Empezamos el día desayunando en el hotel, muy bueno, hay platos dulces y salados. Yo me voy pronto para la playa porque me gustaría volver a nadar con los peces. Lo intento, voy a distintas playas, hasta la zona donde se pueden ver las tortugas, pero hay muchísimas medusas. El día anterior había, pero este día era imposible, son pequeñas, pero es como si te estuvieran dando pinchazos todo el tiempo. Nadie se atrevía a meterse en el agua. Además, en un momento me tiré al agua sin darme cuenta de que no había mucha profundidad y me corté la rodilla con los corales, aún tengo la marca, no creo que se vaya. Repito que hacer este viaje para ir a la playa no es lo suyo, para eso tenemos Canarias o el Caribe.
Me voy a la piscina del hotel para nadar un poco. Recogemos todo y nos vamos para el puerto a pie. Os dejo una foto del baño del bungaló porque era una pasada, nos encantó:

Yo había cogido el ferri más tarde para aprovechar el día, pero nos lo cambiaron para más temprano por tema de vientos y de tiempo. También nos cambiaron de compañía y nos metieron en un barco mucho más grande. Había un poco de colapso en el puerto, problemas logísticos, pero no salimos muy tarde, antes de comer estábamos en el puerto de Padangbai, con una única parada en Lombok. Como veis, realmente solo estuvimos un día completo en Gilli Air, lo cual es poquísimo. Para mí, valió la pena el viaje porque me encantó, pero lo suyo sería ir más días teniendo en cuenta lo terrorífico del viaje en lancha.
Al llegar a Padangbai, se desata la locura porque los conductores/taxistas acosan a la gente para llevársela. Se nos arrimó uno y quedamos en que nos llevara al hotel, que no estaba muy lejos, a apenas 20 minutos andando. Comimos algo allí al lado del puerto en un sitio cuya higiene brillaba por su ausencia, pero la comida estaba buenísima. Creo que nos cobró un poco mucho por ese breve trayecto.
Era el Bali 85 Beach Inn, y estaba genial, en medio de la selva y con su piscina. Los empleados no hablan muy bien inglés, así que hablé por teléfono con un chico que nos organizó el traslado al aeropuerto para el día siguiente.
Dejamos las cosas y nos fuimos caminando al pueblo, de donde vinimos con el conductor, para verlo un poco y tomar algo. Padangbai es muy auténtico, poco masificado, el puerto no es gigantesco y no parece que la gente se aloje por allí, ya que hay muy pocos turistas y muy repartidos. Está un poco sucio.

Tomamos unas cervezas en un bar con una terraza al lado del puerto y vivimos un momento surrealista. Había un montón de niños (que por cierto, conducen motos sin casco siendo muy pequeños) torturando a unos gallos que tienen metidos en una especie de cestas de mimbre. Nos contaron que en Bali se hacen muchas peleas de gallos ilegales. Además, el niño más pequeño también jugaba a torturar gatitos recién nacidos, casi no abrían los ojos y él los agarraba del cuello y los lanzaba volando. Había un grupo de americanos a nuestro lado (al menos uno era americano) que se volvieron locos y le sacaron los gatos mientras lo llamaban psicópata. Son muchos contrastes y hay cosas que les deben de parecer normales y a nosotros nos alucinan.

Después fuimos a cenar a otro restaurante que había visto recomendado, Omang Omang. Sí estaba todo muy rico, ambiente muy agradable, happy hour de cócteles y poca gente. Falló el postre, que para eso soy muy sibarita.
Volvimos caminando al hotel aunque era de noche y no había luz. Bali parece poco peligroso, quizás por el talante de la gente, se conoce que es más peligroso para los animales. Os dejo foto de la ducha porque es imperdible lo de la alcachofa al lado del váter sin cortina ni nada, pasaba en más baños. Y tardamos también muchos días en darnos cuenta de que el grifo al lado del váter debe ser la escobilla

