DÍA 12
23/09/2022
Amanecimos temprano en busca del bus que nos llevaría esa mañana a las termas. No había tiempo que perder ese día, ya que más tarde tendríamos que ingeniárnoslas para cruzar el sureste del país, una parte de la que parecía haber poca información y mucho menos transporte.
Por más que buscamos no había ningún autobús hacia las termas ni nadie sabía indicarnos dónde podía haberlo, así que nos dirigimos a la carretera SH75 para hacer autostop. Nos costó un poco, pero nos recogió un coche que iba en esa dirección. Sin embargo, solo nos llevó varios kilómetros, junto a la estructura de un puente abandonado. Allí tuvimos que volver a intentarlo y nos recogieron dos señores albanos (con la tela interior del techo enganchada con chinchetas de colores). Nos dejaron justo en el cruce con el camino Rruga e Benjes, donde nos recogieron un par de chicas italianas que iban al mismo destino que nosotras (por suerte para nosotras ellas sí que habían alquilado un coche).
Después de tres coches distintos para apenas 15km de viaje llegamos a Bënjë, a sus termas y a su puente de piedra. Eran todavía las nueve de la mañana y hacía un poco de fresco, pero igualmente nos metimos en agua caliente que brotaba en diferentes piscinas naturales junto a las montañas y al Cañón de Langarica. Algunas eran más calientes que otras, siendo una temperatura templada y nada abrasadora.


Disfrutamos del baño, la relajación y la naturaleza durante unas horas. Nos hubiera gustado hacer la ruta que cruzaba el cañón, pero ese día nuestro objetivo era llegar a dormir a Korçë y dudábamos del tiempo que nos iba a llegar encontrar un transporte.
Tuvimos que coger de nuevo tres coches para llegar a Përmet. Nos costó algo de tiempo encontrar alguno de los coches pero llegamos hacia el mediodía de nuevo al pueblo. Allí aprovechamos a recoger las mochilas, comer algo y volver a la carretera. Pensándolo mejor, deberíamos habernos llevado las mochilas con nosotras y haber seguido después de las termas, ya que hicimos y deshicimos el camino varias veces.
Por suerte, cuando llegamos de nuevo a la carretera y antes si quiera que apoyáramos las mochilas en el suelo, paró un hombre que podía llevarnos hasta Korçë. Era bastante hablador, pero solo podíamos comunicarnos con él en francés, ya que no sabía nada de inglés. Por suerte, mi compañera habla perfectamente y nos hicimos entender desde el principio.
El viaje fue largo. Eran unos 130km, pero todo lleno de montañas, curvas y baches por la carretera que nos llevó 3 horas y media recorrerlos.
Cuando planeamos esa parte del viaje siempre nos encontrábamos con el mismo problema: no hay transporte público entre Permet o la zona sur de Albania y Ohrid, nuestro destino deseado. Nuestra idea era intentar dar la vuelta al país, cruzando de nuevo la frontera con Macedonia para ver la ciudad junto al lago y ya volver de nuevo a Albania. Sin embargo, todas las rutas que consultamos incluían un viaje de vuelta de Përmet a Tirana y de ahí a Ohrid. No entendíamos por qué no había una clara o transitada conexión entre el sur y la parte oeste del país.
Haberla, la había, claro, pero no se solía cruzar por ahí.
El día anterior habíamos estado preguntando a la casera sobre cómo llegar hasta Ohrid, y entre palabras albanesas y gestos nos señaló que era mucho mejor hacer una parada intermedia en Leskovik, Ersekë o Korçë (esta última la más grande de las tres). Apostamos a ir hasta Korçë para poder hacer gran parte del viaje y desde donde habíamos visto online que había autobuses que nos podían llevar hasta la frontera con Macedonia. Por suerte, nuestro conductor también iba a esa ciudad.
Al transitar la carretera entendimos por qué no había transporte público por allí. Era una carretera con muchas curvas y no muy buena. Al poco de pasar Leskovik, cruzando las montañas, nos encontramos con un paisaje diferente que nos hizo incluso pensar que estábamos en otro país. Llegamos a una llanura de campos mucho menos poblada que todo el país que habíamos recorrido hasta entonces, con edificios austeros y sobrios en su mayoría que daba la impresión que se habían detenido en el tiempo durante la época comunista de Albania.
El viaje fue largo, pero nos alegramos de haber tomado esa ruta y de haber podido ver una cara diferente de Albania, aunque no pudimos parar a visitar ninguno de los pueblos que cruzamos. Sí paramos varias veces, sin embargo, en las que nuestro amable conductor nos compró fruta para que estuviéramos bien abastecidas durante el camino. También hubo un momento un poco raruno cuando paramos en Leskovik para repostar y se acercaron unos amigos del conductor al coche a saludarle. Cruzaron entonces una miradita como diciendo "mira lo que llevo" refiriéndose a nosotras que fue bastante evidente, pero más allá de eso no paso realmente nada y él fue bastante amable el resto del camino, así que lo pasamos por alto.
También nos tranquilizó que en un momento en el camino llamó a una chica con la que parecía que quería verse en Korçë, lo que ayudó a aliviar las dudas de por qué había sido tan fácil encontrar un coche que fuera para allá y sin pedir nada a cambio ni terminar de concretar el motivo de su viaje. Sabiendo que tenía plan esa noche con otra persona, nosotras íbamos mucho más tranquilas, aunque hubiera organizado ese plan por videollamada mientras conducía por carreteras con muchas curvas...
Por fin llegamos a Korçë, ya de noche. Para evitarnos algún momento incómodo al irnos como había pasado otras veces, le dimos 2,000 leks, que correspondían con unos 17€ o así. Él no nos había pedido dinero ni nada, pero así le agradecíamos el viaje y dejábamos el tema zanjado.
Ya en Korçë buscamos el hostal