Ruta en coche Barcelona-Paris con niños - Semana Santa 2022 ✏️ Blogs de Francia

¡Hola! He preparado mi primer Diario de Viaje por que viajar muchas horas en coche y con niños no siempre es fácil. Nosotros, los padres, ya habíamos estado muchas veces en Paris, pero con los peques nunca. Durante el viaje tienen 8 años la mayor y 2 años y medio el pequeño. Hemos programado varias paradas tanto para la ida como para la vuelta, programando máximo 5 horas de viaje cada día en total, para que no se les/nos haga muy pesado y, de paso, para ver otros sitios chulos por Francia y la verdad es que ha sido un acierto porque hemos descubierto auténticas joyas. Por este motivo, hemos elegido dos caminos diferentes para la ida y para la vuelta.

Primer etapa: Barcelona - Blesle

Salimos de Barcelona el sábado por la mañana del día 9.
Paramos a medio camino a Narbonne/Narbona, con una catedral muy interesante, la tercera más alta de Francia, y nos gustó especialmente la historia curiosa de que nunca fue terminada del todo, y si dais la vuelta por fuera a la Catedral se puede ver muy claramente de que le falta una fachada y una parte por acabar… muy curioso… Comimos en el restaurante italiano la Dolce Vita, hablan también español y todo estaba rico.
Seguimos subiendo, pasamos por el llamativo puente de Millau y acabamos el día haciendo noche en Blesle, que está en la lista de los Pueblos más Bellos de Francia. No dejéis de dar una vuelta por este pueblo bucólico, es pequeño pero encantador, con su iglesia romana, sus casas antiguas (muchas de ellas llevan una placa que cuenta la historia de cada una de ellas), y el río.
Consejo: no dejéis de alojaros en el Hotel la Bougnate. Nos atendió el mismo cocinero que es encantador, ha vivido en Marbella y habla un poco de español. El restaurante también muy bueno y nos acogieron con silla infantil. La habitación muy espaciosa y con vistas a casas muy bonitas del pueblo.
El paisaje en esta etapa ha sido primero con viñedos y luego colinas y algo montañoso, con acantilados espectaculares.

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Paramos a comer algo rápido en Bourges, impresionante catedral, aún más imponente que la de Narbonne. Nos encontramos con mucho tráfico en Paris pero por otro lado ha sido bonito, nada más llegar, ver en pocos minutos la torre Eiffel y poco después la Ópera, de camino al hotel. Este ha sido el Aparthotel Adagio Paris Montmartre, muy recomendable. Es cierto que la zona no es la más tranquila, ya que siempre está llena de turistas y de gente, pero este hotel está en una callejuela detrás de un teatro y resulta bastante tranquilo. Además nos dieron un apartamento aún más espacioso del que habíamos pedido y esto, con dos niños, ha ayudado muuucho a que toda la estancia fuera mucho mejor. El personal también muy amable. Además tienen una pequeña zona con libros para niños y una mesita para dibujar, y dan a los niños unos lápices y un folleto con juegos… También hay una zona de librería para adultos que se puede ir cogiendo o consultando durante la estancia. No es un alojamiento lujoso ni es el más céntrico, pero es bonito, muy cómodo, cerca del metro y en general creo que tiene una gran relación calidad/precio.
Nada más llegar subimos hacia el Sacre Coeur. Cenamos en el muy cercano restaurante L'Anvers du Decor, que no está mal, son amables y las camareras hablan algo español. Pero las mesas están muy apiñadas juntas y con muy poco espacio vital (algo muy muy habitual el Paris, por desgracia, en los restaurantes), lo que lo hace un poco agobiante, con dos niños. La comida bien, sin más.

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Desayunamos en el Café Ventura, al lado de la Plaza Ventura que tiene un tio vivo típico, muy mono. Los niños lo han probado durante nuestra estancia, realmente no es un punto demasiado turístico y te encuentras gente local.

Durante la mañana hemos dado un paseo por Montmartre. Qué decir... para ser un lunes, me esperaba que hubiera mucho menos gente. La zona se ve preciosa, las casas, los palacios tienen mucho encanto... pero en las calles más famosas nos agobiamos un poco y eso nos impidió disfrutarlo bien. Una pena...
Con este panorama, teníamos miedo de no encontrar dónde comer para 4, pero curiosamente encontramos mesa en una crepería de la Plaza du Tertre, Au Petit Comptoir. De hecho quería evitar a toda cosa la Plaza du Tertre porque sabía que siempre está a tope (y efectivamente lo estaba), pero por suerte en este lugar había sitio. Las crepes no matan (la masa un poco intensa de sabor, incluso para ser galettes, que tienen una masa diferente a las crepes dulces). Son lentos porque además sirven crepes para llevar pero estuvimos cómodos y fueron bastante amables, así que es una opción a tener en cuenta.

Después de comer fuimos al Louvre, pero teníamos claro que con dos niños -y sobre todo con el peque- no queríamos entrar (aclaro que desde siempre intentamos acostumbrar a nuestros hijos a los museos e incluso he llegado a coger una guía especializada en niños en algunos, como en el Prado... 100% recomendable. Pero simplemente no nos veíamos con energía en esta ocasión), así que estuvimos un poco en su patio viendo las pirámides de vidrio que a los niños les encantan, sobre todo a la mayor que las conoce de Ladybug.
Después estuvimos un buen rato jugando en los jardines de las Tullerias, en los setos de arbustos por dentro casi todos tienen como “pasajes” y los niños no pararon de recorrerlos entrando y saliendo de varios. Hay que vigilarlos bien pero fue una actividad graciosa y diferente para niños.

Después cogimos el Batobus hasta la Torre Eiffel. me costó mucho decidirme entre las varias opciones de crucero en el Sena, y seguramente esta no es la mejor combinación calidad/precio, pero quería un trayecto corto que nos llevará solo del Louvre a la torre Eiffel.

Lástima que en algún lugar, en las Tuillerias o en el barco, perdimos el abrigo nuevo de la mayor... Al hacer calor, no nos dimos cuenta hasta que llegamos a la Torre Eiffel... Seguramente fue un descuido nuestro, y nos dejó mal sabor de boca. Qué le vamos a hacer...

Torre Eiffel: como era de esperar, a tope. No sé qué pasaba ese día que estaba todo a tope. En fin, nos cargamos de paciencia, porque al menos habíamos comprado los billetes con ascensor con antelación. La cola para subir fue bastante rápida , pero lo que fue un poco pesadilla fueron las colas para coger cada ascensor, tanto en la subida como en la bajada, con mucha gente colándose a la que podía. Nosotros ya habíamos estado, así que tampoco nos impactó tanto, pero fue bonito verlo por primera vez a través de los ojos de mi hija

Y después de ese día tan intenso, el más intenso del viaje, nos volvimos PITANDO al aparthotel a descansar, que lo necesitábamos. ¡Todavía nos quedaba mucho París por ver!

Por cierto: ¡Qué gran opción alojarse en un apartamento con niños! Nos dimos cuenta que el pequeño a penas quería comer fuera de casa en restaurantes, en cambio en casa devoraba todo lo que le hacíamos, así que decidimos cenar todos los días en casa a partir de aquel día.

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