![]() ![]() Laos con Mochila ✏️ Blogs de Laos
Nuestro viaje de 18 días de mochileros por Laos. [conmochila.com]Autor: Tonirodenas Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (34 Votos) Índice del Diario: Laos con Mochila
01: Etapa 1 - La llegada a Tailandia
02: Etapa 2 - Entrada a Laos por Huay Xai
03: Etapa 3 - Vieng Phouka
04: Etapa 4 - Trekking por Nam Tha
05: Etapa 5 - Trekking por Nam Tha (2º día)
06: Etapa 6 - Trekking por Nam Tha (último día)
07: Etapa 7 - Del trekking a la civilización
08: Etapa 8 - Travesía por el mekong
09: Etapa 9 - Travesía por el mekong, llegada a Luang Prabang
10: Etapa 10 - Luang Prabang, patrimonio de la humanidad
11: Etapa 11 - Cascadas en Luang Prabang
12: Etapa 12 - Vientiane, la capital
13: Etapa 13 - Pakse, la llegada al sur
14: Etapa 14 - Bienvenidos al paraíso
15: Etapa 15 - Último día en Laos
16: Última etapa - La vuelta a casa
Total comentarios: 14 Visualizar todos los comentarios
Etapas 4 a 6, total 16
Creía que el punto de partida estaba más cerca de Vieng Phouka, que por eso se organizaban desde allí, pero la verdad es que la llegada ya fue toda una odisea. A la hora concretada nos recogió el dueño de la guesthouse con su pick-up, pensaba yo que para dejarnos en la oficina, pero no fue así. Por la oficina solo pasamos para recoger a nuestros guías: Seekham y Camsay. A ellos y a unos cuantos más porque para variar éramos un montón de gente para aprovechar el espacio y dejamos a unos niños en el colegio y a un hombre cargado de cajas de huevos en un poblado.
![]() Empezó suave el camino, al principio íbamos grabando, disfrutando del paisaje, viendo a la gente trabajar, los niños que iban al colegio, los perros holgazaneando, los cerdos buscando comida... en fin, el típico paisaje de cualquier pueblo de Laos. Pero poco a poco nos fuimos adentrando en "tierra salvaje", el camino se fue estrechando, el asfalto desapareció al mismo tiempo que aparecían agujeros en el suelo cada vez más grandes y la maleza empezó a acercarse vertiginosamente a la camioneta. Tanto que teníamos que ir agachando las cabezas porque se nos metían las ramas en los ojos. Me puse las gafas de sol y continué descojonándome, íbamos saltando allí detrás, era imposible quedarse quieto, aunque me dejó de hacer tanta gracia cuando me di un golpe en toda la cabeza que me dejó atontada. Era alucinante, el conductor le echaba un par... porque había algunas brechas en el camino por las que decíamos "no pasa, seguro que no pasa" y él adelante. No es por exagerar, es que del agua se habían abierto unos canales en medio del camino que aquí hubiesen bastado para cerrar el camino y prohibir la circulación. Cuando le vi la primera vez con la pick-up pensé "¿para que querrá tan gran armatoste si solo reparte garrafas de agua por el pueblo?". Pero desde luego que haciendo esos viajes la amortiza, no había obstáculo para él, llegamos incluso a vadear un río. (ver video del caminito...) Hicimos unas cuantas paradas en lo que eran ya poblados akha y también lo hicimos en un poblado Lahu. Allí creábamos aun más expectación ya que aunque pasen turistas de vez en cuando no les dejamos de hacer gracia. Se notaba como al ritmo que nos íbamos alejando de la civilización disminuían los recursos, las carencias eran cada vez más evidentes: casas sencillas, la gente sucia vestida con ropa vieja y rota, condiciones muy precarias en general. (video del poblado Lahu) [img]http://localhost/conmochila/wp-content/uploads/2008/10/trekking_04.jpg[/img] No obstante no se veía a la gente triste, por lo menos su expresión no lo transmitía. Unos se reían, otros hacían comentarios entre ellos disimulando como si no les viésemos y un niño cogió un berrinche de ver a Toni con la cámara. ![]() Pasamos por un par de poblados Akha antes de que nos dejasen al lado de un río donde empezaba el trekking y allí se despidió de nosotros el conductor. Como si estuviese hecho adrede, el puente por el que teníamos que cruzar para empezar el camino estaba deshecho, como si lo hubiesen dejado así para darle más emoción. Un puente con cañas de bambú rotas en su mayoría y que crujían mientras ibas andando y encima la barandilla baja y tenias que ir doblado para poder cogerte. (ver video de Toni cruzando el puente) ![]() ¡Ahora si! ya tocaba ponerse a andar, la mochila bien sujeta, las botas bien atadas y muchas ganas de verlo todo, con esos ánimos empezamos. Tan frescos como estábamos aun llevábamos un ritmo bastante rapidito, el guía no se estresaba, seguro que pensaba "mañana no correréis tanto", pero nosotros nada, a la nuestra. Se abría ante nosotros la selva, no necesitaba saber que plantas o que árboles estaba viendo para quedarme boquiabierta. Se me hizo muy corto el camino hasta la siguiente parada. En un par de horas llegamos al primer poblado Akha donde nos íbamos a quedar y dejamos todo en una cabaña, nuestra "pensión" para esa noche. Simplemente consistía en una cabaña de madera construida a unos dos metros de altura, sin habitaciones ni baños ni nada de nada, era todo la misma "sala". Fuera había otra pequeña cabaña, no llegaría a ocupar más de dos metros cuadrados a modo de cocina, por llamarle de alguna forma, porque lo único que tenía de cocina era que estaba habilitado para poder encender fuego allí dentro. Un poco mas alejado de la cabaña otra pero a la altura del suelo, el baño, bueno servicio, mejor dicho, el agujero... ![]() En la comida Campsay nos empezó a mostrar sus dotes de cocinero-de-selva. Alucinábamos con él porque iba recogiendo los ingredientes por el camino "esto venenoso, esto otro no". Aparte en la mochila llevaba arroz y nuddles, y con eso ya tenía bastante. Hervía las plantas y te hacia una sopa, cogía plátanos y ya teníamos postre, cada día nos sorprendía con algo. Por la tarde nos fuimos solo con Seekham a ver unas cascadas, como ya habíamos "acampado" no llevábamos mochilas e íbamos ligeros y el guía nos empezó a contar cosas ya con más confianza y sin parar de dar con el machete a todos los sitios. Hablábamos en inglés, él lo hacía desde hacía solo un par de meses porque además llevaba poco tiempo de guía. ![]() La cascada que íbamos a visitar no estaba muy lejos, ¡pero eso no evitó los accidentes! Aparte de que ya estábamos en "territorio sanguijuela", tuvimos que cruzar un río y como no había puente quitarnos las botas. El caso es que desde el borde del río hasta donde llegaba el agua había un tramo bastante alto y Toni me dijo "yo paso primero", cogió una caña de bambú que había por el suelo y la apoyó en el fondo del río con tan mala suerte que al apoyar su peso... ¡plaf! se partió en dos y se fue de cabeza al agua. No se rompió nada ni se hizo daño, la mala suerte fue que en la mano llevaba la Fuji S3 y se zambulló en el agua. Fueron unas milésimas de segundo, pero suficiente como para fastidiarse. Menos mal que Toni se lo coge todo con filosofía, porque llega a ser una cámara mía y no se lo que hago. Encima la Fuji S2 estaba en Vieng Phouka, así que no pudimos hacer ni una foto más del trekking... De la cascada pudimos hacer un vídeo, era muy bonita pero no se escucha casi lo que decíamos del ruido que hacía el agua. Así que con una cámara menos volvimos al poblado. Evidentemente duchas no había así que teníamos que buscar algún sitio donde poder darnos un chapuzón. Encontramos un sitio donde terminaba un riachuelo que supongo que utilizaban para coger agua o lavar la ropa, no se porque no había nadie, y mejor, porque nos teníamos que duchar ahí, así que cogimos la pastilla de jabón y nos metimos en el agua y en el momento que Toni se quitó el pantalón cayó al suelo una sanguijuela rechoncha que seguro que llevaba ya unas horas chupando... el caso es que se miró para ver de donde había caído y la muy espabilada le había subido por dentro del pantalón hasta el muslo donde le dejó una herida como un picotazo ensangrentado. Después de cenar no tardamos mucho en acostarnos, Seekham nos montó unas camas con colchones y mosquiteras que había allí dentro guardados y dormimos todos allí, en el mismo sitio. No es el sitio más cómodo donde he dormido, ¡pero tiene su punto! Etapas 4 a 6, total 16
El segundo día del trekking fue el plato fuerte pero aun no teníamos ni idea. Debí darme cuenta al ver el desayuno que nos sacaron: un vaso de café, arroz glutinoso, un plato de nuddles con caldo (esos que tan poco me gustaban), unos plátanos y unos bollos que había preparado Camsay con algunos plátanos más. Ese día aun pude comer alguna cosa, porque al día siguiente mi estomago ya no estaba para aguantar esos cambios alimenticios tan fuertes.
La mañana fue el calentamiento, jungla, jungla y más jungla, y aunque Seekham ya nos había comentado un par de veces algo de "para hoy tenemos 7 horas de travesía" yo quería pensar que lo hacía para asustarnos, vamos, para darle más emoción, ignorante de mí... ![]() La verdad que las primeras 3 horas hasta que paramos a comer no fueron nada del otro mundo, aunque la pesadilla fueron las sanguijuelas. Íbamos todo el rato cerca de los ríos, por zonas muy húmedas donde había cientos de ellas que con su apariencia de gusanito inocente nos dieron la mañana. Al principio íbamos mirando al suelo y cuando veías una subir por el pantalón la quitabas con algún palo, pero cuando llevabas ya tanto rato subiendo y bajando montaña llegaba un punto que te daban igual. Al final yo ya ni me miraba las botas, pensaba que con la goma del pantalón bien apretada y las botas atadas hasta arriba seguro que dentro no podían entrar. Cruzamos un montón de ríos, unos por puentes y otros por encima de piedras, pero antes de parar a comer teníamos que pasar por un río más ancho por el que no había nada. Los guías se quedaron un rato mirando a ver cual era la mejor opción y después de mucho rumiarlo decidieron que por el medio. Así que dicho y hecho, nos quitamos las botas y los pantalones y lo cruzamos, que con la corriente que llevaba el río no era un paseo en lancha. Allí mismo, donde el río hacia esquina, Camsay sacó la comida y lo puso todo en el suelo, encima de una hoja de platanera. Lo mismo de siempre, no es que fuese un menú especial, pero eran las 12 de la mañana y nosotros no teníamos demasiada hambre, así que comimos poquito y después de descansar unos minutillos reanudamos la marcha. ![]() En una de tantas veces de quitarnos las botas y después de pasar por un terreno pantanoso fue cuando descubrimos que no hay barreras para las sanguijuelas (habíamos subestimado a las "leeches"). Primero se quito Toni las botas y vimos que tenía un par en cada pie, habían llegado al pie incluso por debajo del calcetín. "Dan un poco de repelús, pero tampoco es para tanto" pensé, claro que yo creía que no tenía ninguna. De todos modos me quité las botas por si acaso y cuando vi el calcetín con manchas de sangre fue cuando me empezaron a dar muchísimo asco. Sabía que las tenía debajo pero no quería ni verlas, me quite el calcetín sin mirar y le dije a Toni ¡quítamelas tu! Ni siquiera te hacen daño, las tienes ahí y van chupando, pero una vez ya las había tenido encima no quería repetir, así que ya no pude dejar de mirar el suelo en toda la tarde. La marcha de la tarde fue la misma: subir, bajar, subir, un puente, subir, otro puente, subir, subir, subir!! Había tramos en los que dejaba de ser trekking y se convertía en escalada. Y eso que llevábamos el walk stick que nos hizo Seekham cuando pasábamos por un bosque de bambú: cogió dos cañas, su machete, y con 2 cortes y mucha destreza nos hizo uno para cada uno. Aunque al principio pensé que me iba a cansar a la primera de cambio, lo llevé hasta el último minuto. Me resultó muy útil, además me evitó unos cuantos porrazos en las bajadas (menos uno que me di), eso sí, terminé con llagas en las manos. (Ver video del walk stick y las sanguijuelas) ![]() La verdad que no fue hasta el final cuando empecé a encontrarme ya fatal, pero así y todo me porté bastante bien. Me acuerdo que fue la última vez que me quité las botas para cruzar un río cuando pensé, "a la próxima ni me las quito, me meto dentro con ellas". Además Seekham pretendía que cruzase por encima de un tronco sin barandillas y con mi equilibrio...como que no! Toni si que pasó, y yo pasé, pero olímpicamente... Ya empezaba a estar fatigada deseando llegar a la aldea, y cuando llegamos al siguiente río la sorpresa no fue que me tuviese que quitar las botas otra vez, sino lo que nos dijo Seekham: "El poblado donde vamos a dormir está en lo más alto de la montaña y no hay agua porque hay que ir a recogerla a uno 20 minutos de allí, así que si queréis bañaros el río es todo vuestro". No teníamos opción, así que nos metimos a nadar con el agua fría y con la pastilla de jabón. Nos refrescó un rato pero aun quedaba toda una hora de camino, así que al poco de ponernos a andar ya estábamos otra vez sudando y agotados. Ese tramo fue el que me quitó la energía que me quedaba, una subida mortal para la que yo ya no tenía fuerzas. Andaba y me temblaban las piernas y además tuve que sentarme unas cuantas veces en el suelo porque no me aguantaba ni de pie. Seekham me dijo que me animara que solo quedaban unos 10 minutos, y viendo a Toni que también le costaba lo suyo subir porque llevaba mi mochila junto a la suya, se ofreció a cogerle la mía. Toni no dijo que no. Ahora lo pienso y parece que esté exagerando, pero yo me cansé muchísimo. Nunca había tenido esa sensación de impotencia de no poderme casi ni mover!!! Con que diga que desde entonces estoy haciendo ejercicio para que no me vuelva a pillar el toro así... ![]() En fin, no hay mal que 100 años dure y pronto vi la luz: el poblado Akha. El alivio que me invadió fue fugaz porque pronto me acordé de que no había agua. Toni no se lo pensó, vio a un niño con un cubo con agua, preguntó donde podía ir a coger más y se fue. Yo subí a la cabaña y me senté en el "balcón" mirando a los niños, no moví un pelo hasta que vi volver a Toni con el cubo y con cara de si-lo-llego-a-saber-no-voy. Había que recoger el agua de un barranco con el suelo de barro. Me contó que el camino era un poco peligroso, pero que vio a los niños por allí descalzos y pensó "si ellos pueden descalzos, yo con la botas podré". ¡Como le agradecí esa ducha! Eso sí, nos la dimos en medio del poblado con todos los niños por ahí mirando a ver quiénes éramos, y nosotros con los cazos y la pastilla de jabón. Pero a mi ya me daba igual, me tapé un poco con la toalla aunque ya ni me importaba que me viese quien fuera, yo solo necesitaba el agua. (Video de Carme en el poblado Ahka) Cuando terminé me quedé bien relajada, ya no me acordaba de cómo lo estaba pasando hacía apenas una hora, aunque tenía unas llagas en las botas que me lo recordaban. Saqué el botiquín para limpiarme las heridas un poco. No eran muy profundas pero recordé que la doctora nos dijo que nos tapásemos las heridas, así que me lo cubrí todo. Había unos cuantos niños que habían subido a la cabaña por curiosidad y miraban alucinados cualquier cosa que hiciese: cómo habría los botecitos de betadine, cómo recortaba los apósitos o cómo me limpiaba las heridas con las gasas. Como les vi tan entretenidos le dijimos a Seekham que le preguntase a un chaval que había por allí si quería que le cambiase la tirita que llevaba en el pie. Se quedó supercontento solo porque se lo limpié un poco, le cambié la tirita y le regalé unas cuantas de las nuestras. Les regalamos una bolsita llena de paracetamol que llevábamos y les explicamos cuando debían utilizarlos. ![]() Cuando ya estaba mas descansada cogí la libreta para escribir el diario y salí fuera. No había mucha luz así que tuve que encender la linterna para verme y cuando me di cuenta tenía tres cabezas encima del papel mirando a ver que escribía. Supongo que se preguntaban que eran esos rallajos que pintaba en el papel que nada tenían que ver con lo que les estaban enseñando en el colegio, porque eso si, colegio tenían. No tardamos en cenar, y otra vez arroz! Pero hoy teníamos compañía, un señor muy mayor entró a la cabaña y se quedó allí todo el rato mirando lo que hacíamos. Cogió la linterna y estuvo un rato entretenido encendiéndola y apagándola. Cabe decir que la gente allí utiliza linternas muy simples, por lo que cuando ven una "buena" (del Decathlon, no te creas...) se quedan alucinados de ver lo potentes que son. Dejamos pasar el tiempo mientras anochecía charlando allí dentro y de repente vimos entrar a un montón de gente. Eran unas chicas ataviadas con la indumentaria típica Akha y unos niños detrás que supongo que solo vinieron a ver, y fue cuando Seekham nos dijo: "massage". ¡¡Venían a hacernos un masaje!! Al principio me dio vergüenza, pero cuando empezaron a apretarme todo el cuerpo me quedé frita. Yo no se si estaban poniéndome todo al sitio o me lo estaban descolocando del todo, pero el caso es que me quedé ahí pegada al suelo mientras oía el ruido de las chapitas que llevaban en el pañuelo de la cabeza. Y Toni ni os cuento estaba de agusto, y eso que me decía siempre "a mi no me gustan los masajes"... Hubiese dormido toda la noche del tirón si no fuese porque los gallos de allí arriba se pasaron la noche cantando. Cada vez que me despertaban me notaba mas las agujetas y pensaba "y mañana la bajada...". Etapas 4 a 6, total 16
El tercer día me levanté ya cansada, me dolía todo el cuerpo y solo de imaginar que aun quedaba toda la bajada me agotaba aun mas. Pero teníamos que bajar, y andando por narices, así que me hice a la idea.
Desayuné pensando que iba a necesitar toda la energía, pero el problema añadido el último día fue un terrible dolor de estómago. Creo que el causante fue el sobreesfuerzo del día anterior, tan solo oler el arroz glutinoso me daba nauseas, así que desayuné plátanos que era lo único que me entraba. ![]() Por la mañana estuvimos un rato en el poblado, fuimos a ver a los niños al colegio y mas tarde Seekham nos invitó a subir a la cabaña de una mujer mayor. El primer impacto fue ver su cara sin dientes y con la boca toda roja de algo que comen ellos y merodeando por la cabaña un perro pulgoso que lo iba olisqueando todo. La mujer estaba cocinando y el suculento plato de la casa era "ensalada de gusanos", hirvió unas plantas y luego las mezclo con los gusanos troceados. Eran unas larvas que recogían de dentro de las cañas de bambú, para haceros una idea tenían el tamaño y el color de los gusanos de seda. La verdad que no me quedé con las ganas de degustarlos... Antes de salir conocimos a Niki, una chica de Alaska que viajaba sola y había contratado el trekking para un par de días. Con ella compartimos camino el último día. Para ella era el segundo y se notaba porque en muchos tramos se adelantaba e iba bastante más rápida que nosotros. Nada más ponernos a andar empezó a llover, cayó un chaparrón unos minutos, paró y volvió a salir el sol. El camino ya no fue tan difícil porque no había tantas subidas, pero ya íbamos cansados y nos costó un poco, así que hicimos varias paradas. En una de ellas nos encontramos con unos cazadores Akha que habían salido de almuerzo. Se habían metido debajo de una cabaña de un antiguo poblado y estaban asando una serpiente y una ardilla como quien prepara un bocadillo de tortilla. Toni que no probó los gusanos porque ya había desayunado no quiso perderse el sabor de la serpiente, que dijo que sabía a una mezcla de pollo y pescado. Nos sentamos un rato a la sombra y estuvimos charlando con Niky. Venía de viajar por Nueva Zelanda y ahora estaba por el sudeste asiático. Es socióloga pero no estaba trabajando, así que tenía tiempo para viajar. ![]() Pronto salimos de la selva y empezamos a andar por extensos arrozales. Allí nos dejaron de molestar los mosquitos que llegaban a formar manadas en las que si metías la cabeza debías dejar de respirar, pero empezó a agobiarnos el calor. Las subidas y bajadas se convirtieron en llanuras y cambió por completo el trekking. Ya no hacía falta vigilar a las sanguijuelas, la fauna menguó y allá donde mirábamos solo veíamos arroz. Andábamos por caminos estrechos entre los tallos, y de altos que eran en ocasiones no veíamos al guía que iba delante. Fue en una cabaña que utilizan para guardar el maíz donde nos refugiamos a comer. El sol de mediodía nos impedía seguir andando por un sitio por el que la única sombra que teníamos era la de nuestro propio cuerpo. Nos quitamos las botas para entrar a la cabaña y noté el alivio cuando dejaron de apretarme contra las heridas. Me tumbé un rato en el suelo y mientras Camsay preparaba la comida nos bebimos el agua que había hervido el día anterior, porque de las reservas que llevábamos no quedaba nada. Decidieron celebrar el último día con un "banquete". Empezaron a sacar toda la comida que quedaba y lo pusieron en una hoja de bananera. Los ingredientes no variaron mucho, aunque añadieron alguna cosa nueva como el bambú (¡¡¡sin gusanos!!!) y salsa picante. "Be careful is very spicy!" nos decía el guía de Niky. Con cuatro cosas prepararon un mantel digno de una fiesta y todo lo que mi estómago toleró fue un pan de leche y un par de plátanos. Y allí estábamos todos metidos, siete personas en un par de metros cuadrados y de poco más de un metro de alto. Cada uno con el inglés de su casa, pero entendiéndonos, creo. Reposamos la comida un rato charlando y mirando el libro que llevaba Seekham "laos-english" lleno de dibujos como los workbooks del colegio. (Ver video de la comida en la cabaña) ![]() No tardamos mucho en volver a ponernos a andar, ya mentalizados de que solamente quedaban un par de horas, pero mirando de reojo el camino aun le preguntamos a Seekham si nos quedaba algún "up". "A little up" dijo riéndose. Concentramos las energías y comenzamos a andar a paso ligero, yo solo quería ver algo que me indicase que volvíamos a la civilización, y pensando en la ducha que me iba a dar cuando llegase a la cabaña me caí de culo en una bajada. Pero me dio igual, cuando vi la carretera me convertí en la persona más feliz del mundo. Se me pasó todo, me dejó de doler todo y durante todo el rato que estuvimos esperando a la pick-up hasta que llegamos a Vieng Pouka no se me fue de al cabeza la coca cola fresca que iba a beberme de un trago nada más llegar. Al llegar a Vieng Phouka me quité las botas y me senté en el balcón de nuestra cabaña (volvimos a la misma que estuvimos la primera vez). Seekham y Camsay vinieron con nosotros a hacerse una cerveza. Nos regalaron unas pulseras de hilo que a mi me hicieron mucha ilusión (lástima que la mía nunca llegase a casa) y nosotros les dimos toallitas repelentes de mosquitos y algunos antiinflamatorios. Nos despedimos de los dos y quedamos con Seekham que nos veríamos a las 7 de la tarde en el campo de petang. Él y Toni se retaron durante el trekking a una partida de petang y según la Lonely Planet es una de las cosas que no debes dejar de hacer si vas a Laos. Así que era preciso. A la hora prevista nos vimos allí, pero no jugaron uno contra el otro, sino que jugaron como pareja contra más gente del pueblo. Yo me senté a hacerles algunas cuantas fotos pero estaba más ocupada huyendo de los bicharracos que mirando la partida. Había unos insectos que eran como moscas gigantes muy torpes que chocaban con todo, muy feos, me daban tanto repelús que cuando oía que caía alguno cerca ni me movía, lo miraba de reojo esperando a que viniese alguien a recogerlo. No se si se los comerían, pero cada vez que recogían uno le quitaban las alas y lo metían en un saco que tenía detrás de mi y se oía zumbar. La partida pintaba bien y empezaron ganando, pero la suerte del principiante no les acompañó hasta el final y terminaron perdiendo. Menos mal que no apostaron una gallina que dijo Seekham, así que solo tuvieron que pagar una cerveza para los otros participantes. ![]() Mr Vieng Thong (el dueño de Bokung guesthouse) nos dijo que esa noche inauguraba su nuevo restaurante, así que fuimos allí a cenar. Aunque aun tenía el estomago convaleciente y la sopa que sacó no me gustó nada, el arroz tres delicias me supo a gloria. Después quiso emborrachar a Toni con Lao-Lao. Seekham tampoco decía que no a un trago de esa bebida, y cuando terminamos iba tan contento que quiso invitarnos a su casa. Pero nosotros lo hicimos corto y nos fuimos pronto a la cama. [img]http://localhost/conmochila/wp-content/uploads/2008/11/trekking_21.jpg[/img] La cabaña que tres días antes me pareció tercermundista me parecía ahora un hotel de 5 estrellas. Un lujo tener agua aunque fuese a cazos y todo un privilegio la luz a motor a partir de las 9 de la noche y durante un par de horas. Ese día aprecié todos esos detalles, agradecí más que nunca tener cosas que nunca había echado de menos y pensé que todo lo que había pasado arriba al menos sirvió para algo. No fue una lección, simplemente una experiencia y aunque a veces piense que no se si repetiría el trekking se que nunca me podré arrepentir de haberlo hecho. Siempre puedes un poco más de lo que crees cuando estás al límite, sobrevives prescindiendo de muchas cosas y ves modos de vida que por lo menos yo solo había visto en documentales. Además, la parte más bonita del viaje aun estaba por llegar... Etapas 4 a 6, total 16
📊 Estadísticas de Diario ⭐ 4.8 (34 Votos)
![]() Total comentarios: 14 Visualizar todos los comentarios
CREAR COMENTARIO EN EL DIARIO
Diarios relacionados ![]() ![]() ![]() ![]() ![]()
![]() |