Domingo 8 de agosto
Nuestra ruta sigue en dirección a Phantasialand, un parque de atracciones de la localidad de Brühl con más de 50 años de historia y que recibe anualmente más de 2 millones de visitantes.
Aquí estaremos dos días enteros, porque nosotros, con los parques de atracciones, somos muy intensos.

Llegar a Phantasialand desde Colonia en transporte público es super fácil.

Nosotros nos hemos descargado la aplicación de Deutsche Bahn, la compañía ferroviaria alemana, y podemos consultar los horarios y comprar los billetes directamente desde el móvil.
De Colonia a Brühl es un cuarto de horita, en la estación de tren ya nos espera el shuttle que nos llevará a la puerta del parque.
Pero primero vamos a hacer check-in al hotel, hemos elegido el Ling-Bao, de temática china. La estética del lejano oriente es exquisita. Tonos cálidos y materiales sinuosos decoran los interiores, mientras que el exterior recuerda a las pagodas chinas rodeado con un sosegado jardín oriental de profusa vegetación.
Estar en el hotel ya es una experiencia, pero es solo el preludio de lo que nos espera en el parque. El hotel forma parte de una de las zonas temáticas, en concreto, China Town.
Hay también “Deep in Africa” con su propio hotel, Mexico y sus casitas de adobe y símbolos de las culturas maya y azteca, el Berlín de los años 20, una zona llamada Mystery, que combina lo medieval y lo nórdico y finalmente Fantasy, un mundo de duendes pensado para los más pequeños.
Cada zona tiene un nivel de detalle impresionante, aunque hay que reconocer que las atracciones más antiguas podrían beneficiarse de una mano de pintura, pero estas son la excepción.
Dentro de Mystery encontramos una sub-zona llamada Klugheim, que nos transporta al mundo místico de la mitología nórdica con Taron, considerada por muchos una de las mejores montañas rusas de Europa.
En Berlín hay otra subzona, recientemente estrenada, llamada Rookburg que representa un barrio industrial steampunk, combinando hierro oxidado, ladrillo y tonos cobre. Es un viaje a un pasado alternativo donde encontramos una divertidísima montaña rusa que nos da varias volteretas a toda velocidad.
Y así pasamos el día.

Y aún nos da tiempo de echarnos un chapuzoncito en la piscina climatizada del hotel. Tiene una parte cubierta y otra al aire libre, hace fresquito en el exterior, aunque sea agosto.
A la hora de cenar tenemos reserva en el buffet asiático del hotel, elegante e íntimo, no parece el típico restaurante de parque de atracciones lleno de familias.
La verdad es que la oferta gastronómica dentro del parque no es muy allá, fast food que gusta a todos los públicos: pizza, noodles, etc.
