DÍA 11
22/09/2022
Guiadas de nuevo por los horarios de autobús que pudimos encontrar, nos levantamos temprano. No queríamos dejar pasar la oportunidad de ver el Blue Eye y vimos que el transporte de vuelta a Sarandë nos podía dejar allí. Suponía volver un poco sobre nuestros pasos, pero la parada bien lo merecía.
Sin embargo, de nuevo los horarios no eran fiables. Estuvimos esperando, pero no había autobuses a esa hora. Preguntamos a varios locales y nos dijeron que no pasarían hasta más tarde en la mañana. Esperarlos supondría perder gran parte del día en esa excursión que nosotras queríamos hacer a primera hora para luego volver a Gjirokaster y visitar la ciudad con la luz del día. Así que pasamos al plan b y el más fiable en lo que llevábamos de viaje: el autostop.
El primer coche nos llevó hasta el desvío de la carretera SH78, donde cogimos un segundo coche hasta el Blue Eye. Todavía era temprano y hacía un poco de fresco, pero apenas había visitantes por allí. Tras una pequeña caminata pasando por la presa de Bistrica y bordeando el lago, llegamos al Ojo Azul o Syri i kaltër.
Este manantial de agua dulce se caracteriza por el color azul y verdoso de sus aguas cristalinas. Son aguas muy frías que emergen de las profundidades en el punto más al norte del lago. El ojo en sí tiene una hondura desconocida, aunque se sabe que son más de 50 metros. En ese punto el agua se ve de un azul oscuro, dada la profundidad, rodeada a su alrededor de aguas más claras y de tonos azules y verdes, lo que le da el parecido al iris de un ojo humano, de ahí su nombre.

Como era temprano, apenas había visitantes y no tuvimos que hacer ninguna cola y esperar en ningún momento para admirar el Ojo Azul desde un pequeño mirador que tienen construido sobre él. Sí nos hizo compañía un perrito que había por la zona y que nos estuvo guiando en nuestra visita.

Junto al lago hay varias rutas que se pueden hacer. Nosotras comenzamos una de ellas pero no estábamos seguras de cuál era el recorrido y teníamos en mente volver a la ciudad para verla también ese día, por lo que caminamos solo un tramo y luego regresamos, pasando por el Blue Eye y bordeando de nuevo el lago hasta la presa para llegar a la carretera y probar suerte con algún autobús o coche que pasara.
De nuevo tuvimos que hacer el camino en dos tramos, con dos transportes diferentes. Uno que nos llevó hasta el cruce de la SH78 con la carretera E853. En ese punto era sencillo encontrar transporte ya que las distancias eran cortas y los destinos bastante directos, así que no tardamos mucho en llegar de nuevo a Gjirokaster.
Nos dirigimos de nuevo al casco antiguo de la ciudad para visitar el Castillo de Gjirokaster. Merece la pena ir porque, aunque el castillo en sí está un poco en ruinas sigue siendo una estructura interesante de ver y tiene unas vistas privilegiadas de la ciudad y sus alrededores.

"Si podemos llamar a Berat la ciudad de las ventanas, podemos llamar a Gjirokastër la ciudad de los tejados" (J. Godart, 1921)
Después del castillo nos acercamos al Museo Etnográfico, una casa tradicional reconstruida tras un incendio a mediados del siglo XX que alberga gran cantidad de información y detalles sobre la cultura albana de la zona distribuida por las diferentes habitaciones de una construcción típica de la ciudad. Totalmente recomendable.
Tras cruzar de nuevo el bazar del casco antiguo y perdernos un poco más por las estrechas y empedradas calles, nos dirigimos a la carretera principal para intentar conseguir transporte para nuestro próximo destino. Por el camino aprovechamos para coger algo de comer en Antigonea Furrë Buke Pastiçeri, donde cogimos algo para llevar e ir comiendo por la calle. Todo a muy buen precio.
Ya instaladas junto a la carretera SH4 y con nuestras mochilas recién recogidas del guest house, preguntamos por si hubiera algún autobús que todavía hacía el recorrido a Permët, pero como nos pasó en el resto de ciudades y pueblos previos, los autobuses solo funcionaban por las mañanas y a esas horas ya no había ninguno.
Estuvimos esperando y haciendo señas a los coches que pasaban durante un buen rato. Una familia alemana-albanesa tuvo la amabilidad de parar, pero nos dijeron que estaban de compras por la ciudad y que no irían a Përmet hasta más tarde. Comentaron que si seguíamos allí cuando hubieran terminado, no tenían problema en llevarnos.
Continuamos esperando y buscando transporte casi dos horas, al sol, mientras veíamos cómo la luz del día se iba esfumando y nuestra suerte de encontrar quién nos llevara también. Valoramos volver al guest house y quedarnos una noche más allí, aunque eso nos podría trastocar los planes de ver todas las ciudades que queríamos. El principal problema de que los autobuses fueran por las mañanas era que no salían demasiado temprano y que en esa época del año anochecía sobre las 18:30-19:00, lo que hacía nuestros días más cortos para poder visitar de verdad los lugares. Lo ideal era desplazarse por la tarde, aprovechando que la luz se iba y amanecer en la siguiente ciudad para poder disfrutar de las diferentes atracciones turísticas y de los lugares que tuvieran horario de apertura. Si no, solo podríamos ver las cosas ya cerradas.
Después de plantearnos un par de veces desistir y volver con nuestras mochilas al hostal, apareció el coche de la familia alemana-albanesa de nuevo. Y cumplieron su palabra de llevarnos hacia Përmet. Fueron muy agradables y amables durante todo el recorrido, haciéndonos preguntas sobre nuestro viaje, los sitios que habíamos visitado, los que queríamos visitar y el hecho de hacer autoestop. Les preguntamos sobre un tramo que queríamos hacer (entre Përmet y Ohrid) y del que no habíamos encontrado por ningún lado referencias de transporte público ni rutas ni nada, pero sí que se veía claramente en el mapa que había poblaciones (pocas y diseminadas, pero algunas) y en teoría una carretera que debería llegar hasta allí. Nos recomendaron una parada que no habíamos contemplado ya que cruzar todo lo que queríamos en un día no lo veían viable. Y lo tuvimos en cuenta.
Finalmente solo nos pudieron llevar hasta Këlcyrë porque ellos se desviaban justo después. Nos quedaban apenas 15-20min en coche para llegar al pueblo y se hacía de noche, así que volvimos a probar suerte e inmediatamente pararon un par de chicos aparentemente simpáticos (spoiler: no lo eran). Durante el recorrido fueron agradables. Eran solo unos pocos años mayores que nosotras, más jóvenes que el resto de conductores con los que habíamos ido (y puede que ahí esté el error).
El trayecto fue bien y fuimos hablando amistosamente. Al llegar a Përmet les indicamos que nos dejaran junto al hotel que había en la plaza del pueblo. Por supuesto, no era ese el sitio donde nos alojábamos. Nunca hacíamos que nos dejaran cerca porque 1) En este caso el guest house estaba callejeando un poco por el pueblo, y 2) y más importante, por seguridad. La gente en general era muy amable, pero nunca se sabe y menos siendo dos chicas.
Al dejarnos insistieron en intercambiar contactos. No eran los primeros que lo pedían y normalmente les dábamos el contacto de teléfono de la sim de Albania que llevábamos. En este caso les dimos el Instagram de una de nosotras. Eran majos y hasta aquí todo bien. También empezaron a insistir en que fuéramos a tomar algo, pero nos excusamos en que estábamos muy cansadas y que queríamos descansar para coger fuerzas para el siguiente día.
Cuando se fueron, nos dirigimos al Maria Guest House y lo encontramos en una calle ruinosa (muy divertido buscarlo de noche con la pinta que tenía el callejón donde estaba). Era la casa de una señora albanesa que apenas hablaba inglés, pero muy agradable. Teníamos una habitación con una cama grande, baño privado y un pequeño separador a modo de terraza donde había una o dos camas pequeñas más. Todo muy cómodo y económico.
Como en el resto de sitios, dejamos las mochilas y salimos a dar un paseo por el pueblo, aunque fuera para ubicarnos un poco. Volvimos a la plaza, paseamos junto un poco junto al río Vjosa y nos acercamos al lugar donde María, nuestra anfitriona, nos había comentado que salía el autobús en dirección a las famosas termas de Përmet (a unos 15km).
No utilizábamos mucho el internet salvo para ver cosas del mapa, compartiendo los datos de una a otra (ya que solo llevábamos una tarjeta) e intentando ahorrarlo para que nos durara todo el viaje sin problemas. Ahí vimos que los chicos que nos habían llevado nos habían escrito por privado en Instagram, insistiendo en quedar para tomar algo o quedar al día siguiente para que ellos nos llevaran a las termas. Les dimos las gracias, pero les dijimos que no porque no nos gustaba la insistencia que tenían.
Seguimos paseando y estábamos a nuestras cosas cuando nos escribieron diciendo que nos habían visto y que no les habíamos saludado. Con el cansancio y en plena discusión sobre la planificación de las siguientes paradas del viaje, no nos habíamos enterado. A veces la gente nos decía cosas por la calle y cuando viajas sola aprendes a dejar de escuchar cierto tipo de llamadas o comentarios. La cosa es que se pusieron un poco pesados y se podría decir agresivos diciendo que les habíamos mentido porque no nos alojábamos en el hotel de la plaza (ya que estábamos andando en la dirección contraria) y que no habíamos querido salir con ellos a tomar algo cuando ellos nos habían llevado en su coche.
Nosotras seguimos en una dirección contraria al guest house, por si acaso. Les pedimos perdón por no saludar, pero lo del hotel me pareció ya demasiado. No tenemos por qué dar explicaciones de dónde nos alojamos, a nadie. Y tampoco les dijimos que nos alojábamos allí, solo que nos dejaran allí.
En fin, ellos siguieron con que al día siguiente nos tenían que llevar a las termas. Que nos recogían y nos llevaban. Les dijimos que no. Dijeron que nos invitaban a comer con ellos. Les dijimos que no. Nuestras respuestas siempre desde la amabilidad y haciéndonos un poco las tontas como que no teníamos claro si al final ir, que al día siguiente ya veríamos, que íbamos con el flow... Todo por no empeorar la situación... pero vamos, que en ese punto ya estábamos un poco cansadas. Y entonces enviaron la perlita de que deberíamos hacerles el favor de ir con ellos y comer con ellos "out of respect"... Puede que suene como una tontería, pero out of respect nos tenían que haber dejado en paz en el primer no y no amenazar o enviar mensajes ligeramente (y no tan ligeramente) intimidantes como hacían. Ahí dejamos de contestar porque la situación no se iba a arreglar. También hay que tener en cuenta que era un pueblo pequeño y las posibilidades de volver a encontrarnos al día siguiente eran altas.
Bueno, con esas nos volvimos al guest house callejeando por si acaso y, después de una ducha caliente (y todavía algo enfadadas), nos fuimos a dormir.