Islas Feroe 2019 ✏️ Blogs de Dinamarca

Empezaré poniendo algunos datos de interés de estas islas todavía desconocidas para mucha gente.

Las islas Feroe (el significado literal si traducimos del danés, es “Islas de los Corderos”) son un archipiélago autónomo que forma parte del Reino de Dinamarca (pero no de la Unión Europea). Tienen gobierno, bandera y lenguaje propios. El archipiélago comprende 18 islas volcánicas (779 si incluimos los islotes) entre Islandia y Noruega en el Atlántico norte. Tienen algo menos de 50.000 habitantes, de los cuales cerca de 20.000 viven en la capital Tórshavn.

Para viajar a las Feroe solo es necesario el pasaporte en vigor (no es necesario visado para ciudadanos españoles). Para alquilar un coche el carnet de conducir español es válido.

El gobierno feroés imprime su propia moneda en billetes, la corona (króna), pero como monedas se usan las coronas danesas. El cambio es equivalente a la corona danesa (1 DKK = 0,135 euros aprox.).
Para cambiar moneda lo más práctico es sacar directamente de los cajeros automáticos. Aunque realmente no es necesario. En la semana que hemos estado no hemos visto nada que no se pudiera pagar con tarjeta.

Para moverse entre islas lo más cómodo es tener un coche de alquiler. El 70% de la población está conectada por buenas carreteras, puentes y 2 túneles submarinos (de pago). Para el resto tendremos que coger ferrys o helicópteros. Como curiosidad, decir que en las islas hay un total de 3 semáforos, los tres en Tórshavn.

Lo que más veremos en las islas son: verdes colinas llenas de ovejas, gigantescos acantilados repletos de aves, pequeños poblados de pescadores con casas de madera cubiertas de hierba, fiordos y cascadas.

Como amante de la naturaleza y los destinos poco masificados, llevaba tiempo con el ojo puesto en estas islas, lo que finalmente me animó a hacer la reserva fue descubrir que había vuelos directos semanales desde Mallorca (que eso para una persona como yo, con pánico a volar, es muuy importante). Y así, con seis meses de antelación, en Diciembre, hicimos la reserva para la semana del 12 al 19 de Junio.

Para el tema del alojamiento, después de mirar todas las opciones y ver los precios desorbitados que había en webs como Booking, optamos por reservar un apartamento a través de Airbnb. Elegimos un apartamento con una localización céntrica en las islas, para pasar los 7 días en el mismo alojamiento y así poder movernos por todo con el coche sin necesidad de hacer demasiados kilómetros. También nos permitió poder improvisar lo que íbamos a hacer cada día según la meteorología. Todo un acierto.

Para el alquiler del coche optamos por la empresa 62ºN, ya que tienen oficina en el aeropuerto y los precios eran similares a otras compañías locales (todos muy caros!)

Este es el recorrido que hemos hecho en 7 días pasando todas las noches en Hósvik. No es la ruta tal y como la tenía prevista inicialmente pero las condiciones climáticas te hacen ir modificando los planes.

Día 1: Sørvágsvatn y Bøsdalafossur – Bøur – Gásadalur y Mulafossur
Día 2: Mykines – Mulafossur
Día 3: Tórshavn – Kirkjubøur – Fossá
Día 4: Eiði – Funningur – Hvíthamar – Gjógv – Tjørnuvík – Fossá – Saksun
Día 5: Vestmanna – Tórshavn
Día 6: Kalsoy – Faro de Kallur – Mikladalur – Sornfelli
Día 7: Viðareiði – Saksun - Excursión Út á Lónna

Os dejo el enlace al vídeo que hemos hecho de nuestro viaje por las maravillosas Islas Feroe

---

Día 1
12/06/2019

Salimos en vuelo directo desde Palma hasta Vagar con la compañía Atlantic Airways. Solo vamos ocho pasajeros (y dos mininos) en el avión ¡que gozada! Podemos sentarnos donde nos de la gana. Llegamos con puntualidad, a las 16:00h (una hora menos que en España) al aeropuerto de Vagar y una vez recogido el coche de alquiler... ¡Empieza la aventura!

Contrariamente a lo que esperábamos, el día está soleado. Así que después de ir a la vecina isla de Streymoy para dejar las maletas en nuestro alojamiento en Hosvík, decidimos aprovechar que hace “buen tiempo” (8 grados y un viento que tira para atrás, pero da igual... ¡Hay sol!), para hacer la excursión de Sørvágsvatn, en la isla de Vagar.

Llegamos hasta el pueblo de Miðvágur y seguimos las indicaciones hasta llegar al parking donde comienza la excursión. Al bajar del coche nos encontramos una casita donde hay un chico con la música puesta a tope que nos saluda efusivamente y sale a recibirnos. Nos explica que desde abril de este año hay que pagar una tasa por hacer la excursión, aunque no lleves guía; son 200Kr por cabeza (unos 27€, se puede pagar con tarjeta) o 450Kr. si quieres guía.

Como ya nos habíamos informado que es una excursión fácil de seguir, le comentamos que la haremos sin guía; nos da las indicaciones del camino y comenzamos la excursión, que entre ida y vuelta y las paradas para fotos, nos dice que serán unas tres horas.

Son las siete de la tarde pero no hay prisa porque anochezca, ya que en Junio se puede decir que prácticamente... ¡no hay noche! Y encima la haremos sin cruzarnos con más turistas, con la única compañía de las omnipresentes ovejas (dicen que en las islas hay el doble de ovejas que de personas) . Maravilloso!


La primera parte del camino es muy fácil, y está perfectamente indicado. Vamos caminando paralelamente al lago hasta que llegamos a los acantilados. Hay una subida un poco pronunciada al llegar al acantilado de Trælanípa, pero es imprescindible subir para poder tener las mejores vistas. Al llegar arriba es impresionante la imagen de los acantilados, el océano, y el lago que parece que está por encima del mar! Espectacular! Que afortunada me siento! Y esto es solo la primera parada del primer día!





Después bajamos por un camino más rocoso para ver la desembocadura del lago en el mar, la cascada Bøsdalafossur.


En este punto vemos que el cielo se está cubriendo muy rápido de nubes amenazantes y el viento es bastante molesto, así que decidimos emprender el camino de vuelta. Pero aun nos guarda momentos increíbles esta excursión: ver el atardecer en el lago es algo maravilloso.


Al volver al punto de inicio de la excursión, a las diez de la noche, vuelve a salir a saludarnos el chico que nos cobró la tasa a la llegada; nos invita a tomar unas bebidas calientes (que nos sientan de maravilla), y nos quedamos un rato charlando con él. Nos sugiere, que aunque hayan salido nubes intentemos ver la puesta de sol desde un punto que hay a unos quince minutos en coche, en el pueblo de Gásadalur. Y allá que vamos! Hacemos una parada intermedia en el pueblo de Bøur, desde donde se ven los islotes de Tindhólmur y Gáshólmur.


Al llegar a Gásadalur ya vemos que no va a haber puesta de sol, esta todo cubierto de nubes, así que nos vamos directamente a ver la cascada de Mulafossur. La imagen del pueblo con la cascada cayendo al mar es como para quedarse allí mirando un par de horas, pero hace viento, mucho viento, tanto que me cuesta mantenerme en pie, así que nos vamos corriendo al coche y ya volveremos en otro momento.


Llegamos al apartamento sobre las doce de la noche (aún hay luz), cenamos de la comida que hemos traído desde España en la maleta y nos vamos a dormir, ya que el día siguiente nos espera movidito: Excursión a la isla de Mykines, frailecillos!

---

Día 2
13/06/2019

Hoy tenemos reservado el ferry para ir a la isla de Mykines, una de las mejores excursiones que se pueden hacer en las Islas Feroe. Las plazas para el ferry se agotan con mucha antelación, así que es imprescindible hacer la reserva por internet con unas tres semanas de antelación. A veces cuando se llenan las plazas abren otra salida con otro horario, pero el precio es más del doble.

Para hacer la excursión por la isla es necesario abonar una tasa de 100Kr. por persona (unos 14€). Cuando nosotros la hicimos se abonaba directamente en el ferry antes de salir. Ahora ya se debe hacer desde la web mykines.fo

Salimos con tiempo hacia el puerto de Sørvágur (el barco sale a las 10:20), cuando ya estamos casi llegando nos encontramos con un supermercado de la cadena Bonus, qué alegría! tienen un horario amplio y “buenos precios”. En Islandia ya nos salvó de quedarnos sin comer algún día. Como estamos escasos de suministros (se nos quedaron en la nevera de casa un lomo embuchado y un salchichón que teníamos pensado traernos) entramos al súper y hacemos una compra de comida para varios días. Y ahora si, nos vamos directos al puerto para embarcar.

El trayecto en el barco es bastante movido, pero al ser solo 45 minutos no nos da tiempo a marearnos.
Llegamos a Mykines y el viento que hace es brutal, cuesta caminar con normalidad, y solo de ver la subida con la que empieza la caminata a Mykineshólmur casi decaen los ánimos... pero de eso nada! llevo un año ilusionada con esta excursión y el viento no me la va a estropear, así que poco a poco subimos para arriba.

Pasada la cuesta inicial, el terreno se empieza a allanar y allí hay una chica comprobando que todo el mundo haya pagado la tasa (aviso por si alguien cree que se puede escapar sin pagar). Después de seguir caminando un rato, hay una bajada empinada, un poco antes de llegar al puente colgante llegamos al área donde anidan los frailecillos. Es algo que teníamos pendiente desde el viaje a Islandia, ya que allí fuimos en Septiembre y ya se habían ido. Vaya momentazo! Poder observar de cerca a estas simpáticas aves de movimientos torpes (por algo los llaman los payasos del Atlántico). Parecen peluches!






Nos hubiéramos quedado ahí todo el día, pero tampoco es cuestión de quedarse molestando a los pobres animalillos, así que seguimos caminando hasta llegar a al puente colgante que une Mykines con el islote de Mykineshólmur. Toda la zona está repleta de aves, podemos encontrar alcatraces, gaviotas, fulmares, etc. (y ovejas, claro!)



Continuamos el camino hasta llegar al faro, allí las vistas son alucinantes. Después de un buen rato sentados contemplando el paisaje y descansando, empezamos el camino de vuelta. El ferry sale a las cinco y no queremos ir con prisas.



Llegamos al pueblo de Mykines sobre las 15:30, parece desierto. En la isla solo viven 10 personas, pero... ¿Dónde esta toda la gente que venía con nosotros en el ferry? La respuesta la encontramos al intentar entrar en la única cafetería que hay en la isla. Están todos allí refugiándose del viento. Literalmente no hay sitio ni para sentarse en el suelo, así que nos salimos y buscamos un sitio un poco resguardado donde quedarnos hasta que se acerque la hora de irnos. El ferry sale a la hora prevista sin ninguna incidencia. Parece algo obvio, sin embargo no es infrecuente que no puedan salir los ferrys por culpa del mal tiempo. ¡Misión Mykines cumplida!

Al llegar a Sørvágur buscamos una cafetería donde tomar algún dulce y bebidas calientes. Nos lo merecemos después de la caminata que hemos hecho! Son casi las seis de la tarde y lo único que hemos tomado para comer son unos frutos secos que llevamos en la mochila. Así que entramos en un local llamado Café Fjørðoy. Nos pedimos un café con una tarta de chocolate y un té con unos crepes de chocolate con helado. Todo por el “módico” precio de 22€. No se si será por el hambre… pero nos sabe a gloria!

Aprovechando que estamos a unos quince minutos de Gásadalur, decidimos volver, a ver si hoy podemos ver un poco mejor el pueblo y la cascada Mulafossur, ya que ayer era muy tarde y además el mal tiempo nos complicó la visita. Una vez allí, viendo las sacudidas que mete el viento al coche, está claro que no vamos a tener más suerte que el día anterior, pero aun así nos acercamos a la cascada. Se repite la historia. Llegamos, echamos un par de fotos y nos volvemos al coche. No se que pasa que esa zona de la isla parece ser la más ventosa. De camino al apartamento nos volvemos a parar en el supermercado Bonus para coger un par de cosas que se nos habían olvidado por la mañana. Por cierto, comentar que no hace falta comprar agua, el agua de grifo es muy buena en las islas.

---