GRECIA CONTINENTAL - 7 DÍAS Y 6 NOCHES ✏️ Blogs de Grecia

Partimos desde Madrid hasta Atenas en vuelo de Aegean. Quitando alguna turbulencia y la media hora de retraso con la que llegamos bien. Para nuestra sorpresa nos dieron de comer en el avión y además de una manera aceptable. Vamos que sin ser nada del otro mundo la comida no era de plástico.

El primer contacto con la civilización griega al salir del avión fue un golpe de viento que depositó en el suelo del Eleftherios Venizelos todas las gorras y sombreros de los que llevábamos algo en la cabeza. Simple anécdota porque el personal de tierra nos recuperó amablemente nuestros cubrecabezas.

Adelantamos los relojes una hora para ponerlos en igualdad de condiciones que los del país y con las indicaciones que llevábamos encontramos sin problemas el metro. Pero la sibila griega de la taquilla, a pesar de repetir cincuenta veces las palabras metro y Sintagma, nos dio un billete que nos costó solo 5 € por cabeza, lo que me mosqueó un tanto dado que no era ese el precio que yo llevaba en la cabeza. Ya en el metro un inglés parlante nos hizo ver a una japonesa que le había ocurrido lo mismo y a nosotros que ese billete no era el del metro sino el del tren que iba a la estación de Larissa donde se podía enlazar con el metro. Menos mal que no pasó nadie a pedir el billete porque ya me empezaba yo a imaginarme la escena intentando explicar al ciudadano griego lo que había pasado. Con esto primera advertencia. Cuidado al sacar el billete del metro en el aeropuerto. Tiene que poner en el billete la palabra metro por algún lado, nada de transportes de Atenas ni nada por el estilo. Que ponga metro en el billete.

Felizmente llegados a la estación de Sintagma, en apenas 40 minutos, había una salida a Amalias. Y uno que ha estudiado pensó que si el hotel se llamaba Amalía y estaba en esa avenida, esa debía ser la salida correcta. ¡bingo! Al salir del metro y en la acera de enfrente ahí estaba el hotel. Y primera satisfacción. Un cuatro estrellas que tanto por fuera, como enseguida vimos por dentro, se correspondía con un cuatro estrellas medio español. Con lo que se puede hacer uno a la idea de que el apartado hotelero del viaje fenomenal. Vistosa recepción con bar incluido, desayuno extraordinario, habitación amplia, aseo completamente surtido, y una situación envidiable junto a la plaza de Sintagma. Si está en oferta, como nos ocurrió a nosotros, hotel totalmente recomendable. Y encima con TVE1, nada de TVE internacional, la de verdad, la que vemos en España, en la tele de la habitación. Tele de plasma por supuesto. Eso nos mantuvo informados de lo que ocurría por aquí y entretenidos cuando llegábamos por la noche hasta que nos quedábamos sopas.

Por cierto, teníamos contratadas excursiones por el interior del país con Artytours, una empresa que tiene como anexo al nombre incluso escrito en los propios autobuses, “excursiones en español”. Y quiero hacer mención y ya lo dejo dicho, que francamente bien. Está dirigida no sólo a los españoles, sino casi mayoritariamente a los latinoamericanos. Pues bien cuando llegamos al hotel, en recepción, nos dieron, ante nuestra sorpresa, un sobre de la empresa con las excursiones que habíamos contratado y la hora en que en cada una pasarían a recogernos al hotel. Así que queda recomendada esa agencia a la que se puede encontrar simplemente poniendo su nombre en Google. Se agradece que los guías solo hablen en español y todo en la excursión se hable en español. Incluidos todos los participantes.

Una vez tomada posesión de la habitación y habiéndonos felicitado por la elección de hotel, nos lanzamos a la calle. Eran como las 20:00 por lo que tampoco podíamos hacer demasiadas florituras. Bajamos por Amalias hasta llegar donde está la Puerta de Adriano. Primera toma de contacto con una ruina. Frente a nosotros estaba la puerta de Adriano, que por la noche gana algunos puntos con la iluminación:


Nos dimos una vuelta por Plaka desde el monumento a Lysicrates hasta Anafiotika, pasando por Tripodon y Adrianou donde pudimos comprobar el montaje turístico de la zona. Y que la Acrópolis está presente desde casi todas partes. Así a toro pasado, y después de haber pasado en el mismo viaje con posterioridad por Florencia y Siena, empezaba a comprobar que lo que en la ciudad italiana te entraba por los ojos, aquí te lo tenías que imaginar. Donde allí hay una catedral o un palacio que se muestran espléndidos, aquí hay unas ruinas donde una vez estuvo lo que ya no está. Es lo que yo he sacado de mi viaje por Atenas, (quitando esa maravilla llamada Meteora, de la que ya hablaré), que la Grecia continental es solo historia. Incluso lo más famoso de por aquí el Partenón, ya no es el Partenón de Pericles, sino una reconstrucción de lo poco que han dejado los saqueos y que no parece vaya a terminar nunca, dados los andamios que rodean al monumento , según parece desde hace muchos años, (y los que le quedan). Eso es lo más conocido. Pero igual pasa en Micenas y en Delfos, y por todas partes. Podríamos decir que Grecia es una inmensa ruina. Espléndida en su pasado, pero ruina actual al fin y al cabo. Estoy hablando de la Grecia continental que es la que constituye mi viaje. Lo de las islas es otra historia, pero eso queda, en mi caso, para un viaje diferente. Para ser justos, también hay algunas iglesias bizantinas que sí se han conservado muy bien y que son muy bonitas. Pero vamos, hablo de lo que la mayoría de la gente va a ver en Grecia.

Terminamos cenando en la plaza donde está el monumento a Lysicrates en el super recomendado Diogenou. Y la gente tiene razón. Es uno de los mejores sitios en Atenas para comer o cenar. Tiene una terraza exterior estupenda rodeada de arbolado y una musaka auténticamente memorable. Y de precio pues normal. Depende de lo que pidas.

Nos volvimos al hotel y terminamos así nuestra toma de contacto con Atenas y Grecia en general.

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Este día tuvimos la primera excursión contratada con Artytours. Nos fuimos a la Argólida. Salimos sobre las 8:30 y la primera parada fue para echar una ojeada al canal de Corinto. Una mastodóntica obra que se intentó desde la antigüedad y que se llevó a cabo a finales del XIX. Se construyó tarde, porque poco después la mejora de las comunicaciones por tierra ha dejado el canal en una ruta más que nada turística. Entre otras cosas porque por allí solo pueden pasar barcos de pequeño tonelaje dada sus escasas dimensiones. Pero bueno, una fotito para el recuerdo


Tras Corinto llegamos a la zona de Micenas, donde empezamos por lo más aparente, el Teatro de Epidauro, que, dentro de las ruinas, es de las mejor conservadas. A los de la zona les debían gustar las grandes dimensiones porque según nos dijeron, tenía capacidad para 16.000 espectadores. Claro que si tenemos en cuenta que en Epidauro estuvo en sus tiempos el Santuario más famoso del dios-médico Asclepio y eso convertía a la ciudad en uno de los centros de peregrinación más importantes de la época, pues había que aprovechar el tirón turístico. Es más el teatro era parte del proceso terapéutico, que en este mundo todo está descubierto y todas las terapias actuales basadas en la integración de los enfermos mentales con técnicas teatrales ya se hacían algunos años antes del nacimiento de Cristo. Dicen que la acústica del teatro es impresionante, para lo que los guías turísticos se dedican a hacer experiencias de sonido con monedas y papeles. Pues bueno.


Tras Corinto llegamos a la Acrópolis de Micenas. Se trata de una serie de piedras donde una vez estuvo esa Acrópolis. Pero desde una piedra también pueden surgir otras formas de belleza. Y si no que se lo digan a mi mujer que se encontró con esta pequeña maravilla en esa Acrópolis:


Tras darnos una vuelta por las ruinas de la Acrópolis de Micenas, entramos al museo correspondiente. Recordaba de mi época de estudiante que a mí la cerámica minoica me llamaba la atención. Y efectivamente al natural me gustó el museo. No me digáis que estas piezas no son bonitas. Llamo la atención sobre la vasija que está decorada con un pulpo.





Al salir del museo nos dirigimos hacia la tumba de Agamenón para lo que había que atravesar uno de los lugares mejor conservados de la zona, la puerta de los Leones


La tumba de Agamenón, como tantas cosas de la antigüedad, no se sabe si realmente fue la última morada de ese ciudadano. Ni siquiera está comprobada la existencia de este héroe de la mitología griega, por mucho que apareciera en La Ilíada. Eso sí por sus dimensiones debió ser un tío importante el que terminó sus días allí enterrado.


Con la tumba de Agamenón o de quien fuese nos volvimos al autobús para regresar a Atenas. En general fue un día agradable con comida incluida en la excursión. Contra lo habitual comimos en un sitio bastante majo y además bien, con cosas típicas de Grecia, y posibilidad de elegir el segundo. Que mi mujer y yo nos zampamos un cordero al horno francamente rico. No es normal comer así en las excursiones organizadas.

Llegamos a Atenas sobre las 18:30. Estupendo porque nos daba tiempo a dar una vuelta. Nos dejaron en el hotel, nos refrescamos un poco y nos dispusimos a seguir indagando la civilización griega. Pero como ya estábamos un poco saturados de ruinas decidimos pasear por una zona diferente.

Desde la Plaza de Sintagma, junto al hotel y bajando la calle Panepistimiou o Eleftheriou Venizelou, nos encontramos cantidad de edificios neoclásicos, que constituye una etapa importante en la evolución arquitectónica de Atenas, más allá del clasicismo puro y duro. Así, uno tras otro, se ofrecieron ante nuestros ojos el edificio conocido como Ilíu Mélazron, antigua casa del célebre arqueólogo Heinrich Schliemann, un edificio realmente bonito. También encontramos en esa calle el Museo Numismático, la Catedral Católica, el Centro de Oftalmología, la Academia, la Biblioteca y finalmente la Universidad. Dejemos constancia de esta última aunque solo sea por ser el más elevado centro de aprendizaje.


Habíamos hecho alguna amistad con un matrimonio argentina y habíamos quedado para cenar esa noche. Así que con las mismas nos volvimos a Sintagma, que es donde habíamos quedado. Aprovechamos que era una hora en punto para ver la cosa esa de los evzones. Nos hizo gracia que los tíos se mantenían impasibles mientras, sobre todo muchachas varias, se fotografiaban a su lado. Luego vinieron los compadres a hacer el relevo y se dedicaron a levantar el pie en plan paso de la oca pero con faldones y zapatos con una especie de pompones. Hombre si te pilla que pasas por allí a la hora del cambio de guardia pues te quedas y lo ves. Pero vamos ir a propósito para estos menesteres pues no sé yo. No está muy bien la foto, pero no tengo otra mejor de los muchachos que guardan el Parlamento nacional griego.


Y después del espectáculo circo-castrense nos fuimos a tomar algo de pescado a un sitio que nos había recomendado el guía. No había sitio y nos dirigieron a otro lugar cercano. Ni fu ni fa. Después nos marchamos a tomar un café frappé y un pastel. Y con ello se acabó el día. Y al hotel a descansar para estar dispuestos para el día siguiente.

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Cogimos el metro y llegamos hasta el cementerio de Kerameikos. No entramos porque desde fuera se ve que solo son unas ruinas más. Así que atravesando el mercadillo que por allí se instala, nos metimos por la calle Adrianou hasta llegar a Monastiraki. La zona tampoco nos pareció para tanto. Quizás lo más aparente la Iglesia bizantina de Pantanassa. Pero vamos nada del otro mundo.

Nos pasó luego un hecho curioso al pasar por una pequeña iglesia en la que se acababa de terminar el oficio religioso y que los que salían llevaban un bizcocho que repartían entre todos los de su alrededor. Como dio la casualidad que nosotros también pasábamos en ese momento, pues allá que nos ofrecieron un trozo de bizcocho. Posteriormente nos volvería a ocurrir en otra iglesia. Parece ser que es costumbre que los feligreses, más bien las feligresas cocinaran esos bizcochos, se bendijeran en la misa y luego se repartieran entre todos. Ya sabéis, al pasar por algunas iglesias, creo que ortodoxas, fijaros bien a ver si se reparte algo, porque si os acercáis también os tocará a vosotros.

Tras la santificación vía estómago, nos encontramos por casualidad con el Ágora antigua. No la teníamos prevista, pero ya que estábamos en la puerta entramos. Aprovechamos y cogimos ya el ticket para toda el área arqueológica ateniense, incluida la Acrópolis. Lo más aparente de este recinto, desde mi punto de vista, es el Templo de Hefesto, bastante bien conservado


También nos gustó una pequeña iglesia que había en el Ágora, que lógicamente no tenía nada que ver con la antigüedad clásica, pero que nos resultó curiosa


Al lado del Ágora estaba la Biblioteca de Adriano. Más ruinas.

Nos metimos por Mitropoleus y buscamos entre Mitropoleus y Ermou, un poco más delante de Monastiraki, la iglesia de Kapnikarea, que esa sí que nos había gustado en fotos. Muy bonita la verdad. Tanto el exterior como el interior. Una preciosa muestra de arquitectura bizantina. Totalmente recomendable acercarse a verla.


Siguiendo más adelante llegamos hasta la Catedral Mitropoleos, catedral ortodoxa griega de Atenas y como anécdota decir que allí fue donde se caso nuestra actual y griega reina. Estaba completamente en restauración, por dentro y por fuera y no pudimos ver nada

A su derecha, la iglesia bizantina llamada Pequeña Catedral o Agios Eleftherios. Casi más aparente que la catedral grande.

Andando, andando, llegamos hasta Sintagma. Y como todavía era temprano para comer nos metimos a dar una vuelta por los Jardines Nacionales que hay junto al Parlamento. Siempre es gratificante pasear entre vegetación. Estos jardines además tienen una serie de esculturas algunas muy curiosas. Como muestra un botón.


Volvimos sobre nuestros pasos y acabamos comiendo en Sabbas, en Mitropoleos, ya casi llegando a Monastiraki, enfrente justo de otro sitio que suelen recomendar, el Thanasis. Sitio eminentemente popular y que se come muy bien a la griega. Recomendable.

Después de comer nos fuimos al Museo de la acrópolis dando una vuelta. Al día siguiente veríamos en el recinto de la Acrópolis, dónde estaba situado el antiguo museo y vaya diferencia. Lo más valioso del museo son los originales de las Cariátides. No dejan fotografiar de modo que no queda constancia gráfica. De todas formas son las típicas fotos que se encuentran hasta en la sopa, Así que no tiene mayor importancia. Por cierto fijaros en las cariátides por detrás y veréis qué diferente peinado lleva cada una. Debieron haber estado en la peluquería cuando posaron. Otro atractivo del Museo es la terraza que hay frente a la Acrópolis y donde se puede contemplar una de partes más feas del Partenón. En general es un museo que hay que recomendar incluso a los que no tenemos mucha simpatía por la arqueología.


Pues nada después de dar una vuelta por el museo y tomarnos un café frappé en su cafetería, era la hora buena para ir a Licabeto a ver el atardecer ateniense desde la colina. Cogimos el metro hasta Evangelismos y fuimos dando vueltas hasta que alguien nos indicó la calle de las escaleras como la hemos denominado, que sube hasta el funicular. A la vuelta si que bajamos derechos por esa calle hasta Vasilis Sofías que desemboca en Sintagma. La calle de las escaleras se llama en de verdad Ploutarchou. Lo digo para el que vaya. Y tiene desde Vasilis Sofías hasta el funicular 193 escalones, que nos dedicamos a contarlos. Mucha gente lo que hace es coger un taxi en Sintagma, o donde quieran, y que les lleven motorizados hasta el funicular. Se ahorran el esfuerzo por pocos euros. Documento gráfico de un tramo de las escaleras de Ploutarchou. Así 193 escalones desde abajo hasta arriba y viceversa. Que el viceversa vale, pero lo de subir....


Al final llegamos al funicular y lo cogimos, claro, porque seguir subiendo como que no. Vale 6,50, por cabeza pero con eso vas y vuelves. Así que conviene no tirar ni perder el billete. Documento gráfico del funicular por si alguien duda de su existencia


La verdad es que las vistas desde arriba son espectaculares. Yo creo que en este caso se hace más patente que nunca que una imagen vale más que cien palabras, así que juzguen ustedes.



Por cierto, entre las cosas curiosas, además de los bizcochos benditos de las iglesias ortodoxas, nos encontramos aquí en Licabeto con una boda en la que había hasta un cuarteto y una cantante, que por cierto lo hacía francamente bien. ¿Os imagináis escuchar a esta diva en la colina Licabeto y con las vistas de Atenas que hay desde allí? Momento mágico del viaje.


Pues transportados por la música, cogimos fuerzas para bajar los 193 escalones. Al llegar abajo, en vez de coger el metro decidimos caminar hasta Sintagma. Total no supusieron más allá de 15 minutos.

El día lo finalizamos volviendo a cenar en Diogenou, que tan buena impresión nos había causado el primer día. Y con ello y un bizcocho (bendito),hasta mañana a las 8.

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