Verano en el Valle del Rin ✏️ Blogs de AlemaniaUna semana de viaje entre Colonia y Coblenza siguiendo el Rin y el Mosela, con parada en el parque temático PhantasialandAutor: Auri81BCN Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (10 Votos) Índice del Diario: Verano en el Valle del Rin
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Etapas 4 a 6, total 9
Lunes 9 de agosto
Empieza un nuevo día en Phantasialand. Un día en el que tendremos solecito, frescor, nubes, lluvia, muy típico del verano alemán… Seguimos en el parque y repetimos un montón de atracciones de ayer y también montamos a varias de las que se nos quedaron pendientes. Las colas van desde diez minutos las atracciones más sencillitas hasta una hora las más populares. El tiempo pasa volando y a las siete cierran el parque. Recogemos las mochilas y vamos a tomar un tren en dirección a Bonn, nuestra siguiente parada. Desde la estación de Brühl son menos de 15 minutos. Aquí estaremos un par de noches. Etapas 4 a 6, total 9
Martes 10 de agosto
Nos despertamos en Bonn y dejamos la visita a la ciudad para la tarde. Ahora tomamos un tren en dirección sur hacia la localidad de Königswinter, en la orilla del Rin. El pueblecito es muy tranquilo pero a la vez se ve turístico. Está a los pies de la cordillera llamada Siebengebirge o “siete colinas”, aunque en realidad hay más de 40. Una de estas colinas es Drachenfels (Roca del dragón) en la que se ubica el elegante palacio Drachenburg. Para subir tomamos el Drachenfelsbahn, un cremallera cuyo origen remonta a 1883. Es el cremallera de pasajeros más antiguo de Alemania y a 18 kilómetros por hora nos llevará a 289 metros por encima del nivel del mar. En la cima encontramos las ruinas del castillo medieval de Drachenfels, y unas vistazas del valle del Rin. También hay una cafetería en el mirador. Bajando la colina entre altos abedules se encuentra el palacio de Drachenburg, construido a finales del siglo XIX, es de los más nuevos de la región. Mandado construir por un barón soltero que nunca llegó a vivir ahí, a su muerte veinte años más tarde, fue heredado por un sobrino que decidió explotarlo como atracción turística abriendo un restaurante y un hotel. Pasando por varias manos alojó servicios de la Cruz Roja alemana, fue un internado para niños, escuela elitista Nazi, etc y finalmente desde 1973 vuelve a ser un monumento visitable. Desafortunadamente, hoy hay un rodaje y el castillo está cerrado a visitas. No podemos visitar ni el interior ni los jardines, pero nos acercamos a la cafetería y a la sala de exposiciones con pinturas. Nos conformamos con ver el exterior. A pocos minutos bajando se encuentra el Nibelungenhalle o Sala de los Nibelungos. La mitología germana cuenta que en esta misma colina llamada Roca del Dragón o Drachenfels es donde el héroe Sigfrido mató al dragón. Este espacio se abrió para conmemorar el centenario del aniversario del compositor Richard Wagner, que escribió una tetralogía de óperas basadas en la leyenda del Cantar de los Nibelungos. Cuenta con una sala circular con pinturas inspiradas en este épico relato, adornada con simbología nórdica como un tapiz con el árbol de Yggdrasil o la serpiente de Midgard en el mármol del suelo. Detrás de la sala se encuentra la llamada Cueva del Dragón: un pequeño estanque musgoso aloja un dragón de piedra de 13 metros de largo. Y para acabar de añadir a este conglomerado, en el mismo recinto se encuentra un pequeño zoo de reptiles con una variedad de serpientes (anacondas, pitones), alguna iguana y algún cocodrilo. No somos fans de los animales encerrados así que el sitio nos crea sentimientos encontrados. Ha llovido y ha salido el sol ya media docena de veces. La lluvia nos da una tregua y decidimos comer en la terraza con vistas al río de uno de los dos restaurantitos pintorescos entre aquí y el palacio. Decidimos volver al pueblo por un senderito sombreado que sigue un arroyo. Damos un largo rodeo porque no hay indicaciones y no tenemos prisa. Antes de tomar el tren de regreso damos una vuelta por Königswinter. En la estación del cremallera nos han dado un plano donde están señalados los edificios más destacados. Muchos de ellos son las encantadoras casas típicas con las vigas de madera visibles en la fachada. Regresamos a Bonn y sólo son las seis de la tarde, así que damos una vuelta por el centro, que está super cerca de la estación de tren y es prácticamente todo peatonal. La catedral se encuentra parcialmente cubierta por un andamiaje y parece que lleva un tiempo en reformas, al igual que su página web. Este templo que mezcla estilos románico y gótico se acabó de construir en 1248, el mismo año que se puso la piedra fundacional de la Catedral de Colonia. En la plaza de la catedral se encuentra la estatua del hijo ilustre de la ciudad, el compositor Beethoven. En la cercanía se puede visitar su casa natal, pero pasamos de largo, no resulta de nuestro especial interés. En la plaza del mercado, donde los mercaderes ya están recogiendo las paradas, vemos el Ayuntamiento Antiguo, con su elegante fachada de estilo rococó. Este edificio ha recibido las visitas de personajes históricos como Kennedy o la Reina de Inglaterra, cuando Bonn fue la capital de Alemania. Entre elegantes callecitas comerciales encontramos la Sterntor, una de las puertas remanentes de la muralla medieval de la ciudad. Nos acercamos hacia la orilla del río, donde se encuentra un bastión del siglo XVII y un agradable paseo fluvial. Un poco alejado del centro se encuentra el Palacio de Poppelsdorf pero no llegamos a ir. Como es de imaginar, la mayoría de los edificios de la ciudad: ayuntamiento, catedral, palacio o el grandioso edificio de la universidad son reconstrucciones posteriores a la II Guerra Mundial. Etapas 4 a 6, total 9
Miércoles 11 de agosto
Seguimos nuestro itinerario y hoy viajaremos unos 100 kilómetros al sur, dejando el Rin y remontando uno de sus afluentes, el río Mosela. Viajamos en tren y tenemos que hacer transbordo en Coblenza, pero ya la visitaremos dentro de un par de días, hoy pasamos de largo. Nuestro destino hoy es Cochem , un encantador pueblecito medieval en el valle del Mosela, cubierto de viñedos y bosque. (en la foto, la estación de tren más bonita que he visto nunca) El pueblo es diminuto y es un enjambre de turistas, porque es parada habitual de varios cruceros fluviales. Después de dejar las mochilas en el hotel y comer cruzamos el pueblo caminando por sus callejuelas adoquinadas para dirigirnos al castillo. El Reichsburg no pasa desapercibido pues corona una de las colinitas más cercanas al río y es visible prácticamente desde todo el pueblo, aunque la panorámica óptima es quizás desde el puente. La subida es pronunciada pero corta, aún así, para mayor comodidad, los fines de semana hay un shuttle. De origen aproximado del siglo XI con carácter de fortificación, tenía una función residencial y aduanera, pues los barcos que transportaban mercancías por el río tenían que pagarle a los señores del mismo. A finales del siglo XVII el castillo y el pueblo fueron destruidos por las tropas del rey francés Luís XIV. Dos siglos más tarde Louis Ravené, un empresario berlinés, compró el castillo, lo reformó en el estilo imperante en la época, el neogótico, y lo equipó con mobiliario renacentista y barroco. Hoy en día el castillo pertenece a la localidad de Cochem. El castillo se visita con tours guiados de unos 40 minutos y son en inglés o alemán. Visitamos varias salas con sus techos de madera policromados, candelabros suntuosos, chimeneas espléndidamente decoradas,... Aunque hay que reconocer que nos gustó más el exterior, con sus múltiples torreones, sus tejados de pizarra y la vegetación frondosa le dan un aire de cuento de hadas, sin dejar de mencionar las hermosas vistas del valle y del río. Regresamos al pueblo, que en realidad tiene poco por visitar, porque es enano, pero todo el pueblo es precioso. Destaca la pintoresca plaza del mercado Marktplatz con la fuente de Martinsbrunnen, la iglesia de St. Martin cuya torre está literalmente en medio de la calle principal, y se cruza mediante un arco, o la Enderttor, un resto de una puerta medieval de piedra. Para cenar no faltan opciones, pero todo es tan turístico que es difícil encontrar una buena relación calidad-precio. Etapas 4 a 6, total 9
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