Albania- Montañas, playas y ojos azules ✏️ Blogs de Europa OrientalViaje de dos semanas que hicimos en 2022 pasando por Ginebra, Macedonia, Kosovo y Albania, esta última nuestro principal objetivo del viaje.Autor: AnaMochila Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (1 Votos) Índice del Diario: Albania- Montañas, playas y ojos azules
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Etapas 4 a 6, total 7
DÍA 6
Nos levantamos pronto y salimos a coger al bus que sobre las 8-8:30 salía teóricamente hacia Krujë. Se retrasó un poco, pero finalmente llegó. Tras 1h y media de viaje, llegamos a nuestro destino. Nos dejaron en medio de la pequeña ciudad y nosotras queríamos sobre todo ver el castillo que era lo que más nos llamaba la atención. Preguntamos al autobusero y nos indicó dónde preguntar más adelante, en la misma calle. Allí tuvimos nuestro primer contacto con los verdaderos autobuses del país: furgonetas remodeladas por dentro para añadir más asientos y en un estado un poco decadente pero funcionales. Antes de llegar hay que pasar por el famoso Old Bazaar de la ciudad, que además de ser muy fotogénico tiene una gran cantidad de productos. Es un buen lugar para conseguir algunos regalos para la familia, aunque no el más barato por ser tan turístico. La zona del castillo también era muy bonita e interesante de ver. Apostado en lo alto, tiene además unas vistas privilegiadas de toda la zona. Allí aprovechamos a descansar un poco y comer. Además, paseando por entre sus empedrados recovecos, un señor apareció de la nada y nos ofreció un gran racimo de uvas que aceptamos con mucho gusto. Tras esto, continuamos con la visita hasta volver de nuevo al pueblo, donde buscamos un autobús con destino Tirana. Esta vez, la capital era un mero tránsito, ya que nuestro verdadero objetivo para ese día era en realidad Berat. Después de hacer transbordo de autobuses y unas horitas más de viaje, llegamos a Berat todavía con luz (todo un lujo teniendo en cuenta que allí anochecía relativamente pronto). La estación de autobuses estaba un poco alejada del centro, pero decidimos ir caminando hasta allí. Pasamos por algunas zonas que nada tienen que ver con las innumerables imágenes que se ven de "la ciudad de los mil ojos". Más apartados de las casas blancas con tejados oscuros, edificadas unas sobre otras en uno de los márgenes del río, hay también zonas más humildes y menos agraciadas arquitectónicamente. Estuvo bien dar ese paseo para poder ver la realidad al completo de este tipo de lugares. Nos alojamos en el Maya Hostel Berat. Totalmente recomendado. La gente era muy amable y el lugar muy limpio y bonito. Además, estaba muy cerca de la ciudad antigua y de todo lo que visitaríamos al día siguiente. Como no podía faltar, dejamos las mochilas en la habitación y salimos a dar una vuelta para hacer una primera toma de contacto con la ciudad. Había bastante ambiente y gente por la calle, así que buscamos un sitio para cenar fuera. Al final nos decantamos por Piccolo Grande Amore, un lugar con bastante encanto. La comida estaba muy rica y bien de precio. Luego nos volvimos dando un paseo de vuelta al hostal. Tocaba descansar para afrontar el día siguiente con fuerzas. Imagenes relacionadas Etapas 4 a 6, total 7
DÍA 7
Comenzamos el día con un buen desayuno en el hostal (incluido), para luego embarcarnos en la exploración de la ciudad. Como la noche anterior habíamos paseado por la zona antigua que se extendía junto al río Osum, decidimos poner rumbo al castillo de Berat callejeando por toda la zona de casas blancas. En muchas ocasiones nos encontramos casas en obras o callejas cortadas por las que teníamos que ir modificando el rumbo. La entrada al castillo es gratuita y está bastante bien conservado. Paseamos y exploramos toda la zona, incluida la cisterna y algunos miradores. También entramos al museo de arte Muzeu Kombëtar Ikonografik Onufri que hay dentro de una pequeña iglesia ortodoxa dentro del castillo. Para este museo sí hay que pagar y solo hacen descuentos a estudiantes albaneses, nada de extranjeros. Luego fuimos al mirador principal del castillo donde pudimos ver toda la zona opuesta del río, la misma zona en la que nos alojábamos, que también vestía con las característias casas blancas con tejados y ventanas marrones como su opuesta. Desde el mirador, bajamos por un camino que baja por la ladera de la colina para llegar hasta la pequeña capilla ortodoxa St Michael's Church. También se puede llegar desde abajo directamente, sin pasar por el castillo. En el camino de descenso nos hicimos amigas de una pequeña tortuga que pasaba por allí. La capilla es muy pequeña, pero tiene también mucho encanto y creo que merece la pena de visitar. Lo único negativo es que el sacerdote ortodoxo que estaba en la capilla nos quería hacer pagar una no tan voluntaria "voluntad". Después de dar otro paseo por la ciudad, pusimos rumbo de regreso al hostel para coger las mochilas y caminamos de vuelta a la estación de autobuses. No calculamos bien y nos vimos muy apuradas para llegar a tiempo para coger el autobús que planeábamos, así que probamos a hacer autostop. Nos funcionó a la primera y un hombre muy simpático nos llevó sin ningún problema. Le dimos algo de dinero por las molestias, aunque insistió en que no quería nada, que le pillaba de camino. Conseguimos llegar al bus sin problemas y pusimos rumbo a Fier para nuestra segunda parada del día: las ruinas de Apollonia. Las ruinas están un poco alejadas de la ciudad, pero confiábamos en poder coger desde allí un autobús que fuera a Apollonia sin mucho problema. Llegamos a Fier; sin embargo, no era tan sencillo llegar a las ruinas como creíamos. Hasta entonces el transporte público no nos había fallado, pero resultó que no hay autobuses por la tarde a Apollonia. Solo hay por la mañana, pese a que hasta las 16-17h todavía estaba abierto el recinto. Preguntamos en a varios conductores de autobús, pero todos nos dijeron lo mismo. No nos dio tiempo tampoco a desilusionarnos porque una mujer muy simpática que pasaba por allí nos ayudó. Al principio la situación era tan random que no teníamos claro si tenía truco o no, pero para nada. Isabella, que así se llamaba la mujer, nos llevó hasta una pequeña tienda donde conocía al dueño para que avisaran a un amigo en común que viniera a recogernos en coche y llevarnos. Además, nos invitó a un refresco y nos estuvo contando que uno de sus hijos estaba estudiando en Italia. Nos dijo que nos quería ayudar porque que, si su hijo en algún momento se encontraba en una situación parecida a la nuestra o en la que necesitara algo, le gustaría pensar que alguien le ayudaría, así que ella quería hacer lo propio. Y es una de esas cosas que en el momento te golpean, porque de verdad que hay personas buenas en el mundo que lo único que quieren es ayudar. Esto, dependiendo del país y como turista, a veces no lo encuentras porque te ven como una cartera con patas, pero allí, en el pequeño pueblo de Fier, no fue el caso. Nino, el amigo conductor, nos llevó junto a Isabella. Ella se bajó en su casa que pillaba de camino y él nos llevó hasta las ruinas. Quisimos darle algo de dinero por las molestias, pero se negó en rotundo. Además, nos dio su número de teléfono por si necesitábamos luego algo. Nuestra idea era probar suerte más tarde y hacer autoestop hasta Vlorë para pasar allí la noche, así que no estaba de más contar con un contacto por si no conseguíamos encontrar cómo llegar. Ya en Apollonia, visitamos el museo y las ruinas. La verdad es que nos encantaron. Hay zonas mejor conservadas que otras, pero fue muy agradable de explorar, paseando entre las ruinas mientras nos imaginábamos antiguas civilizaciones viviendo allí hace miles de años. Después de disfrutar de un buen rato paseando por las ruinas, nos decidimos a remontar la bajada que había hasta la carretera para comentar nuestra aventura como autoestopistas. Ya habíamos hecho varias veces en ese viaje, pero todas habían sido por casualidad y sin mucha premeditación. Esta vez estábamos mentalizadas. Por suerte, unos españoles muy simpáticos nos llevaron hasta la rotonda que había justo antes del desvío a la autovía (ya que ellos iban en dirección contraria a nosotras). Desde allí, nos colocamos en el borde de la carretera, manteniéndonos visibles para los coches, pero desde la seguridad del arcén. Como pasa cuando planeas cosas, no sale tan bien como cuando ocurren por casualidad. Tuvimos que esperar un buen rato en el que algún coche paró, pero ninguno iba en nuestra dirección o no quisieron llevarnos (cosa totalmente comprensible, no todos tienen por qué querer meter a gente desconocida en su coche). Al final, cuando ya estaba anocheciendo y nuestras esperanzas de que alguien parara se iban desvaneciendo, paró un hombre que nos ofreció llevarnos. No era muy hablador y, pese a que al final quiso invitarnos a un café en Vlorë a lo que parecía un intento de tirar la caña, lo entendió cuando le dijimos que habíamos quedado con unos amigos y que nos estaban esperando. Por el camino, y ya sabiendo que llegábamos para dormir allí, cogimos un apartamento para pasar la noche, ya que nos costaba igual que una cama en un hostal. Nuestra idea era aprovechar para lavar la ropa, ya que venía con lavadora. Sin embargo, la que esperábamos fuera una noche tranquila para recargar pilas se vio truncada por un calentador de agua que reventó y empezó a inundar el baño de madrugada, con los consecuentes mosquitos que atrajo xD Creo que ya tengo comprobado que, cuando viajas, la noche que esperas que sea la más tranquila, raramente lo es. Imagenes relacionadas Etapas 4 a 6, total 7
DÍA 8
Después de una noche algo apoteósica, nos despertamos en Vlorë con sueño, pero con muchas ganas de visitar la ciudad. La realidad es que la ciudad no tenía al final tanto para ver al margen de la playa. Alquilamos una bici para desplazarnos más rápido y porque queríamos ir al Monasterio de Santa Maria, junto a Zvërnec. La alquilamos en "Rent bike, scooter and more" y nos fue muy bien. Fue barato y el trato muy agradable. Nos guardaron también las mochilas mientras estábamos con las bicis. Estuvimos un poco en el paseo marítimo y enseguida nos desviamos rumbo a Zvërnec. Sin duda es una ruta más que recomendada. Es muy sencilla, llana, en la que atraviesas varios bosques y apenas hay tráfico. Son apenas 11km que en aproximadamente 1 hora los puedes hacer sin problemas. La única pega que tuvimos es que la Laguna de Narta estaba un poco seca, por lo que la imagen no era tan espectacular como pensábamos, pero aún así lo disfrutamos mucho. Dejamos las bicis y cruzamos el puente hasta el monasterio, un templo del siglo trece considerado como un monumento cultural de Albania. Después de explorarlo, descansamos un poco y retomamos el viaje de vuelta. Mientras cruzábamos el puente nos encontramos con dos españoles que estaban también de viaje y habían decido parar allí. Esto no tendría nada de extraño si no les hubiéramos conocido mientras el chico se tiraba al agua fangosa del lago (que como ya hemos dicho estaba un poco seco, pero algo había), intentando coger un cangrejo. Hay que decir que después de varios intentos, lo consiguió xD Esta vez, en vez de ir directamente a Vlorë, decidimos parar un poco antes, en la playa de Zvërnec. Allí nos tumbamos sobre la arena dormimos un poco y nos dimos un chapuzón, el primero del viaje. Luego, sí, volvimos a la ciudad y nos dimos una vuelta con las bicis. Vimos la Mezquita Muradie, el monumento a la independencia y el casco antiguo de la ciudad, donde comimos y planeamos nuestro siguiente movimiento. Queríamos llegar más al sur, a la zona de playas de Dhërmi o Himarë, pero no había transporte público por la tarde que nos llevara hasta allí, así que nos tocaba volver a utilizar el recurso del autoestop. Con un trozo de cartón más o menos limpio que encontramos y un boli, marcamos nuestro siguiente destino: Himarë. No tardaron mucho en parar una pareja que nos acogió amistosamente en el coche. Él era albanés y ella era italiana. Eran muy simpáticos y nos llevaron durante 1h y media en coche. El camino es también muy bonito conforme te internas en las montañas y asciendes por el Paso de Llogara que da paso a la ribera albanesa. Si las montañas de Valbonë no nos habían dejado claro que Albania era un país montañoso, este camino sin duda lo hizo. Da igual que estuviéramos en zona de costa, la realidad es que todo estaba rodeado por montañas y por sus consecuentes carreteras zigzagueantes. También hay miradores donde parar y apreciar las vistas del mar desde lo alto. El último tramo se hizo un poco pesado, pero también en parte por el cansancio acumulado. Nos dejaron en Himarë y siguieron su camino. Mientras estábamos en ruta, habíamos buscado alojamientos allí para esa noche y habíamos decidido quedarnos en una tienda de campaña en el Pine Side Camp. Sin duda una de las mejores decisiones de todo el viaje. Llegamos de noche y el camino hasta el camping no está nada iluminado, así que íbamos muy a la aventura. No sabíamos qué nos íbamos a encontrar, pero sin duda fue una más que grata sorpresa. El camping era muy bonito, con luces colgadas entre los árboles e iluminando todo el espacio. La mujer a cargo era todo un amor. Nos dijo que era la madre de todos y que tenía como cometido cuidarnos, así que si necesitábamos cualquier cosa, se la dijéramos. Incluso nos ofreció comida casera recién hecha. Las tiendas estaban al resguardo de los pinos, sobre suelo firme acolchado de forma natural por las propias hojas caídas de los árboles y a 5 metros del mar. Las rocas bordeaban la zona de árboles y entre ellas habían instaladas escaleras para poder bañarte allí mismo. Dentro de la tienda teníamos unos colchones finos, almohada y sábanas para taparnos. Hacía un poco de frío por la noche, así que decidimos sacar los sacos de dormir y fue una de las noches que mejor descansamos de todo el viaje. Imagenes relacionadas Etapas 4 a 6, total 7
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