Tailandia: Nuestra primera experiencia en Asia ✏️ Blogs of Thailand

Hoy es el día que mucha gente espera con ilusión cuando hace un circuito organizado por Tailandia, ya que en la gran mayoría de estos circuitos se incluye esta actividad. Hoy tenemos el paseo en elefante y la visita al campamento de elefantes. A nosotros en cierta medida también nos ilusiona, ya que nunca hemos estado muy cerca de estos animales (sólo en el circo) .


Aunque el campamento está cerca de Chiang Mai salimos temprano, cosa que luego agradecemos, ya que así no nos encontramos ni colas ni nada. En media horita ya estamos allí y casi sin darnos cuenta ya estamos encima del elefante. Bueno, antes nos han ofrecido unos plátanos y unas barritas de bambú para que le demos a nuestro elefante (20 Baht). La primera sensación desde allá arriba es ¡qué incómodo es este bicho!... Casi sin darnos cuenta ya estamos en medio del río y salimos de él por una senda muy incómoda. A mí me da la risa porque es que no hay forma de acomodarse en este bicho. Con cada paso que avanza cuesta arriba nosotros nos vamos de un lado a otro del asiento…. Al final nos acabamos acostumbrando. El paseo dura menos de una hora (yo creo que más rato ya es excesivo). En un momento dado el “conductor” se baja para hacernos fotos con nuestra cámara, cosa que agradecemos .


El paseo termina en un lugar diferente al que hemos comenzado y para volver hasta el principio nos montan en un carro tirado por bueyes. Este medio de transporte tampoco es muy cómodo, para qué nos vamos a engañar. Menos mal que el trayecto es cortito, unos 20 minutejos.


Una vez en el punto de origen tenemos un ratito de espera hasta que empiece un show que hacen los elefantes. Lo ocupamos en ver a una mamá elefante con un pequeñín de un añito, ¡qué majo!. Estamos un buen rato allí dándoles de comer y haciendo monerías. Luego también observamos al resto de elefantes que se preparan para el espectáculo. Los cuidadores les hacen poner posturitas para que los turistas nos hagamos fotos con ellos (un poco triste, sí) .


Antes de empezar el espectáculo los elefantes se bañan en el río para estar limpitos. Deben hacerlo muy amenudo, ya que yo pensaba que todo en general iba a oler muy mal por allí, pero lo cierto es que no huele mal. Esos elefantes apenas huelen…. Es curioso.


Tras el baño llega el espectáculo: Corrillos, posturitas, concierto de harmónica, partidos de futbol, levantamiento de maderos, pintura artística, …. Un variado de cosas. Estas historias como siempre me hacen pensar…. Y es que me da pena que los pobres animalicos estén ahí haciendo tonterías. Además todos los cuidadores llevan un pincho impresionante que supongo que han utilizado para domesticar al elefante…. La verdad es que no vemos en ningún momento que ningún cuidador use el pincho con fuerza, pero cuando no estemos delante no sabremos lo que harán…

La visita a los elefantes termina con una bajada por el río en una balsa de bambú, para ello nos ponen de “atrezzo” unos gorritos bastante incómodos. Este trayecto nos resulta un poco aburrido. El río está extremadamente calmado y bajamos muy lentos… Lo más gracioso que nos ocurre es que chocamos contra un elefante que está cruzando el río… Como la cosa se hace larga nos dedicamos a relajarnos y a contemplar el paisaje…


En fin, el resumen de esta historia de los elefantes es que es una turistada, pero me gustó, son muy majos los elefantes, pero que en el fondo me fui un poco triste por los pobres animalicos….En Tailandia se dice que hay alrededor de 6000 elefantes y 4000 están en cautividad…

Al terminar la visita al campamento de elefantes nos vamos a ver una granja de orquídeas… Debo confesar que me encantan las orquídeas y que este amor no es mutuo, ya que ellas conmigo no quieren estar… Siempre que he tenido en casa alguna orquídea ha acabado muriendo a pesar de intentar mil cosas para que fuera feliz a mi lado….


Esta visita me encanta porque como he dicho me encantan las orquídeas. Hay un montón de ellas, de un montón de colores. Me llama la atención que están todas colgando y las raices cuelgan hacia abajo y son enormes… Tal vez por eso a mí no me sobreviven…


En la granja de orquídeas también hay una zona con mariposas y otras flores. Estamos ahí también un ratillo observando estos curiosos animalitos y tratando de sacar alguna buena foto…


Ya es la hora de comer y vamos a un hotel en el que el aire acondicionado está altísimo. Decidimos sentarnos fuera al calorcito porque la verdad es que dentro no se puede estar. Con esta comida se da por finalizado el circuito. Chad Chai y Ti se vuelven para Bangkok con la furgoneta y a nosotros nos queda una noche más aquí y luego nos vamos a la playita.

Antes de la despedida y de dejarnos en nuestro hotel, nos acompañan a reservar un masaje en Kitty (que parece ser un sitio famoso para este arte del masaje). Nos ha recomendado Chad Chai que vayamos con él y que lo reserve para que nos pongan a buenas masajistas… Lo curioso del sitio es que sólo te ofrecen un masaje completo de 2 horas… A mí me da un poco de miedo lo de las dos horas porque en otros sitios me han hecho un poco de daño… pero al final accedemos. Javi se reserva un masaje tailandés (600 Baht) y yo uno de aceite (800 Baht). Nos cogemos hora a las 17h. Está muy cerca del hotel y son las 14.30, así que tenemos un ratillo de relax.

Nos tenemos que despedir ya de Chad Chai y de Ti. Nos da pena porque hemos compartido unos días muy agradables con ellos, pero cada uno tenemos que continuar nuestro camino.

Quedamos con Carlos y Vicky para la noche y nos vamos a echar la siesta…

Llega la hora del masaje y yo estoy algo nerviosa. Me da miedo que me hagan daño y tenga que estar allí dos horas, pero bueno, siempre me puedo ir. Mis miedos desaparecen enseguida porque nos tratan muy bien. A Javi le toca una señora mayor y a mí una chica más joven. Nos ponen juntos en la misma habitación (esto nos ha ocurrido en todos los sitios, excepto si el masaje es de pies). Me tumbo y me relajo. Con los ojos entreabiertos veo a la masajista juntando las palmas de las manos como si estuviera rezando. Lo cierto es que es super cuidadosa y respetuosa. Enseguida desaparecen mis miedos y me sumerjo en una experiencia maravillosa. No sé si es por el aceite, por lo cuidadosa que es la chica o por qué, pero me siento de cine. Se me pasa el rato volando y me quedé como nueva. ¡Qué maravilla! Javi también acabó muy contento con su masaje. Me dio la sensación de que la masajista que me tocó era de las que viven el masaje como algo tradicional y espiritual, no sé. Llevábamos unos días sin darnos masajes, y la verdad es que este fue un lujo total. Al final nos tomamos un té ahí mismo tranquilamente, les dimos una buena propina a las masajistas y nos marchamos hacia el centro.

Al salir nos encontramos a Ti (el conductor) que todavía estaba por ahí y se ofreció a llevarnos al centro. Nosotros le dijimos que no se preocupara (no queríamos molestarle), pero insistió un montón y al final accedimos. Le quisimos dar una propina, pero no la aceptó (la verdad es que ya les habíamos dado antes una buena propina).

En un pis pas ya estamos otra vez en medio del mercado…. Hoy nuestro objetivo es una maleta. La de Javi está hecha polvo y le vendría bien cambiarla. Yo estoy un poco harta de regatear (comprar así es agotador, y yo no soy una fanática de las compras, para qué nos vamos a engañar), pero quemo los últimos cartuchos y al final compramos maleta, tamaño medio, parecida a las Samsonite, pero marca “Polongo” (el nombre es genial y nos hará reir el resto del viaje y también en España, es que suena a chiste, ¿no?), nos cuesta 1500 Baht (de momento nos ha hecho su función y parece resistente…. Ya veremos dentro de un par de años).

Javi está cada vez peor con las tripas. Nos sentamos en Casa Antonio a tomar algo (un par de Sprites por 140 Baht) para poder ir al baño y para descansar un poco. Llega la hora en que hemos quedado con nuestros compis. Nos juntamos, pero nosotros decidimos irnos al hotel sin cenar. Javi está fatal, llevamos la maleta, … Aprovechamos para llevarnos las compras de nuestros amigos en la maleta, compro un par de cosetas para picar algo (no tengo mucha hambre, pero por si acaso) y nos volvemos al hotel en tuk tuk. Reorganizamos las maletas una vez más y nos vamos a dormir más o menos pronto (al menos antes que otros días)…. Y por primera vez en muchos días el despertador sonará mañana a una hora prudencial, las 8.00.

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Toca “día de transición”. Tenemos por delante dos vuelos, y llegaremos a nuestro destino final (Krabi) a media tarde, así que nos tomamos el día con calma y nos preparamos para las horas muertas de los aeropuertos. Durante la noche hemos cargado las baterías de nuestros aparatitos de entretenimiento (una DS y una maquineta de Sudokus) y ya estamos preparados…

Hasta las 9:30 no nos vienen a buscar así que madrugamos menos que de costumbre y desayunamos incluso más tranquilos que otros días. He llegado a la conclusión de que una de las maravillas de este mundo es poder desayunar tranquilamente… A mí por lo menos es una cosa que me encanta, ¡qué placer!

Nos despedimos de Carlos y Vicky, ya que ellos vuelven a Bangkok a estar allí dos días más y luego nos encontraremos en Krabi ya que van a estar en el mismo hotel que nosotros. También nos despedimos de nuestra gran habitación de más de 50 m2…


A las 9.30 nos están esperando puntuales. ¡Qué raro se nos hace que no sean Chad Chai y Ti!. El avión sale puntual a las 11 y una hora después aterrizamos en Bangkok. Tenemos unas 4 horas de espera que las pasamos dando vueltas por ahí, jugando, comiendo, …. Cogemos el otro vuelo sin complicaciones y sobre las 17:30 aterrizamos en el aeropuerto de Krabi.

En el aeropuerto nos está esperando un tal José (así se hacen llamar todos), que viene con un conductor y nos llevan hasta el hotel. Durante el trayecto (una media hora) nos ofrece excursiones. Cogemos la información y le decimos que no sabemos lo que vamos a hacer y que ya lo miraremos tranquilamente (en parte era verdad y en parte queríamos contrastar precios con agencias locales, siguiendo los consejos del foro). La verdad es que teníamos claro que queríamos hacer alguna excursión, pero tampoco nos iba la vida en ello, ya que a estas alturas del viaje lo que más apetecía era descansar y relajarnos.

La primera sensación que tenemos al pisar la calle es que aquí hace un calor insoportable .

El hotel está en Ao nang, se llama Sala Talay y está bastante bien. Es moderlo y la habitación tiene un tamaño razonable. Se quedan un poco escasos con el gel y el champú y algún día tuvimos que pedir más, pero por lo demás ningún problema…. Tiene dos plantas. Las habitaciones de la planta baja tienen salida directa del balcón a la piscina. Nosotros no tenemos la suerte de estar en una de ellas, pero tampoco nos quejamos. En la terracita nuestra también se está muy bien y se ven puestas de sol muy bonitas. El hotel está justo enfrente de una playa en la que casi nunca hay nadie.


Nos instalamos tranquilamente, nos relajamos, disfrutamos de la terraza, investigamos el aire acondicionado, nos damos una buena ducha y como ya son cerca de las 21h. salimos a dar una vuelta y cenar algo, que yo tengo hambre. Javi sigue con las tripas regular así que seguirá tirando de arroz blanco…



Nada más salir del hotel vemos un restaurante con una terraza que tiene buena pinta y nos metemos ahí mismo. Javi se pide arroz con verduras y yo me pido unos sandwiches con ya no me acuerdo qué y nos bebemos unos Sprite. Creo recordar que pagamos por todo entre 300 y 400 Baht. Aquí en la playa se ven precios algo más caros que en el resto del país para la comida. También es cierto que en general se ven muchos más restaurantes internacionales, pizzerías, … y eso se paga…

Tras la cena paseamos hacia el centro. En Ao nang hay como un paseo marítimo que es la calle principal. Nuestro hotel está en un extremo del paseo, en un lugar que ya no hay tiendas ni nada, pero en 10 minutos andando estás en el mismo centro y en 2 minutos ya empiezan a aparecer tiendas y esas cosas. Nos llama la atención la cantidad de sastres que hay en el paseo. La mayoría parecen hindús. En todos hay dependientes en la puerta que te invitan a entrar. Nos cruzamos todo el paseo tranquilamente curioseando restaurantes, bares, tiendas, chiringuitos, y un poco las agencias de excursiones, aunque no contratamos ninguna porque estamos un poco cansados así que decidimos que mañana improvisaremos….

Cuando llegamos al final estamos reventados y decidimos coger un tuk tuk para volver al hotel. Aquí los tuk tuk son distintos, ya que llevan el “acople” para los pasajeros en el lateral de la moto, no detrás como los que habíamos visto hasta ahora. Aquí la tarifa del tuk tuk parece fija, ya que no aceptan el regateo. Nos cuesta 40 Baht por persona (total 80 Baht). Son algo más incómodos que los otros, bajo nuestro punto de vista y hay que ponerse bien equilibrado, ya que parece muy fácil que basculen hacia delante.

Otra cosa curiosa de estos tuk tuk es que parecen una fiesta, me explico… Muchos van adornados con lucecitas de colores, espumillones de navidad, bolas colgadas… Es genial. Esos Thais son la pera limonera!!!!

Antes de ir a dormir nos tomamos una cervecita en la terraza del hotel tranquilamente. Ay, ¡¡¡¡¡¡¡¡qué bien se está de vacaciones!!!!!!!!!

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Hoy es el primer día que no suena el despertador y nos despertamos de forma “natural”. Tranquilamente nos vamos a desayunar. Me encantan estos sitios donde desayunas al aire libre en un entorno tan bonito. Los desayunos en los hoteles que hemos estado han sido en su gran mayoría espectaculares. Hay gran variedad de cosas para elegir. Yo me he aficionado a unas tortillas francesas con verduritas que te hacen al momento…. Mmmmm ¡qué ricas!. Aquí en el Sala Talay el desayuno es tal vez un poco más flojo, hay menos cosas para escoger, pero yo me quedo satisfecha igualmente.

Hemos decidido pasar el día conociendo algunas playas de la zona, así que salimos dispuestos a coger un barco que nos lleve a Phra Nang, de donde hemos oído maravillas.

Phra Nang beach está en una península entre Krabi y Ao nang. Sólo es accesible en barco, ya que todo está rodeado de grandes acantilados.

Merodeamos por la playa de enfrente del hotel y ahí ya vemos que están los barcos para ir a estos y otros lugares. Nos vienen a buscar y decidimos ir con ellos mismos aunque a mí me parece caro (100 Baht/persona/trayecto). Digo caro en relación con lo que había leído en foros…. Nos dicen que en 5 minutos sale el barco así que nos quedamos esperando. Pasa el tiempo y aquí no se mueble ni Blas. Empezamos a mosquearnos. En varias ocasiones nos dicen que van a esperar a llenar el barco (8 personas), pero eso no es lo que nos han dicho al principio…. Después de media hora nos levantamos dispuestos a devolver los billetes y buscar otro barco, y justo entonces nos dicen que ya podemos salir…. Tenemos que meternos un poco en el agua porque los barcos están algo adentro, ya que en la playa no cubre nada. Nos montamos y en unos 10 minutos nos dejan en Phra Nang.


Lo cierto es que es un lugar idílico. Estas playas son muy bonitas. A mí me gustan mucho por esas moles de piedra que de repente salen verticales hacia arriba super altas… La arena es de un color cercano al blanco y al tacto parece harina, suave suave. El color del agua es impresionante, y se pueden ver muchos pececillos nadando tranquilamente. El agua está bastante caliente y el sol aquí es abrasador.


Hacemos una “tourné” de reconocimiento. ¡Ay! ¡qué bonito es esto! Hay como cuevecillas de piedra caliza muy chulas. En una de ellas en la playa hay un lugar sagrado dedicado a un Dios de la fertilidad. Es curioso porque hay un montón de símbolos fálicos de todos los tamaños que son ofrendas que la gente lleva para que este Dios les ayude a ser más fértiles. Yo creo que hoy por hoy ya es algo más turístico que sagrado, pero bueno, ahí está. Y de paso hay un montón de puestecillos por ahí alrededor vendiendo los falos para las ofrendas (o para lo que cada uno quiera hacer con ellos).

Tras el reconocimiento buscamos una sombrita y plantamos las toallas y nos tumbamos a la bartola. Jo, qué calor hace. Ni en la sombra se puede estar. Nos damos unos buenos baños (donde mejor se está es en el agua) y nos tumbamos un rato más.


Desde Phra Nang se puede ir andando a las playas de Railay Este y Oeste. El camino es muy corto. Para ir a la del Este se va por una senda en la que a un lado hay un hotel (bungalows) y al otro unas paredes y cuevas de roca muy bonita. En 5 minutos estás en la otra playa. En Railay Este hay sobre todo escaladores en las rocas. No se ve a mucha gente en la arena y apenas hay chiringuitos para comer.



Pasar a Railay Oeste cuesta otros 5 minutos y se hace atravesando el hotel de bungalows. Hay un camino en medio. Aquí hay mucha gente. Hay gran cantidad de tiendas, restaurantes, … El calor nos tiene un poco agobiados. Nos sentamos a comer en un restaurante sentados (en Phra Nang sólo había barcas que vendían bocatas y cosas de esas y nos apetece más tirar de plato). Javi sigue con su arroz y yo como pasta con verduras (un poquito picante, pero buena). Nos cuesta alrededor de 400 Baht. Estamos a la sombra debajo de unos toldos, pero el calor nos sigue resultando asfixiante… Nos tomamos de postre un helado que hay que comerse rapidito porque con este calor se deshace por momentos. Estamos un ratillo por ahí y decidimos volver a Phra Nang porque es la playa que más nos ha gustado de estas 3.


En el caminito entre Phra Nang y Railay marca una senda que sube por las montañas hasta un lago. Es una pena que no llevemos un atuendo apropiado en los pies (yo llevo chanclas de dedo). Javi sube un rato con chanclas, pero como ve que la cosa va para largo (le dicen que cuesta una hora subir, que no es mucho, pero con chanclas….) decide bajarse. Esto se nos queda pendiente por si alguna vez volvemos, ya que nos han dicho que las vistas desde allí son maravillosas.

Estamos un ratito más en Phra Nang, yo me pego otro baño y ya cogemos el barco de vuelta al hotel. Nos echamos una siestecilla y yo me bajo a la piscina a disfrutar un poco. Cada día tengo más claro que mi medio es el acuático.... ¡Qué a gusto me siento flotando en el agua!


Después de la tarde de relax nos vamos hacia el pueblo a buscar alguna excursión para mañana y a cenar por ahí. La idea es ir a Phi Phi, que es lo más típico, pero no nos cerramos a ninguna opción. Vamos mirando en algunas agencias sin mucho énfasis, pero en una de las primeras vemos un cartel con una oferta de la excursión a Phi Phi. Cuesta 900 Baht/persona e incluye más o menos lo mismo que todas: recogida en el hotel, lancha rápida, comida en la playa y snorkel en varios sitios, según la marea y el estado del agua. La cogemos sin pensarlo más. Creemos que es un buen precio, el José de la agencia nos decía primero 1800 Baht, luego bajaba a 1500 Baht, que es el precio que vimos en muchos sitios. Creemos que al ser tarde los precios son algo más bajos para llenar más los barcos.... pero no sé, es una idea personal...

Acabamos cenando en un italiano. Javi hace dieta y toma agua de limón, y yo me como unas tostadas deliciosas. El chaval del restaurante es italiano realmente y es muy majo. Estamos ahí en una terracita encantados de la vida. Las tostadas nos cuestan menos de 200 Baht.

Hacemos la rutina de paseo habitual y cogemos un tuk tuk para volver al hotel... a descansar. Nos relajamos un ratillo en la terraza y luego a dormir como troncos.

En este hotel hay todavía más salamanquesas que en el de Chiang Rai. La pared está llena... A mí estos bichos me gustan excepto cuando se me meten en casa.... que en mi ciudad me ha pasado dos veces que me han entrado en casa y eso no me gusta nada.... Eso de ver el bicho encima de mi cabeza mientras estoy en la cama.... grrrrr. Por esta obsesión mía entramos y salimos super rápido de la habitación y la terraza, para evitar que se nos metan dentro....

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