon a Heho, para comenzar nuestro recorrido directamente en el Lago Inle, sin pasar por Yangon. El vuelo aterrizó a las dos, y aunque pasamos rápidamente el control de visado (por cierto, la visa on line funciona genial) y el de aduanas, como nos tuvimos que quedar hasta el final para comprobar que nuestro equipaje no había llegado y presentar la correspondiente reclamación, no llegamos a tiempo. Nos pasamos por la terminal de vuelos domésticos para comprobar que no teníamos más posibilidades de volar esta misma tarde ni al día siguiente a primera hora, ya que habíamos quedado a las ocho de la mañana con nuestro barquero para empezar el recorrido en el lago. Lo bueno que tiene ir con el viaje organizado es que pierdes menos tiempo en buscar hoteles, reservar excursiones… lo malo es que pierdes cualquier flexibilidad. Si no estábamos al día siguiente en Nyaung Shwe nos tocaba, o bien perder un día del lago o bien descabalgar toda la planificación, anular reservas, guías…
Como uno es bastante previsor, y teniendo en mente esta circunstancia, por si acaso habíamos comprado a través de Oway también un billete de autobús nocturno, así que tras descartar todas las posibilidades en avión nos cogimos un taxi comunal hasta la estación de autobuses. Aquello es como otra ciudad independiente, enorme, con distintas calles según los destinos y compañías. Aprovechamos para coger alguna provisión para pasar las once horas de trayecto que nos esperaban desde las seis de la tarde hasta la hora prevista de las cinco de la mañana. Es cierto que en el autobús hacía bastante fresco, pero no resultó desagradable. Para mí fue suficiente taparme con la manta que proporcionan. Como a las nueve hicimos una breve parada para cenar en una especie de área de servicio, donde nos tomamos nuestra primera cerveza Myanmar. Luego hicimos un par de paradas más para que la gente estirara las piernas (por decirlo finamente) y a las cinco en punto, tres minutos después de que un par de mozalbetes entraran en el autobús a vender las entradas para el lago, llegamos por fin a Nyaung Shwe. Llegamos muertecitos del to, así que cogimos un mototaxi para que nos acercara lo más rápido posible a nuestro alojamiento, Zawgi Inn. Gastos del día: Cambio en el aeropuerto a 1.315 K/€. Café: 1.000 K. Taxi a la estación de autobuses: 10.000 K. Compra comida para el viaje: 13.800 K. Cena en bar carretera: 6.500 K. Entrada en Inle: 12.500 K. p/p. Mototaxi al hotel: 3.000 K. p/p Etapas 1 a 3, total 14
Me desperté sobresaltado y miré el despertador todavía con los ojos medio cerrados. Mierda! Nos hemos quedado dormidos! Era lo menos que nos podía pasar después de tanto cansancio acumulado. Habíamos quedado con el barquero a las ocho y eran las nueve y cuarto. Salí rápidamente por si el hombre seguía esperando, pero qué va, lógicamente se había marchado. La chica de recepción no sabía si iba a volver, pero me cuenta que le ha dejado la tarjeta, por si acaso. Así que le llaman por teléfono y el hombre se presenta en cinco minutos. Nos damos una ducha rápida como podemos y sin desayunar nos vamos con el hombre. Nos lleva al embarcadero y allí comienza nuestra andadura por el lago Inle. Bueno, realmente comienza nuestra andadura por el canal que conecta Nyaung Shwe con el lago Inle. Recuerdo un sentimiento de felicidad, de por fin estar en el lugar deseado pese a todas las vicisitudes, y poder disfrutar de un poco de tranquilidad.
Con nuestro barquero pudimos comprobar una de las características de los birmanos: su afición al betel. Tal y como había leído en el foro, justo donde el canal desemboca en el lago, había un par de barcas con dos individuos tirados sin pegar palo, que en el momento que nos vieron llegar se pusieron a hacer el paripé con el remo y las redes. Ni me molesté en sacar la cámara. Más adelante tuvimos la oportunidad de ver a verdaderos pescadores con las redes o recogiendo algas. Pese a que en el correo habíamos pedido a la agencia que no queríamos visitar tiendas, nuestra primera parada fue en una fábrica de seda, extraída no del capullo del gusano de seda, sino del loto. Estuvimos un rato por la tienda y a la salida le dije al guía que no queríamos visitar más tiendas. - Entonces no quiere ir a la fábrica de cigarros? - No. - Y tampoco quiere ir a la fábrica de canoas? - No, tampoco. - Y a ver a las mujeres de cuello largo? - No, ahí tampoco quiero ir. (más que nada porque no me gusta que se les trate como atracciones de feria). - Pues entonces, dónde quieres ir? - Ah, pues tú sabrás, que eres el guía… Como se quedaba sin hacer nada le dije que si al mercado, y me dijo que ya no era posible, demasiado tarde, que el mercado era de 7 a 10 y que como nos habíamos quedado dormidos pues que ya nada. Tampoco es que nos importara demasiado, pero bueno, no hubiera estado mal. Yo le insistía que a Inthein, pero él me decía que más tarde. Así que sin muchas más alternativas nos dirigimos a la pagoda Phaung Daw Oo, donde se conservan cinco figuras de buda que han dejado de ser reconocibles como tales por estar totalmente cubiertas de pan de oro. Por primera vez tuvimos que hacer el gesto que tantas veces repetiríamos a lo largo del viaje, descalzarnos para entrar en la pagoda. La gente estaba allí a lo suyo, rezando, sin preocuparse de las dos parejas de extranjeros (nosotros y un matrimonio alemán mayor) que deambulaban por el recinto. En los bajos de la pagoda hay un mercado, casi todo de longis, el vestido típico de Birmania, en el que los vendedores apenas te insisten. Así a lo tonto se nos había hecho la hora de comer. El barquero nos llevó por una red de canales hasta el restaurante que le pareció, que nos gustó bastante. Eran una serie de cabañitas construidas sobre el agua y conectadas entre sí por pasarelas, desde donde se veía a la gente pasar en sus barquitas. Ahí estuvimos contemplando un poco la vida del lugar. Ahora ya sí que pusimos rumbo a Inthein, a donde se llega a través de un canal con varias represillas. Solo hay un sitio para pasar, de manera que si venía alguien de frente, como nosotros íbamos contra corriente no teníamos preferencia, le dejábamos pasar. Hasta llegar a la pagoda de Inthein hay que recorrer un largo camino con una pendiente suave, sotechado, lleno de vendedores, que parece que no vas a llegar nunca. Pero llegas, y las vistas merecen la pena. A estas horas del día las baldosas ya quemaban, así que con el cansancio acumulado tampoco nos entretuvimos demasiado tiempo. Lo justo para disfrutarlo. Como anécdota, dentro del edificio principal, al lado de uno de los budas, tenían una televisión puesta con un combate de tailandés. Y los monjes viendo el combate. Me resultó curioso. El camino de vuelta se hizo más rápido que el de ida debido a la corriente favorable, y nos dirigimos a la última parada del tour, el monasterio del gato saltarín, Nga Phe Kyaung. En el monasterio había bastantes gatos, pero ni saltaban ni nada. También había varias estatuas de madera de buda, de las más antiguas que veríamos en el viaje. Y por supuesto, las correspondientes tiendas, donde ya, después de tantas ocasiones perdidas, algo tuvimos que comprar. Desde aquí ya pusimos rumbo a Nyaung Shwe, donde llegaríamos a las cinco de la tarde. No quiero imaginar qué habría pasado si hubiéramos hecho todas las visitas a las fábricas y tiendas. Tras pagar al barquero y seguir sus indicaciones, nos acercamos a la agencia de viajes, para saludar y presentarnos. Nuestro barquero llegó antes que nosotros, y resultó ser el 7º hermano de la familia (no sé si sería el séptimo hijo de un séptimo hijo), mientras que el dueño era el sexto. Antes de marchar al hotel pasamos a reservar un masaje en la casa de la familia Win. La señora andaba ocupada en ese momento y nos dio hora para las ocho. Ya en el hotel descubrimos que de las maletas no había noticias así que estuvimos descansando un rato hasta que se hizo la hora del masaje. Cuando llegamos estaba todo cerrado. Apareció un hijo de la familia y nos dijo que a las ocho se cierra, y que para el día siguiente. Le dijimos que nos habían dicho que a las ocho pero no hubo manera. Así que nada, a cenar al Live Dim Sum House, que nos pillaba justo al lado del hotel. La cena estuvo bastante bien, en un sitio tranquilo y agradable. No nos entretuvimos mucho, nos esperaba nuestra primera noche completa en cama desde había bastante. Gastos del día: Sombrero: 3.000 K. Permiso cámara en pagoda: 500 K. Comida: 5.000 K. Ropa: 18.000 K. Excursión en la barca: 20.000 K. Cena: 12.200 K. Etapas 1 a 3, total 14
A las ocho, puntuales, nos esperaban de la agencia para llevarnos a Kakku. Una persona con un inglés más que correcto nos presenta a su sobrino, que va a ser nuestro chofer el día de hoy, y mañana para llevarnos al aeropuerto. El inglés del chaval era justito justito, pero luego resultó ser muy competente y prudente. Tras una hora aproximada de camino hacemos un alto en la ciudad de Taunggyi, la capital del estado Shan donde nos encontramos. Allí, en la oficina de Turismo, pagamos las tasas de entrada y cogemos a nuestro guía de la etnia Pa-O (ellos pronuncian po), un chaval muy simpático y con un buen nivel de inglés, que según vamos saliendo nos comenta algo de Taunggyi, de sus seis universidades (en realidad son facultades), institutos, colegios… Tenemos la suerte de que coincidimos con un mercado de ganado que hay en la salida, que se celebra una vez cada cinco días, y se acercan de los alrededores a vender y comprar. Nos gustó bastante el ambiente.
De camino a Kakku el guía nos fue contando características de los Pa-O, como que el color tradicional de las vestimentas es negro o azul muy oscuro, y que en cambio los Shan visten de muchos colores, pero que ellos las toallas de la cabeza las pueden llevar de más colores que los Shan. Que esta toalla de la cabeza simboliza la cabeza de un dragón, de quien creen que descienden… así nos fue amenizando hasta que llegamos a Kakku al cabo de hora y media desde Taunggyi. Paramos a beber un poco de agua fresca en un restaurante que hay frente a la entrada a Kakku, y luego ya nos dirigimos al que para mí era uno de los puntos mágicos del viaje, que no me decepcionó en absoluto. El guía nos iba explicando los distintos tipos de pagodas, los adornos, los personajes que aparecían. Mientras, algunos locales nos pedían hacerse fotos con nosotros, sobre todo con Adela, que debido al percance de las maletas no le había quedado más remedio que comprar ropa local, que le sentaba como un guante e iba guapísima. Tras un rato de explicaciones, y de la famosa imagen frente al estanque, nos dejó un rato libre para deambular por nuestra cuenta. Disfrutamos muchísimo, a pesar de que el calor del día iba arreciando y las plantas de los pies ya se resentían. Íbamos dando saltitos… A la salida el guía nos plantea dos opciones. O comer allí mismo, en el restaurante donde habíamos parado antes, o bien conducir hora y media hasta Taunggyi y comer allí. Como con esta segunda opción se nos hacía un poco tarde, y además nos habían tratado fenomenal en el restaurante, decidimos quedarnos a comer allí. No fue caro y estaba todo riquísimo. Además las chicas eran muy simpáticas. De vuelta en la oficina de turismo el guía nos dejó entrar para conectarnos a la wifi, ya que la del hotel no iba y quería comprobar si tenía algún mensaje del aeropuerto relativo a las maletas. Nada, no había nada. Así que cuando llegamos a Nyaung Shwe sobre las cinco de la tarde, después de llamar al aeropuerto para decir que las maletas no nos las mandasen a Heho (cuando quisiera que apareciesen), sino a Mandalay, donde íbamos a estar tres noches, no nos quedó más remedio que irnos de compras al mercado local. Teníamos que comprar de todo, desde el aseo, ropa interior, camisetas, pantalones… Así gastamos la tarde, de un lado a otro, intentando hacerme entender que quería factura para poder reclamar luego a la compañía de seguros (en muchos sitios me decían que no). Hay que tener en cuenta que la mayor parte de los establecimientos no son tiendas como tal, sino puestos de un mercado. Puestos fijos y cerrados, pero no son una tienda “normal”. Hasta que tuve la ocurrencia de acercarme a la agencia donde habíamos contratado las excursiones. No estaban los dueños, pero el chico al frente se portó de maravilla. Nos acompañó a las distintas tiendas, haciendo de traductor, lo que nos libró de buenos malentendidos. Ya en el hotel prácticamente se nos había hecho la hora de cenar. Otra vez nos habíamos quedado sin el masajito programado. Así que nos encaminamos a uno de los lugares recomendados en tripadvisor, que era el Thanakha Garden. La verdad es que genial. Me comí una hamburguesa que me supo a gloria. Gastos del día: Excursión a Kakku: 45.000 K. Guía Pa-oh y entradas: 13.200 K. Comida Kakku: 10.000 K. Cena (Tanakha): 11.000 K. Etapas 1 a 3, total 14
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