![]() ![]() DiSfRuTaNdO De CoStA RiCa Y BoCaS DeL ToRo ✏️ Blogs de Costa Rica
5 Días de 4x4 (Alajuela, Arenal, Río Celeste y Monteverde) + 9 días de transporte público (Alajuela, Tortuguero, Cahuita y Bocas del Toro). Diario, fotos, vídeo y pequeños apuntesAutor: Gonchi Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (9 Votos) Índice del Diario: DiSfRuTaNdO De CoStA RiCa Y BoCaS DeL ToRo
01: Día 1. Alajuela
02: Día 2. Alajuela - Arenal (Catarata La Fortuna-Lava-Termas)
03: Día 3. Arenal - Río Celeste – Monteverde
04: Día 4. Monteverde (Bosque nuboso+canopi Santa Elena)
05: Día 5. Monteverde (bosque eterno de los niños) - Alajuela
06: Día 6. Alajuela – Tortuguero
07: Día 7. Tortuguero(excursión por el canal) -Moin “Limón”–Cahuita
08: Día 8. Cahuita (P.N.)
09: Día 9. Cahuita – Bocas
10: Día 10. Bocas (Bahia Delfines-Cayo Coral-Cayo Zapatillas)
11: Día 11. Bocas (Bocas del Drago-Isla de los Pájaros-Playa de las Estrellas)
12: Día 12. Bocas (Red Frog Beach)
13: Día 13. Bocas – Alajuela
14: Dia 14. Alajuela – Despedida y cierre
15: Fotos y Vídeo
16: Recopilación de pequeños apuntes sacados del foro e internet.
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Etapas 4 a 6, total 16
A la mañana siguiente, nos sorprendió un tremendo desayuno a base de cereales, tostadas con mermelada casera, fruta, tortitas y el habitual tanque de café. Después, con unos prismáticos, desde el balcón donde los colibríes iban a beber agua y libro en mano, el dueño del H, nos dio una clase de ornitología.
Era la hora de arrastrar nuestra gorda panza al Bosque Nuboso de Monteverde. Yo no sé si habrá otra forma de ir pero el GPS nos mandó hacia una rampa muy empinada, llenita de ñascos y nivel rojo de campo guás, por donde pasamos apretando el culo con mas miedo que vergüenza, cosa que el 4x4 parecía no compartir. La Reserva de Monteverde es selva primaria y en cuanto a vegetación es impresionante pero a nosotros nos defraudó un poco, esperábamos otra cosa. Es un lugar demasiado preparado para el turista, los caminos estan hechos con rodajas de tronco y tablas de madera, que queda bonito pero le dan un toque artificial. Te encuentras con más gente que en otros sitios y con menos animales, quizás se deba a que solo visitas una pequeña parte de lo enorme que es aquello. Nosotros estuvimos cuatro horas andando y apenas se oían ruidos de animales y vimos poco más que una manada de pizotes. Nuestro ánimo cambió radicalmente con la aparición en escena de una tarántula gigante de rodillas rojas “aplausos” ahora si molaba Monteverde. De aquí nos fuimos con la reserva ya hecha desde el hotel, a hacer la locura esa de ir volando de árbol en árbol. Por la noche estuvimos con una pareja muy maja de valencianos que nos encontramos en el Rio Celeste mientras se comían un mango enorme que pesaba 1kg. Tomamos algo entre las ramas de un árbol que atraviesa la terraza de un bar restaurante, mientras un artista a la guitarra española nos deleitaba con su música. Luego cenamos en una soda (local de comida rápida, poyo frito, ceviche, casado...) de pollo frito (bueno y barato), el único sitio abierto que quedaba a esas horas. Etapas 4 a 6, total 16
En nuestro último día de 4x4 fuimos a visitar el Bosque Eterno de los Niños (BEN) antes de salir para San José. Nada mas entrar en el desvío, se aparca el coche y entrando por un camino a la derecha, terminas saliendo al centro de información. Está ubicado en una zona más baja, con lo cual, cambia un poco el tipo de vegetación que al no ser tan cerrada, se logra un campo de visión mayor y es más fácil avistar animales. Nosotros vimos que recuerde, pizotes, guatusas, ardillas, muchos tipos de pajarillos y rapaces, un zorro y a la mariposa morphos. Al que no vimos y nos alegramos de ello, es al leopardo, tigre que lo llaman ellos, y que antaño visitaba esta zona.
Lo mas divertido era que el suelo estaba cubierto de hojas secas y todo bicho viviente nos alertaba de su presencia a nada que se moviese por el suelo. Sobresalto tras sobresalto nos dimos cuenta de que el bosque estaba vivo. En una pequeña aula de información para niños, en la entrada al parque, llegó la hora de mi venganza ¡ Cha chann! la verdad es que me jugué una bofetada pues a mi amiga no la gustan nada, pero que nada, los bichos. Colocándola una hormiga gigante de goma en el hombro, la di el susto de su vida. Entre saltos y gritos, pálida de la impresión, se acordaba de la escalofriante tarántula del día anterior. Gracias que no se lo tomó a mal, nos reímos todos y me libré del tortazo. Tanto en Monteverde como aquí, desde los miradores se puede ver el Golfo de Nicoya, un pedazo de Costa Rica que baña las aguas del Pacífico. Llegando casi hasta la costa, baja un camino campo guás que te deja en la Panamericana, carretera que cogimos de vuelta al interior, hacia San José. Antes de salir a la carretera paramos a comer algo en un chiringuito, una solitaria Soda perdida de la mano de Dios. Tenia un menú variado de tan solo ceviche (taquitos de pescado en vinagreta) nos puso fácil la decisión.- ¡Ceviche para todos!. La Panamericana es una carretera por la que transita mucho camión y circular por ella requiere mucha calma pues no es nada fácil adelantarlos. Tuvimos que necesitar unas sesiones de yoga, no aquí, donde aguantamos pacientemente, si no entrando ya en la ciudad donde nos chupamos un atasco monumental. ¡Que sorpresa! ¡Si existen los coches sin tracción a las cuatro ruedas!. Los nervios crecían cuando más se acercaba la hora en que cerraban la oficina donde teníamos que devolver el coche. La hora prevista de llegada que marcaba el GPS cada vez se ajustaba más, atascos, semáforos y todavía teníamos que encontrar una gasolinera para dejar el depósito lleno como nos lo habíamos encontrado. Resultado, media hora tarde pero con la gran suerte de encontrarnos la oficina todavía abierta, ¡uff por los pelos!. San José de noche, turistas y cargando con las mochilas. Ya nos habían advertido de los peligros de la ciudad, y esta clase de sustos no nos hacían tanta gracia, así que llamamos a un taxi. Cuando vino a recogernos, no se esperaba que lo que en un principio iba a ser una carrera de 4 manzanas, 4 cuadras o 400m como dicen ellos, se iba a convertir en una odisea para nosotros y un negocio para él. Una vez vacío el frasco de la buena suerte, se veía venir como la caja de los truenos, iba descargar su ira sobre nosotros. El primer hotel y único que teníamos mirado cerca de la estación del autobús que teníamos que coger al día siguiente y en el que ilusamente teníamos pensado dormir, nos mandó con las maletas, de vuelta al taxi con el nombre de otro hotel. Esta vez, ya sin sacar el equipaje del maletero, media vuelta, nos invitaron a probar en un hostal cercano al que para llegar a él, todas las calles parecían estar prohibidas. Ya ni maletas, ni nadie, se movían del taxi, yo salía corriendo del coche al hotel y del hotel al coche sin ninguna suerte. Creo que fue al cuarto intento cuando me di cuenta de que era inútil ir de un lado a otro mareando al taxista. Entonces, un armario de dos puertas con unos lunchacos en la mano, me abrió la puerta de un hostal y echando el cerrojo tras de mí, desaparecí durante un buen rato. Mientras, en el coche, el taxista les comentaba a mis amigos al ver pasar a una señorita de buen ver que nos encontrábamos en el barrio de los travestís. Me imagino sus caras cuando, yo seguía sin salir y el taxista les preguntó si yo no llevaría mucho dinero porque podrían estar atracándome. Viendo al que me abrió la puerta y estando en el barrio en el que estábamos, seguro que pensaron otra cosa uff. Es broma, lejos de todo eso, esta persona, se prestó a llamar con una lista, a todos los hoteles de la zona que yo le iba diciendo a mi antojo; este nada, este tampoco, en este ya hemos preguntado nosotros, prueba a ver... Pensé, dormimos en el coche, a no, que ya no lo tenemos, aaaaaah!!! Y por fin, después de preguntar en cuatro hoteles y de llamar a 6 o 7, nos consiguieron alojamiento. Nuestra habitación dejaba mucho que desear, nada mas abrir la puerta, una cucarachaza correteaba a placer por el cuarto. Mientras que el que nos enseñaba la habitación, disimulaba, yo, pidiéndole permiso muy educadamente, le eché a un lado y estrellé la suela de mi zapato contra el crujiente y desagradable bicho. Era un cuarto feo y oscuro pero gracias que al menos dormíamos bajo techo. Una de las camas daba risa verla de lo pequeña que era y encima, al acostarte, te hundías casi hasta el suelo. Lo mas divertido era el agujero que se veía en una de las paredes, recordaba a los dibujos de Tom y Jerry. Tapando el agujero con la pata de una silla y bien revisado el interior de las camas, decidimos salir a cenar. Nos habían metido mucho miedo con lo de salir de noche por San José pero el hambre nos hacia ser valientes, además, íbamos en grupo y yo soy el que más rápido corre de los tres jejeje. Primero tamamos algo cerquita, donde conocimos a unos ticos muy cachondos pero el local era demasiado elegante y no queríamos que nos pegasen el hachazo en la cena. Tres cuadras mas allá, encontramos un sitio chulo con terraza y música en vivo (Sabina, Serrat... jejeje). Aquí, mi valiente amiga tubo la suerte de salir premiada en el sorteo de una noche fantástica en lo que bautizamos como, la cama cucaracha. Mientras nos comíamos unos bocatas, intentaron robar una furgoneta enfrente del restaurante pero la verdad es que nosotros en la calle no vimos esa inseguridad de que nos habían hablado. Etapas 4 a 6, total 16
Había llegado la hora de la segunda parte de nuestro viaje, la costa del Caribe y el transporte público dejaba atrás el interior de Costa Rica y el 4x4.
A las nueve cogimos el autobús en la estación Caribeños y fuimos casi todo el trayecto fritos salvo para disfrutar del paisaje cuando pasamos por el Parque Natural de Braulio Carrillo y para estirar las piernas en la parada de Guapiles. En las carreteras es fácil encontrarse puestecillos, normalmente de fruta: fresas, agua de pipa (coco), piña (siempre exquisita), mango etc. y hasta los autobuses suelen parar un rato, y es que en Costa Rica las cosas llevan otro ritmo. Llegamos a Cariari sobre las once. Recorriendo toda la calle central, al otro lado del pueblo, encontramos la estación de autobuses Copetranca. Es impresionante el trasiego de gente y autobuses que hay aquí. A las doce, sin librarnos de algún que otro campo guás, salimos para el embarcadero de la Pavona (1$) donde cogeríamos la lancha (10$) que a través del rio Tortuguero nos llevaría al pueblo del mismo nombre. Es un precioso y estrecho canal donde se suelen ver cocodrilos. Para pasar por él, la lancha tiene que hacer mil peripecias y esquivar donde no hay suficiente profundidad. Le dijimos al barquero donde teníamos pensado quedarnos en el pueblo y nos acercó hasta allí. En las Cabinas Miss Junie hicimos un poco el primo porque confiamos en los precios que vimos por Internet y una vez allí, maravillados con este pedazo casa de madera, no reparamos en preguntar precios. De 35$ que pensábamos pagar, a 70$ que nos cobraron, la diferencia de dormir abajo o arriba donde la estancia es más cara, claro que la habitación esta mejor. Tortuguero fue el pueblo de Costa Rica que más nos gustó. Atrapado entre el mar, la selva y los canales, donde no existen carreteras. Es un pueblo pequeño donde solo algún tramo de la calle principal esta asfaltado. La mayoría de las casas son tipo chabolas y lo que nos sorprendió bastante es que una de ellas, la mansión de las chabolas, era una discoteca con su bola de espejos y todo, y como no, su servicio tipo abrevadero. Mientras el reggae y la música latina animaban la fiesta, los locales jugaban apasionadamente al dominó, los perros campaban a sus anchas por la pista de baile y nosotros, los únicos turistas, nos descojonábamos de lo cerca que había estado mi amiguete de caerse al rio, cuando intentó salir por el hueco de una puerta, hacia un embarcadero inexistente. Ya se imaginaba en el rio, un metro mas abajo, intentando inútilmente subir a suelo firme con los cocodrilos pegando dentelladas a sus pies y mientras, nosotros con la risa floja, haciéndole fotos y medio pueblo señalando al torpe turista. Mas tarde nos dimos cuenta que el resto de los guiris se encontraban en otra discoteca, con mas nivel pero menos auténtica. El caraoque que tenia, lo aprovechamos para, aún sin micrófono, dar un espectáculo bochornoso cantando rancheras, menudas risas. De aquí, nos fuimos a la playa con unas linternas, en busca de la gran Tortuga Baula y nos tuvimos que conformar con un “cangrejo baula”. Si nos pillaban sin guía, nos echarían pero sabíamos que no era época de desove y más que nada, lo que queríamos, era dar un paseo. A la hora ya estábamos en el hotel empiltrados, como no las pudimos ver al menos soñaríamos con ellas. A media noche me despertó la lluvia, que forma de llover, aquello parecía el diluvio universal, y cuando parecía que ya no podía caer mas, apretaba todavía más, ¡alucinante!. Etapas 4 a 6, total 16
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