![]() ![]() Costa Rica: Indómita ✏️ Blogs de Costa Rica
Viaje de 20 días por Costa Rica dentro de un gran viaje de 6 meses por Latinoamérica. Visitando Monteverde, Manuel Antonio, Uvita, Drake y Corcovado, San Jose, Braulio Carrillo y la costa caribeña de Tortuguero hasta Manzanillo.Autor: Daniorte Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (8 Votos) Índice del Diario: Costa Rica: Indómita
01: Preparación
02: Día 1: Llegada a San José
03: Día 2: Monteverde
04: Día 3: Monteverde
05: Día 4: Monteverde
06: Día 5: Llegada a Manuel Antonio
07: Día 6: Manuel Antonio
08: Día 7: Uvita
09: Día 8: Llegada a Drake
10: Día 9: Drake
11: Día 10: Corcovado
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Etapas 10 a 12, total 21
Me he levantado ya al 100%. He desayunado mientras una especie de cotorra empezaba a darlo todo en el árbol del jardín. Con el amanecer he empezado a andar pasando por el puerto. Justo a las 6 es cuando salen los turistas hacia Corcovado y se concentran todos en la playa para subirse al barco como buenamente pueden. Mañana me tocará a mí. Dejando atrás a los turistas, he seguido costeando para hacer la ruta que va hasta la playa San Josecito.
Aquí os dejo el enlace a la ruta de Wikiloc. TRACK DE LA RUTA Sin duda, la ruta ha sido la parte costera más bonita que me he encontrado hasta el momento. Son 10 kilómetros de ida. Los primeros 4 se pasan por varios alojamientos de pasta, separados por calitas, playas y selva. Luego, la ruta pasa a ser todo el rato por selva, asomándose de tanto en cuando a playas y calitas preciosas. Solo me he topado con un grupete de turistas en todo el recorrido. Me he cruzado con bastante vida en forma de pájaros y reptiles y una guatusa que ha salido corriendo a mi paso. Lo mejor son tanto las rapaces como las guacamayas. El final de la ruta es en la playa de San Josecito, una playa preciosa que he tenido para mí solo. Al llegar, me he puesto a comer mi lata de atún mientras en el árbol de arriba mío una guacamaya se comía su fruto. He estado un buen rato a remojo y luego otro rato al sol para secarme. Hace tantísima humedad que las cosas no se secan. Con los calcetines mojados, he vuelto sobre mis pasos. La vuelta ha sido más rápida, la marea había subido ya del todo y solo quedaba la opción de volver por el camino, que es más rápido que por las playas. En total, han sido 20 km de ruta. Ha sido toda llana, pero he terminado reventado. Para haber estado 3 días malo me parece un éxito. He llegado al hostal muerto. Me he querido ir a comprar una pizza, pero estaba cerrado, así que nada. Me he pegado una ducha fría y he estado un par de horas tumbado frente al ventilador. Es la única manera de no sudar. En cuanto me salgo del chorro del ventilador, empiezo a sudar como un gorrino. A las 16 me ha escrito el que será mi guía mañana en Corcovado. He ido al hostal donde estaba y me ha presentado a la pareja con la que compartiré el tour, una pareja catalana que parecen buena gente. Resumen: mañana a las 5:30. Hay muchas garrapatas y si nos pica una, que le avisemos que tiene un ungüento que hace que se caigan. Me van a picar todas las que haya. Lo demás son consejos de sentido común para andar por la selva. Después de la charla, me he quedado un rato hablando con los catalanes y me he ido al súper. Me he comprado para hacerme unos macarrones y para el alojamiento. La península de Osa me está gustando mucho. ¡Mañana es el plato fuerte! Etapas 10 a 12, total 21
Hoy ha tocado madrugar bastante para estar a las 5:30 en la playa. Te dicen a las 5:30, pero luego ahí van con calma; si hubieran dicho a las 6, tampoco hubiera pasado nada. Hemos abordado como 20 personas el barco, y ha arrancado hacia la Sirena, el refugio más famoso de Corcovado. Es una hora larga bordeando costa 100% salvaje. El camino hasta la Sirena en sí mismo es un espectáculo. Es de la costa más salvaje de todo el viaje.
Hemos llegado a la Sirena junto con varios barcos. Hay que saltar al agua con la mochila en alto por si las moscas y avanzar hasta la costa por un fondo de piedras con olas. Una vez en la orilla, nos agrupamos por guías y se pasa un control de seguridad en el que no permiten botellas de plástico o cristal, ni ningún tipo de comida. Nuestro guía se llama Ulises y vamos solo 3 con él. Una vez pasado el control de seguridad, empezamos el camino hacia el refugio de la Sirena, aquí en este punto los grupos de turistas se dispersan y no se ve apenas otros turistas, se agradece mucho. En los primeros 10 minutos hemos visto tantas cosas que ya ha merecido la pena venir. Nos hemos encontrado primero un basilisco. Seguidamente, el guía nos ha llevado a una charca en la que había 3 tapires bañándose como si fueran búfalos. Al lado, un trogón precioso ha terminado robándole el protagonismo a los tapires, junto con otro pajarito que estaba recogiendo musgo para el nido. El guía, de momento correcto, sin ser un apasionado. Es un hombre de Corcovado de toda la vida. Nació y se crió en Corcovado cuando había cultivos y se fue a Puerto Jiménez cuando los expropiaron. En Corcovado se ha dedicado a la extracción de oro, agricultura y ganadería, a la caza y, finalmente, al turismo. Sabe de animales por cultura popular más que por datos reales; de vez en cuando se marca alguna alusión religiosa y lo que cuenta hay que cogerlo con pinzas. Lo importante es que tiene el ojo hecho a ver animales, que es a lo que hemos venido. Hemos continuado por la selva hasta llegar al refugio de la Sirena. Allí tienen montado un tinglado increíble con capacidad para 100 personas. Dormimos todos en una especie de barracones techados al aire libre con mosquiteras individuales. Un comedor gigante y una zona común bonita. Todo rodeado de lo que antiguamente era una pista de aterrizaje, ya en desuso desde hace años. Hemos dejado nuestras cosas en la cama asignada y en el locker y, casi sin descanso, hemos continuado recorriendo el parque hasta la hora de la comida. Arañas, escorpiones, un cocodrilo y un oso hormiguero. El oso hormiguero precioso, me lo imaginaba más grande y es incluso más pequeño que un coatí. No para quieto y pillarlo decentemente es difícil. A la hora de la comida es tipo buffet libre pero de pocas cosas. Está bien porque comes hasta que te canses al menos, pero de lo único que no es buffet libre es de la carne. Se supone que había internet en el refugio, pero no funciona. Tras descansar 30 minutos, hemos arrancado otra vez. Esta vez nos ha llevado por una ruta que se mete por todo el bosque primario. Aquí es tan densa la vegetación que se hace más difícil ver animales. Se escuchan muchos, pero se dejan ver pocos. Hemos podido ver bien un carpintero, monos y el momento Documental de la 2 del día. El guía ha parado de golpe y nos ha señalado el suelo. Justo a sus pies, una serpiente verde ha empezado a revolcarse mientras se escuchaba una rana. Cuando ha parado el revolcón, resulta que era una lora falsa de más de un metro que acababa de enganchar a una rana como mi puño de gorda. La rana estaba viva y luchaba por liberarse mientras croaba de forma insistente. Se alternaban momentos de pelea con descansos. La rana se ha empezado a inflar, como medida de seguridad, hasta que finalmente ha muerto y se ha desinflado. Ahí, la lora ha empezado poco a poco a engullir a la rana de la cabeza a los pies. ¡Qué chulada! El cuerpo de la serpiente se iba dilatando por donde pasaba la rana, quedando las escamas totalmente separadas. Se podía ver cómo usaba los colmillos para ir empujando para adentro. Hemos estado más de media hora hasta que finalmente se la ha tragado entera. Al tragársela, ha cogido y se ha ido subiendo por las ramas, con alguna dificultad para subir cuando tenía que flexionar la zona en la que estaba la comida. Ella se sube a lo alto del árbol y ahí se quedará fácil una semana haciendo la digestión. Era imposible no empatizar con la pobre rana. Sus gritos de auxilio me acompañarán por las noches. Eso sí, la serpiente se ha ido bien contenta. Después de la serpiente, hemos llegado hasta el río Claro. Ahí nos hemos estado bañando bajo un montón de monos arañas que saltaban de un lado a otro. El baño ha sido una maravilla y el entorno inmejorable. Del baño, hemos seguido, viendo una manada enorme de pecaríes, o cerdos salvajes, y un par de iguanas y águilas. Ya casi en la Sirena, hemos visto más águilas, pecaríes de nuevo y un tucán. Los monos araña son constantes, junto con el sonido de los aulladores. Alrededor del refugio se ve además el mono ardilla alimentándose de un fruto rojo. Yo he terminado la ruta agotadísimo. No estoy ni de lejos al 100%. Se me ha puesto dolor de cabeza, junto con dolor de espalda, que yo creo que hasta me ha subido la fiebre a la noche. No se me quita ni con paracetamol, por lo que debe ser deshidratación. He ido bebiendo, pero hace tanto bochorno que debo haber sudado más de lo que he bebido. He cenado deprisa y me he metido en la cama a las 19:00. Mañana hay que despertarse a las 4:30 y necesito recuperarme. Día muy bonito, por mucho que el calor y la humedad lo compliquen. Etapas 10 a 12, total 21
He pasado una noche regular, con algo de dolor de cabeza, aunque he podido descansar. A las 4:30 estábamos todos de pie para empezar a andar a las 5.
Nada más levantarme, me he bebido un litro de agua y, poco a poco, me he ido encontrando mejor. El comienzo de la caminata ha sido, como me gusta a mí, muy épico. Oscuridad total con los monos aulladores alrededor nuestro aullando con todas sus fuerzas. Por momentos, dan gritos que parecen personas. Yo en estos momentos me empiezo a imaginar qué tuvieron que sentir los primeros conquistadores españoles cuando llegaron y se encontraron estos gritos por todas partes. Da pie a creer en cualquier cosa que en el siglo XVI no sería descabellada. Hemos ido andando sin ver poco más que una ranita y arañas varias. Según iba amaneciendo, hemos salido a la playa. La imagen es la típica que tenía en la mente cuando leía sobre Corcovado. Una playa enorme absolutamente salvaje, con troncos en la arena y la selva casi queriendo saltar a la arena. Un amanecer top. Andando por la playa, nos hemos ido parando a ver martines, águilas, garzas y limícolas. Al rato, hemos visto al fondo un animal que estaba excavando la arena. Nos hemos acercado y era un coatí. El tío había hecho un agujero en la arena y, según se ha asomado, llevaba en la boca un huevo de tortuga. Tan tranquilo, lo ha cogido con sus manitas, lo ha mordido y se ha comido el huevo mientras le rebosaba por los lados y nos miraba tan feliz. Qué bueno le estaba. El coatí se relamía un rato, y hasta se chupaba las patas, y vuelta abajo a por otro. En 5 minutos, se ha comido sus 7 huevos. Finalmente, ha cogido uno y se ha metido dentro del manglar. Otro encuentro muy documental. No tan bestia como la serpiente, pero bien curioso. Del coatí, hemos seguido por el río donde nos hemos encontrado unas huellas de felino. El guía dice que de tigrillo. Ahí hemos estado viendo más limícolas, entre las que había una espátula rosada e ibis blancos. Del río, hemos vuelto para el refugio a desayunar. Me he pegado un desayuno al nivel del coatí cometortugas. Madre mía, qué bien, he desayunado y comido. La comida hay que decir que de diez. Tras el desayuno, hemos recogido las mochilas y, con ellas encima, hemos ido hasta la estación del ranger a dejarlas para no tener que volver luego a por ellas. Desde la estación, hemos estado recorriendo los senderos que la rodean. Son de bosque secundario y es donde más vida se ve sin duda. Hemos visto un tapir durmiendo a la sombra de un manglar. Cocodrilos y garzas, otro grupo de pecaríes, lo que llaman una gallina de montaña y hemos tenido otro encuentro con un oso hormiguero. Este ha sido algo gracioso. El guía ha empezado a decir que le olía a oso hormiguero, se ha metido por el bosque a buscar y a los 5 minutos nos ha silbado para que acudiéramos. Un oso hormiguero iba de árbol en árbol comiendo con ansia. En un momento, se ha parado como a descansar y he visto un buen ángulo. Me he puesto debajo de él y he empezado a tirarle fotos mientras me caían cosas. Yo seguía quieto para que no se me saliera del encuadre hasta que me ha empezado a picar el cuello. ¡Hormigas! El oso me estaba dejando caer hormigas sin querer. He salido del bosque corriendo mientras me sacudía la ropa. El guía se reía y me decía que esas solo muerden, que no pican. Me ha dado un momento de crisis, me sacaba hormigas hasta del pelo. 10 minutos después, y aún me he encontrado alguna mordiéndome en la barriga. Al menos, la foto ha quedado chula. Hemos continuado viendo más gallinas, monos, un grupo de coatíes y hemos encontrado un perezoso. Estaba tan alto que solo era apreciable con el telescopio. Lo increíble es que el guía lo haya visto; yo no he llegado a verlo sin el telescopio, imposible. Ya satisfechos, hemos vuelto a la caseta del ranger para pillar el barco de vuelta a las 13:00. Mira que me costó decidir venir o no a Corcovado. Lo veía carísimo. 40 euros el ferry ida y vuelta. 60 euros tres noches de alojamiento y 300 por los dos días en la Sirena... A toro pasado, tengo que decir que merece la pena. Es muy distinto a todo lo que he visto en Centroamérica. Durante el viaje, el único sitio donde he tenido esta sensación de salvaje y de explosión de vida fue en el Amazonas en Ecuador. El estado de conservación es brutal, se ve muchísima vida y vida de una excepcionalidad importante. Ver tapires u osos hormigueros no es sencillo. Además de momentos como la serpiente o el coatí come tortugas, al estar en un entorno tan conservado, imagino hace más probables estos encuentros. Viendo los precios generales de Costa Rica, incluso no me parece tan caro. El nivel de turistas en ningún momento me ha parecido excesivo. Al principio, en el desembarco un poco, pero luego hay tantos senderos que te cruzas muy eventualmente. Todos los encuentros bonitos los hemos hecho solos. Además de Corcovado, la ruta que me hice en Drake también merece la pena y es gratis. Así que sí, ha sido un acierto venir, y eso que venía con pocas esperanzas. A las 13:00, hemos cogido la barca y, ya en Drake, me he despedido de Ulises y los catalanes. La pareja son buena gente y Ulises ha cumplido. Me hablaba de vez en cuando de Adán y Eva, pero el tío ha encontrado un oso hormiguero por el olor y, con los pájaros, era un crack. La tarde en Drake la he pasado descansando mientras veía pájaros en el comedero. He aprovechado para llevar la ropa a lavar y he cenado unos macarrones gorrineros. Poco más por hoy. Mañana paliza hasta San José. Etapas 10 a 12, total 21
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