![]() ![]() JAMAICA - El Corazón Africano del Caribe. ✏️ Blogs de Jamaica
Mi experiencia en Jamaica.
23 - 31 Agosto 2009Autor: Caligula Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.7 (17 Votos) Índice del Diario: JAMAICA - El Corazón Africano del Caribe.
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Etapas 4 a 6, total 8
Llegaba el tercer día en la isla y por fin saldría a conocerla. Nos recogieron sobre las 9 de la mañana y salimos con rumbo al sur de la isla. Para ahorrar tiempo, en vez de bajar bordeando la costa fuimos por el interior. Nada más empezar la ruta te das cuenta de que Jamaica, visualmente te va a sorprender (al final te acaba sorprendiendo en todos los sentidos). Fuimos por la costa hasta llegar a Lucea, muy cerca del hotel, para repostar y comprar hielo para las neveras. Después de esa pequeña parada técnica, emprendimos rumbo al sur. Comenzamos a adentrarnos por el interior, empiezan a aparecer ante tus ojos todos esos paisajes increibles, la grandiosa vegetación, la gran gama de verdes que se despliegan sobre el terreno montañoso de la isla. Carreteras sinuosas que discurren entre las montañas plagadas al máximo de todo tipo de plantas y árboles. La exuberante vegetación se lo va comiendo todo, árboles cubiertos de plantas trepadoras, lianas, plantas de bambú gigantescas, plantas que crecen sobre otras plantas, cables de la luz cubiertos de hierba, las inmensas plantaciones de caña de azucar... Los pueblitos que nos ibamos encontrando eran de lo más pintoresco, casitas hechas de madera, otras hechas de restos de otras casas, con colores vivos, algunas con tumbas, las iglesias (muy bonitas en general y todas con su pequeño cementerio). Veías a la gente en mitad de la nada vendiendo gambas, o incluso aprovechaban alguna pequeña frenada para acercarse corriendo a vendértelas por la ventanilla del bus. Gente pobre, descalzos y con la ropa vieja; o de pronto te encontrabas a una mujer muy arreglada, con sus joyas y tacones caminando por alguna carretera vacía, sin nada... Una visión muy pintoresca y a la vez muy bonita. Entre todos esos paisajes de película iba nuestro autobús a gran velocidad, camino de nuestro primer destino, unas cascadas de ensueño llamadas YS Falls. ![]() *** YS FALLS *** Llegamos a las YS Falls. Un vistoso cartel te da la bienvenida y entras en una casita, que supongo es donde se pagaban las entradas (nosotros ya las teníamos incluidas en las excursiones). Una vez cruzada esa casita, te recoge un tractor con una especie de remolque con asientos, que te sube hasta donde están las cascadas. ![]() Mientras subes hacia las cascadas, puedes disfrutar del increible paisaje, si durante el viaje era extraordinario, ahora era mucho mejor. Árboles gigantescos y agua que discurría entre ellos formando pequeñas cascadas; toda esa situación iba haciendo que las ganas por llegar a las cascadas fueran cada vez mayores. ![]() Por fin llegamos a las cascadas, y el entorno es espectacular. La naturaleza en estado puro, muchas planas y flores exóticas, de las que ves picoteando a los colibries. Las caídas de las cascadas van formando piscinas naturales en las que te puedes bañar. En una de ellas han instalado una cuerda, a modo de liana, con la que te puedes lanzar a la piscina (previa propina). También han instalado un recorrido de tirolinas, con las que vas descendiendo por encima de las cascadas. La tirolina o canopy, sí es de pago. También han creado una piscina con agua de río, está filtrada y depurada. El agua de la cascada estaba helada, al menos para mi; pero venía muy bien para refrescarse un poco, Jamaica es muy calurosa. Ésto, al igual que otras muchas cosas, lo tienen muy bien preparado. Unos pasillos de madera para poder subir hasta lo alto de las cascadas, unos vestuarios con baños, unos merenderos y una tienda de recuerdos con un bar. Por supuesto con precios un tanto abusivos. Pero igualmente son muy bonitas de ver y de disfrutar, porque el entorno es tremendo. ![]() ![]() Etapas 4 a 6, total 8
Después de disfrutar al máximo de la belleza de las cascadas YS Falls, retomamos nuestro rumbo hacia el sur de la isla. El siguiente destino era en Black River. Era casi medio día cuando bajábamos hacia el pueblo de Black River y el hambre empezaba a hacer acto de presencia. Paramos a comer en un local al lado de la carretera. Era el típico sitio por el que pasarías y no te pararías ni loco. Muy pintoresco. No solo llamaba la atención la habitación donde estaba el "comedor" (por su enorme colorido y pinturas infantiles), sino por la cocina en sí. Daba la impresión de que estaba todo muy sucio, de que las ollas eran prehistóricas, cubos de plástico llenos de yonoseque; y es cuando empiezas a tener contacto directo con la pobreza del país. Nos ofrecieron para comer pollo frito, pollo con una salsa marrón, cordero y carne de caracola. El cordero no me gusta y la carne de caracola creo que sería demasiado exótica para mi, así que mi decisión estaba entre el pollo frito o el pollo con la salsa. Y entre esos dos platos escogí el pollo con salsa, me parecía buena idea probar algo nuevo. La comida te la servían acompañana de arroz con frigoles y algo de verdura. Al empezar a comer el pollo me di cuenta de que el tenedor de plástico que me habían dado para comer de poco me serviría, así que obté por comérmelo con los dedos. Demasiados huesos para un solo tenedor. He de decir que me gustó mucho, estaba delicioso. Mientras esperabamos a que nos sirvieran la comida salí fuera, para ver el entorno, ver el ambiente, ver que era un sitio realmente jamaicano, no es el típico sitio turista donde todos acuden en masa. Los isleños paraban el coche, cogían comida y continuaban su camino. Empiezas a ser testigo de la pobreza. Un niño miraba tímidamente por la ventana, miraba los refrescos que teníamos sobre la mesa. Sin pensarlo, le dimos esa cocacola que tanto deseaba y que nosotros realmente no le damos importancia. Lo observé detenidamente. Tenía las manos llenas de cortes y heridas, iba descalzo y con la ropa sucia, me fijé que tenía una herida tremenda en el tobillo; como una especie de agujero en la carne. Cuando ya tenía la cocacola fuertemente agarrada nos volvió a pedir, muy tímidamente, los zapatos; decía muy bajito "shoes, shoes...", después se acercó a la cocina, y me le dieron un bote de plástico con un poco de sopa caliente; después de eso se fue caminando por una especie de acequia profunda entre la vegetación. Si con estas cosas no se te parte el alma, es que no eres humano. ![]() Terminamos de comer y seguimos nuestro camino. No recuerdo bien la duración del trayecto, yo no dejaba de mirar por la ventanilla y de intentar retener en mi mente todo lo que veía. No me cansaré de repetir que el paisaje que te ofrece la isla es increible. Por fin, llegamos al pueblo de Black River. Al entrar al pueblo notas el movimiento, el ambiente de la gente, y es que había una especie de mercado callejero en el que vendían sus productos como fruta, pescado... un mercado de ellos y para ellos. Cuando íbamos circulando por las calles, uno de los habitantes nos miró y nos hizo un gesto desagradable. Fue el primer y único indicio de racismo que experimentamos. Sobre esto quiero hacer un inciso. Nosotros siempre hemos estado acostumbrados a ver el racismo desde un único punto de vista: el hombre blanco discriminando al hombre negro, marroquí... Y esta vez es al contrario, todo el mundo es negro y tú (la minoría) el blanco. La verdad es que está bien experimentar ésto al menos una vez; para que te puedas poner realmente en la piel del otro. También se puede pensar que vaya clase de gente que son, encima que el turista va y se deja allí su dinero... la forma que tienen de tratarlo... Hay que entender su historia, que para ellos es algo con un sentimiento muy fuerte y muy arraigado. Y aquí es cuando yo digo que para ir a Jamaica tienes que tener la mente muy abierta. Abierta a todo lo que te puedas encontrar, abierta a todas las situaciones que puedas vivir, abierta al mundo y al poder conocer y aprender. Desgraciadamente no todo el mundo es así, y los hay que se creen dioses por llevar un puñado de dólares en el bolsillo, los que se creen que el jamaicano les va a vender lo que sea o va a hacer lo que tu quieras con tan solo pasarle un billete de 5$ por la mano. Esas personas están muy equivocadas; no sólo en Jamaica, sino en cualquier parte del mundo. Las cosas no son así. Los habitantes de Jamaica no son autóctonos de la isla. Cuando el hombre blanco descubrió Jamaica, arrasó con todo lo que se encontró, aniquiló a todos los nativos. Los actuales habitantes son descendientes de los esclavos africanos que el hombre blanco trajo para que trabajaran para él. Debido a eso, ellos no conocen su origen. Saben que son africanos pero no saben cual es su raiz familiar, su árbol genealógico. Ellos están en la isla, arrancados de su África, por culpa del hombre blanco. Eran los esclavos del hombre blanco. Es su historia, la tienen muy viva, aún la sienten... aún se siente africa; fijaros como la bandera de los Rastafaris es igual a la bandera de Etiopía. Fijaros en el color de su piel, no es el mismo color que un cubano o un dominicano; es el color de África. Eso hay que entenderlo y comprenderlo. Es normal que te encuentres con alguien más radical y tenga ese sentimiento más vivo. Ponte en su lugar y lo entenderás. Con esto no quiero decir que te vayas a encontrar brotes de racismo por todos lados, ni mucho menos, nada más lejos de la realidad! Te puedes encontrar algún caso aislado, como nos pasó a nosotros al entrar a Black River. Si una persona es amable, correcta, educada y amigable es lo que se va a encontrar. Es lo que yo me encontré. Gente que te dejaban involucrarte con ellos, que te ofrecían su mano, que te chocaban el puño al grito de "respect", que hacían por entenderte y por hacer que los entendieras. Para mi, el trato que me ofreció la isla en general fue de 10! Acabado este inciso, retomo el diario entrando a Black River. Black River es un pueblo costero que se erige en la desembocadura de dicho río en el mar. Nuestro destino era el embarcadero para realizar un safari por el río. Llegamos al embarcadero y nos encontramos con un rasta ofreciéndonos su artesanía. Tenía figuras muy bonitas y originales hechas con cocos. Nuestro regateo fue en vano, no nos bajaba demasiado el precio porque decía que no hacía negocio. Eso sí, el buen hombre se mostró muy amable y divertido. ![]() Embarcamos en la barca y emprendimos nuestro safari. ![]() Conforme vas subiendo por el río, el agua poco a poco se va volviendo negra, hasta que se hace completamente negra. El agua en sí es transparente y cristalina, pero el fondo es negro debido a las raices de los manglares y los residuos que sueltan dichas raices. Sin duda es muy curioso navegar por un río de aguas negras. De ahí su nombre. Puedes admirar a las garzas subidas en los manglares, los cocodrilos vigilando sus zonas (debido a que es un animal territorial), los distintos tipos de manglares como el manglar rojo o el manglar blanco... Es una delicia poder navegar entre esos parajes que te dan la sensación de estar en uno de esos pantanos de película. El disfrutar de ese entorno natural, sintiendo la brisa, escuchando leyendas sobre el río... no tiene precio. Es realmente bonito y muy recomendable. Nos dijeron que nos llevarían a una zona donde en teoría no hay cocodrilos y nos podríamos bañar, pero entre historia e historia ya estabamos de vuelta en el embarcadero. El capitán de la barca nos dijo que era tradición dejar una propina antes de bajar. Cuando decía esto, vi a unas chicas jamaicanas que se echaban a reir, con lo que deduje que se estaba quedando con nosotros y lo que quería era sacarse una propinilla por la cara. No me hubiera importado lo más mínimo dársela, pero me hice la ilusión de bañarme en el río y no nos paró, así que no lo hice. Desembarcamos e hicimos un pequeño descanso para que cada uno supliera sus necesidades. Y una vez más al autobús, para bajar un poco más por la costa hasta encontrarnos con el Pelicans Bar. ![]() ![]() ![]() ![]() Tras un breve trayecto en bus, llegamos a una playa. Me daba la sensación de estar perdido en mitad de la nada. Allí nos esperaban dos botes para llevarnos hacia el bar Pelícano. Cualquiera podría pensar qué interés tiene el visitar un bar. Este bar en concreto tiene mucho, por la forma y la ubicación. Mi idea de la ubicación de este bar era un poco errónea. Yo pensaba que estaba más cerca de la costa, pero realmente está lejos, muy lejos como para intentar ir nadando y no ahogarte en el intento. Como he dicho, nos esperaban dos botes para llevarnos al bar. Cuando estás en la playa lo ves al fondo. Ves un puntito negro sobre la línea del mar, y el asombro se apodera de ti. Nos subimos en los botes y fuimos surcando el mar hacia el Pelicans Bar. Un pequeño bar construido con troncos y tablas de madera en mitad del océano. Cerca del bar hay unas rocas que sobresalen del agua y se posan los pelícanos, supongo que de ahí vendrá el nombre. El bar es muy peculiar. Todos los troncos están firmados por los visitantes, el dueño te puede servir casi cualquier cosa, tiene una pequeña cocina en la que te prepara la comida... puedes salir a su pequeño muelle y admirar el fondo marino, ver pasar por debajo de ti a las rayas... Cuanto menos es curioso. Aprobechamos para tomarnos unas cervecitas típicas del país, la Red Stripe, y para darnos un baño en ese insólito paraje. Tras esto, volvimos en los botes a la costa para emprender nuestro viaje de vuelta, el día iba tocando a su fin y cada vez se hacía más oscuro. Pero siempre hay momento para hacer una parada de regreso al hotel. ![]() ![]() ![]() En nuestro camino de regreso pasamos por la zona de BlueFields (Campos Azules, que nombre más bonito, verdad?) e hicimos parada para visitar el mausoleo de Peter Tosh. Muchos no sabrán quién es Peter Tosh, y en cierto modo es normal debido a la gran imagen que hay de Bob Marley que lo eclipsa todo. Peter Tosh conoció a Bob Marley y le enseñó a tocar la guitarra. Juntos formaron el mítico grupo The Wailers. Tosh fue asesinado en su casa durante un robo. Es muy recordado y querido por los jamaicanos por todo lo que difundía, la cultura rastafari, los derechos humanos y la legalización de la marihuana. Era ya de noche cuando llegamos al mausoleo. Está situado en el jardin de la casa de su madre (creo recordar, ese dato lo tengo algo confuso). En la entrada, en las puertas de madera reza un lema, el título de una canción suya, "Legalize It"... da pie a que te hagas una idea de lo que te vas a encontrar. Entramos en el jardín. Todo estaba ya muy oscuro. La única luz es la que había dentro del mausoleo. En cuanto nos acercamos al mausoleo el intenso olor a marihuana invadía cualquier rincón; y es que los rastas nos tenían preparadas unas sorpresas. El mausoleo era una especia de casita de una única habitación donde estaba situada la tumba de Tosh; todo pintado con los colores rastafaris y emblemas de esta filosofía, en la foto podreis ver todos los detalles, y observarla bien porque no tiene desperdicio. En la entrada del mausoleo había colocado un equipo de música y estaba sonado a gran volumen las canciones de Peter Tosh. Como ya he dicho, los rastas que allí habían nos tenían preparadas unas cositas. Nos habían preparado un te de marihuana para que lo degustaramos (realmente bueno), y en una mesa tenían mucha marihuana para hacerte el famoso porro jamaicano por el módico precio de 5$. Debido a la alta humedad de la isla, la planta de la marihuana no seca completamente, y da un aspecto un tanto compacto. Era muy curioso ver como cortaban la marihuana con un cuchillo, como si se tratara de un chorizo o algo así. Tras esta curiosa y graciosa visita, retomamos nuestro viaje de vuelta... todos muy relajados y al son incensante de los ritmos de Bob Marley. ![]() ![]() Antes de terminar esta etapa quiero decir una última cosa. Quién no conoce a Bob marley?, todo el mundo lo conoce, yo lo conocía antes de ir a Jamaica. Todo el mundo conoce al menos una canción de Bob Marley. Durante mi estancia en Jamaica, la música de Bob Marley ha estado muy presenta por todos lados. Ahora que he vuelto de Jamaica puedo decir que yo antes conocía a Bob Marley y ahora; que he descubierto a Bob Marley. Y que mejor sitio para descubrirlo que en Jamaica... Llegamos al hotel y tuvimos el tiempo justo para ducharnos, cambiarnos de ropa, ir a cenar al Lotus House (restaurante asiático), unas copitas en el Infinity Bar y a descansar... que aún quedaban muchas cosas que descubrir... Etapas 4 a 6, total 8
El día después de la primera salida por la isla lo dedicamos a descansar en hotel. Había que estar preparado para el día siguiente, que iba a ser largo e intenso. Comienza un nuevo día y de nuevo esperando en la puerta del hotel la llegada del bus con destino Montego Bay. ![]() Una vez colocados en el bus, iniciamos nuestro camino hacia Montego Bay, conocida también como Mobay. Esta vez pude disfrutar del paisaje que ya contemplé a mi llegada, pero esta vez a plena luz del día. Y siguiendo con la tónica de la isla, resultó ser muy bonito y llamativo. Fue curioso atraversar una zona donde de pronto te encuentras con casas enormes, que más bien se podrían considerar mansiones. Y el hecho en sí te sorprende. Estas mansiones pertenecen a famosos como Whitney Houston o Mariah Carey, que vienen a esta parte de la isla a pasar temporadas en el anonimato. En Jamaica no importa lo más mínimo la figura de famoso y pasan sin pena ni gloria por estas tierras, alejadas de los periodistas sensacionalistas. El camino es corto entre el hotel Palladium y Montego Bay, y sin apenas darnos cuenta ya estabamos allí. Fuimos a otro hotel a recoger a unos compañeros y a comprar hielo para las neveras. Iniciamos el recorrido por las calles turísticas de Mobay dirigiéndonos hacia nuestro primer destino del día: la comunidad rastafari. Llegamos a la comunidad y en la entrada nos encontramos con el touroperador del hotel y algunos clientes del hotel, con los que ibamos a compartir la visita. Toda una sorpresa, sobre todo la cara del guía del touroperador cuando nos vió llegar. Entramos en la comunidad y un rastafari llamado First Man nos da la bienvenida y nos explica una serie de normas que debemos de cumplir; cosas como las fotos o videos, sólo podíamos hacer fotos al paisaje o a nosotros mismos, a cualquier otra cosa o persona no se podía, a menos que pidieras amablemente permiso y te lo concedieran; o el tema del siempre presente "respeto". Una vez aclarados esos pequeños puntos, nos volvió a dar la bienvenida y comenzó a narrarnos como surge la corriente rastafari y en que consiste. Tras esa interesante introducción partimos a pie hacia la villa. Para llegar a la villa hay que dar un buen paseo, hay que cruzar a pie un río (antes de cruzarlo hay que dar gracias a una diosa), seguir con el paseo entre cocoteros y árboles frutales, hasta que llegas a la entrada de la villa. Una vez dentro, nos recibe el jefe o el mandamás de la villa, y es él el que sigue culturizándonos acerca del movimiento rastafari, que no lo voy a explicar porque es muy extenso y complejo, a la vez que muy interesante; por eso, recomiendo a todo el mundo que se informe un poco sobre este tema porque os va a gustar. Nos dieron de beber agua de coco, dijeron una frase que es muy bonita; decía así "el agua de coco es la única agua que pasa por el corazón". Después nos lo partieron por la mitad y pudimos comer la carne del coco, simplemente delicioso. Antes de adentrarnos más en la villa, nos purificamos en un jardín que tienen al entrar, también había una hoguera (donde hay un rastafari siempre hay un fuego) en la que echaban cáscara de coco y desprendía un olor muy agradable y muy intenso. Una vez purificados, pasaron a mostrarnos los frutos que había por los terrenos de la comunidad, nos dieron a comer trocitos de fruta en un cuenco hecho con medio coco y un te de hierbas bueno para la digestión. La fruta estaba exquisita. Lo que más me gustó fue la banana, con intenso sabor muy afrutado y dulce. Más tarde nos estuvieron enseñando el laberinto, y explicando en qué consistía. Nos invitaron a entrar en él y reflexionar sobre nuestra vida o sobre hacia donde queríamos ir. Después, pasamos a contemplar su jardin donde cultivan sus plantas medicinales, que las usan a modo de prevención y no de cura. Tenían de todo lo inimaginable, plantas para todo tipo de dolencias, de intensos sabores (una sabía a menta, buena para el aliento), había otra muy curiosa llamada mimosa; cuando tocabas la planta, las hojitas se cerraban y los tallos se marquitaban... (en realidad la planta se dormía y volvía a su estado natural pasados unos 10 minutos), y como no, la incombustible planta de la marihuana o ganja. La mujer rasta la agitó un poco y no os podeis imaginar el intenso olor que desprendía, muy intenso. Terminamos el paseo por la villa y acabamos en la gran palapa, donde nos estuvieron cantando canciones rastafaris a ritmos de tambores y timbales, algo muy étnico y muy bonito. Nos dieron las gracias por molestarnos en salir de las comodidades del hotel, dejarlas de lado e ir a conocerlos, ver como vivían y aprender algo de la cultura rastafari. De todos es conocido que otro tipo de turismo no hacen eso, sino que su misión es pasarse todo el día en la piscina bebiendo sin parar, y soltanto billetes de 1$ como propina... ya sabeis a que turismo me refiero. La visita en la villa rasta fue muy larga, pero muy cultural e interesante, yo aprendí muchas cosas y recomiendo la visita a futuros viajeros. ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Terminada la visita a la comunidad (situada cerca de Mobay), emprendimos el largo camino hacia Ocho Ríos (Ochi para los jamaicanos), con la inevitable visita a las cascadas Dunns River Falls. De camino a Ocho Ríos paramos para comer en un sitio completamente distinto al de la primera salida. Este era muy limpio y ordenado, bonito y preparado para recibir al turista. Nos ofrecieron para comer Pollo Jerk o Cerdo Jerk, y escogí el cerdo. Tanto el cerdo como el pollo nos los sirvieron acompañados de Festivals, que es una especie de pan frito haciendo un lacito. La verdad es que estaba todo delicioso, y como siempre, la salsa jerk ultra picante! ![]() Acabada la comida, retomamos el viaje camino de Ocho Ríos. Esta vez el paisaje me gustó algo menos, seguía siendo bonito, pero el interior me gustó mucho más. Fuimos casi todo el camino bordeando la costa, viendo el mar, pasamos por la Bahía del Descubrimiento, hasta que finalmente llegamos a Ocho Ríos y fuimos a las famosas cascadas de Dunns River Falls. A las Dunns River llegamos justo antes de que cerraran, está todo muy bien montado, como si se tratara de una especie de parque acuático. Había muchos jamaicanos en plan dominguero pasando el día en unos merenderos que hay en la playa. Las cascadas eran más largas de lo que yo pensaba, el agua descendía entre las rocas hasta terminar en la playa, muy bonitas. Nos dejamos todo dentro del bus y fuimos con lo justo: el bañador. Cuando llegas a la entrada de las cascadas te recoge un guía, que es el que te va a ayudar a escalar las cascadas. Bajas por un pasillo paralelo a las cascadas hasta la playa; una vez abajo del todo, comienza la trepidante y divertida escalada. Colocados en fila india fuimos trepando entre las rocas, refrescándonos con las frías aguas que descendía con gran fuerza. Durante la subida te encontrabas algunas piscinitas naturales entre las rocas, otras veces había algunas rocas lisas por las que te podías deslizar a modo de tobogán. El ascenso fue realmente divertido y muy recomendable para todos. A mi, al principio, no me atraía mucho la idea de visitar las Dunns, todo el mundo decía que son muy masificadas y siempre hay muchos grupos de excursionistas. Como nosotros llegamos casi a última hora, éramos prácticamente los únicos realizando el ascenso, lo que nos permitió disfrutarlo al máximo. Muchas risas y muy buenos recuerdos, porque puedes interactuar de modo muy activo con los otros miembros del grupo. ![]() Una vez refrescados, salimos hacia el mercado de artesanía de Ocho Ríos, para poder realizar las compras y recuerdos. La visita al mercado fue muy divertida, con una buena cara y sentido del humor puedes sacar buenos precios y encontrar cosas muy bonitas. Compramos de todo, desde gorritos rastas (los tam), tallas de madera, petates de Bob Marley, hasta pinturas... hay un sinfin de cosas. ![]() Ya caía la noche, y era el momento de regresar al hotel, y el instante justo de hacer la visita a las Glistening Waters, o lo que es lo mismo, la Laguna Luminosa. Glistening Waters está situada en Falmouth. Es una laguna que conecta con el mar, y tienen montado un restaurante; nosotros llegamos a la terraza del restaurante, donde está situado el embarcadero, y mientras esperábamos a que estuviera preparada la barca nos invitaron a una copita, muy amables. Embarcamos y nos adentramos en la laguna en la más completa oscuridad de la noche. Nos estuvieron comentando el fenómeno que se da en esa laguna (y que solo se da en 3 lugares más del mundo), el fenómeno se debe a un microorganismo que vive en el agua y que durante el día capta la luz y por la noche, con el movimiento del agua, la desprende (como si se tratara de una luciérnaga). Aún se desconoce el por qué se produce ese fenómeno. Comenzamos a adentrarnos un poco más y el agua empezó a brillar, a desprender un color azul de neón. Realmente es una cosa completamente alucinante, es de las cosas más bonitas y curiosas que puedes ver en la vida. Se veían nadar a los peces en la oscuridad por el rastro de luz que dejaban a su paso. Increíble! El momento más apoteósico fue cuando nos tiramos desde la barca, ver tu cuerpo rodeado de esa luz tan bonita, salir del agua y verte cubierto por una capa de luz... es una cosa que jamás se olvida. Es una lástima que sea tan difícil captar el efecto en una foto, y prácticamente imposible grabarlo en video, lo intentamos por activa y por pasiva, pero nada. Aún así, la foto que os adjunto es tal cual. Esta visita es completamente imprescindible! ![]() Una vez terminado el baño, continuamos de regreso al hotel, a descansar para el día siguiente, con el recuero del agua luminosa en la mente, y la espalda cargada de recuerdos de Ocho Ríos. Etapas 4 a 6, total 8
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