Palladium Bavaro: Una semana en el paraíso... ✏️ Blogs de Dominicana Rep.

Otro día clásico con desayuno en la catedral, playa, comida en La Uva… A las 13:30 más o menos nos despedimos de los chicos de Talavera, que se iban a las 15:30, porque nosotros nos íbamos a comer y probablemente ya no los veríamos. Nos dio mucha penita, de verdad que pasamos momentos muy buenos con ellos todas las noches en el lobby del Bávaro, desde luego tenemos que agradecer al foro porque gracias a este vínculo conocimos gente estupenda, que merece mucho la pena.

Después de comer decidimos pasar la tarde en la piscina del Bávaro, pues ya estábamos un poco saturados de playa ese día, y allí estuvimos un buen rato tomando cócteles y haciendo fotos.




Habíamos decidido que la última cena la haríamos en el Sumptuori (temático japonés) pues el día que habíamos ido después de la excursión con Gringo no lo habíamos disfrutado mucho. Gran acierto, la cena nos encantó de principio a fin, convirtiéndose este restaurante en nuestro favorito sin ninguna duda.

Pedimos de entrante tres platos de sushi (cada plato trae cuatro trozos) y una tempura, todo buenísimo. Después de plato principal, mi chico solomillo de buey (era como una torre de capas de solomillo) y yo Pechuga de pavo al horno rellena de hongos Shiitake, ESPECTACULAR . La carne estaba muy tierna y jugosa y el sabor…





De postre mousse de cholate (venía en una tacita de chocolate, qué buena) y un plátano frito con helado mmmmmm.



En este restaurante hay tres tipos de carta: la de las mesas normales (donde nos sentamos nosotros en las dos ocasiones, para mi gusto la mejor por variedad y calidad de los platos), la de las mesas Teppanyaki (en las que el cocinero está en medio y hace un poco de espectáculo a la vez que cocina, pero hay menos variedad) y la de la mesa de sushi (es una barra en la que te sientas mirando al chico que está preparando el sushi pero sólo se puede comer sushi en esta mesa). Nos quedamos con ganas de probar esta última porque el sushi nos encanta y tenía una pinta tremenda lo que hacían… para la próxima.

Esa noche habíamos quedado para tomar algo después de la cena con otros chicos de Madrid, que también volverían con nosotros en el mismo vuelo al día siguiente. Tardaron un poco en llegar y casi nos da algo… ¡nos dormíamos! Acostumbrados a estar todas las noches con los chicos de Talavera de risas y contando aventuras no podíamos estar sólos… los echamos mucho de menos esa noche.

Cuando llegaron los chicos de Madrid ya nos animamos, estuvimos un buen rato charlando y descubriendo sorpresas como que les encantaba mi tierra hasta el punto de que se habían ido a casar allí moviendo a las dos familias jajaj, pasamos una noche muy agradable también.

Más tarde nos despedimos hasta el día siguiente, nuestro último día.

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Nuestro último día, madre que penaaaaaaaaaaaa.
Nos levantamos y recogimos toda la habitación, para llevar ya las maletas a recepción a la vez que íbamos a desayunar. Hicimos el check-out (conservando las tarjetas de las toallas) y fuimos los primeros en dejar las maletas, nos las aparcaron en una esquina junto al escenario y nos fuimos a desayunar.

Esa última mañana hicimos un poco de todo, un poco de playa, piscina, spa… comimos y ya fuimos a ducharnos a los baños que están enfrente del Hemingway (previamente cambiamos las toallas por unas limpias en la piscina). Ojo que las toallas azules sueltan partículas, yo después de secarme intenté echarme crema y la lié parda, parecía un pitufo…

Una vez perfectamente aseados nos dirigimos al lobby al rescate de nuestras maletas, pues teníamos que hacer trasvase de unas cuantas cosas. Enseguida llegaron los de Madrid y juntos esperamos la llegada del autobús tomando los últimos cócteles. Se formó una cola tremenda a la llegada del primer bus, así que esperamos tranquilamente sentaditos a que avanzase un poco el tema y al final fuimos en el tercero.



En el aeropuerto otra vez una cola tremenda hasta que conseguimos facturar, pagar las tasas de salida (20$ por persona) y pasar el control. Una vez en la zona de embarque comimos algo en una hamburguesería que había allí, previendo que la comida del avión llegaría tarde y no sería muy allá. Embarcamos y rumbo a Madrid.




Conseguimos dormir algo durante el viaje y así se hizo más llevadero porque intentar ver una película en un avión de Pullmantur es misión imposible. Una vez en Madrid, la otra pareja y nosotros cogimos el metro y en un punto determinado nos despedimos, con la promesa de que nos veríamos pronto, ya que vivimos en la misma ciudad. Así será.

Por lo demás nos despedimos de las vacaciones, de las que conservamos muy buenos recuerdos, un montón de fotos y vídeos y, sobre todo, un montón de caras que no olvidaremos por habernos hecho pasar tan buenos ratos ¡gracias a todos! Claro que también nos trajimos un regalo no deseado: yo dos kilos más y mi chico cuatro... pero bueno... disfrutado está!!

Hasta la próxima…

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