La Beira Interior ✏️ Blogs de PortugalConocemos la zona central de Portugal en una escapada de 4 días.Autor: Suslazaro Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (1 Votos) Etapas 1 a 3, total 4
Con muchas dudas acerca de si podríamos hacer esta escapada, finalmente nos pusimos en marcha decididos a conocer esta zona un tanto apartada de los principales circuitos de Portugal. Vamos huyendo del sofocante calor veraniego de Madrid pues hacía más de 40 grados a la sombra. Estábamos a mediados de Julio y el plan era alojarnos 3 noches en el Parador Casa da Ínsua en Penalva do Castelo, a unos 80 kms. de la frontera con España por la provincia de Salamanca. Unos amigos nos habían recomendado este lugar que lleva abierto algo así como un año. Es la primera vez que Paradores abre en el país vecino, en una antigua finca de labor en pleno campo con palacio, bodega, quesería, caballerizas, etc... , un coqueto hotel de 5 estrellas. Parador Casa da Ínsua
Pero antes de iniciar el viaje nos informamos un poco, como es habitual, sobre el trayecto y si hay algún lugar de paso en el que podamos realizar alguna parada y aprovechar así el viaje. Antes de nada debéis saber que Portugal hace ya algunos años que modificó su sistema de peajes debido en parte a que nadie pagaba. Al entrar por autopista al país vecino unas cámaras situadas por encima de la calzada toman varias fotos del vehículo y la matrícula queda registrada. Unos kilómetros más adelante los vehículos no portugueses deben dirigirse a un peaje en el que hay que asociar una tarjeta de crédito a ese numero de matrícula. A partir de ese momento todas las veces que entremos y/o salgamos por un peaje no hay que detenerse pero quedarán registrados todos nuestros movimiento que al final de mes nos cargarán en nuestra tarjeta. Este sistema tiene una validez de 30 días. Durante ese periodo podemos movernos por las carreteras de peajes del país sin preocupaciones que todo quedará automáticamente registrado. No hay manera de escapar a la globalización pero algunas carreteras secundarias del país están de pena y se ahorra mucho tiempo usando las autopistas. En nuestro caso, como íbamos desde Madrid el trayecto fue Madrid - Salamanca - Ciudad Rodrigo - Penalva do Castelo. Cruzamos a Portugal por Vilar Formoso y tomamos la A25 que en poco más de 1 hora no llevaría hasta nuestro destino. Decidimos detenernos antes en Ciudad Rodrigo que está a unos 350 kms. (unas 3 horas) para comer y visitar este bonito pueblo medieval que, de otro modo, no nos queda de paso y sería difícil que regresáramos. Fue un gran acierto pues Ciudad Rodrigo es un pueblo precioso y bien conservado. El recinto amurallado en forma de estrella está separado de la zona moderna de la ciudad. Dejamos el coche fuera y nos disponemos a entrar por las enormes puertas que dan paso a la antigua ciudad. La verdad, es una pena que dejen circular coches en el interior del casco histórico pero imagino que los vecinos tienen que entrar y salir de sus casas. Aunque era jueves había mucho trajín y en las fotos veréis la cantidad de coches aparcados y circulando que nos encontramos. Esto deslució un poco la visita. Llegamos a la plaza donde está la oficina de turismo pasadas las 12:00 y ya no pudimos hacer la visita guiada así que cogimos un plano y nos pusimos a recorrer el pueblo por nuestra cuenta hasta la hora de la comida. Ciudad Rodrigo tiene mucho que ver pero lo más importante es la Catedral, el Castillo (Parador de Turismo), la plaza mayor y sus bien conservadas murallas. Hay muchas otras iglesias, plazas y casonas pero en 2 horas nos dio tiempo a ver bastante. También existen algunos museos interesantes pero no teníamos suficiente tiempo. Lo que sí os recomiendo es que os acerquéis a la oficina de correos para ver la magnífica escalera decorada y los techos artesonados que se conservan en el interior del edificio. La catedral es verdaderamente impresionante tanto en tamaño como en estilo. El claustro es maravilloso con de un gótico magnífico y los detalles del interior del templo, algunas capillas o la sillería del coro son fabulosos. Os recomiendo que deis un paseo por lo alto de las dobles murallas donde encontraréis algunos cañones dispuestos para atacar al enemigo y ver la brecha que dejaron las tropas francesas que fueron las únicas que lograron entrar en Ciudad Rodrigo tras un largo asedio. El paseo por las murallas desde la Catedral os llevará hasta el Castillo, hoy en día Parador Nacional, que tiene un particular encanto y al que podréis acceder libremente. Bajad a los jardines desde los que tendréis unas bonitas vistas sobre el río Águeda y recorred las zonas comunes. Si os animáis podéis subir a la Torre del Homenaje, punto más alto desde el que se domina toda la zona. Informaos de los horarios en el propio Parador, creo recordar que costaba 3 euros. El calor estaba apretando en la meseta y buscamos una terraza a la sombra donde poder sentarnos a comer. No os digo nada del lugar donde comimos porque la comida no fue nada memorable pero al menos descansamos y cargamos pilas para continuar nuestro viaje hasta Penalva do Castelo y alojarnos, por fin, en el Parador de Portugal. Nos quedaba sólo 1 hora y media hasta allí. Esta zona de Portugal queda muy cerca de la frontera con España. Etapas 1 a 3, total 4
Cansados tras un largo día de viaje llegamos al hotel, Parador Casa da Ínsua. El lugar en el que se encuentra es inmejorable. A unos 20 minutos de la salida de la autopista A25 en una finca rodeada por todo tipo de árboles frutales, varios jardines, piscina, bodega y el palacio que ha sido magníficamente restaurado. Hacemos el check-in y nos muestran un poco por encima cómo está dividido el hotel. Menos mal, porque seguro que nos habríamos perdido. Es inmenso. Pasamos por unos pasillos y salas con su decoración original repletos de cuadros y antigüedades, dejamos a un lado el comedor, la terraza, las cocinas y llegamos a un patio en torno al que se han distribuido las habitaciones. Confortables, decoradas con gusto y bien equipadas, la nuestra tiene vistas a la entrada principal, un sombreado patio con una fuente en el centro donde se pueden estacionar los coches.
Más tarde exploraremos con tranquilidad el edificio. Echamos la siesta y aún nos queda tiempo para ir hasta la piscina. Hay que salir por la parte trasera y seguir las indicaciones. Han construido la piscina en una pradera junto al huerto y no hay prácticamente nadie. Cuenta con servicio de toallas, hamacas, sombrilla y servicio de bar. Y así pasamos la tarde hasta que nos acordamos que hay que cenar. El restaurante del parador cuenta con un buen restaurante que ofrece platos a la carta pero también un menú. Elegimos el menú (bastante caro 35 euros/pax). Aquí descubrimos los quesos de Serra da Estrela, deliciosos, y los vinos con denominación de origen Dao, buenos caldos. El menú consistía en: - Carpaccio de pulpo con queso - Bacalao al horno en cama de cebolla - Cordero a la parrilla con esparragado de verduras - Tarta de requesón con helado de canela Deciros que estaba todo delicioso pero las cantidades dejaban un poco que desear, especialmente el cordero, que era una pequeña tajada con muchas verduritas. Si sois comilones os quedaréis con hambre. Fue la única comida que hicimos en el restaurante pues por ese dinero en Portugal te puedes dar un festín en cualquier restaurante, como veréis después. Los precios del Parador van en consonancia con los de España no con los del país luso así que desde ese momento tomamos la decisión de hacer el resto de comidas fuera excepto el desayuno que estaba incluido en el precio del alojamiento y era fantástico. Con una sensación agridulce nos fuimos a la cama. Por la mañana pedimos información en la recepción del parador sobre qué lugares quedaban cerca para poder visitar y nos dimos una vuelta por las instalaciones del hotel que son muchas y que aún no conocíamos. De estilo Barroco el palacio sólo dispone de 35 habitaciones y ha mantenido muchas dependencias en su estado original como los salones que dan a la galería y que conservan su decoración interior repleta de muebles exóticos de maderas diferentes. Las antiguas cocinas o la escalera señorial también mantienen su estructura. Descubrimos además una pequeña capilla, un gimnasio, una sala de juegos... En el exterior cuenta con una tienda en la que venden productos elaborados por ellos mismos (quesos, aceites, vinos, loza...), una antigua herrería con todos los aperos que se usaban antaño, una bodega, dos jardines de muy distinta índole (el francés, con sus parterres de flores y setos bien cortados y el inglés, con sus enormes árboles). Poco después, pusimos rumbo a Viseu, la ciudad más grande cercana a nuestro alojamiento. Nada más llegar allí (una media hora de coche) nos sorprende ver el bullicio de gente y tráfico. Enseguida encontramos aparcamiento en la zona controlada por la ORA y sacamos un ticket para 4 horas. El casco histórico está en la parte alta y las cuestas son considerables además de que nos lleva un tiempo orientarnos. Por fin localizamos una puerta de acceso que debía formar parte de la muralla de la ciudad. Enseguida estamos a la plaza donde se encuentran la catedral y la iglesia de la Misericordia, en la parte alta de Viseu. No vemos la oficina de turismo por ninguna parte aunque hemos visto señales que nos indican que está por aquí. Está un poco escondida. Hay que cruzar la plaza y bajar unas escaleras que salen a mano izquierda y está en ese mismo edificio pegado a las escaleras. Al estar más bajo no se ve desde la plaza. Pero lo primero es lo primero, entrar en la catedral que es de un estilo un tanto diferente al que estamos acostumbrados a ver en España. El acceso es gratuito. Lo que más llama nuestra atención es la sobriedad de su claustro. Es difícil saber en qué estilo se levantó la catedral pues ha sufrido enormes cambios a lo largo de los años pero su silueta domina la plaza del Atrio y se asemeja a una fortaleza medieval. En el interior destaca la decoración de azulejos azules y blancos de algunos de sus muros, típica de Portugal. Justo enfrente se halla la blanca iglesia de la Misericordia del S. XVIII y su escalinata. Forman un armónico conjunto en la plaza. Rodeamos la plaza y nos adentramos en el entramado de callejuelas dispuestas en un orden caótico. Todas ellas estrechas pero repletas de pequeños comercios y de gente que las recorre. Nos topamos con algunos rincones de sabor popular y con casas de estilo medieval, barroco y renacentista que forman una curiosa mezcla que a mi me resulta encantadora. Regresamos a la Plaza del Atrio a tomarnos un café en una terraza, a la sombra y nos cobran por una lata de coca-cola y un café 1,80€, totalmente alucinados. Al lado mismo de la catedral se encuentra el Museo Nacional Grão Vasco, al que no entramos pero que alberga pinturas de gran valor así como esculturas, joyería, numismática, etc. Parece interesante. Seguimos recorriendo la ciudad hasta llegar a la Casa do Miradouro que alberga la colección de restos arqueológicos descubiertos por José Coelho, dicen que tiene las mejores vistas de la ciudad y la entrada es gratuita. Pero aún nos faltaba por descubrir una de las atracciones más chulas de Viseu. Su funicular. Descendiendo por unas escaleras situadas tras la oficina de turismo encontramos la estación donde, en 5 minutos, un pequeño tren cremallera nos lleva a las afueras de la ciudad, cerca del recinto ferial hasta el Campo de Viriato. Es una gozada descender la empinada calle conocida como Calzada de Viriato por entre los coches y después regresar al centro. El funicular es gratuito y sale cada 30 minutos de la estación. A mí me resultó un pintoresco paseo. En las afueras de Viseu el paisaje es muy diferente. Al parque al que nos dirigimos es el lugar en el que estaba situado el primitivo campamento romano donde se fundó la ciudad. Posteriormente servía para guardar el ganado. Hoy en día es una gran circunferencia en cuyo interior ya se han edificado casas pero cuyo perímetro puede recorrerse a través de un sendero elevado lleno de árboles. La estatua de bronce que representa al conocido pastor nos recibe. Dicen los lugareños que Viriato era oriundo de estas tierras y que luchó bravamente contra las legiones romanas en una especie de guerra de guerrillas. Sea como fuere, poco queda ya de la estructura octogonal en la que se supone que se atrincheraban las legiones del Imperio Romano. En un corto paseo recorremos gran parte de ella y regresamos de nuevo al funicular para buscar algún lugar donde comer en el casco histórico. El sitio elegido es una terraza a la sombra del muro trasero de la Catedral, Colmeia creo que se llama. Es la una (hora punta) y se está llenando de gente, pronto no habrá sitio así que cogemos una mesa con mantel de papel y rápidamente nos toman nota de la comida. Mientras esperamos nos ofrecen el exquisito queso de Serra da Estrela. A pesar de que hemos pedido raciones enteras descubrimos que el camarero nos trae medias raciones, afortunadamente. Sería imposible acabarse toda la comida que te ponen en Portugal, son exagerados. Pero de verdad, que los camareros tienen buen criterio. Nos traen un inmenso guiso de judías con arroz acompañado de una ensalada - el plato de barro parecía no tener fondo - y un plato combinado de carne de cerdo con patatas fritas y arroz que me costó terminarme (y eso que eran medias raciones) todo ello con agua, pan y 2 cafés más el aperitivo previo. La cuenta fue de 17 euros. Igualito que la cena de la noche anterior, vamos!! Una y no más, Santo Tomás. Con muy buenas sensaciones regresamos al hotel para dormir la siesta y disfrutar de la piscina hasta la noche. Salimos a explorar los alrededores sobre las 20:00 ya que en Portugal se cena temprano y vemos que en Penalva do Castelo no hay mucha oferta hostelera. Algunos restaurantes incluso están cerrados por vacaciones. Recuerdo haber visto un sitio bastante grande en la misma salida de la autovía A25 , en Mangualde. Hasta allí nos vamos y vemos que tiene una pinta estupenda. Está lleno de lugareños y tanto el ambiente como la comida nos convencen. Nos esperaba el festín del viaje en el restaurante Cascata de Pedra. Pedimos un entrante a base de embutidos y queso y 2 medias raciones de bacalao y arroz de marisco, acompañado de una botella de vino que fue los más caro de la cena. En las fotos no se aprecia bien el tamaño descomunal de los platos pero, a pesar de que comimos los dos muchísimo arroz, no pudimos evitar dejar un poco. Y eran medias raciones. Ni hablar de pedir postre, 2 cafés y listos. Después vimos pasar las raciones enteras para mesas más numerosas y casi me pongo mala de ver tanta cantidad de comida. El servicio muy atento con camareros muy profesionales y la cuenta, de risa (40 euros). Etapas 1 a 3, total 4
La Beira Interior, como se conoce a esta región portuguesa, atesora grandes espacios naturales como la Serra da Estrela, también pequeñas aldeas en las que parece que el tiempo de detuvo hace siglos y ciudades con gran patrimonio artístico y cultural como es el caso de Guarda. La ciudad se encuentra relativamente cerca de la frontera con España, a unos 40 kms y su nombre significa "protector".
Con sus 1056 metros de altitud Guarda ostenta el título de la ciudad más alta de Portugal aunque también es conocida como la "ciudad de las cinco F": Farta, Forte, Fria, Fiel y Formosa - abundante, fuerte, fría, leal y hermosa. Aquí es donde pasamos nuestro tercer día. A pesar de que se encuentra algo alejada de nuestro alojamiento ( una hora) queremos aprovechar para descubrir esta bella ciudad medieval. Visitar su centro histórico os llevará tiempo pues posee varios lugares destacados. Mi recomendación es que os dejéis llevar por vuestros pies y recorráis sus estrechas calles en las que encontraréis murallas, torres, casonas, varias iglesias, la judería o los restos del castillo que defendía la ciudad. Su recinto histórico de época medieval, fundado por Sancho I, rey de Portugal en el siglo XII, se conserva bien a pesar de haber sufrido muchos cambios a lo largo de su historia. Accedemos al centro histórico de Guarda a través de la Puerta y Torre de los Herreros, una de las dos torres del recinto amurallado que aún se conservan en pie a través de la cual llegamos hasta la Plaza de Luís de Camões, la antigua Plaza Vieja de Guarda que alberga los edificios administrativos más importantes como el ayuntamiento y lugares religiosos, como la catedral o Sé. La plaza tiene un verdadero sabor popular con edificios tan notables como el Solar dos Póvoas, una casa noble del siglo XVIII con una bellísima galería en su primer piso que actualmente es la oficina de turismo. Otra construcción destacable de la plaza son los antiguos Paços do Concelho, el viejo ayuntamiento del año 1570 con su fantástico pórtico de estilo renacentista y sus blasones que representan el escudo de armas de la ciudad y del reino. La parte superior del edificio está coronada por gárgolas en forma de cañón con esferas armilares y urnas. No os marchéis de la plaza sin tomar algo en las terrazas bajo los arcos del siglo XVI, es una delicia. La visita a la Sé de Guarda es parada obligada sobre todo porque os permitirá subir a las torres y tejados desde donde se obtienen unas vistas privilegiadas de la ciudad. La construcción de la catedral comenzó en el año 1390 pero no fue finalizada hasta principios del s. XVI por lo que los estilos gótico y manuelino se mezclan en ella dando lugar a un conjunto muy armonioso. Desde lo alto de sus muros se pueden admirar pináculos, aguja y sus gárgolas. En el interior destaca el altar mayor con unas bellísimas esculturas en piedra de João de Ruão que representan personajes del Antiguo y el Nuevo Testamento. Salimos de la plaza para dirigirnos a otro de los accesos amurallados de la ciudad, la Puerta d'el Rey que nos acerca al barrio judío. Os recomiendo visitarlo con calma prestando atención a todos los detalles y símbolos hebreos grabados en la piedra. La judería de Guarda llegó a albergar una comunidad de más de 800 judíos provenientes principalmente de nuestro país en el siglo XV. Allí nos encontramos con la Iglesia de San Vicente, hoy una reconstrucción de la original de estilo barroco con su bonita fachada y sus dos torres. La calle Francisco de Passos o calle Derecha era el eje principal de la ciudad medieval y estaba repleta de comercios. En vuestro recorrido descubriréis bonitas fachadas con gárgolas de cañón y alguna ventana manuelina adornada. Al final de la calle os toparéis de nuevo con la muralla y un bonito mirador. La calle del Torreón os llevará a la Torre Vieja, los restos de un primitivo castillo románico ubicado en un antiguo complejo militar muy cerca de la muralla y de la Puerta de la Hierba del siglo XIII. A poca distancia, pero ya extramuros, se halla la monumental Iglesia de la Misericordia de estilo barroco con una espléndida fachada. Continuando por esa misma calle se encuentra el antiguo Palacio Episcopal y Seminario de Guarda del s. XVII en estilo Chão (un estilo arquitectónico portugués de formas austeras) donde volvemos a ver gárgolas con forma de cañón. Hoy en día está ocupado por el Museo de Guarda y el Palacio de la Cultura. Aparte de las que nos ofrecen los tejados de la catedral las mejores vistas de Guarda se obtienen subiendo a los restos de la fortaleza defensiva llamada Alcáçova, un palacio fortificado del s. XIII donde residía el alcalde con su familia y servía también de acuartelamiento militar. Sólo ha quedado en pie la Torre del Homenaje y constituye el punto más alto de la ciudad. Tras una rápida comida volvemos al Parador a descansar del calor tan terrible en la piscina del hotel. La cena fueron un par de bocadillos en la terraza del parador porque estábamos agotados de la visita a Guarda. Etapas 1 a 3, total 4
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