![]() ![]() Islandia 2021 - Volcanes y Eurovisión ✏️ Blogs de Islandia
Viaje de 17 días en Agosto de 2021 dando la vuelta completa a Islandia.Autor: Omaringa Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.3 (6 Votos) Índice del Diario: Islandia 2021 - Volcanes y Eurovisión
01: ¿Por qué Islandia?
02: Preparativos y planificación
03: 5 de Agosto. Llegada accidentada
04: 6 de Agosto. Visitando Reykjavik
05: 7 de Agosto. Orgullo descafeinado
06: 8 de Agosto. Reykjanes
07: 9 de Agosto. El Círculo Dorado.
08: 10 de Agosto: Landmannalaugar
09: 11 de Agosto: Conociendo el Sur
10: 12 de Agosto: Seguimos en el Sur
11: 13 de Agosto: Parques Nacionales del Sur
12: 14 de Agosto: los fiordos del Este
13: 15 de Agosto: el lago Myvatn y alrededores
14: 16 de Agosto: excursión a Askja
15: 17 de Agosto: Husavik.
16: 18 de Agosto: Norte de Islandia
17: 19 de Agosto: Península de Snæfellsnes
18: 20 de Agosto: Inside the volcano
19: Conclusión
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Etapas 4 a 6, total 19
El día de hoy lo teníamos previsto para conocer la capital de Islandia, que es a su vez la capital situada más al norte de todo el mundo. No es una ciudad grande y se puede visitar cómodamente a pie, no hace falta transporte público si el alojamiento está situado más o menos céntrico. Tampoco es una ciudad con grandes monumentos, como ocurre en todo el país, pero sí es una ciudad bonita y con muy buen ambiente, así que merece la pena darse un paseo por sus calles y descubrir lo que nos puede ofrecer.
Al parecer la ciudad se fundó en el siglo XIX por el noruego Ingólfur Arnarson, que lideraba a un grupo de colonos. Debido a su ubicación en una zona con abundantes fuentes termales recibió el nombre de Reykjavik, que significa "bahía humeante". No es la típica capital europea con su castillo, palacios, catedral e iglesias medievales, en Reykjavik no encontraremos nada de eso. Bueno, tampoco Islandia se parece mucho a ningún otro país europeo... No quedan muchos restos de los primeros siglos de existencia de la ciudad, aunque sí existe un museo que explora los restos de un asentamiento del año 871 aproximadamente, ubicado muy cerca del actual parlamento y del ayuntamiento de la ciudad. Lo primero que hicimos al despertarnos Víctor y yo fue comprobar qué había pasado con el certificado covid de Pepe. Afortunadamente todo se resolvió y a primera hora de la mañana ya tenía su certificado con la pauta de vacunación completa, por lo que podíamos salir los 4 del apartamento. Nuestra primera parada fue para desayunar en una pastelería llamada Braud & Co, en el número 15 de la calle Frakkastígur, a un paso de la iglesia más conocida de la ciudad, la Hallgrímskirkja. Se trata de una cadena con varios establecimientos repartidos por toda la ciudad, pero éste es el más céntrico. Había leído que elaboran y venden allí mismo pasteles artesanales y nos apetecía probarlos. Había bastante gente, pero afortunadamente la cola va rápido y en seguida te atienden. Además de pasteles también venden café, así que allí nos encontramos el desayuno completo. Lo malo que no hay mesas, sólo algunas sillas en una barra ubicada junto a la ventana y ya estaba todo ocupado, así que compramos todo para llevar y nos lo tomamos en una plaza que hay justo al lado. Además de los pasteles en sí, que nos gustaron mucho (de hecho repetimos más veces), descubrimos el café "Mariano", tal cual, un tipo de café que venden en la propia pastelería y en otras cafeterías y que es bastante dulce, no necesita apenas azúcar. También se pueden comprar paquetes de café para llevarte a la vuelta o para regalar, como hicimos nosotros. ![]() En el camino desde el apartamento hasta la pastelería ya pudimos comprobar la que sería la tónica en casi toda la ciudad, casas de una o dos plantas, con su pequeño jardín algunas de ellas, uso de colores vivos en muchas de ellas...todo muy colorido. Nuestra siguiente parada fue la Hallgrímskirkja. Aunque muchos la llaman catedral es realmente una iglesia luterana, la catedral está situada más al centro de la ciudad. Es posiblemente la imagen más conocida de la ciudad y una de las más famosas de todo el país, una parada obligada. El arquitecto, Guðjón Samúelsson, se inspiró en las columnas basálticas para su diseño, y según muchos, en la cascada Svartifoss en concreto. La verdad es que es una iglesia llamativa, al menos por fuera. El interior es mucho más sobrio y espartano, muy luterano y con muy poca decoración. Lo que sí que nos llamó mucho la atención fue que en el altar tenían tres banderas LGTBI sobre los escalones, una de ellas la dedicada al poliamor. Sorprende ver este tipo de simbología en una iglesia. En los mástiles que hay fuera de la iglesia también tenía la bandera arcoíris, y en general la vimos muy presente en toda la ciudad y en otros muchos pueblos por todo el país. Quizá que fuera el fin de semana de celebración del Orgullo influyera, pero en general nos ha dado la impresión de que Islandia es uno de los países más tolerantes y abiertos con el colectivo LGTBI. Dentro de la iglesia se puede encontrar una tienda de recuerdos y allí mismo se pueden comprar las entradas para el ascensor que sube al mirador de la torre. Nosotros subimos, y las vistas desde arriba son buenas, se refuerza la imagen de colorines que tiene la ciudad desde abajo, ya que ves muchas calles con casas de diferentes colores. En un día con buen tiempo el paisaje circundante tiene que ser espectacular, pero estaba bastante nublado y no se veía demasiado, aunque se intuía algo. ![]() Tras visitar la iglesia nos dirigimos al museo Einar Jónsson, un célebre escultor islandés. Está al lado de la iglesia, cruzando la calle. Realmente no entramos al museo, pero sí que visitamos el jardín, que es de acceso gratuito y donde pueden contemplarse algunas de las obras de este artista, algunas de ellas muy fotogénicas. Después bajamos por la calle Skólavörðustígur, que está justo enfrente de la iglesia Hallgrímskirkja. Esta calle lleva hacia el centro de la ciudad y tiene mucho ambiente. Gay tiendas de recuerdos, restaurantes, cafés... estaba muy animada. En su parte final (según el sentido de nuestro recorrido) se vuelve peatonal y el suelo está pintado con la bandera arcoíris. Es justo la zona donde se une con la Laugavegur, la calle principal de Reykjavik. Es aquí también donde parte el desfile del orgullo gay, que tendría lugar al día siguiente (siempre es un fin de semana de Agosto en Islandia). ![]() El siguiente punto de nuestro paseo era el Alþingishúsið, o parlamento de Islandia. Esta institución es el parlamento del mundo más antiguo, y originalmente se reunían en lo que hoy es el Parque Nacional de þingvellhir, pero en 1881 se construyó el edificio actual en la capital, hecho de basalto. La plaza que hay delante estaba también muy concurrida, con gente tumbada en el cesped tomando el sol, gente de paseo, un grupo de manifestantes por el cambio climático... y varias terrazas en las calles aledañas. Al lado del Parlamento se encuentra la catedral luterana, un modesto edificio blanco de tejado verde que data de 1796. El exterior no impresiona tanto como la Hallgrímskirkja, pero el interior no es tan sobrio, nos recordó a una sinagoga. Además, había un chico tocando el piano y nos quedamos un rato escuchándolo. Andando un poco más llegamos al lago Tjörnin, ubicado en pleno centro de la ciudad. En sus orillas se puede encontrar el ayuntamiento, un edificio moderno que alberga una gran maqueta de toda Islandia donde se puede ver su configuración geológica perfectamente. La entrada es libre y gratuita. Al lado del ayuntamiento se puede encontrar la escultura al funcionario desconocido, un hombre trajeado que lleva un maletín y un gran bloque de piedra en la cabeza que le cubre los hombros y la cabeza, representando el peso de la burocracia. ![]() Hicimos una parada en un banco para poder cambiar euros por coronas islandesas, ya que estábamos sin efectivo y siempre es conveniente llevar algo por si acaso... aunque la verdad es que pudimos pagar con tarjeta en casi todas partes. La última noche nos gastamos el efectivo que nos quedaba para pagar la cena porque nos sobró mucho. Después fuimos a otro de los sitios típicos que vienen en todos los blogs sobre Islandia, el puesto de perritos calientes Bæjarins Beztu Pylsur. Es un puesto callejero, con unas mesas donde poder comer de pie. Por suerte estaba nublado pero no llovía y pudimos tomárnoslos tranquilamente. Nos gustaron, pero tampoco nos pareció que fueran nada del otro mundo. El siguiente punto de nuestro itinerario fue la Faloteca Nacional de Islandia, también conocido como Museo del Pene. Es un curioso museo que originalmente estaba ubicado en Husavik pero que hace unos años trasladaron a la capital, supongo que así tendrán más visitantes. El museo dispone de una cafetería y antes de entrar a verlo aprovechamos para tomar un café allí. La exposición no es excesivamente grande, se ve en una hora si vas leyendo con detenimiento la información. Básicamente es una colección de penes de distintas especies y sus curiosidades. Incluso hay uno humano de un hombre que lo donó. También hay una sección dedicada a penes imaginarios de criaturas fantásticas de la mitología islandesa como los trolls. Fue una visita divertida e instructiva. Ya eran casi las 5 de la tarde y el museo del asentamiento iba a cerrar, así que optamos por seguir andando hacia la puerta del puerto viejo y visitar en museo de las Auroras. De camino pasamos por la zona de los restaurantes donde venden sopa de langosta y ballena, pero no eran horas, así que seguimos y encontramos una curiosa escultura en forma de rueda amarilla gigante. Se nos ocurrió hacer una parodia de una escena de la película de Eurovisión "Fire Saga". Nos reímos mucho haciéndola y unos días después nos sería de cierta utilidad... El museo de las Auroras (Aurora Reykjavik) tiene mucha información de cómo se forman, su explicación científica, etc., y por supuesto muchas fotos de lugares emblemáticos iluminados por las luces del norte. También hay información sobre cómo interpretaban las auroras en otras culturas. Es una visita muy didáctica también. Incluso hay una zona donde hay indicaciones para configurar la cámara de fotos y poder capturarlas en la temporada de auroras. Sin embargo, lo que más me gustó fue una proyección en una pantalla tipo cine con imágenes de auroras boreales mientras suena una música relajante. Puedes sentarte en sillas o tumbarte en el suelo en las zonas acondicionadas para ello, y así la experiencia es más inmersiva. Estuvimos un buen rato disfrutando del espectáculo. Es algo que nos encantaría ver en directo, y de hecho para fin de año vamos a Noruega a intentar verlas. A ver si hay suerte. Con la entrada te incluyen un café en la cafetería-tienda del museo y además allí puedes ponerte unas gafas de realidad virtual para verlas como si las tuvieras justo encima de ti. ![]() Justo al lado de este museo está el Saga Museum, dedicado a la historia de las sagas tradicionales islandesas, donde cuentan la historia de los primeros colonos. Era tarde y ya habían cerrado así que lo dejamos. Un poco más adelante hay una zona que parece un polígono industrial y donde se pueden encontrar supermercados, agencias de alquiler de coches, de excursiones para ver ballenas y frailecillos... y también un museo dedicado a las ballenas. Decidimos no entrar ya que teníamos previsto visitar el de Husavik, pero sí que entramos al FlyOverIceland que está también por allí. Esta atracción consiste en una gran pantalla esférica donde proyectan imágenes de Islandia desde el aire, mientras los pasajeros vamos sentados en unas butacas elevadas dando la impresión de que realmente estás volando. Esto lo vimos en Vancouver (Canadá) y nos gustó mucho, así que decidimos repetir la experiencia y desde luego no defraudó, aunque sí es un poco cara la entrada. Al salir aprovechamos que el supermercado Kronan aún estaba abierto y compramos algunas cosillas para tener en el apartamento para desayunar, algo para picar, etc. y emprendimos la vuelta hacia nuestro alojamiento. El día había cundido mucho y habíamos andado bastante teniendo en cuenta que habíamos dormido poco esa noche, y en el caso de Pepe y Miriam apenas nada porque estuvieron pendientes de arreglar lo del certificado covid. Pasamos por el Harpa, un moderno edificio que sirve como palacio de congresos y conciertos y que destaca por su fachada hecha a base de cristales hexagonales. Siguiendo por el paseo marítimo encontramos la famosa escultura "Solfar" , otra de las estampas típicas de la ciudad y que ciertamente resulta muy fotogénica incluso en un día nublado como el que nos tocó. ![]() Ya en el apartamento decidimos buscar un sitio donde cenar, cosa un poco difícil porque eran las 10 de la noche y en Islandia a esas horas ya está casi todo cerrado. Al menos en Reykjavik es un poco más fácil y había algunos restaurantes abiertos. Nos decantamos por uno tailandés, el Ban Thai, ubicado en la calle Laugavegur 130, muy cerca de nuestro alojamiento, ya que las críticas eran muy buenas. Cuando llegamos la primera impresión fue mala, había muchísima gente y las mesas muy juntas, la camarera no nos atendía... y estuvimos a punto de irnos, pero entonces nos hicieron pasar a una mesa y nos quedamos. Por suerte el local empezó a vaciarse entonces y pudimos estar un poco más tranquilos. La verdad es que la comida estaba muy buena, las críticas tenían razón y es un sitio para ir si te gusta la comida oriental. Y ya con eso pusimos punto y final a un día bastante intenso y nos fuimos a descansar para nuestro segundo día en la capital. Etapas 4 a 6, total 19
Nuestro segundo día en Islandia lo teníamos planificado también para seguir descubriendo la capital del país. Nuestra idea era pasar toda la mañana en el museo Perlan y a mediodía volver al centro ya que ese día se celebraba el Orgullo Gay. La verdad es que todo el país está volcado con este tema, hay banderas por todas partes, como ya dije, hasta en las iglesias. En Reykjavik se nota mucho, tiendas y restaurantes decorados para la ocasión, pero en los pueblos del resto de país también se veían de vez en cuando aunque menos que en la capital.
Desayunamos en una cafetería que había justo en frente de nuestros apartamentos, y de allí fuimos al Perlan andando, unos 25 minutos de caminata mañanera. Está ubicado en la cima de una pequeña loma en un parque, y para llegar a él tuvimos que cruzar una autovía y subir por caminos entre el bosque. El museo es grande por fuera, parecen 4 depósitos gigantescos bajo una cúpula de cristal. Al entrar, lo primero que hicimos fue preguntar por los horarios para entrar a dos de sus atracciones más solicitadas, la cueva de hielo y el planetario. Nos dijeron que la cueva de hielo se abre cada 15 minutos, así que no había problema, pero los pases del planetario son menos habituales y el primero era a las 11, así que teníamos que estar con tiempo para pillar sitio. ![]() El museo incluye exposiciones sobre la geología y la fauna de Islandia sobre todo, con vídeos, paneles explicativos, maquetas, etc. La parte de geología me gustó mucho y te explican muy bien por qué el país tiene tanta actividad volcánica, la separación de las placas tectónicas etc. Entramos en la cueva de hielo y la verdad es que hacía muchísimo frío dentro, y eso que iba con jersey y con chubasquero, pero debíamos estar a 0 grados allí dentro. Aún así, nos hicimos unas cuantas fotos allí, incluidas las del trono de hielo. Después nos fuimos a ver el planetario, con un documental en inglés sobre las auroras boreales de nuevo, y se entendía perfectamente. Aquí no entraron aún más ganas de verlas algún día en directo. Al acabar el pase del planetario recorrimos los que nos faltaba del museo y subimos a la terraza, donde se tienen unas vistas panorámicas de todo Reykjavik, con la silueta de la Hallgrímskirkja presidiéndolo todo. Estando allí empezó a gotear un poco y ya que estábamos en la cúpula aprovechamos para tomar un café en el café-restaurante giratorio que tienen allí arriba contemplando el panorama. ![]() Tomando el café nos dio la 1 y decidimos que era hora de irnos al centro otra vez, ya que el desfile del orgullo empezaba a las 2 según la web oficial del evento. Fuimos andando hasta el centro, y por el camino vimos un autobús decorado con imágenes de Daði og Gagnamagnið, los representantes de Islandia en Eurovisión 2020 y 2021, a los cuales les tenemos mucha simpatía. Un poco antes de las 2 estábamos de nuevo en la calle Skólavörðustígur, pero no vimos ningún desfile ni mucho ambiente festivo. Había gente con banderas arcoíris pero nada que pareciera muy reivindicativo ni festivo. Además estaba empezando a llover ligeramente. Entré en la oficina de turismo de la calle principal para preguntar y me dijeron que el desfile se había cancelado debido al aumento de la incidencia covid en los últimos días, así que nos quedamos con las ganas de verlo en directo. Seguimos caminando por la calle Laugavegur buscando un sitio para comer y al final nos decidimos por el Rossopomodoro, un italiano que nos gustó bastante. Nos dieron una mesa junto a la ventana y pudimos ver que cayó una tromba de agua bastante fuerte durante un rato, menos mal que nos pilló bajo techo. También vimos a un grupo de mujeres que iban con una gran bandera arcoíris, montándose su propio desfile. La verdad es que la tarde pintaba mal, estaba todo muy gris y con lluvia y no hacía tiempo de estar por la calle de paseo. Después de comer volvimos otra vez a la zona del Puerto Viejo, esta vez para ver el museo de las Sagas. Es un museo con figuras de cera que recrean pasajes de la historia de Islandia en los tiempos de las Sagas. Como curiosidad, las caras de los personajes son las de habitantes reales del Reykjavik actual que sirvieron como modelos. La verdad es que están muy bien logradas. El recorrido dura unos 40 minutos y te dan una audioguía en el idioma que quieras y te va contando la historia de cada una de las representaciones, resulta muy entretenido y sirve para descubrir los inicios de la historia del país y de cómo se vivía entonces. Al finalizar la visita te encuentras una tienda-café de nuevo, y lo mejor, una zona donde puedes disfrazarte con capas, cascos, espadas, etc., y dejar volar tu imaginación para hacerte fotos frikis, cosa que obviamente hicimos. ![]() ![]() De vuelta al apartamento pasamos por unas calles interiores que no habíamos visto hasta ahora y que resultaron muy animadas, con varios restaurantes y cafés y hasta vimos un restaurante de tapas español, con una gran vaca en la puerta pintada la mitad con la bandera de España y la otra mitad con la de Islandia. Después paramos en Penninn Eymundsson Austurstræti, una librería que ya habíamos visto el día anterior, pero que en sus pisos superiores tienen una cafetería y aprovechamos para merendar un café y unos pasteles, que viajar también es probar los dulces locales ![]() En la calle Laugavegur llegamos a la esquina con la calle Klapparstígur, una zona muy colorida pues allí se encuentran los pocos locales de ambiente de la ciudad y también algunas casas decoradas con unos fantásticos murales, es como el Chueca de Reykjavik, salvando las distancias. ![]() Como el tiempo seguía inestable y llevábamos cansancio acumulado decidimos comprar algo en un super y cenar en el apartamento. Entramos en un Euromarket que teníamos cerca y casi todo lo que vendían era polaco, y con pocas opciones para cenar, pero bueno, algo encontramos. Echamos un par de partidas a juegos de cartas que llevábamos y a dormir, que al día siguiente recogíamos el coche que teníamos alquilado y empezaba nuestra aventura fuera de la capital. Etapas 4 a 6, total 19
Este día empezaba nuestra aventura en coche por Islandia, aunque por ahora seguiríamos durmiendo en Reykjavik tres noches más. A las 9 de la mañana teníamos que recoger el coche de alquiler en las oficinas de Bluecar en la ciudad, que se encuentran en la zona del Puerto Viejo, cerca del FlyOverIceland que visitamos el primer día. A la ahora acordada estábamos allí. La verdad es que sólo me pidieron el nombre, ni la reserva, ni carnet de conducir... nada. Revisamos el coche para ver que no tenía desperfectos que no estuvieran previamente anotados y en poco rato estábamos listos para partir.
La primera parada fue en la Estación Central de Autobuses o BSI. El día de nuestra llegada, con el jaleo del certificado covid, Pepe se dejó el abrigo en el Flybus. Miriam llamó y le dijeron que podría estar en objetos perdidos de la estación, así que allí fuimos, y por suerte el abrigo estaba allí. Alguien lo encontró (o los propios trabajadores) y lo llevaron a la oficina. El día lo teníamos planificado para ver la península de Reykjanes, incluyendo la Blue Lagoon, para la que teníamos entrada comprada a las 12. Cuando preparé el viaje había anotado una serie de localizaciones que podrían ser interesantes, pero por las circunstancias tuvimos que prescindir de la mayoría de ellas. Para empezar, ya que estábamos por la zona, nos acercamos al aeropuerto para enseñar el certificado de vacunación completo de Pepe y así quedarnos tranquilos el resto del viaje. Le dijeron que ignorara el mensaje de que tenía que hacerse una segunda PCR y ya pudimos seguir con normalidad. Con todos estos trámites, más una parada en un Kronan para comprar comida era ya la hora de ir hacia la Blue Lagoon, así que nos fuimos para allá. Conforme nos íbamos acercando vimos salir humo del volcán Fagradalsfjall, aunque no llegamos a ver lava. El parking de la Blue Lagoon estaba bastante lleno, lo que presagiaba que no íbamos a disfrutarla precisamente solos... pero bueno, es normal teniendo en cuenta que era domingo y que se trata de uno de los highlights de cualquier viaje a Islandia. Como faltaban unos 20 minutos para la hora nos entretuvimos un rato haciendo fotos en el exterior, en el agua blanca-azulada que rodea el edificio principal. Nos tocó un día muy soleado y el agua tenía un tono blanquecino azulado con un aspecto lechoso, no demasiado azul. ![]() Al entrar había una cola considerable para presentar la entrada que compramos online, pero avanzaba rápido. Cuando llegó nuestro turno nos dieron la pulsera del color correspondiente a la tarifa que habíamos pagado. En la web aparecen las tarifas disponibles. Nosotros cogimos la "Comfort", que es la más básica y cuesta 44 euros. Por ese precio te incluyen el acceso, el uso de una toalla una máscarilla de barro y una bebida. Es posible comprar la básica y después allí hacer un upgrade a la tarifa "Premium" que cuesta 56 euros e incluye alguna cosa más como segunda mascarila, zapatillas, albornoz... pero en nuestro caso no lo hicimos. Una vez dentro los chicos fuimos al vestuario de hombres y Miriam al de mujeres, donde hay taquillas para dejar la ropa y cambiarte y darte la ducha antes de entrar a la laguna. La verdad es que había muchísima gente dentro de los vestuarios y todos sin mascarilla, fue un poco tenso porque en España cuidamos muchísimo este tema pero no quedaba otra ya que estábamos allí. Desde los vestuarios se accede a la laguna y estuvimos allí un par de horas recorriéndola entera. Dentro de la laguna se encuentran una especie de quioscos a los que se accede desde el agua y donde te dan la mascarilla y las bebidas. En mi caso me pedí una sidra y estaba muy buena, pero también hay cervezas y refrescos. En el de las mascarillas te acercas y te dan una cucharada de barro blanco en la mano y tú te la extiendes por la cara y a los 10 minutos te la lavas con el agua de la laguna. También hay una cascada y zonas de saunas y baños de vapor. Al salir cogimos la toalla que teníamos incluida y volvimos al vestuario a ducharnos y cambiarnos de nuevo. A la salida aprovechamos para visitar la tienda y compramos algunas cremas para regalar a familiares y nos fuimos al coche. Para ese día habíamos comprado unos sandwiches y bebidas para comer y lo hicimos allí mismo, en el parking de la Blue Lagoon. Cuando acabamos de comer serían casi las 3 de la tarde, así que todo el planning que teníamos para ver la península de Reykjanes se nos quedaba un poco grande y decidimos centranos en dos cosas. La primera fue el área geotermal de Krýsuvik, a una media hora de la Blue Lagoon en coche. Es una zona con fumarolas y estanques burbujeantes, que nos hizo ilusión porque era la primera que veíamos allí pero que comparada con otras del país es más pequeña. Hay unas pasarelas de madera que te permiten recorrerla cómodamente. ![]() Unos pocos kilómetros más adelante nos encontramos con el lago Kleifarvatn, un lago quizá no muy conocido pero con buenas vistas, además no está permitido navegar en él y hay poco movimiento de coches por lo que es una zona muy tranquila. Desde este punto dimos media vuelta y volvimos por el mismo camino, parando un momento en un pequeño lago con un color azul intenso que vimos desde la carretera, el Graenavatn. ![]() Tras la breve parada nos encaminamos a la siguiente visita, que nos hacía mucha ilusión: intentar ver el volcán Fagradalsfjall. En la carretera 427 se pueden encontrar los dos parkings desde donde salen las rutas para llegar al volcán. En estas dos webs hay información sobre las rutas y los parkings, además del estado del volcán. www.visitreykjanes.is/ ...nd-parking safetravel.is/eruption-in-reykjanes En el momento de nuestra visita la ruta A estaba cortada porque la lava había alcanzado el camino, y la ruta B es dura y va por detrás del cráter, así que optamos por la ruta C. Desde el parking no lleva mucho rato llegar hasta la lava ya solidificada y negra, en un camino muy llano y fácil. Estuvimos un rato por allí caminando y haciendo fotos, la lava humeaba aún en algunas partes y estaba caliente, evidentemente no es seguro subirse, así que íbamos bordeándola. ![]() Mirando hacia la lava, a la derecha, hay una colina por donde la gente seguía subiendo, y que es el camino para llegar al punto donde se ve el cráter. Empezamos a subir y la verdad es que me pareció duro. La subida es muy empinada pero es que además el suelo tiene mucha gravilla suelta y zonas de roca resbaladiza, así que estaba más preocupado por no caerme que de otra cosa. Cuando llegamos a una zona llana paramos para descansar y ver toda la lava que se veía en el valle, al que había llegado por diferentes caminos, inundándolo todo. Daba respeto pensar que hacía unas semanas eso que veíamos negro era rojo incandescente y que arrasaba todo a su paso. Vimos que la gente subía mucho más arriba, pero la verdad es que yo al menos estaba muy cansado, la subida se me había hecho dura. Miriam preguntó a unos que bajaban y le dijeron que el cráter estaba apagado en ese momento y no se veía nada muy diferente al paisaje desolado que teníamos frente a nosotros así que nos dimos la vuelta. La baja también fue dura, no cansada, pero sí peligrosa por el riesgo a resbalar, torcerme un pie, etc., pero pasito a pasito llegué a la base de la colina sano y salvo y los demás también. ![]() Desde aquí el regreso al parking era sencillo, pero las piernas me temblaban del esfuerzo. Al llegar compramos un café en unos carromatos que hay, donde también venden algunas cosas de comer. El señor que nos atendió nos dijo que era ya el último que le quedaba y que no nos lo cobraba, muy amable que fue. Nos volvimos a Reykjavik y para cenar nos fuimos a la zona del puerto, así que pasamos por el apartamento para ducharnos y cambiarnos de ropa. Esa noche queríamos probar la ballena, algo que nunca habíamos comido. Encontramos un restaurante, el Sæta Svínið Gastropub, donde servían platos islandeses que tenía terraza en la calle, y allí nos fuimos. Pedimos varios plantos para compartir: trucha, colas de lagosta, ballena marinada y puffin ahumado. La verdad es que los dos últimos no me gustaron nada de nada, sólo me comí un trozo de cada uno y fue horrible. Lo demás estaba mejor pero tampoco para tirar cohetes. Sin duda, lo mejor fueron las patatas fritas. ![]() ![]() De vuelta al apartamento paramos en un griego de la calle Laugavegur, el Meze, y compramos unos souvlakis para llevar, que fue realmente mi cena de esa noche. Con eso ya nos retiramos a descansar para coger fuerzas para el día siguiente. Etapas 4 a 6, total 19
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