Berlín en poquitos días ✏️ Blogs de Alemania

Me decido a contaros mi última escapada, a Berlín, porque sois (somos) el gran recurso del viajero. Llevo años planificando los viajes de mi familia, y siempre echo mano de este grupo. He sacado buenísimas ideas, muy buenos consejos y muchas advertencias a la hora de preparar mis viajes así que esta vez, voy a intentar poner mi granito de arena a quien tenga pensado viajar a Berlín, aportando datos de nuestra escapada del 17 al 20 de febrero (2019).

Había estado en Berlín en el año 1990, en mi época de estudiante de Filología, y tenía muchas ganas de volver para comprobar el paso del tiempo en una ciudad en la que la historia es tan reciente que yo formé parte de ella(porque estuve allí, no por otra cosa)...Esta vez, nos tocaba escapada romántica, los niños quedaron en casa, la ilusión y las ganas que llevábamos son indescriptibles.

Salimos de Pontevedra a las 12:00h, para nosotros una muy buena opción es el Aeropuerto de Oporto, que nos queda a un par de horas de casa y tiene vuelos directos a muchos sitios. El coche lo dejamos en el Parking más low cost de todos los low cost: Europarking Estacionamiento Low Cost. Está a unos 5 minutos del aeropuerto (del 17/02 a las 13:00h al 20/02 23:00h 12,32 €), dejas el coche y te llevan al aeropuerto en furgoneta, y a la vuelta los tienes esperando en el aeropuerto, así que, no hay ni un pero al servicio.
Los vuelos nos salieron por 271,75 €, precio total con “prioridad embarque”, asientos reservados y una segunda maleta en cabina para cada uno. Viajamos con Ryanair. Salimos de Oporto a las 15:30h (16:30h hora española) y llegamos a Berlín a las 19:45h. Viajar con Ryanair es.... decepcionante, pero hay que decir que los aviones hoy por hoy están bastante bien (mi marido no opina lo mismo, no le cabían las piernas!!) y los precios son imbatibles. Salimos y llegamos puntuales, tras un vuelo en el que si sacas la cartera, te dejas el presupuesto de todo el viaje en lo que dura el vuelo (desde para pagar el café, hasta para comprar la “bonoloto”...).
Llegamos al aeropuerto de Schönefeld, no llevamos equipaje facturado, así que todo derechito hasta una pasarela que hay a la salida del aeropuerto a la izquierda que te comunica con la estación. Nada más bajar la rampa después de la pasarela hay un montón de máquinas para sacar los billetes. Impensable viajar sin billete!!! Te aparecen los revisores de la nada y son poco menos que .... EL COCO!!! además de la multa (he oído que sobre 60 euracos, te hacen pasar un mal rato que "paqué").
Nosotros compramos la Berlin Wellcome Card de 4 días zonas A.B.C (el aeropuerto es zona C) y nos costó cada billete 37 €. Lo usamos todos los días, además para ir y venir del aeropuerto, para ir a Sachsenhausen y para desplazarnos por Berlín. Yo creo que nos compensó. Muy importante validar el billete en una maquinita que hay pegada a la de compra, SÓLO SE VALIDA CUANDO SE COMPRA, NO CADA VEZ QUE SE UTILIZA. Si el Coco (revisor) lo ve validado una y otra vez, puede decir que no se lee la fecha de inicio de validación y darlo por inválido.
Le hicimos foto a los precios del transporte, para que hagáis vuestros cálculos:



Nuestro destino era el Hotel IBIS BERLIN KURFÜRSTENDAMM en Bayreuther Strasse.
Cogimos el RB14, en 45 minutos llegamos a ZOOLOGISCHER GARTEN, ahí teníamos que coger el U2 para que nos dejara en la estación Wittenbergplatz, pero…nuestra estación está en obras!! (yo, que había escogido ese hotel por tener parada de metro en la puerta del hotel…). Así que, nos vamos dando un paseíto hasta el hotel, que sólo está a una manzana de Zoologischer Garten. De paso, vemos la KAISER WILHELM GEDÄCHTNISKIRCHE.
Sobre las 21:30h estábamos en el hotel. El hotel, un IBIS de libro, sencillo pero muy correcto, por un precio de 181 € las 3 noches (sólo alojamiento), no se puede decir nada. El recepcionista, un poco borde (tengo que reconocer, y lo digo con pesar, que a mi CASI todos los alemanes me resultan un poco bordes. Es impresión mía, lo sé, pero por mi pasado de estudiante en ese país, me quedó un pequeño trauma, y los veo así…, pero siempre soy capaz de superarlo y la cosa no pasa de una manía personal). Como decía, el recepcionista, de malas formas, nos dijo que cada día para coger el metro nos teníamos que volver a Zoologischer Garten, no nos contó nada de una parada de bus que hay a 50 metros del hotel, y que fue lo que utilizamos todos los días para conectar con los distintos transportes que fuimos utilizando, en fin….
Teníamos un hambre canina, y había que cenar…a esas horas!!!, pensé yo. Pues…problema ninguno!! Berlín es capital europea, no Alemania como tal, así que los horarios están totalmente europeizados. Encontramos un Restaurante Thai con muy buena pinta, con mucho ambiente, que cerraba a las 23h.

Comida riquísima, trato buenísimo y precio estupendísimo. Nos fuimos a dormir encantados por este día lleno de aventuras.

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Nos levantamos a las 08h, desayunamos todos los días en Berlinerbäcker, una panadería enfrente del hotel, con un montonazo de variedades de bollos y demás suculencias, un café aceptable y unos precios de lo más normales.
A las 10h tenemos concertada la visita (a pie-gratuita) con SANDEMANs. Cada uno que se organice como quiera, pero a mi me parece muy recomendable empezar con una visita guiada, te dan datos que te valen para después moverte solo, y además en nuestro caso, fue un rato (de casi 4 horas!!) más que agradable.
Cogemos el bus S100 que nos deja en Brandenburger Tor, en 10 minutos, que es el punto de encuentro para la visita. Nos dá tiempo de fotografiar la zona, y disfrutar del sol, que por cierto fue lo que nos acompañó todos los días del viaje…una gozada!!!
Nuestro guía fue Pablo…un crack!! de Cádiz…está todo dicho, no?Además de con gracia, nos dio explicaciones muy detalladas de la historia de la ciudad. Daba gusto oírle.

La visita nos llevó al Holocausto de Berlín (hay a quien no le gusta, a mi me parece, por lo menos, sobrecogedor), al búnker oculto del Führer, el edificio de la Luftwaffe, Topografía del Terror (nosotros visitamos el muro, al museo no entramos pero la entrada es gratuita y según nuestro guía, está muy muy bien. No nos apetecía empaparnos de historias personales para que no nos afectara demasiado. Era nuestro primer viaje solos, sin niños, y aunque nos apetecía muchísimo hacer este viaje, los echamos de menos hasta doler, así que, para historias tan tristes no estábamos…). Pasamos por el Check Point Charlie (uno de los puestos fronterizos), pero ni nos acercamos demasiado. Nos pareció una “turistada”, no conserva nada original. Nos valió para situar el muro una vez más, y percibir la frontera física y psíquica al escuchar del guía situaciones de gente intentando burlar el control y las consecuencias para la población.

La plaza GENDARMENMARKT es, yo creo, la más bonita de la ciudad. Tiene sus dos iglesias barrocas, una enfrente de la otra, y hacen de la plaza un sitio con mucho encanto. Como ya dije, nos acompañó el sol en nuestros días por Berlín, y una plaza así, y con sol, es un lujo. Andando llegamos a BEBELPLATZ, la historia de esta plaza es muy interesante, duele el alma al pensar que ahí se quemaron miles de libros censurados por los nazis.
La visita terminó aquí, acabamos a las 13:45h, creo recordar…estábamos agotados. Aunque la visita es “gratuita”, el guía cobra de las propinas, y aunque no teníamos ni idea de cuánto le íbamos a pagar, le dimos 25 € sin saber si es mucho o poco, porque la gente intentaba ser discreto con sus “donaciones”.

Ya por nuestra cuenta, seguimos andando por UNTER DEN LINDEN, pasamos por delante de la Dom y nos adentramos en el NIKOLAI VIERTEL. Teníamos hambre y ya no “veíamos” muy bien, así que hicimos unas cuantas fotos y buscamos donde poder desplomarnos. Acabamos en una pizzería, enfrente mismo del Rotes Rathaus, porque no queríamos seguir buscando y el humor se nos estaba empezando a cosumir…
Terminamos de comer y nos fuimos dando un paseo hasta HACKESCHER MARKT, por la ladera del Spree; es una zona tranquila para pasear. Las principales calles, Rosenthaler y Sophienstrasse, destacan por formar el conjunto de patios conocido como Hackesche Höfe, un grupo de edificios modernistas que fueron viviendas o talleres, hoy rehabilitados y unidos entre sí por pasadizos y plazas llenos de encanto, aunque nosotros no dimos con ninguno, la verdad, pero como zona de paseo, ya vale.

Continuamos paseando hasta el Scheunenviertel (Barrio Judío), con su sinagoga, el cementerio judío…, hoy en día, no quedan signos de un barrio judío como tal, sólo saber que allí se cometieron los ataques nazis contra los ciudadanos judíos.
Aquí cogimos el Ubahn hasta Warschauer Straße, línea U1, para ir a EAST SIDE GALLERY. Había leído que era más que recomendable su visita…qué queréis que os diga, no nos impresionó, más bien, nos decepcionó. No entiendo de graffitis, probablemente no hayamos sabido apreciar el arte que transmite, y he de reconocer que había alguno interesante y reivindicativo, pero algún otro nos pareció una pintada sin más.

Lo bonito fue el paseo que nos dimos desde allí, cruzando el puente OBERBAUM, que une los distritos Friedrichschain y Kreuzberg, que estuvieron separados por el muro de Berlín y que se convertiría en símbolo de la reunificación alemana. Un paseo muy agradable, con el atardecer al fondo y mucho ambiente por las laderas del río. Una vez cruzamos el puente, cogimos el U-Bahn para ir al barrio turco (Kreuzberg), que está a una o dos paradas nada más. Serían las 6h de la tarde, creo recordar que el nombre de la calle que nos recomendaron para pasearnos por su ambiente era la Zossener Str. Desde luego se reconoce perfectamente de las demás (por si el nombre no es ése); daba gusto ver el ajetreo de sus restaurantes, la variedad de las especialidades es impresionante, además los locales son super agradables y acordes con sus temáticas…Nos quedamos con las ganas porque habíamos comido tan tarde que aun no nos apetecía sentarnos a cenar. Simplemente paseamos por sus calles y apreciamos el arte de graffittis, las tiendas de ropa alternativa y sus restaurantes.

Cogimos otra vez el U-Bahn en Mehringdamm y nos desplazamos hasta Potsdamer Platz. Ya se había hecho de noche, que era lo que nos habían recomendado para visitar el edificio Sony. Fue un acierto, arquitectónicamente vale la pena admirarlo y si es con el juego de luces, mejor que mejor: por aquí pasó el muro y sus edificaciones quedaron totalmente destruidos en el bombardeo de los aliados. Con la reunificación Potsdamer Platz fue rebautizada como el nuevo centro de Berlín.

Agotados ya, nos fuimos en metro hasta la zona de nuestro hotel, y enfrente mismito, en Bayerischer Platz, cenamos las Currywurst en un puesto montado allí mismo. Aunque pensamos que serían fuertes para cenar, ya que de allí nos iríamos directos al sobre, la verdad es que estaban buenísimas y nos sentaron de maravilla.
Y ya por fin…el merecidísimo descanso…

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Repetimos horarios del día anterior, ya teníamos controladas las distancias para llegar a tiempo a lo que teníamos concertado, que ese día era la visita el REICHSTAG. El protocolo de entrada, como no podía ser de otra manera fue muy ordenado, riguroso y “pünktlich”. Nosotros habíamos reservado sólo la visita a la cúpula; al subir en el ascensor te entregan las audioguías en el idioma que quieras y vas andando por una rampa apreciando lo que te indica el guía. Esta visita nos encantó, los comentarios nos resultaron muy interesantes, nada aburridos o engorrosos, y las vistas maravillosas. Hicimos tropecientas fotos, tienes todo el tiempo del mundo para andar por allí, así que nos lo tomamos con calma porque lo estábamos disfrutando. Poder admirar la rehabilitación del edificio por Sir Norman Foster, con su magistral cúpula, sin prisas, hicieron que la visita fuera uno de los momentos que más disfrutamos del viaje.
Para poder visitar la cúpula del Reichstag, hay que pedir cita previa vía web, con toda la antelación que se pueda, porque son plazas limitadas: www.visite.bundestag.de

De allí nos fuimos a la isla de los museos. El museo escogido fue el de PERGAMO, estuvimos dudando hasta el último minuto entre éste y el Altes Museum, y qué queréis que os diga, que creo que fue la decisión acertada. No tengo calificativos que comprendan lo que nos impresionó, así que no voy ni a intentarlo. Simplemente, decir que vale muchísimo la pena su visita. Y ya si éste vale la pena, qué decir del PANORAMA. Fue el gran descubrimiento!!! La entrada al museo PERGAMO incluía por 1 € más (o sea 19€ por persona)la entrada a PANORAMA. Yo "refunfuñé" todo lo que pude durante los 10 minutos que nos llevó ir del museo PERGAMON al PANORAMA, porque no me apetecía “perder tiempo” en una visita que consideraba sin contenido; el trato fue entrar sólo para comprobar si valía la pena, y salir por patas si no nos convencía. Y… flipante!!! Creo que es mejor que cada uno se impresione cuando lo vea, así que no voy a explicar lo que guarda ese museo. Desde luego a nosotros nos ENCANTÓ, es sencillamente envolvente, bonito y original. Nos tocó la fibra esa sala con esas luces, la música y el poder apreciarla desde distintas alturas…Una vez más, lo recomendamos sí o sí!!!

Salimos con hambre, y como estábamos muy cerquita de HACKESCHER MARKT, nos fuimos a comer a un Kebab que habíamos visto el día antes, uno de esos en el que ves que es todo muy fresco por la cantidad de gente entrando y saliendo, así que, los gustos se cumplen y para allí que nos fuimos. Riquísimo que estaba todo!!! Muy cerquita de allí, nos encontramos un café muy cuqui, parecía el salón de una casa, casi enfrente de un cementerio judío, donde completamos el menú de ese día con unas tartas tan apetecibles que no nos pudimos contener: Marmokuchen y Schwarzwald-Kirschtorte (esta última es una mezcla de chocolate, nata y cerezas confitadas), todo esto bañados con unas tazas de café tamaño bañera. Pagamos lo mismo que por los kebab, pero era todo casero y en tamaño descomunal, y nos quedó un menú completísimo.

Al salir dimos un paseo por Oranienburger Str., hicimos fotos delante de la Sinagoga y dimos la vuelta para hacer la visita a la Dom. Dudamos mucho si entrar o no, pero el plan del día era entrar, y aunque no nos convencía demasiado, ya que estábamos allí, para dentro que nos fuimos. La entrada cuesta 7 €, y lo más interesante es la subida a los tejados y no tanto por las vistas (que comparándolas con las del Reichstag, no valen la pena) sino por la encrucijada de escaleras para llegar a los tejados. Es una subida para “ágiles” (270 escalones!!), y con pasillos muy estrechos y bajitos, parece que estás en el esqueleto de una catedral, y eso, no puedes hacerlo todos los días.

Nos habíamos mentalizado que ese día descansaríamos un ratito por la tarde, para salir a cenar y no estar tan muertos del cansancio al final del día. Así que, después de hacer unas compras por Alexander Platz (hay un Primark con camisetas de Berlín tan tiradas de precio que no pudimos resistirnos a comprar allí la mayor parte de los souvenirs…), nos fuimos al hotel a descansar. Mi querido marido, que no puede descansar más de 10 minutos seguidos (le sale un sarpullido cuando para quieto…) aprovechó el tiempo y se fue a correr a Tiergarten, le encantó la experiencia porque conoció el parque y porque había mucha gente haciendo deporte, y según él, ése es el ejemplo más claro de la ciudad sana y pro-deporte que nos estaba pareciendo Berlín, donde siempre ves a la gente haciendo deporte o desplazándose en bici por toda la ciudad. Decir que el Tiergarten, el bosque que usara la realeza y el gobierno como coto de caza en el pasado, fue transformado en un parque ajardinado en la década de 1830.
Nuestro plan de cena era un restaurante de comida alemana por la zona de nuestro hotel, el GASTHAUS KROMBACH. Lo llevábamos estudiado y por los comentarios que habíamos leído nos parecía adecuado para nuestra última cena en Berlín.
Ya descansaditos, sobre las 21h salimos del hotel para ir a cenar, pero….ohhhhh…LLUEVE, y mucho!!! No podíamos irnos de Berlín sin ver la lluvia!!
El plan del restaurante se nos fue al garete, y en la plaza de enfrente, Bayreuther Platz, vemos una pizzería con muchísima gente y muy buena pinta. Era de noche, hacía frío, llovía y tenían una mesa para 2 disponible…así que…ni lo pensamos. Estuvimos muy a gusto, la pasta y la pizza buenísimas, y el precio normalito de todo (no tengo ticket pero recuerdo que nos pareció barato).
Al salir no llovía, y aun pudimos darnos un paseíto por la manzana y recorrer las calles comerciales de alrededor, y es que, para nuestra sorpresa, los grandes almacenes aún estaban abiertos (los horarios son como los de aquí!!).
El día había sido muy completito, así que…a dormir.

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