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Calor, día de verdadero calor.

Desde el hotel nos hemos acercado aun centro comercial de la cadena Walmart. De los pocos que conocemos, creo que es el que tiene los precios más contenidos.

Con las bolsas y neveras saciadas, dirección Este, vamos a llegar hasta la entrada sur del pequeño Parque Nacional Joshua Tree.

Entendemos que es un espacio protegido y, por ello, se le enmarca dentro de la categoría de P.N. Como paisaje, diríamos que es una zona semidesértica, árida, con una vegetación escasa o de cactus. No hay corrientes de agua. Hace excesivo calor. Muy similares, muy parecidos, hemos visto y vivido paisajes semejantes en Marroc.

Nos detenemos en el Centro de Interpretación o Centro de Visitantes. Nos facilitan información sobre el parque, lo típico: fauna, flora, pluviosidad anual, cuidados y recomendaciones, etc.

Con admiración y respeto, vamos cruzando este territorio.

Una formaciones rocosas que tengo señaladas en mi mapa, van a ser el lugar donde, a la sombra, podamos comer algo. Un pequeño paseo entre dichas formaciones, y fotos.

Un poco más adelante encontramos el Cactus Garden, donde damos otro pequeño paseo, y hacemos más fotos.

Otra parada en un camping existente entre otras formaciones rocosas y alguna fotomás.

A pleno sol, con el mejor calor existente, llegamos al hotel, a refugiarnos al abrigo del aire acondicionado.

Adormilados, tele, y huevos fritos al estilo casero, para cenar.

Mañana queremos madrugar. Nos espera una larga jornada.

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Madrugón. Nos hemos levantado a las 6:30. ¿Por qué? Porque tenemos por delante 580 km de carretera, amén de varias visitas.

Para las 7:45 ya estábamos en ruta. El paisaje es estremecedor. Un desierto deshumanizado que no da opciones a intentar vivir en sus proximidades. La arena va ascendiendo por las montañas, seguramente arrastrada por el viento. Hoy apenas se nota ese viento, que es permanente, y bastante cálido.

Una zona donde parece que estén extrayendo bórax, con tierras removidas y, de vez en cuando, balsas de agua.

A medida que avanzamos hacia el norte, nos van llamando la atención las casas diseminadas que encontramos a ambos lados de la carretera. Algunas muy alejadas. Algunas son meros barracones, caravanas, autocaravanas, cabañas destartaladas, casetas, etc. Para acceder a la mayoría, sólo existen unos caminos polvorientos, por ello, como consecuencia, en la carreta encontramos grupos de buzones.

Llegamos a nuestro primer destino, Mojave. Recogemos un mapa de lo interesante del Parque y, nos lanzamos a la aventura. Por un sendero bastante bien delimitado y bien señalizado, hacemos un treking o Trail de una milla. Encontramos unas rocas, donde hay grabados unos petroglifos.

Luego serán unas imponentes paredes volcánicas, que asemejan al queso gruyere, porque están repletas de agujeros. Nos acercamos hasta la base de las mismas. Para regresar al centro de interpretación debemos hacer una escalada por una vía Ferrata. Paseo muy interesante.

De vuelta al vehículo, vamos a tomar rumbo hacia Kingman, porque allí queremos encontrar y comer en el restaurante Mr Z'n, típico local ambientado en los años 60.

Tanto el exterior como el interior es espectacular. A la puerta, camioneta con anagrama de la ruta 66. El interior, fotografías de Elvis Presley, Marilyn Monroe, etc. Máquina de tocadiscos de los 60, por supuesto. Los sofás donde nos sentamos, tapizados en rosa, como muchos de los otros elementos del local.

Frente al restaurante encontramos una vieja locomotora de vapor, de esas míticas, que debió recorrer el país de Este a Oeste durante muchas millas. La locomotora Santa Fe 3759. Descomunal en tamaño. La imagino brutal arrastrando vagones.

Al hilo de los temas ferroviarios, según nos encontramos a las puertas del restaurante, mitificando el lugar, observamos varios trenes que pasan a muy escasos metros de donde nos encontramos. La curiosidad nos invade y contabilizamos vagones. En cada uno van cargados dos o tres Containers, y puedo numerar hasta 124.

En la Oficina de Información Turística encontramos información sobre algunos de los parques que vamos a visitar. Bonitas fotos.

Nuevo salto en el viaje hasta Seligman. Pueblo que asemeja un decorado del oeste. Algunos de los carromatos que se exponen, son meras tartanas, desguazados, que no sirven ni para decorado. Una Jail, o cárcel, y otros decorados para película, porque ni siquiera son casas reales.

Visitamos una tienda en la que se vende un poco de todo. Luego accedemos a un restaurante, frente al que hemos aparcado. Decorado al viejo estilo del West. Nos refrescamos un poco con unas limonadas.

Último salto hasta Williams, donde tenemos el hotel. Cehec Inn, cena y a pensar en el día siguiente.

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Intentar ver o captar la magnitud del Parque Nacional del Cañón del río Colorado, es como querer ver de una sola mirada la totalidad de las provincias de Alaba y Gipuzkoa juntas, que disponen de 5034 km².

El parque tiene una extensión de 4.926,66 km², frente a los 2217 km² de Bizkaia, bastante más del doble. Es imposible no maravillarse ante tan excelente y colosal paisaje.

El río Colorado ha conseguido excavar en la meseta del estado de Arizona, una zanja de unos 1300 m de profundidad, e incluso, en algunos lugares, más., hasta los 1500.

Pero no es su amplitud, su grandeza, su dimensión lo que sorprende. Son sus colores cambiantes, sus estratos apilados muy ordenadamente, la posibilidad de entrar en él desde cualquiera de sus miradores. Seguir magnificándolo, sería redundar en la misma idea.

Salimos de Williams después de repostar a 3, 199 $, y en una hora larga nos encontramos en las cabinas de acceso al Parque. El Ranger que nos tocó, amabilísimo y simpatiquísimo. Incluso se esforzó en decirnos algunas palabras de bienvenida en castellano. Mostramos el pase y continuamos otras seis millas hasta el parking número 3, próximo al Visitor Center. Pasamos al interior del Centro, para corroborar las ideas o planes que ya habíamos ideado.

Como consecuencia de ello, tomamos el autobús azul que nos acercará hasta el Village, o barrera. Ahí tomamos el bus rojo, con el que llegaremos a hasta Hermist Rest. Preferimos ir de tirón hasta el final, en vez de ir haciendo paraditas.

Una vez en el destino final, intentamos visionar el Cañón, pero la vegetación apenas permite tener una pequeña idea de lo que hay abajo. Tomamos el bus hasta Prima Print, donde nos apeamos y, donde el espectáculo, comienza a tener lugar. Ante nosotros se abre un abanico de colores, valles, gargantas, farallones, paredes, magnitudes indescriptibles.

Tomamos otro bus, que en esta ocasión no se va a detener en Monument Creek Vista, ni en The Abyss, porque ambas paradas sólo tienen anden a la derecha en la ida, y no en la vuelta, además, en casi todas las paradas, los buses se desvían de la carretera principal, describiendo un bucle, donde pueden girar.

Descendemos del bus en Mohave Point y, ya no vamos a subirnos nuevamente. Hemos calculado las distancias entre los diferentes miradores y, teniendo en cuenta que toda la crestería es horizontal, consideramos que es muy asumible el paseo a modo de treking.

El primer tramo hasta Hopi Point va a ser de 1600 m. Desde ahí hasta Powell Point otros 500 m. Posteriormente hasta Maricopa Point otros 800 m. Otro tramos hasta Trailview Overlook Point serán otros 1100 m. más. Otro tramos hasta Bright Angel Trailhead van a ser otros 800 m. Finalmente descendemos hasta el túnel que hay en la bajada al lecho del Cañón, con otro tramo de otros 300 m.

El espectáculo no perdía su intensidad, ya que tanto la climatología, que estaba resultando excelente por la luz y sol ambiental, favorecían la visibilidad y la percepción paisajística. Como la perfección no existe, debemos apuntar que el viento nos empujaba más de la cuenta en algunos farallones y, las paredes a veces son de varios cientos de metros.

Algo cansados, subimos al bus azul, retrocediendo hasta el Visitor Center. Y ya en el coche, una hora de trayecto hasta el Hotel en Williams. Paseito por el pueblo, alguna compra de recuerdo de la Ruta 66. Regreso al hotel y cena.

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