BALI EN 7 DÍAS - RUTAS Y CONSEJOS PRÁCTICOS ✏️ Blogs de Indonesia

Al día siguiente el sol volvía a lucir radiante y después del desayuno del hotel estábamos listos para seguir con nuestras rutas.

Si ayer fuimos dirección norte hoy tiraríamos más hacia la zona este de Ubud.


1- Pueblo de Penglipuran


El pueblo de Penglipuran es una villa tradicional donde las costumbres ancestrales de Bali se han mantenido inalterables. En el pueblo casi todos son familias, tradicionalmente vivían de la agricultura aunque ahora también viven de lo que pueden venderle a los turistas.
El pueblo está muy cuidado y es básicamente una calle principal con viviendas tradicionales a los lados.

Tuvímos la suerte de que nuestro conductor se encontró con una señora del pueblo y esta accedió a enseñarnos su casa. La verdad que fué una experiencia inolvidable porque la imagen que dá el pueblo por fuera, todo tan cuidadito y con sus flores y farolas a los lados de la calle no tiene nada que ver con la realidad de las casas por dentro. La casa era un complejo de pequeñas construcciones cuadradas donde apenas había una cama de palo y una hoguera en el suelo. Había también una porquera con dos pedazo de cochinos que debían ser los que mejor vivían de toda la casa.


Después de ver donde vivían la señora de la casa sacó unas cuantas cosas por si queríamos comprar algo, pero era ropa super chunga del estilo de la que puedes encontrar aquí en cualquier bazar chino. Después no invitó también a comer unas cosas moradas, nuestro conductor nos explicó que era un dulce típico de allí, le echó un poco de coco picado por encima y se comió una, así que nosotros cogimos una cada uno y nos lo comimos también. El dulce era líquido por dentro y estaba buenísimo, seguramente lo mejor que comimos en todo el viaje por Asia. Cuando lo mordías te explotaba todo el líquido en la boca y era un sabor increíble. Luego el conductor nos dijo que esas bolas eran en realidad patatas pequeñas! Las hervían durante no sé cuanto tiempo y luego las preparaban de esa forma tradicional. Nadie lo hubiera dicho por el sabor que tenían.


2- Bosque de Bambú


Junto a la villa tradicional está también el bosque de bambú que la verdad merece la pena la visita porque en Europa no hay nada parecido. Como quizá sabeis, los asiáticos usan el bambú para todo, construcciones, utensilios de cocina, cestas…
Las cañas del bambú son enormes y nacen en grupo a partir de una base común. Son tan altas y frondosas que apenas deja pasar la luz del sol y el viento al pasar entre las cañas esas enormes suena de una forma muy especial, difícil de describir.


3- Templo de Pura Kehen


De vuelta al coche y de camino a nuestro siguiente destino, nuestro conductor nos comentó que sabía de un templo cercano en el que iba a haber una ceremonia y que si preferíamos pasar por allí podíamos hacerlo.

Al llegar nos sorprendió muchísimo la diferencia entre ver los templos como siempre los habíamos visto a verlos engalanados. Las estatuas que hay por todos lados las visten con ropas tradicionales de diferentes colores: rojo, amarillo, azul… y les ponen barritas de incienso por lo que te dá una visión de como debían ser los templos antiguos cuando los usaban para las ceremonias.

Tenía unas escaleras bastante largas y arriba estaba el templo. No pudimos entrar a lo que era la ceremonia por respeto pero desde fuera se veía bien lo que ocurría en las diferentes partes del templo ya que las construcciones no tienen paredes.

Las mujeres cargaban grandes ofrendas de frutas y arroz en la cabeza y en la zona central del templo tres hombres recitaban fragmentos su libro sagrado que la verdad no sé cual es.




4- Cataratas de Tegenungan


La última parada fue en las cataratas de Tegenungan. Hay que darse un paseito corto hasta llegar hasta ellas aunque con el calor que hacía a esa hora se hizo un poco largo, especialmente cuando nos tocó subir luego.

Las cataratas son bastante bonitas aunque a nosotros nos cuadró que había un montón de chavales del ejército que los habían llevado allí en autobus a que disfrutaran un poco y estaban bastante llenas de gente. Echamos unas fotos, nos mojamos un poco los pies y la cabeza y nos volvimos para el hotel porque estábamos cansadillos ya.

En el hotel nos pegamos un baño en la piscina que fue la gloria y luego pedimos algo para comer.

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El tercer día nos lo tomamos un poco más a nuestro aire y decidimos no coger ningún conductor. Como teníamos el hotel a las afueras de Ubud, decidimos alquilar una moto por 4€ al día. La moto era una scooter más básica imposible y cuando le preguntamos al chaval del hotel por el seguro fué como preguntarle por la teoría de la relatividad especial, ni pajolera idea.

La verdad que yo no conducía una moto desde los 15 años pero nos volvimos un poco locos y decidimos alquilarla. Al principio no sabía ni arrancarla hasta que otro turista que salía del hotel me vio luchando con ella y me explicó como se hacía. El primer viaje lo hice yo solo mientras María esperaba en la puerta del hotel a ver si volvía de una pieza y ya luego la monté a ella y fuimos bien. Un poco acojonados pero la verdad que la experiencia mereció la pena. Perderte por las carreterillas aquellas fué una gozada aunque unos días más tarde cuando fuimos al sur empezamos a ver a bastante gente escayolada...Yo creo que lo de la moto está bien si estás de andar con ella pero sin meterte en lo que es el tráfico denso y loco del sur de la isla o de los alrededores de Ubud.

Cuando ya nos habíamos dado una vuelta fuimos a Ubud a comer. Lo mejor de Ubud la verdad es que es su entorno porque lo que es la ciudad tampoco tiene gran cosa. Se ve en una tarde sin problemas.


Fuimos a comer a un restaurante llamado Oka Warung en el que ponen el plato típico que es cochinillo asado. Peeero no espereis nada parecido a lo que comeríais en España, esto era el cochinillo en hebras con patatas. No estaba malo aunque tampoco nos pareció nada especial. Nada comparado con cuando parábamos en Segovia y nos poníamos hasta las cejas de cochinillo y para bajarlo tu buena botella de vino. El sitio es un restaurante con mesas grandes.

Seguimos dando otro paseo por Ubud y compramos algunas cosas que necesitábamos como pilas y más repelente de mosquitos y luego nos dimos otro paseo en moto, llegamos otra vez a los arrozales de Tegalalang y luego de vuelta al hotel tempranito a tirarnos a la bartola.

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Al día siguiente volvimos a contactar con routive.com, la empresa de conductores/guia y nos fuimos a Lovina. No queríamos madrugar y además aprovechamos también el viaje para hacer paradas por el camino por lo que llegamos a lovina a media tarde. Hicimos el check in en el hotel y ya nos lo que quedaba de tarde vagueando en el hotel y paseando por la playa de Lovina.

Nos dijeron que a la mañana siguiente había una excursión en barco para avistar delfines. No recuerdo cuanto pagamos en el hotel por la excursión pero luego paseando por la playa nos lo ofreció un pescado a menos de la mitad. Los delfines había que verlos casi al amanecer por lo que tuvimos que pegarnos el madrugón del siglo y luego la verdad que no nos mereció nada la pena. Había docenas de barcas llenas de turistas acosando a los pobres delfines y no salimos con buen sabor de boca. Fué una turistada máxima y si hubiésemos podido volver atrás nos la hubiésemos ahorrado seguro.

A la mañana siguiente nos recogió un conductor y comenzamos una nueva ruta. Comenzamos por las cataratas de Kroya.


Cataratas de Kroya


Son una pasada, muy poco turísticas pero super guapas. Acuérdate de llevar bañador porque para llegar hasta ellas hace falta darse un paseíto y con el calor que hace en Bali el baño te va a sentar muy bien. Además puedes hacer una actividad que consiste en tirarte catarata abajo como si fuera un tobogán y mola muchísimo la sensación de deslizarse por las rocas, te ponen un chaleco y a tirarse! Al final caes a una poza de agua bastante grande donde se puede nadar un poco si te apetece.
Mercado de Lovina
Cuando terminamos de bañarnos en las cataratas nos fuimos al mercado de Lovina. El mercado es 0 turístico y es un sitio fantástico para ver las diferentes frutas y para curtirte un poco en el noble arte del regateo. Allí probamos algunas de las frutas más ricas que hemos comido, las habíamos estado viendo cada día pero como no sabíamos ni lo que eran no nos habíamos decidido a comprar. Al ir con nuestro conductor él hablaba con los vendedores para que nos las dieran a probar y compramos algunas de las que más nos gustaron como la fruta serpiente (snake fruit) que tiene piel como de serpiente, el rambutan que son una especie de uvas del tamaño de una ciruela o el dorian, que es una fruta riquísima pero que huele a pies que echa para atrás.

Como ya llegaba la hora de comer el conductor nos llevó a una zona de restaurantes muy auténticos y locales. La verdad que era todo baratísimo y muy rico. Pero lo realmente increíble estaba apunto de ocurrir…

Cuando estábamos terminando de comer con nuestro conductor de repente viene la cocinera chillando de dolor con la mano en alto como si se acabase de quemar con aceite. Nuestro conductor se levanta y empieza a masajearle la mano y cada cierto tiempo se llenaba como de energía de la mano y se iba corriendo a la calle a echarla para fuera. Imaginar nuestra cara!! No podíamos cerrar la boda literalmente, flipar es poco! De repente mi mujer que es muy aprensiva, se empieza a marear, se echa corriendo antes de caer redonda y el conductor deja a la cocinera y viene a “tratar” a mi mujer, le empieza a masajear también la cabeza, le ponen hielo y se recupera, nos empezamos a morir de la risa de lo surrealista que era todo. El conductor vuelve con la cocinera y le pone sus anillos, collares etc.

Al cabo de media hora nos dice que ya nos podemos ir, nosotros veíamos a la cocinera aún un poco mal y le decimos que no nos importa esperar un rato más hasta que se mejore del todo, él nos dice que no, que ya está bien y nos vamos. Al salir le preguntamos qué ha pasado, si se ha quemado con aceite y nos dice que no, que lo que ha pasado el que la ha poseído un espíritu malo por no ir a rezar al templo, ahora sí que se nos desencajó la mandíbula! Él el chamán por lo que la ha dejado medio curada, ahora lo que le falta hacer es ir al templo a rezar a la velocidad del rayo! Jeje

Éste tipo de cosas son las increíbles de Bali, por eso es una isla tan distinta y especial dentro de Indonesia, su cultura, tradiciones y creencias son increíbles.

Después de ésta especie de película que acabamos de vivir nos lleva a una de las visitas que más nos encantó en Bali, una villa muy pequeña y humilde en las montañas de Lovina donde sus habitantes viven del bambú, se llama Tigawasa Village. Los habitantes de Tigawasa son considerados lo originarios y más antiguos de la isla de Bali. Ellos hacen su propia interpretación de la religión hindú e incluso hablan un lenguaje distinto al balinés normal.
Allí visitamos una casa local que están construyendo con bambú y vemos a unas mujeres muy simpáticas haciendo los típicos cestos de bambú balineses. Por supuesto nos traemos uno para casa. Nos encanta la visita y poder ayudar un poco comprando algún suvenir a los locales.

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