![]() ![]() Dráculas y popes: contrastes en un viaje por Rumanía. ✏️ Blogs de Rumania
Experiencias inolvidables recorriendo la geografía rumana (especialmente Transilvania) con dos niños pequeños y una buena dosis de paciencia.Autor: Troyanazaret Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (25 Votos) Índice del Diario: Dráculas y popes: contrastes en un viaje por Rumanía.
01: Pueblos y bosques, coches y carros: familiarizándonos con las carreteras rumanas
02: El presunto castillo de Drácula y un tranquilo día de bosque.
03: Un palacio para soñadores y un teleférico para pacientes
04: El día de los kilómetros comehoras.
05: ¡Nos vamos a Bucovina!
06: El día de los Monasterios Pintados.
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Etapas 4 a 6, total 11
Hoy es el día de los kilómetros comehoras: nos decidimos por ir a Sighisoara, con idea de ver luego otras cosas. La ciudad está a 130 km. pero tardamos ¡tres horas! y sin pararnos ni perdernos. De cualquier modo, el camino merece la pena. Pasamos por muchas iglesias fortificadas: algunas de enormes torres en terreno bajo, otras en lo alto de colinas, unas bastante cuidadas, otras en ruinas, pero todas igualmente hermosas; los pueblecitos repiten la estructura que es común en Rumanía, aunque algunos destacan por las casitas pintadas y las extrañas formas en los tejados; las escenas de campo de hace décadas se suceden: cuadrillas de hombres y mujeres con hoces, guadañas, los sempiternos carros de heno, el ganado... Rumanía, a pesar de ese tiempo eterno, o quizás precisamente por él, nos va calando dentro. El paisaje va cambiando continuamente alternando zonas de bosque umbrío (entre Feldioara y Maierus, con muchas curvas pero precioso) con llanuras tranquilas, en algunos casos casi sin cultivar. Cuando llegamos a la ciudad son las doce, y hace mucho calor. A pesar de ello y de que es una ciudad con bastante turismo (escuchamos hablar mucho en español), la encontramos muy bonita. La calle en la que aparcamos, la avenida 1º de diciembre tiene edificios de estilo renacentista, un poco ajados, pero con bastante encanto. En cuanto llegamos a la pequeña plaza de Hermann Obert empezamos a ver, en la parte alta de la ciudad, la Torre del Reloj que es el símbolo más característico de Sighisoara. Llegar a ella cruzando las pequeñas callejuelas de casitas de colores es un paseo agradable y encontrar la plaza alta, con la iglesia a un lado y todo el barullo de gente de un lado a otro resulta muy alegre. *** Imagen borrada de Tinypic ***
Obviamente, lo primero que hacemos es subir a la Torre del Reloj (Turnul cu Ceas). La entrada no cuesta mucho, pero sí la tasa de fotos, que pagamos (la podíamos haber ahorrado porque luego no había nadie vigilando). Dentro hay un pequeño museo distribuido en las distintas plantas de la torre. Tiene un poco de todo: una maqueta de la ciudad antigua, herramientas de campo, instrumental de farmacia y medicina, jarras de cerámica, cosas de cocina… nos entretenemos mucho porque a los niños todo les interesa y por todo preguntan. Vemos la maquinaria del reloj y el mecanismo del carillón, realmente curioso. Después de subir por estrechas escaleras, llegamos a la parte abierta, desde la que contemplamos toda la ciudad y el verde paisaje que la rodea. Es gracioso pararse a leer las indicaciones puestas en la barandilla de los kilómetros que hay a distintas ciudades, algunas de nombres impronunciables.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Al bajar entramos en la iglesia de al lado (Biserica Manastirei), pero al ser protestante no tiene gran cosa por dentro. Pasamos por la casa natal de Vlad Tepes, que pasaría desapercibida si no fuera por el indicador y por el enorme cartel con un dibujo de un sangriento drácula anunciando el restaurante que hay en su interior. Pierde mucho con el tema del restaurante porque no está puesto con mucho gusto, así que no pasamos a su interior. *** Imagen borrada de Tinypic ***
Seguimos paseando hasta la plaza Cetajii, de casas de colores. Nos defrauda un poco porque las casas que están restauradas son muy alegres y cuidadas, pero a costa de estar llenas de cartelones de pensiuneas, hoteles y restaurantes. La famosa casa de la cabeza de ciervo (casa cu cerb), tiene un ciervo diminuto. Hay además mucha gente y hace mucho calor.
Andamos un rato más, hacia la Scara Scolii. Esto sí que nos gusta: es una empinada escalera de madera totalmente cubierta que sube hasta la parte más alta de la ciudad. Tiene una perspectiva rarísima provocada por las líneas horizontales y diagonales de las maderas, por lo que, si se está quieto, no se sabe si se baja o se sube. *** Imagen borrada de Tinypic *** En lo más alto nos entrenemos un rato contemplando las hermosas vistas, la gran iglesia (biserica din Deal), la casita del santero tiene una original cabeza de ¿rinoceronte? y desde luego el que se levante allí tiene un panorama fantástico. Descansamos un rato en el cementerio, que tiene una fresca arboleda, y nos entretenemos un rato leyendo las tumbas, muchas en alemán. Damos un pequeño paseo bordeando las murallas, entre un auténtico bosque.
Bajamos de nuevo hasta la plaza Cetajii por otras calles, prácticamente vacías (como pasa siempre, todo el mundo está donde mismo) y se ve que están haciendo un gran esfuerzo por restaurar y cuidar una ciudad, que incluso así como está ya tiene bastante encanto. Comemos estupendamente en una agradable pizzería en la plaza Hemann Obert, y retomamos camino con la sensación de que Sighisoara es una bella ciudad para visitar... si te coge de paso. Ya de vuelta vamos parando en algunas iglesias fortificadas. Vemos de camino la de Rupea, bastante grande, en lo alto de la colina, a la que parece que le están haciendo una buena restauración. Paramos en la de Saschiz, que nos llamó la atención por la enorme torre, y que además nos sorprendió con un entorno cuidado. Con estas pequeñas paradas la vuelta se hace más rápida. En los continuos puestecillos de carretera nos encontramos una mercancía inusitada: ¡copas de cristal!
Cerca de Brasov no sabemos bien que hacer. El cansancio del camino nos quita las ganas de visitar otra ciudad, así que dejamos su visita con todo el dolor de mi corazón, para la próxima vez. Decidimos acercamos mejor hasta la tranquila Prejmer, para ver su fortificación. A pesar de perdernos Brasov, creo que acertamos porque nos permite tener un final del día relajado después de tanto coche y ver una iglesia fortificada que nos pareció de las mejores. Cuando llegamos en teoría estaba cerrada, pero había un huequecillo en la puerta, un grupillo dentro, empezamos a colarnos, colarnos y nada, vimos de lo más tranquilos la ciudadela de Prejmer, con una estructura circular curiosísima, sumamente cuidada pero manteniendo el aire de algo auténtico. *** Imagen borrada de Tinypic ***
Ya anocheciendo, maravillándonos como siempre por la visión de los Cárpatos azulados por la bruma y la luz del atardecer, vamos hasta Bran, damos un paseíto y comemos por allí. Los niños se piden un refresco de naranja roja, sangre de Drácula, que nos divierte a todos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos vamos a dormir, sintiendo que sea nuestro último día en esta parte de Transilvania y en este fantástico hotel.
Recorrido del día: Bran - Sighisoara. Kilómetros: 140 km Tiempo: casi 3 horas. Etapas 4 a 6, total 11
Llega el día del cambio de lugar, saldremos por un par de días de Transilvania haciendo la gran ruta centro-norte (unos 400 km). Visto lo visto después de la visita a Sighisoara salimos sobre las 9:00 armados de paciencia. Nos da mucha pena irnos, confiamos en volver alguna vez.
Nuestra idea es hacer una parada en el Lago Rojo para comer, y haciendo gala de un buen cálculo rumano conseguimos llegar al lago a las 14:00. Los campos han ido cambiando a medida que subimos, suavizándose las crestas de los Cárpatos y encontrando más tierra de cultivo de mayor extensión y con maquinaria agrícola. Pasamos un par de zonas muy turísticas y agradables: las del lago Santa Ana y el lago Ciuca, con grandes extensiones de bosques y muchas actividades de naturaleza. El Lago Rojo (Lacul Rossu) es muy bonito, pero decepciona mucho a los niños porque ¡no es rojo! es de un terragoso color marrón, los prometidos troncos fosilizados, aunque muy abundantes, no son más que viejos árboles hundidos, y no podemos montarnos en las barquitas porque una (oportuna) tormenta amenaza con descargar toda su fuerza justo encima del lago. A nosotros nos agobia un poco el barullo porque hay muchos puestecillos, restaurantes y gente, pero de cualquier modo se está bien y comemos (sin dejar de mirar el cielo) en un banco rodeados de mansos perros que esperan que les echemos algún trozo de bocadillo. *** Imagen borrada de Tinypic ***
[size=9]El veraniego Lago Rojo (en invierno es un lago de patinar) Seguimos camino y, al poco, atravesamos la espectacular Garganta de Bicaz. (cheile Bicazului) Un estrecho paso de 10 km, una maravilla natural, impresionante, como impresionante era ver, justo en los sitios más impactantes, los puestecillos de bagatelas, los coches mal aparcados, la gente por cualquier sitio, un desorden tremendo que no nos deja disfrutar lo más mínimo del lugar. Una pena.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La garganta de Bicaz... después de salir del barullo Saliendo con alivio de la garganta, y sin abandonar durante muchos kilómetros el poderoso Bistrita (sí, el mismo por el que subió Drácula a sus dominios) llegamos a la zona de Piatra Neamt. El paisaje cambia de nuevo, volviendo a las tranquilas colinas onduladas de un verde deslumbrante, preludio de lo que va a ser Bucovina.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Las eternas tareas en el campo *** Imagen borrada de Tinypic *** Un carro y un Audi, todo de lo más rumano Pasamos muy cerca de Suceava, que se ve a lo lejos, compacta, en una enorme llanura.
Nos adentramos en la Bucovina más turística y nos sorprenden las casas, con extraños “encajes” de latón en los tejados y yesería por doquier como adorno de las enormes casas. Algunas se pasan un poco (desde luego aquí lo del minimalismo no se lleva) y llegan a parecer recargados escaparates de material para construcción. Especialmente las casas de Baisesti nos parecen espectaculares. *** Imagen borrada de Tinypic ***
Una casa típica (y no es de las más adornadas) Llegamos a Gura Humorului antes de lo esperado (sobre las 18:30), porque al final nos arriesgamos a coger carreteras blancas (cualquier GPS en su sano juicio nos lo habría desaconsejado, pero la verdad es que en este recorrido no están en peor estado que las amarillas o las rojas y atraviesan muchos menos pueblos).
Encontramos nuestra pensiunea Elegance sin ningún problema. Es de cuatro estrellas y cumple nuestros presentimientos a la perfección: es de lujo, lujo, lujo… de lo más ruso. El apartamento es grande y sigue teniendo bañera con jacuzzi, para regocijo de los niños, pero es todo de lo más recargado que se pueda imaginar: con grandes cortinones rojos y dorados y muebles de color oscuro. La pensiunea además está a pie de una carretera que, aunque secundaria, tiene bastante tráfico como todas las de este país. En fin, ya lo sabemos para otra vez. Al menos tiene un hermoso jardín, con un estanque al final y con unas preciosas vistas hacia las colinas. *** Imagen borrada de Tinypic ***
Pensiunea Elegance Damos un paseo por el pueblo, deteniéndonos en la extraña arquitectura de las casas. Nos llama mucho la atención que los pozos (nos costó averiguar lo que eran) estuvieran cubiertos y tuvieran en un lateral una enorme rueda de carro para subir el agua. Hay muchas vacas a esa hora, parece que cada una de una casa, comiendo la hierba de la inexistente acera.
Cenamos. Todo está muy bueno, la camarera habla un poco de español, y tardan tanto que a los niños les da tiempo a jugar un buen rato. Vemos que es un sitio al que suele ir gente del pueblo a comer, y es que es muy elegante. Estupendo. A dormir. Recorrido: Bran-Gura Humorului. Kilómetros aproximados: 400. Tiempo: ocho horas (sin contar paradas).[/size] Etapas 4 a 6, total 11
Empieza el día con un delicioooosoooo desayuno, a la carta (ya, un poco cursi, pero va con el hotel).
Nos ponemos de nuevo en carretera, dispuestos a hacer la ruta de los monasterios pintados. Las carreteras de esta zona son todas blancas o amarillas y con fama de indicar los monasterios en juegos de escondite. Pues nada, afortunadamente las carreteras son estupendas y los monasterios estrenan indicadores nuevos y muy bien colocados (dos requisitos que en Rumanía no siempre se cumplen). Se ve que cuidan, y mucho, lo de ser patrimonio de la humanidad. El recorrido va a ser circular, y empezamos por el Monasterio de Voronet. *** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos empieza sorprendiendo muy gratamente que hay un buen parking, servicios y algunos puestecillos, pero sin excesos ¡por fin!
La entrada al recinto se hace tras cruzar el grueso muro de piedra que lo separa del exterior. Lo llevan todo las monjas, desde el cobro de las entradas hasta la gestión de la pequeña tiendecilla de recuerdos (iconos y huevos fundamentalmente). Hay una gran parte de monjas muy, muy jóvenes, de rasgos eslavos. Todas llevan un extraño gorro y van vestidas de negro de arriba a abajo, contrastando con el verdor de la hierba que rodea al monasterio y el color de las rosaledas. Pero ni siquiera esa indumentaria puede con la frescura y la alegría del conjunto. Es increíble: todo el edificio, con una arquitectura de torrecillas y curvas, está pintado con escenas bíblicas que, a pesar del tiempo y la climatología tan extrema, conservan toda su brillantez en la mayor parte de las paredes. El característico azul (azul voronet) inunda todo un escenario de santos, vírgenes, cristos… de un dibujo muy cuidado y con distintas expresiones en sus rostros. A los niños les encanta ir buscando figuritas, ángeles, querubines. El árbol de Jessé es espectacular, pero la pared que se lleva todas las miradas es la que dibuja el juicio final. Los niños no paran de preguntar, entre el morbo y la curiosidad. Leemos detalles de la guía que llevamos y los vamos buscando, como en un enorme buscando a Wally. Es fantástico. *** Imagen borrada de Tinypic ***
Y por dentro están igualmente pintados, todas las paredes aparecen llenas en su mayoría de imágenes de santos. Buscamos a Santa Elena y la encontramos. Resulta muy pequeño lo que se puede visitar del interior: la división en tres partes características de las iglesias ortodoxas (mujeres, hombres, oficiantes) potencia esta sensación. Los iconos, muy venerados, y todo el iconostasio colorido y dorado, nos hacen pensar que no estamos en Rumanía, sino un poco más al este aún.
En la entrada vemos que los visitantes devotos escriben largas listas en un papel que, junto con dinero, van a una urna. Una monja las va recogiendo y las lee con la mano en la Biblia, apuntando el nombre de lo leído. ¿Listas de deseos? averiguamos luego que son peticiones por personas vivas y por personas muertas. Esta misma distinción la hacen en las velas que encienden (fuera del recinto, no se puede estropear la belleza con humo). La verdad es que hay muchísima religiosidad, tanto en este monasterio como en los demás, y te sientes más turista aún si cabe comparando el sentido de tu visita con esa fe sencilla y profunda que se siente en el ambiente. Compartimos algo de su sentimiento bebiendo la fresquísima agua del pozo, situado en un lateral. El segundo de los monasterios que visitamos es el de Moldovita. Si Voronet resaltaba por el azul, en este nos encontramos que el tono predominante es el ocre. La estructura del monasterio y la situación de las pinturas es igual que en el monasterio anterior, por lo que mi niño dice que por qué hemos vuelto al mismo sitio.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En este disfrutamos de la primera pintura sobre la toma de Constantinopla y nos hace gracia que todos los malos estén vestidos de turcos. Observamos que los nombres de los santos están escritos en cirílico. Vemos el pequeño y variado museo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos quedamos un rato bajo los arcos de la entrada, mientras curioseamos entre una excursión religiosa dirigida por un pope (inevitable fijarse en ellos, de negro y con sus largas barbas). Le compramos a una joven monja unos huevos pintados (¿con quién estaría hablando por el móvil?) y vuelta al coche.
El siguiente va a ser el de Sucevita. De Moldovita a Sucevita la carretera sube y baja por preciosos paisajes de boscosa montaña.
El monasterio de Sucevita impone desde un principio, con el paseo de enormes árboles que conducen hasta las altísimas murallas de piedra. Por dentro es fabuloso conservando en este caso las pinturas de todas las paredes, gracias a las peculiaridades de su situación geográfica. A pesar de lo parecido que son todos, este lo guardo en mi memoria como el más bonito. *** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic *** Lo llaman la joya verde por las colinas entre las que se sitúa, y ese verde inunda también las pinturas de las paredes. Por dentro, la cúpula pintada da la sensación de que todo te envuelve. Salimos con una crisis de mal de Stendhal, no puede ser de otro modo.
Seguimos camino pasando por Marginea, la cuna de la cerámica negra que caracteriza a esta región. Esperábamos ver puestos de alfarería por todos lados, pero sólo encontramos una tienda con pinta de estar demasiado preparada para turistas con ansia de jarritas. Con la hora que era ya, preferimos pasar de largo y buscar algún sitio bonito para hacer un buen pic-nic. Y como siempre pasa, justo en este momento, las colinas y bosques se alejan de la carretera, volviéndola a convertir en una sucesión de pueblos y campos de labor. Al final encontramos un sitio aceptable en un bosquecillo ¿encontraremos osos? nada. Paramos un ratito en Gura Humorului, nuestra ciudad, para dar un paseíllo. De paso visitamos una iglesia de pinturas bizantinas que nos había llamado tanto la atención ayer. Después de haber visto los monasterios que hemos visto, ya no nos parece tan extraordinaria, pero no deja de ser muy bonita. Por dentro observamos un extraño ritual: una especie de altar dorado cubierto de alfombras debajo del que los devotos pasaban de rodillas.
En el paseo vemos una ciudad que alterna espacios cuidados con zonas completamente deterioradas sin ánimo de transición, da la sensación de que lo que se estropea no se arregla y se queda año tras año así ¿dejadez o falta de recursos? desde luego la basura omnipresente habla bastante de dejadez individual, pero también de escaso cuidado municipal. Terminamos en el monasterio de Humor, muy cerquita de nuestra pensiunea. Es el más modesto y pequeño de todos los que hemos visto, aunque la restauración que están haciendo en el interior hace presagiar que las pinturas exteriores, en la mayoría de la paredes más intuidas que vistas, serán mimadas y recuperadas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic *** El frescor de la tarde, que ya va cayendo, hace resaltar el color tan variado de las rosas y el verde de la hierba. Rumanía tiene una luz muy especial, y aquí en Bucovina, sientes que esa luz te envuelve dulcemente.
Dejamos pasar el tiempo, sentados en un pequeño muro. Una misa ortodoxa en el jardín, las hermosas voces de las monjas cantando largos salmos y la gravedad del pope. Perfecto. Todo el día llevo con pena por irme de cada uno de los monasterios en los que he entrado, pero de este aún más. El verde tiene un brillo especial bajo el color del atardecer. Recorrido del día, circular: Gura Humorului-Voronet-Moldovita-Sucevita-Marginea-Gura Humorului-Monasterio de Humor-Gura Humorului. 180 kilómetros aproximadamente. Con muchas paradas y tranquilidad: unas diez horas. Etapas 4 a 6, total 11
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