POR ZIMBABWE Y BOTSWANA, DE NOVATOS EN EL AFRICA AUSTRAL ✏️ Blogs de Africa Sur

Hoy es una jornada de traslado largo que nos llevará más de la mitad de la misma. Nos separan 264 km. de la primera parada que haremos en la ciudad de Bulawayo, por la A-8. Google marca como tiempo de recorrido casi 3 horas. Pero a ritmo de camión nos llevó cuatro horas y media.

Otro madrugón pues hay que desayunar y a las 7 en marcha.
La carretera está asfaltada y en relativo buen estado. Los paisajes que nos van acompañando son similares a los que hemos visto cerca de Hwange, propios de la sabana arbórea. Aunque fueron cambiando poco a poco y ya antes de llegar a Bulawayo la vegetación era mucho más seca, plantas xerófilas y espinosas, ambiente más seco.

Se ven al paso varios poblados. Gente caminando al filo de la carretera. Se aprecian vestidos con sus mejores trajes pues se dirigen a votar. El 30 de julio era un día importante en Zimbabwe.
Muchos ciudadanos van a votar esperanzados de que, tras varias décadas, el sistema de gobierno cambie.

En España, M.A.Exteriores, había un aviso o alerta sobre Zimbabwe precisamente para ese día por motivo de celebrarse dichas elecciones. Cualquier altercado podría ocurrir.

Tras décadas de gobierno totalitario de Robert Mugabe, acompañado de la grave crisis económica de la que el país aún no ha salido, algunos ciudadanos soñaban con un cambio. Mugabe, una vez derrocado, fue sustituido por Emmerson Mnangagwa que es del mismo partido del gobierno, el ZANU-PF y con la misma ideología. En la oposición Nelson Chamisa del MDC. Bulawayo tiene mayoría de ciudadanos contrarios al partido oficialista.

Había una parada de una hora prevista en la ciudad de Bulawayo. Cuando la cruzamos por una de sus avenidas centrales, el ambiente de la ciudad parecía totalmente normal. Así que la parada se llevó a cabo.
Paramos en la Leopold Takawira Ave, frente al Centenary Park, el cual atraviesa. Teníamos una hora.

Muy cerca de dónde paramos, dentro del parque, estaba el Museo de Historia Natural de Zimbabwe. Es uno de los museos más importantes del país y de Africa del Sur. Comprende impresionantes exhibiciones y valiosas colecciones de arqueología, paleontología ….. Pero para una hora que estábamos en la ciudad no era cuestión de pasarla en un museo, ni hubiera dado tiempo. Además de que casi todo estaba cerrado, como pudimos comprobar.
Tan solo de dar una vuelta por sus calles centrales y ver el ambiente.

La gente deambulaba con total normalidad. En un edificio gubernamental de color blanco había dos grandes colas ordenadas de la gente que quería votar. Un gran edificio columnado blanco con torre central que tiene en sus exteriores grandes árboles. Me parece que era el ayuntamiento, situado en la gran avenida Leopold Takawira. Nuestro corto recorrido por Bulawayo discurrió por esta calle central y algunas perpendiculares.

Grandes avenidas con aceras de adoquines gruesos. Los comercios, bancos, tiendas varias, supermercados, permanecían cerrados con motivo de las elecciones. Si bien algunas tiendas de snacks y comida rápida así como algún supermercado pequeño, estaban abiertos.

En nuestro corto recorrido pudimos apreciar algunos edificios coloniales de arquitectura victoriana, bastante bonitos que albergaban, la mayoría, algunos comercios, oficinas bancarias y, por ejemplo, La National Gallery de Zimbabwe.

La gran mayoría de los zimbabuenses son gente amable, educada y con una sonrisa en la boca. Pudimos apreciarlo días antes con el personal del Ivory Lodge y lo sentimos de nuevo en esta ciudad, en nuestra tarea de buscar unos baños que a simple vista no existían.
Lo mismo en un pequeño supermercado en una calle lateral en el que nos acercamos a comprar algunas cosillas.

Con motivo de la grave crisis económica que el país tuvo que soportar (de la aún no han podido salir) se produjo una hiperinflación. La moneda no valía para nada, los productos básicos eran carísimos. Había muchos pobres aunque fueran millonarios y billonarios poseedores de billetes con los que apenas podían comprar nada. Hay billetes de 50 billones de dólares Zimbabuenses y de cantidades por el estilo que se venden como souvenirs.
Zimbabwe abandonó esa moneda en el 2009 y se adoptó el dólar estadounidense, principalmente, intentando frenar la inflación.
El problema es la falta de efectivo. Ellos no pueden fabricar esta moneda y dependen de la que circule. En los cajeros no puedes sacar dinero porque no tienen. Se “fabricó” un nuevo dinero que no es real, el bond, y que solo se puede usar dentro de Zimbabwe. Su paridad es la misma que el dólar americano, funciona como un dólar convertible.

En el supermercado intentamos comprar redondeando las cantidades para pagar en dólares. Pero no es tarea fácil. La vuelta nos la dieron en esos “bonds” que solo puedes usar en Zimbabwe. Fuimos los únicos que pagamos con billetes. Todos los demás, que vimos nosotros, pagaban mediante el móvil. Con el móvil y con tarjeta, así van sobrellevando la falta de efectivo.

Nos regresamos hasta Centenary Park y allí nos fuimos juntando hasta la hora de partir.

Estábamos en la parte cercana a la fuente de agua. Gran zona de césped y grandes ejemplares de jacaranda.

Este parque tenía como nombre inicial Central Park. Fue desde 1953, año en el que se celebraron en el parque los festejos del centenario del nacimiento de Cecil Rhodes, que comenzó a llamarse Centenary. En ese año, 1953, Zimbabwe era aún colonia británica y Rhodes había sido un personaje importante que había fundado la Rhodesia del Sur, país no reconocido, predecesora de la actual Zimbabwe.

En la dirección contraria a la que llegamos recorrimos Bulawayo para dirigirnos hacia nuestro destino del día, El Parque Nacional Matobos. Más bien el hotel dónde nos alojaríamos, Amalinda Lodge, unos cuantos kilómetros más lejano. Unos 60 km. en total nos quedaban por recorrer.

Bulawayo realmente es una ciudad importante en Zimbabwe, en concreto la segunda ciudad más grande, detrás de Harare, su capital. Se nota que es una gran ciudad, con trazado de grandes avenidas, edificios modernos, zonas residenciales, pero…

Bulawayo tiene una población de un millón de habitantes. El nombre deriva de una palabra ndebele que quería significa “lugar de sacrificio”, ya que fue fundada por dicha etnia en el siglo XIX.
Durante algún tiempo Bulawayo fue una ciudad con gran importancia industrial, además de que era el centro de la red ferroviaria del país debido a su posición estratégica cerca de Botswana y Sudáfrica. En la ciudad hay un Museo del Ferrocarril bastante importante.
Pero en los últimos años, sobre todo después del inicio de la crisis económica del país, ha experimentado una fuerte caída en su nivel de vida. Las inversiones nuevas son deficientes, faltan los mantenimientos y mejoras de las infraestructuras, el problema de la escasez de agua con falta de buenas instalaciones y suministros…. Las industrias ahora son menos, algunas se trasladaron a Harare, y una razón muy poderosa para iniciar su declive, el colapso de la infraestructura ferroviaria, principal razón, en su día, de que la ciudad fuera industrializada.

Y todo ello se nota al paso de la ciudad. Da una cierta impresión de dejadez, de falta de limpieza.

Pero es la ciudad más importante para acceder al Parque Nacional Matobos.

El Amalinda en un Lodge catalogado como de lujo, de 4 estrellas. Se encuentra situado en las Matobo Hills, a las puertas de Matobo NP, ocupando lo que un día fue un antiguo refugio de bosquimanos.

Para acceder al mismo hay que superar una colina de granito, roca pura sin camino trazado. Nuestro camión subió como un jabato la tremenda cuesta.

Entre la mucha vegetación que refleja muy bien la temporada seca, higueras silvestres, plantas espinosas, árboles del papel…., aparece la recepción. Un espacio abierto con techumbre de paja y apariencia de cueva, ya que algunas de sus paredes están excavadas en la roca de granito. Con algunos sofás tiene también la función de gran salón

Con ligera prontitud nos fueron repartiendo a nuestras cabañas. Enseguida nos servían el almuerzo.

El comedor se encuentra más arriba del salón, subiendo unas escaleras excavadas en la roca. Cubierto con techumbre de paja y una gran mesa donde todos comemos. Buena cocina y sabrosa, como en Ivory Lodge, de hecho ambos son de la misma cadena.

Cerca hay una pequeña sala que funciona como biblioteca y en la parte superior del comedor se encuentra el espacio de hoguera, rodeado de cantos rodados enormes y con los asientos excavados en la roca, cubiertos de cojines. Luego en la noche lo disfrutaríamos.

Una vez finalizado el almuerzo, algunos nos trasladamos a la piscina. La zona de piscina es otro acierto de este alojamiento. Una gran piscina de agua transparente que rebosa en uno de sus extremos, y muy fría. Está construida aprovechando una oquedad en las rocas que fue agrandada y retocada, dando la impresión de que se funde con el paisaje. Con una zona de bar y tumbonas muy gustosa.

Las vistas del entorno con formaciones de cantos rodados graníticos, los kopjes que algunos suelen nombrar, son fabulosas. Paisajes extraños que me encantan.

Después de un rato de charla en el que solo se han atrevido a entrar en la piscina los más jóvencitos, y dado que no soporto el agua fría y que soy de secano, y por tanto no voy a bañarme, me dedico a explorar los alrededores.

Como parece que por aquí no hay muchos bichejos salvajes me atrevo a subir por las laderas rocosas de estas pequeñas colinas. Alcanzo a ver que debajo de la piscina hay restos de una pequeña charca ya seca y camino de la misma sí que hay huellas y excrementos de cebras. Pero los únicos animales con los que me encontré fueron algunas lagartijas y ardillas juguetonas.

Y luego me voy hacia la zona de las cabañas.

Se encuentran repartidas por la colina por lo que hay que recorrer su camino y algunas escaleras, dependiendo de donde se encuentre la cabaña. No hay una cabaña igual a otra. Todas son diferentes y con características propias, definidas por el tamaño y el espacio permitidos por los cantos rodados que suelen formar las paredes de la habitación ya que aprovechan los huecos naturales que hay entre las rocas. En común la techumbre de paja puesta sobre el tejado que sobresale de la roca así como los elementos decorativos que suelen conservar la misma línea.

Nuestra habitación estaba a media colina e igualmente tenía casi todas sus paredes de roca. Solo la parte exterior y la puerta estaban añadidas en barro cocido sin revoque. El suelo era de cemento pulido suavizado con algunas alfombras. Un gran cama con mosquitera, zona de estar con mesita, una mesa escritorio con lámpara, minibar …. El baño es amplio y abierto. Lo separa de la habitación un pequeño murete de barro del que se alzan ramas de árboles, literalmente. La ducha es un hueco excavado en la roca granítica y el lavabo conserva la misma apariencia.
Realmente encantador.

Una de las cabañas tenía pinturas San en una de las rocas del interior.

Frente a la puerta, en otro hueco de las rocas, se ha instalado como un balcón con dos sillas y mesa, para mejor disfrutar de los kopjes vecinos. Estuve un rato en dicho balcón, durante el cual vino a visitarme una ardillita que andaba visitando también a las cabañas vecinas. En otra ocasión, ya casi anocheciendo, tuve la visita de una gran liebre.
En la vegetación de frente al balcón se encontraba un extraño árbol que tenía las ramas que parecían que se estaban descascarillando. El paper bark tree, el árbol del papel, conocido así precisamente por las láminas que se desprenden de sus ramas, pareciendo papel.

Si las cabañas eran distintas más lo eran los balcones de cada una.

Subiendo algo más en la colina y pasando por una estrecha oquedad de las rocas se llega al otro lado de la colina con más kopjes y cabañas aún más escondidas. Son las cabañas que denominan suites. Una de ellas tenía una bañera en el exterior (¿¿¿???) y otra tenía el balcón sobre una roca aislada entre la vegetación, una zona con hamacas a la que se accedía por un puente colgante sujeto con cuerdas.

El sol se fue poniendo y tocaba ir a ducharse. El agua caliente en este lodge funciona a una hora prefijada que es cuando la calientan.

Copita de vino en la terraza de la hoguera, cena sabrosa y de nuevo, tertulia entretenida en el círculo de la hoguera. Hasta que poco a poco nos íbamos retirando a descansar.

MOMENTOS Y MOMENTAZOS

Otra jornada de traslados que pocas emociones aporta. Me encantó recorrer, aunque fuera por poco tiempo, una ciudad del Africa Austral por primera vez, contemplar el devenir de su gente.
El Amalinda y su entorno me enamoraron, creo que era opinión general.

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Hoy haremos una incursión en este magnífico, pero poco conocido, parque, Patrimonio de la Humanidad. Con un safari a pie rastreando rinocerontes blancos. Como todo no va a ser safaris se añaden otras actividades con carácter más social y cultural. Visita a una cueva de pinturas rupestres en el corazón del parque y visita a un poblado Ndebele.

Seguimos madrugando, a las 7 desayuno, (abundante y gustoso) y a las 8 ya estamos subidos en dos coches 4x4 propiedad del Amalinda, ya que son ellos los que organizan las actividades del día. En uno de los coches nos acompaña también el gerente del lodge.

Dentro de los dominios del lodge (1.2 km2) nos topamos con unas cuantas cebras. Estas cebras seguramente serán las que se pasearían por cerca de la piscina dejando los excrementos que vi ayer. Observamos un fenómeno no muy usual, una de ellas no tiene rayas y tiene cierto parecido a los burros, aunque con el mismo tamaño que las cebras. Le llaman cebrasno o burro cebra y es fruto de la convivencia y el cruce de ambas especies.
También se nos cruzó una especie de antílope que antes no habíamos visto, el bushbuck o antílope jeroglífico.




Cogemos la carretera, como si volviéramos dirección Bulawayo, y al poco nos encontramos el desvío a Rhodes Matopos National Park. El nombre del parque puede ser Matopos, Matobos, Matobo, cualquiera de ellos se puede ver escrito. Su significado en lengua Ndebele es el de “cabezas calvas” haciendo alusión a sus rocas redondeadas. El añadido de Rhodes es el que no se suele mencionar.

Este parque es el más antiguo de Zimbabwe y fue fundado en 1926 por Cecil Rhodes con el nombre de Rhodes Matopos. Era una propiedad particular y lo sigue siendo actualmente. Existe un acuerdo entre sus herederos y el gobierno para que el mismo sea gestionado como parque nacional.

Toda una gran área de 3100 km.2 conforma lo que se llama Matobo Hills, formada por cerros de granito y valles boscosos. Dentro de ése área, su núcleo central, es el PN de Matobo, de 420 km.2, un parque relativamente pequeño que es además un área de conservación de la naturaleza

Al parque no entramos por su puerta principal. Antes de llegar a ella nos introducimos por una pista de tierra, en el oeste del parque, y casi enseguida llegamos a donde nos están esperando personal del parque. En concreto una ranger (armada) que nos acompañará en nuestro safari en busca de rinocerontes blancos. Aunque la expedición va encabezada por uno de los guías nuestros siempre se ponen en contacto con personal del parque porque ellos conocen el paradero de los rinocerontes y es mejor tener la protección de uno o dos ranger. Aunque bueno, los ranger van armados no para protegernos a nosotros de los rinocerontes, sino por si tienen que proteger al animal frente a cazadores furtivos.

Hacemos otro pequeño traslado y ya nos disponemos a caminar. Las instrucciones antes de comenzar a caminar son tajantes y claras: permanecer en silencio, caminar en fila india y juntos, sin dejar huecos entre uno y otro, no hacer movimientos bruscos y obedecer siempre las instrucciones del guía o del ranger. Si un rinoceronte decide embestir, conservar la calma y subirse a un árbol, parapetarse tras un termitero o troncos, nunca correr. No es normal que ataquen pero es posible.

Comenzamos a caminar tal y como nos han dicho. Sorteamos una alambrada que se encuentra medio tirada y nos adentramos en zona de pastizales con gramíneas amarillas bastante altas. Yo no veo árboles idóneos para subirse a ellos, hay unos cuantos desperdigados y son de porte bajo además de tener ramas espinosas.



Los vemos a lo lejos, sus lomos camuflados entre las altas y abundantes hierbas. Son una madre y dos hijas que están comiendo hierba. El padre había decidido darse su paseo matutino.
Nos vamos acercando poco a poco, hasta que los tenemos de frente y a corta distancia. Una de las hijas tiene solo año y medio y se encuentra aun amamantando, si bien por el tamaño yo nunca lo hubiera deducido.

Desde que nos íbamos acercando eran conscientes de nuestra presencia. Al pararnos dejan de comer y se ponen en alerta. La madre toma la posición delantera, protegiendo a su cría y espera…




El silencio es absoluto. Aunque a mí me parece que se oye el bombear de algún corazón desbocado por la emoción y la descarga de adrenalina al estar a pocos pasos de tremendos mastodontes. Se van tranquilizando y deciden que somos de fiar porque nos dan la espalda y siguen comiendo. Comienzan entonces los clicks de las cámaras de fotos. No es fácil sacar una buena toma porque la maleza es espesa y alta, solo tenemos delante sus enormes traseros.





Ellos seguían comiendo y avanzando por el pastizal. Nosotros detrás, a una distancia prudencial que yo no creo que fuera superior a 20 metros.




Pasado un rato, en su caminar se habían acercado a una de estas colinas de cantos rodados y no teníamos espacio para seguirlos, dimos un pequeño rodeo y nos situamos enfrente de ellos, en la dirección en la que estaban caminando.



Poco a poco se iban acercando adonde nosotros nos encontrábamos agazapados. Hubo un momento en que los tuvimos a escasos 5 metros frente a nosotros. La madre alza la cabeza, dejando de pastar, y nos mira atentamente. Sigue caminando con la cabeza en alto dirección nuestra. No veo ningún árbol en las cercanías. Se detiene unos momentos y decide girarse a un lado y seguir pastando alrededor de la colina. Ufff





Ahora caminamos paralelos a ellos. El miedo se ha ido disipando y vuelve a nosotros la calma y la tranquilidad. Amén de la emoción de sentir que formas parte de su mundo …., ellos nos han aceptado como alguien más de la sabana….. Comienzan las fotos de las personas, nosotros, con estos magníficos animales de fondo.
Hemos tenido unos momentos gloriosos en los que nos hemos fundido con el paisaje y nos hemos sentido parte de esta escena maravillosa de la naturaleza. Nunca podremos olvidar que durante casi una hora caminamos junto al gran rinoceronte blanco.



Aunque los rinocerontes que vemos no son de color blanco. Son de color gris, lo mismo que los rinocerontes negros. Pero hay diferencias entre ellos. Sobre todo el cuello y el hocico. El rino blanco tiene el cuello y la boca ancha, adaptados para comer el pasto del suelo. Precisamente por esta característica es que reciben el nombre de blancos. Los holandeses le pusieron el nombre de “wide”, ancho. Cuando los ingleses llegaron creyeron que decían “White”, blanco. Y con este nombre se quedaron. Los rinos negros comen de los arbustos por la forma más estrecha de su boca. También tienen otras diferencias en sus comportamientos.

Los rinos nos aceptaron pese a que formamos parte del género animal más depredador de su especie, el hombre. Los cuernos de rino alcanzan en el mercado negro asiático precios desorbitados tan solo porque ellos tienen la superstición de que tiene propiedades para potenciar la sexualidad. La composición de los cuernos es casi toda de queratina, sustancia que se puede encontrar por otros medios, pero tiene que ser cuerno de rinoceronte.
Por ello hay tantos cazadores furtivos de rinocerontes y la especie se encuentra en peligro de desaparecer.
En este parque se reinsertaron, en 1960, rinocerontes blancos para protegerlos de los cazadores furtivos y están consiguiendo buenos resultados. Para disuadir a los furtivos es que, además, se liman los cuernos con determinada periodicidad.




A continuación ya si nos fuimos a la puerta principal, (había que hacer los trámites de entrada al parque y pagar las correspondientes tasas), junto a la que hay un área recreativa, zona de alojamientos y baños. Un gran mapa donde nos explican por dónde nos vamos a mover el resto del día.


Por una carretera de asfalto nos dirigimos a uno de los lugares donde los habitantes de los poblados que rodean el parque exponen sus artesanías y telas vistosas. En el mapa salen indicadas, (craft stall).

De camino, los paisajes son espectaculares. Por todas partes nos rodean estos paisajes graníticos tan poco usuales. Colinas redondeadas sobre las que se amalgaman enormes cantos rodados, cada uno de diferente forma y tamaño según la erosión les haya influido. En muchas de ellas sobresalen o destacan las llamadas rocas en equilibrio o rocas balanceadas (por allí las denominan también kopjes). Piedras colosales que parecen tambalearse unas sobre otras, mantenidas en un inverosímil equilibrio.




Redondeadas rocas permanecen aisladas como si alguien las hubiera puesto allí por algún motivo, algunas otras presentan formas caprichosas que con la imaginación le puedes dar nombre de patrones conocidos, un gigante con boina, un corazón partido, la cabeza de algún animal…….
Otras veces las colinas se aparecen como enormes bloques de granito, apilados hacia arriba, unos junto a otros, asemejando una enorme construcción del “lego” de los críos.
Por algunas zonas las rocas están recubiertas de líquenes que les van dando diferentes tonos de color, según la época del año.







Entre las colinas aparecen pequeños valles boscosos con gran variedad de flora y en grandes espacios abiertos abunda la gramínea amarillenta que en este parque consigue gran altura.
Estas hierbas son recolectadas por los habitantes de los poblados limítrofes, son destinadas para las techumbres de las viviendas. Tienen un acuerdo con el parque por el cual ellos pueden recolectar a cambio de cederle un cuarto de su valor.

A la vera de la carretera vimos en varias ocasiones esta hierba ya segada formando las típicas gavillas que hemos visto en los tejados de las cabañas de ambos alojamientos.




El permitir instalar puestos de artesanía dentro del parque a los poblados limítrofes es otra forma de ayudarles a ganarse su sustento.
Dentro de una gran nave abierta se instalan de forma ordenada los diferentes puestos de los artesanos locales. Abundan las figuras de madera talladas por ellos mismos. Alrededor y en el exterior se exponen paños de telas de vivos colores, colgados en cuerdas.
Los precios no son precisamente bajos. Hay que regatear, si bien algunos artesanos no consintieron en rebajar nada.
No compramos más que un par de figuras de rinoceronte de madera a un artesano que sí las rebajó a la mitad del precio inicialmente indicado.
Luego cuando llegas a Vic Falls, hay mucha más cantidad de artesanías y de precios quizá mejores. Pero si algo te gusta, es el momento indicado.
Aquí vimos por primera vez como vendían los antiguos billetes de Zimbabwe, de cantidades astronómicas, como uno de 100 “billones”






Cerca de esta aldea se encuentra el punto de acceso al “World’s View”, dónde se encuentra la tumba de Cecil Rhodes. Su visita requiere el pago de 10$ más en la entrada del parque.
Nosotros no la visitamos porque nos dieron a elegir entre esto o conocer un poblado Ndebele. Cuando la guía nos contó un poco la historia de este individuo, (yo la había leído con anterioridad), la balanza se volcó en mayoría a favor de la aldea. Yo no tenía ningún interés en ver la tumba de este señor, pero si me hubiera gustado ver las maravillosas vistas que desde allí dicen que se divisan. También quería ir al poblado. Pero como todo no se puede tener….

Nuestra siguiente parada era la presa Maleme.
En una zona de picnic nos tomamos el almuerzo que ya llevaban preparado del Amalinda. Ensalada de alubias, ensalada mixta, tres clases de carne y una de pescado. Todo un festín.




En la sobremesa me decidí a acercarme hacia la presa porque a la llegada no habíamos conseguido ver nada de ella. La guía me dijo que tuviera cuidado con los cocodrilos.
Esta no era mi preocupación sino que me pudiera topar con alguna serpiente. La maleza de alrededor de la presa era muy espesa y las hierbas bastante altas. Ya habíamos visto una “camisa” de la mamba negra en los pastizales cercanos a los rinocerontes blancos y otra de una cobra que acabábamos de encontrarnos donde estábamos comiendo.



Antes de llegar a nivel del agua ya se veían las bonitas vistas de lado opuesto de la presa. En medio de la colina se podía ver una edificación casi mimetizada con el entorno. Es una de las opciones de alojamiento que hay en la zona de Maleme Cap. En concreto una de las mejores, el Imbila Lodge, con privilegiadas vistas de la presa.


Me acerqué todo lo que pude pero no llegué al límite del agua, como era mi intención, porque a los sonidos normales de los patos de la presa se habían añadido, con especial virulencia, unos rugidos que se me asemejaban a ladridos de perros, pero que sabía que no lo eran. Sonaban al otro lado de la presa.

Me volví rápido y los guías estaban hablando del tema. Eran rugidos de babuinos, de estar bastante nerviosos y excitados y se preguntaban qué los tendría tan alterados. Quizá una serpiente.

De pronto un guía dio el aviso de que era un leopardo lo que los tenía tan nerviosos. Lo había conseguido ver en la distancia, en el otro margen de la laguna.

A todo correr nos montamos en los coches que enfilaron hacia la parte opuesta de dónde estábamos, cruzando a toda marcha por encima del muro de la presa. Desde aquí sí que pudimos verla bien y no tenía mucha agua que digamos.




Llegamos enseguida al lugar dónde los babuinos estaban encaramados sobre unos kopjes, dando saltos y aullando. Mi marido alcanzó a ver el trasero del leopardo que, de un salto, se había metido en la espesura de la mucha vegetación. Los guías se bajaron de los coches y uno de ellos incluso se adentró entre los árboles. Pero no hubo forma de localizarlo. Aguardamos un cierto tiempo en el cual el leopardo debía haberse quedado quieto en algún lugar interno pues los babuinos dejaron de dar aullidos y saltos, si bien permanecían expectantes, subidos en lo alto de las rocas.
No hubo suerte. Como teníamos un itinerario que cumplir, decidieron dar punto final a la espera que, por otra parte, no sabemos cuánto hubiera durado y si habría merecido la pena.




No es raro encontrar leopardos en este parque de Matobo, ya que cuenta con una gran colonia de estos animales debido a que abundan los hyrax, un plato favorito de los leopardos.

Nuestro siguiente destino no estaba muy lejos. La carretera había dejado de estar asfaltada y era necesario un vehículo 4x4 pues el terreno era muy accidentado. En una cuesta sobre terreno granítico, nuestro chofer se las vio en apuros, tuvo que intentar la subida un par de veces hasta conseguirlo. Y estábamos en un gran 4x4. Aunque creo que habíamos cogido un atajo hasta llegar a la carretera que lleva a la cueva.

Vamos a visitar la Nswatugi Cave. La carretera sigue su curso hasta un pequeño museo situado en la base de la colina. Nosotros nos detenemos antes ya que ascenderemos a la cueva a pie. Hay una señal indicativa y se sube la colina por en medio de la vegetación y los cantos rodados. No es una ascensión difícil ni tampoco larga. Está muy bien indicada con flechas verdes. Uno de los coches si siguió por la carretera ya que una persona del grupo no se sintió capaz de realizar la caminata.



Habíamos subido por la colina Nswatugi. Este nombre significa “lugar de salto” ya que según la tradición oral el dios Mwari saltó desde su vivienda en la colina Njelele a esta colina Nswatugi como apoyo para llegar a la colina Khalanyoni.




En un primer tramo discurre el camino indicado con las flechas verdes en el que abunda la vegetación que tienes que ir sorteando. Nos topamos con una planta curiosa que recibe el nombre de planta de la Resurrección con un aspecto nada atractivo al estar totalmente seca. Pero resulta que se encuentra como aletargada y se comporta como una semilla que se seca y parece muerta para luego volver a la vida cuando la lluvia regresa. Corté una ramita pequeña y la puse luego en la tarde en el lavabo con agua. El ramito adquirió un bonito color verde grisáceo asemejando un brote fresco. Lo traje a casa y pese a estar entre papelotes, lo volví a introducir en agua y de nuevo parecía un brote de hierba recién cortado.



Mientras esperábamos a que llegara la persona que se había trasladado en coche, anduvimos algo más sobre el inicio de la cumbre de dicha montaña. La superficie era totalmente granítica, sin vegetación y algo accidentada. En la pendiente de la ladera rocosa nos sentamos a contemplar una espectacular vista de gran parte del parque, Matobo a nuestros pies y a vista de pájaro.




En el límite de la ladera con la vegetación había una gran roca redondeada que fue “escalada” por los jóvenes, y alguno más no tan joven.



Completo el grupo, bajamos un poco para cruzar el barranco sobre el que se abre la gran hendidura que hay en la colina, la cueva Nswatugi. De grandes proporciones, más alta que ancha, contiene hermosos frisos de pinturas de animales, que son las que más destacan, y figuras de humanos. Son dibujos precisos, delicados y realistas que intentan reflejar escenas de la vida cotidiana, la búsqueda y la caza de animales y los animales en sí mismos. Dos grandes jirafas dominan el friso, figuras dormidas, seis kudu grandes, cebras, humanos agazapados y otros portando armas, antílopes, un cabeza de sable…. En el lateral derecho una figura difuminada que solo se puede ver haciendo sombra con la mano…
Las imágenes son coloristas pero el tono dominante es el rojizo. Se utilizaron oxido de manganeso, clara de huevo, bilis de hígado animal…, materiales que le dieron consistencia y a los que se debe su buen estado de conservación.




Su antigüedad es difícil de concretar al no tener carbono y es un tema de debate científico. En las excavaciones del suelo de la cueva se encontraron en las capas superiores restos de cerámica de la Edad de Hierro, debajo restos de armas y un esqueleto humano de la Edad de Piedra, del período Medio y Tardío.

Los artífices de estas pinturas fueron sin duda los antepasados de los San, bosquimanos, que eran cazadores recolectores y que fueron desplazados hacia las arenas del Kalahari cuando llegaron los granjeros y pastores de granado.




El guía hizo una amplia y extendida exposición del tema pero se fue de contexto incluyendo las costumbres religiosas de los San, los chamanes, las alucinaciones y que las pinturas eran hechas en ese estado….

Como ya hemos podido comprobar, las Matobo Hills son relevantes por su paisaje inusual y la diversidad de su flora y fauna. Las formaciones rocosas de granito que se elevan con esos grandes bloques de rocas atesoran refugios naturales que fueron ocupados por el ser humano desde la Edad de Piedra, dejando constancia de ello, en forma de pinturas rupestres excepcionales.
Matobo también es el hogar del culto oracular del dios Mwari que se remonta a la Edad de Piedra, siendo la más importante tradición oral del Africa austral.
Por todos estos valores fue que la Unesco la incluyo en su lista de Patrimonio de la Humanidad en 2003

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Además de esta cueva de Nswatugi se incluyen como importantes las cuevas de Mjelele, Inanga, Bambata y Pomongwe. Si bien existen otras muchas más.

Terminamos de atravesar el parque Matobo y nos encaminamos hacia un poblado no muy lejano del mismo. Vamos a visitar un poblado Ndebele con el que colabora el Amalinda lodge.
El jefe de este poblado murió y actualmente lo gestionan sus dos esposas, pero una es muy mayor y en realidad quien lleva la coordinación de todo el poblado es su segunda esposa, Rosina.
Ambas nos reciben en la entrada y saludan muy cariñosamente a nuestra guía, ya la conocen de otras visitas.
El poblado cuenta con varias chozas, redondas y cuadrangulares, con el techo de paja. Están fabricadas con material extraído de los termiteros y algunas exhiben pinturas de diseño geométrico, detalle éste que las distingue de otros poblados. Las casas de la derecha son de la primera esposa y Rosina tiene su morada a la izquierda.



Pero no visitamos estos aposentos sino que entramos en la choza comunal. En la misma, cuando hay reuniones, los hombres ocupan unos pocos asientos y las mujeres se sientan en el suelo, sobre unas esteras, con las piernas dobladas a un lado. Por respeto a sus costumbres los guías nos pidieron que hiciéramos lo mismo aunque no estuviéramos de acuerdo.
Uno de los guías era también Ndebele y nos estuvo explicando un poco cómo se desarrolla la vida en el poblado, sus costumbres, las comidas en común …..

Resaltar lo limpio y ordenado que está todo. Pese a ser el suelo de tierra, lo tienen impecable. Incluso en los espacios entre las chozas se permiten el adorno de algunas flores y plantas pese a que todo parece indicar carencia de agua.


Nos dimos una vuelta por el poblado, el corral, el pequeño huerto, los cacharros de cocina en común, limpios y recogidos…. Un taller artesanal en el que fabrican sus propios ladrillos con material de termiteros y también los venden para obtener algunos recursos….





En un espacio delante de una de las chozas, frente a la choza comunal, tenían preparadas algunas esteras y había varias mujeres que se habían unido a Rosina en su labor de acogernos e interactuar, de alguna forma, con nosotros.
Rosina en una posición central, sentada en una estera con las piernas dobladas a un lado. Nos invitaban a hacerle preguntas sobre su forma de vida y curiosidades. Le preguntamos la edad, 72 años. Su cara serena refleja algunas arrugas de las vicisitudes pasadas, pero realmente no aparenta esa edad. Ella en el poblado además de ejercer de jefe del mismo es considerada, por este y otros poblados, una especie de “chamán” o médico. En nuestro grupo teníamos a un joven médico que estuvo intercambiando opiniones con ella, con el guía Ndebele como intérprete ya que sus conocimientos del inglés no llegaban muy lejos. Ella se dedica, sobre todo, a curar los problemas de fertilidad y ginecológicos.



En la aldea hay algunos niños y adolescentes (que algún día se ocuparán de la administración de la misma), pero nosotros no vimos a ninguno. Solo unas cuantas mujeres y un bebé, el miembro más pequeño del poblado. Un querubín precioso que se está criando divinamente.



Algunos del grupo les habían llevado ropa y en común les dejamos un regalo monetario que nos agradecieron efusivamente.

Y no hay más. En este poblado no ofrecen bailes típicos ni venden artesanías. Ni falta que hace.

Las actividades del día habían finalizado, así que regresamos a nuestro precioso lodge, al mismo tiempo en que el agua estaba caliente.

Duchita, visita de una liebre salvaje y a la terraza del fuego a tomarnos un vino antes de cenar. Hoy nos reunimos todos antes pues queremos felicitar a nuestro joven médico por su cumpleaños.

La cena, como siempre, gustosa y placentera con tan buena compañía. Rato de tertulia muy entretenida en la terraza alrededor del fuego y… otro día que finaliza.

MOMENTOS Y MOMENTAZOS.

Qué duda cabe que el momentazo de hoy es el safari a pie para contemplar los rinocerontes blancos. Estar tan cerca y compartir un tiempo con ellos en su trozo de sabana….
El resto de la jornada también tuvo sus momentos interesantes: la carrera para intentar ver el leopardo y la intriga si lo veríamos finalmente. Me encantó hacer un pequeño trekking sobre estas colinas graníticas, la vista en altura del PN Matobo y el premio final de la visita a las pinturas rupestres. Y compartir unos minutos de nuestras vidas con otros tantos de la vida de aquellas mujeres Ndebele.

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Día de traslados, cruce de países, visita Francistwn en Botswana y llegada al Nata Lodge. Visita vespertina y atardecer en el santuario de aves Nata

El madrugón de hoy creo que fue el peor de todo el viaje. A las 4:30
Un café rápido en el salón de la recepción y a las 5, completamente de noche, nos poníamos en marcha.

El primer tramo de carretera fue por un atajo para evitar una gran vuelta. Pero el atajo era una carretera de tierra en la que el camión daba muchos saltos. Nada de poder echar una cabezadita que nos rebajara el adormecimiento que sufríamos. Aunque los más jóvenes casi ni se enteraron, se quedaron dormidos en la zona de chill out. Luego nos incorporamos a la A7 hasta el puesto fronterizo de Plumtree.

Nos dio tiempo de ver todos los matices del cielo en su paso de la noche hasta la salida del sol. Le eché un par de fotos a la gran bola roja que era el sol pero con los saltos que daba el camión salieron movidas.

El objetivo de tal madrugón era llegar temprano al puesto fronterizo y evitar las grandes colas. Plumtree es el principal punto de cruce entre Zimbabwe y Botswana y es utilizado por los que viajan desde Sudáfrica, es un puesto fronterizo muy concurrido. Pero las colas, además, se deben a que muchos zimbabuenses pasan la frontera para conseguir moneda en efectivo ya que en su país lo tienen más difícil.
En la parte de Zimbabwe se llama Plumtree por la localidad cercana al mismo y en la parte de Botswana es Ramakgwebana.

El objetivo se había conseguido. Cuando llegamos las colas aún no se habían formado. Nos tomamos el picnic del desayuno y ya estuvimos dispuestos a pasar la frontera de salida de Zimbabwe. No hubo ningún problema, rápidamente y sin apenas gente nos sellaron el pasaporte y ya estábamos fuera de Zimbabwe, en tierra de nadie. No nos revisaron el equipaje pero escanearon el camión completo.

En la frontera de Botswana ya nos habían aleccionado que sonriéramos al personal y les dijéramos. “Dumela”, buenos días en lenguaje Tswana.
Aquí sí había algo más de gente pero la cola era fluida. Nos vuelven a sellar el pasaporte. Para entrar en Botswana no hay que pagar nada.

Después del sellado de pasaportes había que pasar otro control con el equipaje en la mano, el cual tuvimos que bajar del camión. En este otro control había que pasar todo el calzado, el puesto y el de dentro del equipaje, por un líquido que, se supone, evita el pase de la fiebre aftosa. Nos registraron un poco el equipaje,, y para adentro. Ya estamos en Botswana

No sé cuánto tiempo nos llevaría todo esto porque no soy de mirar el reloj y menos de quedarme con los horarios. Pero más de una hora seguro que tardamos.

De nuevo en el camión, con menos amodorramiento y con ganas de charlar.

Otro largo trayecto de unos 90 km. hasta la ciudad de Francistown por la A1 de Botswana.

Francistown es la segunda ciudad en importancia de Botswana, detrás de su capital Gaborone. Y eso que no llega a los 150.000 habitantes, según algunas fuentes. Es que Botswana es amplia en extensión pero no está muy poblada. También se le conoce como la “Capital del Norte”. Tiene una situación privilegiada como cruce de caminos, las carreteras principales a Gaborone, Zimbabwe, Maun y Kazungula atraviesan la ciudad.

Aunque hay evidencias de que había sido ocupada en tiempos más lejanos, su origen como ciudad se remonta a la primera fiebre de oro de Africa del Sur. Cuando comenzaron a llegar buscadores y aventureros un tal Daniel Francis fue quién organizó el establecimiento de la ciudad. Por eso se llama Francistown.

Aún quedan en sus alrededores restos de estas minas abandonas pero actualmente en un gran centro urbano con comercios e industria. Precisamente el auge del sector industrial ha provocado que la población se duplique en la última década. En los barrios periféricos viven muchos inmigrantes de Zimbabwe.

A nosotros nos dio muy buena impresión, ciudad limpia y con grandes centros comerciales que la asemejan a una ciudad moderna, según los cánones no africanos.

En un gran centro comercial al aire libre fue dónde paramos. Era una gran calle pavimentada que tenía comercios variopintos en ambos lados, una oficina de cambio y una sucursal del Banco Gaborone.

El objeto de la parada, además de descansar de tanto camión y carretera, era la de obtener la moneda local, las pulas, hacer algunas compras y los del camión tenían que abastecerse de víveres para las comidas venideras.

Lo primero, el cambio de moneda. La oficina de cambio nos dijo que no cambiaba euros a pulas. No sé si esto será siempre así o es que se asustaron al ver el grupo de gente, éramos 18, pero no todos cambiábamos, solo un cambio por familia. Había que irse al banco Gaborone y se esperaba que el trámite fuera super lento.

Decidimos repartirnos las tareas.

Por un lado había que hacer acopio de bebidas y snacks. En los traslados en camión nos habíamos aficionado a tomarnos un refresco y compartir distintas chuches. Los primeros fueron aportados por la guía, luego compramos cada uno lo que quiso en Bulawayo y compartimos. Pero lo mejor era hacer un fondo y comprar para los próximos días. Además de los traslados había otros momentos en los que apetecía tomarse algo.
Algunos, con J. a la cabeza, que demostró ser un maestro en el tema de la intendencia, se fueron al establecimiento de venta de bebidas.

Para el cambio de moneda, se ofrecieron otros para ir a cambiar en conjunto. Se tomó nota de lo que cada uno quería y al banco que se fueron. Finalmente, después de un largo turno de espera, solo pudo entrar J. y se le presentó el problema de que algunos billetes de euro la máquina los rechazaba por falsos. Increíble. Supo resolver el tema de la forma más adecuada.

Para la noche que pasábamos al raso en el salar de Makgadikgadi algunos se dieron cuenta que les faltaba ropa de abrigo como gorros, guantes, mallas…. Nos habían contado el frío tan grande que hace por la noche que nos asustamos. Casi todos fuimos a la misma tienda. Una de venta de prendas de deporte que tenía buen surtido y calidad. A precios totalmente europeos.
La de risas que nos echamos a cuenta de las mallas de M.
Yo al final no necesitaba nada. No tenía gorro, pero como no los soporto ya me apañaría con la capucha del forro polar, mi marido si necesitaba unas mallas más grandes.

En todo esto se nos fue más de una hora. Con cierto retraso nos pusimos de nuevo en marcha, ya de una tacada hasta el Nata Lodge, por la carretera que lleva a Maun, la A3.

Unos 180 km. a ritmo de camión. Pero lo que verdaderamente nos hizo ir más lentos era la carretera. Algunos tramos estaban con baches que el camión intentaba evitar y en otros estaban en obras con desvíos provisionales en pista de tierra.
Como teníamos bebidas y cosas de picoteo el recorrido se nos hizo más liviano.

Eran pasadas las 3 de la tarde cuando llegamos al alojamiento.

Entrega de las cabañas y rápidamente a comer. Nuestro camión se instaló en la zona de camping de este alojamiento y allí fue que hicimos nuestro almuerzo tardío, en la, siempre, bien preparada mesa por los chicos del camión. Me imagino que la comida la prepararían el día anterior.

En principio teníamos previsto alojarnos en el Pelican Lodge, pero al parecer estaban de reformas y nos pasaron a este de superior categoría. Aunque yo creo que son similares y ambos están muy cerca uno del otro.

El Nata Lodge está muy bien ubicado. Por una parte se encuentra al borde de las salinas de Makgadikgadi y por otra se encuentra en el cruce para acceder a Chobe NP por Kasane, al Okavango por Maun y a Francistown, de dónde venimos. También se encuentra muy cercano a la población de Nata.

Los alojamientos se disponen en cabañas de madera, ligeramente levantadas del suelo, que contienen una espaciosa habitación en la que se puede diferenciar la zona de dormitorio que da a una amplia terraza de madera con vistas a unas palmeras que reciben el nombre de Mokolwane. Por otro lado la zona de baño, abierta, con una gran bañera en mitad del espacio. La ducha se encuentra separada, fuera de la habitación y descubierta. Había que bañarse luego bajo la luz de las estrellas.
Un alojamiento muy recomendable.

Cuando finalizamos el almuerzo nos subimos de nuevo al camión para dirigirnos al cercano Santuario de Aves de Nata. Recorreríamos estas salinas en el propio camión al que se le abrió la parte del techo de la zona de chill out para tener una visión completa. Como todos no cabíamos en espacio tan reducido, nos íbamos turnando.

Habrá que explicar un poco que es Makgadikgadi Pans. Son un conjunto de “pans” que conforman una de las salinas más grandes del mundo, recuerdo del mar interior más grande de Africa que un día existió antes de que los movimientos tectónicos lo transformara todo. Los ríos cambiaron el rumbo y el agua se evaporó de los lagos dejando atrás los minerales condensados y la sal. El conjunto lo forman varios “pans” menores y otros tres más grandes y destacables: Sua Pan, Ntwetwe Pan y Nxai Pan. Compuestos por vastas salinas y llanuras cubiertas de hierba. El nombre de Makgadikgadi significa “vasta tierra sin vida”

En esta visita nos encontramos dentro de Sua Pan, (también llamado Sowa por la población del mismo nombre limítrofe de la salina), lugar donde se ubica el Santuario de Aves de Nata. El nombre de Sowa, en idioma nativo, precisamente significa “sal”

El río Nata forma un delta que alimenta Sua Pan constituyendo un escenario idóneo para gran número de aves acuáticas, incluyendo los flamencos y pelícanos.

Nata Bird Sanctuary es un proyecto gestionado por Kalahari Conservation Society, compuesto por el Comité de Conservación de Nata, organizaciones nacionales e internacionales y miembros de los cuatro pueblos cercanos al santuario, Nata, Sepako, Maposa y Manxotaen. Es un proyecto para la conservación de la vida silvestre dentro de un área de 230 kilómetros cuadrados. Comenzó a operar en 1993 y antes de ese año los habitantes de los cuatro pueblos citados tuvieron que recolocar más de 3000 cabezas de ganado para que toda esta área quedara cercada.

Llegar al santuario nos llevó poco tiempo ya que se encuentra a tan solo 10 km. del Nata Lodge.

Fuimos atravesando una pista central que atraviesa una vasta llanura en la que se van mezclando grandes áreas de hierba baja amarillenta con áreas de salinas.

En época de lluvias estas áreas suelen estar cubiertas de agua, complementadas con el caudal de los ríos estacionales. Durante este tiempo el salar se transforma en un gran lago azul con vegetación exuberante en sus extremos, recordando el lago prehistórico que un día fue.

Las manadas de ñus y cebras son atraídas por los brotes tiernos de hierba y comienzan el inicio del ciclo de la segunda gran migración de África. Acuden igualmente gran cantidad de aves, como hasta 165 especies. De especial relevancia es la población de 250.000 flamencos mayores y menores que se concentra en el santuario para reproducirse cuando los salares están llenos de agua.

Nuestra visita coincide con la época seca y el agua ya se ha retirado, por eso podemos atravesarlo en el camión.
En las llanuras de hierba vemos varios puntos negros que con los anteojos vamos comprobando que corresponden a avestruces o ñus, bastante lejanos. Conseguimos ver de cerca, más adelante, a varios avestruces, algunos ñus y alguna que otra ave, entre ellas una avutarda de kori.

Hasta que llegamos a la laguna central que suele permanecer con agua durante todo el año, con mayor o menor nivel. Una plataforma de observación se alza cercana a la orilla.

El paisaje es magnífico. ¡Como cambia todo cuando el agua cubre estas salinas!. Los tonos de azul del agua se combinan con pequeñas isletas y entrantes de la parte cubierta de vegetación amarilla.

En el agua y sobre las isletas de vegetación hay gran cantidad de aves. No soy buena conocedora de las aves y no sabría decir las especies que por allí había. De seguro que había varias clases de patos, fochas, gansos, avocetas, flamencos menores, garzas..… y pelícanos. Todo ello iluminado por los últimos rayos de sol.

Para completar el embrujo de la tarde una de las puestas de sol más preciosas que vimos. Todo ello amenizado con un buen refresco en la mano, buen humor y buena compañía. Se puede pedir más?.

Siempre se puede pedir más. Otra bandada de flamencos rosados volando por encima de la laguna. Increíble.

Arropados por los tonos rojizos y azulados del atardecer acometemos la vuelta. La laguna se va difuminando entre esos tonos y matices, la última visión de algunas aves picoteando en el poco profundo suelo anegado. Nos encontramos con más avestruces y ñus, ya mezclados con la oscuridad.

Regresamos al Nata Lodge. La ducha, como ya mencioné, estaba en el exterior, sin techo, tan solo rodeada de una pequeña valla de ramas de acacia. Había comenzado a refrescar y pensamos que nos quedaríamos helados con el baño al aire libre. Pero no fue así. El agua tan calentita nos alivió el trámite y disfrutamos de un trozo de cielo estrellado mientras tanto. Un anticipo de los baños que tendríamos en las noches de acampada.

Mientras llegaba la hora de la cena pudimos tener algo de wifi en la sala central del lodge, cerca de recepción. Era wifi libre y aunque iba bastante lento nos sirvió para tener algunas noticias de casa, sin ellas desde que habíamos salido de España.

La cena, junto al camión, en la zona de camping en dónde se había instalado, muy cerca de recepción. Cena a la luz de las velas y por techo un cielo totalmente cuajado de estrellas.

Me volví a la terraza del lodge a terminar de enviar unos mensajes. Había una gran pantalla de televisión en la que estaban dando la noticia de las muertes en Harare con motivo de la manifestación en contra de los resultados de las elecciones celebradas el 30 de julio. El presidente Emmerson del partido gobernante había logrado su reelección frente al candidato del MDC, Nelson Chamisa. Los manifestantes opinaban que los resultados estaban manipulados.

Este día fue el que más tarde me fui a la cama. Al día siguiente no teníamos que madrugar tanto.


MOMENTOS Y MOMENTAZOS

Día de mucha carretera sin grandes alicientes. A destacar la belleza de la laguna del santuario de aves, la gran cantidad de avifauna que vimos, incluido el vuelo de una gran bandada de flamencos rosados. Momentazo prolongado mientras duró la mágica y dorada puesta de sol reflejada en el agua.
También me gustó la sensación de tranquila soledad, pese a todos los que estábamos, y los grandes espacios planos y abiertos. Estaba lejos de imaginar que esta sensación se acrecentaría a la noche siguiente.

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