Después de días en Brujas nos dirigíamos a Bruselas, donde habíamos reservado un apartamento para otros dos días, pero no podiamos entrar hasta la una, así es que después de desayunar fuimos a Oostende. En principio ibamos a ir a Blankenberge, a descansar en las playas, pero la chica del hotel nos dijo que eran mejores es Oostende y por eso fuimos allí. Lo que no nos dijo fue que estaba todo el paseo y el puerto en obras (se ve que ahí en septiembre ya no se baña nadie) y no se podia pasar a la playa. Dimos una vuelta por la ciudad y visitamos la catedral, con una bonita portada gótica y unas vidrieras muy bien restauradas.
Tras algo de tráfico por las obras (aunque las carreteras belgas son las mejores que hemos tenido en el viaje) llegamos a Bruselas. El apartamento estaba en Rue Wiertz, junto al Parlamento Europeo. El precio eran 60 € por noche más 10 € por un parking privado que nos alquiló la dueña en el edificio de enfrente.
Sobre el mapa parecía más alejado del centro, pero nos dijo la dueña del piso que en 15 minutos andando estábamos en el centro, y así lo hicimos. Cruzamos por Rue Belliard y por el Palacio Real hasta el Musée Instrumental, el Old England, un precioso edificio de estilo art noveau. Desde ahí fuimos a la plaza, sin duda lo mejor de Bruselas. El ayuntamiento, la maison du roi, la casa de los duques de Brabante y los edificios gremiales guardan una armonía dificilmente superable.
Después de un descanso en la plaza, comenzamos a recorrer la ciudad. Tras tocar el brazo el Everard`t Serclays buscando la buena suerte, fuimos por Rue Beurre hasta la iglesia de San Nicolás, el edificio de la bolsa y la Place Sant Gery. Seguimos por la plaza de Sante Catherine, con una iglesia practicamente abandonada, y una de las torres de la primera muralla de la ciudad, y la iglesia de Sant Jean Baptiste, en un antiguo beguinaje. Cruzamos hasta la Place de Brouckere, y desde ahí hasta Place des Martyrs por las calles comerciales. Nos acercamos a ver el museo del cómic, pero cierra los lunes (menos mal que estaba cerca). Regresamos por Rue Neuve hasta La Monnaie, donde está la sala de la ópera con una curiosa escultura justo delante.
Paseamos hastas las galerias Sant Hubert, con sus tres preciosas galerias hasta el Ilot Sacré, las calles estrechas junto a la plaza, donde puedes encontrar numerosos bares y restaurantes. Después de todo esto, una merecida cerveza en una terraza, y tras cenar algo regresamos al apartamento.
Decidimos comenzar el 2º día visitando el parlamento europeo al tenerlo al lado. La visita comenzaba a las 10. Hasta finales de octubre han suspendido las visitas guiadas, y únicamente nos enseñaron el hemiciclo, en la 4º planta, pero sin guía y sin dejarnos bajar a sentarnos en los escaños. La verdad es que hasta que se reanuden las visitas guiadas no merece la pena la visita.
La siguiente visita fue al Palacio Real, abierto en los meses de verano. Ondeaba la bandera en lo alto del palacio, lo cual significa que los reyes estaban en él. La visita estaba llena de grupos de niños que armaban mucho jaleo, pero contiene bonitas estancias que hacen interesante su visita. La entrada es gratuita, y el palacio real es sin duda el más importante de todos los que rodean el Parc de Bruxelles.
Cruzamos el parque hasta la Catedral de Saint Michel et Sainte Gudule, con la fachada completamente restaurada, y con un interior demasiado sobrio debido a los numerosos saqueos de los que ha sido objeto. Destaca el púlpito de estilo barroco en el interior.
Después de comer en un restaurante cercano a la plaza, fuimos en metro al Museo Horta. La verdad es que no está cerca del metro, y nos costó bastante encontrarlo porque la calle es pequeña y no muy conocida. El museo está bien, pero el precio me parece demasiado alto (7 € por persona), no te dan una guía ni un folleto explicativo de cada habitación, da la sensación de que pretenden que pagues y te vayas prontito. Aún así, pasas un buen rato fijandote en cada detalle de la casa del arquitecto.
El plan para el resto de la tarde era volver a la plaza, visitar el barrio del sablón, ver el Manneken Pis, buscar la Janneken Pis, tomar una cerveza en Le Roi d`Espagna, pero Cecilia no se encontraba bien, era un día de un calor tremendo, y después de la caminata al museo nos volvimos al apartamento. Es normal que en un viaje largo tengas algún mal día. Así que con esto nos despedimos de Bruselas.
Hoy salimos de Bruselas con destino Amberes, y haciendo una breve visita a Lovaina y Malinas ya que estaban de camino. Decidimos salir temprano de Bruselas para evitar problemas de tráfico, y en media hora estábamos en Lovaina. Únicamente visitamos el centro, Oude y Grote Markt, FochPlein y la iglesia de Sint Pieterskerk. Sin duda, el edificio que más destaca es el magnífico Stadhuis (ayuntamiento). Se puede visitar a las 15 horas.
En la plaza de forma tringular también visitamos la iglesia de San Pedro. Hay una curiosa fuente con un estudiante echando agua sobre su cabeza hueca, homenaje a la ciudad de los estudiantes.
De camino a Amberes vimos que pasábamos cerca de Malinas, y entramos a hacer otra breve visita. La plaza es muy amplia, con la catedral de Sint Rombouts y el edificio del ayuntamiento, alberga también numerosos bares y cafés.
El hotel de Amberes estaba en Pelikaanstraat, enfrente de la entrada a la estación central, 52 € con desayuno. El coche lo dejamos en Vestingstraat, 16 euros por dia. Estas dos calles están las famosas tiendas de diamantes del barrio judío. No compramos nada porque el año anterior habíamos estado en Nueva York y ya compramos en Tiffany´s todo lo que necesitábamos... La verdad es que estas calles dan un aspecto algo cutre teniendo en cuenta el precio de los productos que venden.
Merece la pena entrar en la estación central, el edificio es precioso. Junto a la entrada principal está Koningin Astridplein, donde se encuentra el museo del diamante (no lo visitamos). Paseando por Leystraat llegamos a Meir, una gran avenida peatonal repleta de tiendas.
Junto a Meir está Rubenshuis, la casa donde vivió Rubens. Con la entrada te dan audioguia gratuita en castellano y también te ofrecen guías escritas, aunque éstas no las había en castellano. La casa está realmente bien restaurada, dividida en dos sectores, uno de los cuales fue diseñado por Rubens (descubrimos que no sólo era pintor, también escribió un libro de arquitectura). Se exhiben numerosos muebles y pinturas de la época, aunque para conocer la obra de Rubens hay que visitar el Museo del Prado. Realmente merece la pena la visita.
Continuamos paseando hasta Sint Jacobskerk y Rockoxhuis, la casa del alcalde de Amberes en época de Rubens, también convertida en museo. Después de ver la fachada de Sint Carlos Borremeo (la iglesia estaba cerrada) llegamos a la Grote Markt, una amplia plaza que recuerda a la de Bruselas, aunque no en tan buen estado de restauración como la de la capital. En la plaza se alza una fuente que representa al romano Bravo lanzando la mano de Antígonoo al Escalda, que simboliza el origen del nombre de la ciudad. Recomendable sentarse a descansar tranquilamente en la plaza.
Junto a la plaza se encuentra Onze Lieve Vrouwe Kathedraal, que albergaba una exposición de pinturas encargadas por los distintos gremios de la ciudad de los siglos XV y XVI, algunas de ellas de Rubens. La entrada fueron 5 € por persona.
Finalmente dimos un paseo por las calles que llevan hasta el río y regresamos al hotel de nuevo caminando.
Viena - Bratislava - Praga, Navidad 2024Vacaciones familiares de Mercados de Navidad, vino caliente y chocolate, aderezado con...⭐ Puntos 4.89 (9 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 6