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Mis Experiencias en Asia
Autor: Escarpiiiiiin  Fecha creación:  Puntos: 3 (1 Votos)
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LA TERMINAL: India

LA TERMINAL: India


Localización: Asia Asia Fecha creación: 27/10/2010 22:26 Puntos: 0 (0 Votos)
Aterricé en el aeropuerto de Delhi, cuando salí del avión oía a una señorita que gritaba:




- Passengers in transit!!! Passenger in transit!!!!




¿Pasajeros en tránsito? Hombre, pues si vengo de Moscow y voy a Katmandú y sólo tengo que esperar 5 horas pues es evidente que yo estoy en tránsito ¿no? Así que respondí:




- Yo!!! Yo estoy en tránsito.




Respondmos yo y el resto de los pasajeros que también lo estaban. Nos apartaron y nos hicieron esperar en un rincón mientras otra señorita comprobaba que los que allí esperábamos aparecíamos en una lista que ella tenía. Iba diciendo nombres y la gente decía “yo”. Yo veía que no me nombraban, en fin, me dejarán el último, y esperando y esperando… se acabó la lista y yo no aparecía.




Se llevaron a todo el grupo y empezaron a hablar unos con otros buscando el motivo de porque no tenían previsto mi llegada.




Yo no podía entender el motivo de tener que aparecer en la lista,




- A ver, si da igual, mira la factura de mi vuelo donde dice a qué hora sale




Pues nada, ya podías tener autorización gubernamental que sino estabas en la lista no había manera de salir de ese rincón.




Me pidieron el pasaporte y se fueron a investigar. Después de media hora por fin apareció una señorita y me dijo que me habían encontrado y que podía pasar a la zona de tránsito.




- Genial!!! Pensé.- ya cansado de estar allí esperando.




Cuando llegué a la zona de tránsito me indicaron que esperara ahí, que en el primer mostrador (que estaba vacío) llegaría alguien y me daría mi tarjeta de embarque.




Esperé paseando cerca del mostrador y como vi que no aparecía nadie pregunté a uno de los que pasaba por allí que tenía pinta de trabajar en el aeropuerto.




Me dijo que tenía que esperar, que no sabía cuando vendría alguien.




Así que para entretenerme decidí ir a ver que había en la zona de tránsito, mirar tiendas, etc.




Mi sorpresa fue que la zona de tránsito se componía de dos pasillos de unos 30 mts cada uno y un restaurante en una planta superior. El Duty Free estaba detrás de un control de policía, por lo que no pude mirar tiendas.




- En fin, me tomo algo, hago tiempo y ya está, he conocido aeropuertos mejores pero esto es lo que hay.- Pensé resignado.




Cuando salí del restaurante pensé que ya era momento de que hubiera alguien en el mostrador, pero nada, era “el mostrador desierto”.




Pregunté a otro que tenía pinta de encargado. Se interesó y me pidió el pasaporte, me dijo que esperara y desapareció.




Pensé que no era muy normal el hábito que tenían en ese aeropuerto de irse con tu pasaporte y dejarte ahí, pero en fin, sólo quería que me dieran mi tarjeta de embarque y poder pasar por fin a la zona del Duty Free.




Al rato volvió el hombrecito y me dijo que había un problema, que no aparecía en ningún vuelo.




- Mira, esto no puede ser, yo tengo aquí mi factura y yo tengo que estar registrado para volar.




Miró mi factura, pareció entenderlo y volvió a irse con mi pasaporte. Yo no podía entender porqué no se llevaba mi factura para validar los datos, pero en fin.




Cuando volvió me dijo que ya me había encontrado, que es verdad que aparecía, pero que mi billete aparecía cancelado.




- Cancelado??????????




No me lo podía creer, le expliqué por activa y por pasiva que eso no podía ser posible, que yo no había cancelado mi billete y si yo no lo cancelo nadie puede cancelarlo, que estaba pagado, y que si había alguna incidencia no era mi problema y que me lo tenían que resolver.




Otra vez con muy buena voluntad se marchó y cuando volvió no había conseguido nada.




Yo ya no sabia como explicarle que me tenían que dar una solución, pero su mirada que no sé si significaba “no entiendo lo que me dices” o “lo entiendo perfectamente pero me da igual” no me animaba demasiado.




La pasividad y la incompetencia que estaba observando consiguieron que me diera por vencido.




- Vale, muy bien, mi billete cancelado. A ver que solución me ofreces.




- Que te compres otro billete, sale un vuelo en dos horas y podrías volar en él.




No me podía creer lo que me estaba pasando, pero estaba claro que era la única opción que tenía para poder continuar mi viaje y no perder más tiempo allí.




- Pues venga, vale, me compro otro, vamos al mostrador de la compañía.- Le dije mientras me colocaba la mochila y poniéndome en marcha con intención de que me guiara donde fuera que tuviera que comprar el nuevo billete.




- Ya, pero es que tu no puedes venir.




- Cómo???????????




- No, el mostrador de la compañía esta fuera de la zona de tránsito, y tú no puedes salir de aquí sino tienes un visado o una tarjeta de embarque.




Yo no daba crédito a lo que me estaba pasando.




- Y entonces como compro el billete????????




- Déjame tu pasaporte, tu tarjeta visa y yo te lo compro.




Supongo que a primera vista te parecerá una locura y no podrás entender como pude darle mi visa y mi pasaporte, pero estaba claro que por cabezón que me pusiera no conseguiría nada, así que accedí.




Al rato volvió con mi visa, mi pasaporte y por fin con una tarjeta de embarque con destino Katmandú.




- He conseguido que pagues clase turista pero que viajes en primera.




- OHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!! Qué alegría!!!!!!!!.- debió pensar que pensé




En fin, después de soltar 320 $ por el billetito, por fin pude comenzar mi viaje a Nepal: Las tierras altas del norte (El Himalaya).




Cuando llegué de nuevo a la India, al aeropuerto de Delhi de vuelta de mi ultima aventura en NEPAL.( Las tierras bajas del sur, Valle del Terai) Tenía claro lo que tenía que hacer.




Al aterrizar volví a oír la misma llamada:




- Passengers in transit!!! Passenger in transit!!!!




Yo sabía que lo último que podía decir era que estaba en tránsito, así que continué hacia la salida.




Como tenía 15 horas de diferencia entre un vuelo y otro pensé en salir a conocer Delhi, al menos daba un paseo y podía conocer algún rincón de la ciudad.





Bajé unas escaleras y me puse a rellenar la típica tarjetita de inmigración, acabé el primero y me dirigí a los mostradores de salida. El señor que estaba ahí cogió mi tarjeta de inmigración, rellenó una hoja, luego mi pasaporte, lo hojeó y….




- ¿Y su visado?




- Si, claro, dígame, ¿cuánto es?




- No, que no tiene visado




- Ya, ya lo sé, por eso, dígame, ¿cuánto es?




- Pero sino tiene visado usted no puede pasar, dónde se va a alojar.




- No sé, no lo tengo pensado, de todas formas, usted dígame cuanto cuesta un visado temporal, se lo pago y santas pascuas.




- Pero usted,¿ cuanto tiempo tiene pensado pasar en India?




- 15 horas.




- Ah, entonces usted es un pasajero en tránsito.




- NO NO NO NO, yo no estoy en tránsito, eso es cuando tienes pocas horas, yo tengo 15 y NO NO NO, yo estoy en cualquier cosa menos en tránsito!!!!!.




Yo lo ultimo que quería es que nadie dijera que yo estaba en tránsito y que me enviaran de nuevo a los pasillos de la otra vez, me veía de nuevo comprando otro billete.




De nuevo me vi explicándole a un indio con cara de cuéntame “El Quijote” si quieres que yo no estaba en tránsito y que no podía volver a esa zona.




Pues eso, como si hablara con una pared, así que me tuve que dar la vuelta, me dirigí a uno de los trabajadores del aeropuerto y le conté la misma película por si podía encontrar algún truco con el que salir de allí, pero no hubo manera, al final me agarré al único clavo que me quedaba:




- Mi equipaje, eso es, mi equipaje, tengo que recogerlo, porque estará en la cinta y no necesito salir de aquí para ir a por él.




- No, yo me encargo, apúnteme aquí su número de vuelo y su nombre, yo se lo localizo y me encargo de que llegue a Madrid.




- No lo entiende, me tengo que asegurar que llega, que luego se pierde y pasan cosas y tal.




Con cara de solemnidad me respondió:




- No se preocupe, que su equipaje llegue a Madrid, es mi responsabilidad.




Este a lo mejor se pensaba que era capaz de trasladarme algún tipo de confianza, pero una vez más era imposible hacerles bajar del carro, así que resignado tuve que volver a la zona de tránsito condenado a pasar allí las siguientes 15 horas.




Cuando entré vi mucho revuelo, unas cuantas personas hablaban con algún responsable del aeropuerto. Oí hablar a una chica del grupo y resulta que era mejicana, le pregunté qué pasaba y me contó;




Resulta que venían de Katmandú y tenían conexión con un vuelo destino a Londres, como el vuelo de Katmandú llevaba retraso pidieron al piloto que avisara al otro avión para que les esperara ya que tenían muy poco tiempo desde la llegada a la salida, pero el vuelo a Londres no les esperó. Ahora estaban allí y no podían hacer nada, ni salir, ni ir a comprar otro billete, ni nada, y para colmo, cuando se lo contaban al indio les ponía la misma cara que a mí.




Continué hablando con más gente, y es que resulta que eso parecía un agujero negro, ahí llegaba la gente pero nunca sabía cuándo iba a salir.




Conocí a un matrimonio norteamericano que tuvo que comprar dos billetes para poder volver por 6.000 $, una pareja de suecos a los que tampoco habían dejado salir a Delhi, una venezolana que no me enteré muy bien de qué le pasaba pero que tampoco sabía cuándo saldría de allí, incluso me dijeron que había una mujer que llevaba allí 30 horas y todavía no sabía cuándo iba a salir.




Yo aún no sabía si tendría mi tarjeta de embarque o, como la vez anterior, tendría que comprar un billete de nuevo y mis dudas crecían al ver semejante desbarajuste.




Con tanto tiempo por delante me dediqué a explorar más la zona, resulta que el restaurante de la planta de arriba disponía de un lounge que al que te dejaban pasar 3 horas por el módico precio de 19 $, por lo que compré dos pases, uno para disfrutarlo al principio y me reservé el otro para el final.




Coincidí también con tres españoles que tenían 12 horas de espera. Con tanto tiempo por delante decidimos darnos a la bebida y disfrutar de la fiesta de la cerveza, por lo que nos acomodamos en el restaurante y pedimos para empezar cuatro cervezas con limón, pero al ver que nos clavaron 9 € por cada una, decidimos que el alcohol no iba a hacer que nuestra espera fuera más corta.




Pasé el tiempo entre el lounge (que tenía refrescos, picoteo, tele e internet a ratos) y hablando con unos y con otros. La pobre mejicana estaba completamente desesperada, no veía forma de salir y ahí nadie les ofrecía una solución, a las pocas horas la tenía casi convencida de que escribiera a los periódicos de su país y llamara a su embajada.




Las horas pasaban muy lentas, y la sensación de estar encerrado en esa zona sin posibilidad de salir cada vez te hacia identificarte mas con Tom Hanks, y es que los que estábamos allí ya nos referíamos a la zona de tránsito como “LA TERMINAL”




Por fin y dos horas antes de la salida de mi vuelo llegó otro señor del aeropuerto avisando a los pasajeros del vuelo a Madrid, nos reunimos todos en torno a él y de nuevo sacó una lista y comenzó a recitar nombres, yo ya temblaba.




Por fin dijo mi nombre, esto parecía pintar mejor. Cuando te nombraba le tenías que dar tu pasaporte y te apuntaba en otra nueva lista, y cuando tuvo todos, se marchó.




Yo no daba crédito, el tío llevaba todos los pasaportes en la mano, resultaba muy fácil que uno se le pudiera deslizar, caerse y perderlo.




Al rato volvió con las tarjetas de embarque, él decía el nombre y tu decías ”yo” y te daba la tarjeta junto con el pasaporte, pero ni te miraba a la cara, vamos, que si decía Mikel Jackson y tu decías yo, él te lo daba. Eso era un despropósito tras otro.




El caso es que por fin tenía mi tarjeta de embarque, crucé sin problemas el control y por fin pude regresar a casa.




Antes de irme me despedí de la mexicana que aún no sabía cuando iba a salir de ahí. Me llevé la idea de que lo de la mujer que llevaba 30 horas era un bulo, no estoy seguro, si alguien pasa por allí y oye que hubo una mexicana que llevaba un montón de horas que me lo diga, estoy seguro que eso va pasando de boca en boca por todos los que allí esperan y se acaba convirtiendo en una leyenda.




Si alguien busca un destino de aventura, que pase en tránsito por “LA TERMINAL”, salir es la aventura.



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Viaje a Malasia, explorando Borneo

Viaje a Malasia, explorando Borneo


Localización: Asia Asia Fecha creación: 27/10/2010 22:28 Puntos: 0 (0 Votos)
Después de habernos planteado algunos destinos del sudeste asiático como Camboya, Laos, Vietnam, Tailandia y alguno más que ya no recuerdo, nos decidimos por Malasia, concretamente la isla de Borneo.

Desde ese momento mi imaginación comenzó a volar como cuando era pequeño. Las aventuras de “Sandokan, el tigre de Malasia” se agolpaban en mi cabeza, y la expectación por las aventuras que me disponía a vivir me emocionaban.

Yolanda comenzaba a empaparse en foros, blogs y guías de viajes buscando las mejores posibilidades para nuestro nuevo destino. Yo, como siempre, lo dejaba todo en manos de la improvisación, pensando que una vez allí, no resultaría difícil encontrar aventuras para vivir.

Después de recopilar un sinfín de información, Yolanda me advirtió:

- En Borneo no va a resultar sencillo ir por nuestra cuenta, deberíamos reservar al menos lo que más nos interese, sino, nos podemos quedar sin verlo.

- Bah!!!, seguro que una vez allí todo resulta más sencillo que viéndolo por internet.- Respondí seguro de mis capacidades de improvisación.-

Finalmente nos decidimos por reservar un día de buceo en Sipadan al principio del viaje, ya que al parecer, estaría lleno al ser temporada alta.

También reservamos unos días en la selva del norte de Borneo, en el río Kinabatangan.

Ante la insistencia de Yolanda, acepté contratar también desde España unos días en la Reserva de Tabín.

Mi primera sorpresa llegó cuando al enredarme por mail con la gente de la Reserva en un “quítame aquí estos días y un ponme aquí estos otros” recibí un mail en el que me decía:

- “Siento comunicarle que acabamos de recibir la reserva de un grupo numeroso y nuestras instalaciones han quedado completas. Por este motivo no podemos atender su demanda”

Bueno, como soy de carácter optimista pensé que tal como le había dicho a Yolanda “Allí todo resultaría más sencillo”

Por fin llegó el gran día, embarcábamos en nuestro vuelo con dirección a Kuala Lumpur vía El Cairo.

Cuando por fin llegamos a la capital Malaya tomamos un autobús hacia el centro de la ciudad en compañía de Nuria, una simpática chica que visitaba por segunda vez el país.

Ella tenía reserva en un Backpackers del Chinatown, casualmente en el mismo que Ivana , una chica de la Republica Checa que nos encontramos en la estación de autobuses.

Dimos varias vueltas buscando la calle y de paso íbamos viendo la ciudad, aunque en la zona por donde nos movíamos solo había suciedad y edificios en un estado deplorable.

Llegamos al Backpackers y no había habitaciones. Bueno, no hay problema, mientras ellas se asean y se cambian nosotros buscamos alojamiento, total, estamos en pleno barrio chino, tiene que haber sitios para dormir a patadas.

Nos recorrimos el barrio de arriba abajo. Aquí seguía habiendo suciedad, aunque no tanta, o al menos como la calle estaba más concurrida no era tan notable. Era curioso ver como los restaurantes salían a la calle, sí, como lo digo. Sacaban las cocinas a las aceras. Carnes, pescados, frutas desconocidas para mí, incluso unos sapos enormes metidos en urnas de cristal se exhibían y daban saltos esperando algún turista con ganas de probar algo nuevo.

Pasamos por la calle central de Chinatown, era un “todo a 100” gigante, allí vendían de todo, ropa, bolsos, relojes, zapatos, artesanía…montones de puestos llenaban la calle y un gran número de gente se agolpaba buscando algo interesante. Nosotros no nos paramos a mirar nada, sólo teníamos una cosa en mente, encontrar una habitación lo antes posible. No encontramos ni una sola cama, y como habíamos quedado para cenar los cuatro juntos, regresamos al backpackers pensando en continuar nuestra búsqueda después de cenar.

Empezamos pidiendo unos cocos para hacer tiempo mientras ellas llegaban, la carta era de lo mas apetecible, gambas, cangrejos, verdura, pollo, noodles, arroz, sapo… Todo cocinado de diferentes maneras y con tanta variedad era difícil decidirse. Yolanda quiso probar el sapo y yo pedí cangrejos fritos con mantequilla, Nuria pidió unos noodles y checa gambas con arroz.

Todos probamos un poco del plato de los demás, lo mejor el cangrejo. Nuestra primera cena en Kuala Lumpur había sido de lo más agradable, buena comida y mejor compañía sentados en una mesa en medio de la calle.

Cuando terminamos era cerca de la una de la mañana y nos despedimos de Nuria y Ivana para reanudar nuestra misión, buscar algún sitio donde dormir.

Entre la cena y la charla el tiempo se nos había echado encima, y cuando salimos del barrio chino, nos encontramos todo prácticamente cerrado.

Estábamos intentando coger un taxi e irnos hacia las Torres Petronas, seguramente allí había más hoteles y mejores. Nos acercamos a un taxi al tiempo que el conductor salía para entrar en un Macdonalls. En la puerta estaba uno de los camareros y le preguntamos sobre algún sitio donde dormir sin ninguna esperanza de que nos pudiera ayudar. De hecho nos respondía que no tenia ni idea cuando salió el que parecía su jefe y se interesó por nuestra búsqueda. Sacó una tarjeta de la cartera donde un nombre “Jerry” y un teléfono eran las únicas indicaciones, le explicó al camarero por donde tenía que llevarnos y le dijo que nos acompañase.

Confiados nos fuimos tras el chico del McDonalds mientras nos decía que el sitio estaba más bien cerca. Bueno, confiado yo, porque Yolanda después de alejarnos de la calle principal y adentrarnos en callejuelas oscuras y vacías me dijo que la situación no le gustaba nada y que porque no cogiamos un taxi y nos íbamos a las Petronas como habíamos previsto.

Cuando llegamos entramos en un callejón y subimos al primer piso de un portal cochambroso. Al final de la escalera había una reja delante de la puerta. Cuando se abrió asomo la cabeza de un chico joven y en malayo nuestro guía le debió explicar nuestra situación. El sitio era de lo más cutre y le pregunte a Yolanda temiéndome que no quisiera quedarse en un sitio así.

- Mira! Yo estoy cansada de buscar, hacemos lo que quieras.

- En fin, son las tantas, andamos dando vueltas por la ciudad con todo el equipaje encima y el cansancio nos esta haciendo mella. Pensamos y aceptamos sin muchos miramientos.

El tal Jerry resultó todo un personaje y el lugar… intentaré describirlo.

Las boas de plumas colgaban por cada esquina, la moqueta roja y las luces de colores reinaban por toda la casa, incluso una farolito verde adornado con su correspondiente boa presidia la cama.

Lo que realmente nos extrañó es que con semejante decoración no viéramos chicas, sólo hombres que con la toalla a la cintura pasaban a ducharse al baño compartido. Al final llegamos a la conclusión de que aquello era un lupanar en toda regla.

Yolanda no salía de su asombro. No iba al baño sola, yo la esperaba en la puerta y cuando entraba salía corriendo diciendo.

- Pero si no hay papel ni cisterna!!!

- No hay luz ni cerrojo dentro!!

Yo me reía viendo a Yolanda despotricar por todo.

- No hay papel porque en estos países no se usa, utilizan la manguera que hay al lado del bater para limpiarse y en vez de cisterna se echa agua con un cubo.

- Qué?????????? Eso es una guarrada!!!!!!!

Yo ya lo había visto en alguno de los países que he visitado y no me extrañaba en absoluto, pero Yolanda alucinaba con eso y con todo lo que veía desde que cruzó la puerta de aquel antro.

Yo estaba cansado del viaje, por lo que nada más tocar la cama, caí rendido en los brazos de Morfeo. Sin embargo la intranquilidad se había apoderado de Yolanda.

Es cierto que nuestra puerta y la pared se abombaba cuando presionabas el interruptor de la luz, las paredes eran de cartón y aislaban poco, todo lo que sucedía fuera parecía que estaba sucediendo en el interior. Por esto, Yolanda pegaba un bote en la cama cuando abrían la puerta de al lado, ya que la sensación era la misma que si estuvieran abriendo la nuestra y me clavaba las uñas diciendo:

- Joseeeee, entra alquien!!!!

- Que nooooo, que es en la puerta de al ladooo.

Poco después…

- Ahora sí que entran!!!!!

El caso es que entre tanto sobresalto le era imposible conciliar el sueño, y cuando quise abrir un ojo me la encontré vistiéndose, cuando le pregunté donde iba me respondió:

- A dar una vuelta.

Yo que aún andaba dormido, no sabía muy bien cómo funcionaban los horarios allí, ni cuando amanecía ni cuando atardecía y yo, con el sueño que tenía, pensaba que debía ser muy de noche aún, pero conociendo mi pasión por dormir pensé que sería cosa mía.

El caso es que para asegurarme me asomo a la ventana del cuarto de baño y corroboro mis impresiones, oscuro como la boca del lobo y en la calle ni un alma.

Me visto, recogemos nuestras mochilitas y abandonamos ese sitio en busca de algún lugar donde tomar un café.

Cuando salimos a la calle Yolanda me dice:

- Anda!!! Pero si es de noche y no hay ni Dios!!!

En el camino hacia el metro sólo encontramos gente montando periódicos en plena calle para tenerlos listos al amanecer, y miles de cucarachas que se apartaban a nuestro paso.

Encontramos un Seven Eleven con aspecto cochambroso y cuál es mi sorpresa cuando al ir a pagar, la chica me pasa un lector de código de barras por el vasito de café y veo como con un moderno programa de gestión me dice cuanto le debo. A lo largo de nuestro viaje por Malasia fuimos viendo que en el sitio más insospechado te encuentras lo último en tecnología.

Buscando qué hacer a las 5 de la mañana en Kuala Lumpur decidimos irnos a las Petronas, y viendo lo temprano que era pensamos que ya que estábamos podíamos subir a verlas.

Tras una larga espera de tres horas y una visita rápida de ocho minutos decidimos que esa visita no merece la pena. Salimos a echar unas fotos a la fachada y los alrededores y a las doce de la mañana decidimos ir a comer antes de ir al aeropuerto para coger nuestro vuelo dirección a Tawau.

Como teníamos ganas de comer bien (o medianamente bien) nos metimos en el centro comercial de las Twin Towers y probamos los primeros noodles y los primeros zumos Malayos.

No nos apasionaron ni los unos ni los otros y poco después nos dirigíamos al aeropuerto con la sorpresa de encontrarnos a la entrada del metro con Nuria y Ivana, que comenzaban su primer día de turismo por la ciudad. Nos despedimos por segunda vez de ellas y entramos al metro.

Nos fuimos de Kuala con una extraña sensación. Habíamos encontrado una ciudad donde los grandes centros comerciales, los rascacielos y los autobuses con televisor de plasma convivían con calles sucias y con cucarachas enormes. Es como si hubieran cogido lo más moderno y occidental y lo hubieran juntado de golpe con la pobreza de la ciudad más dejada.

Al llegar a Tawau nos recogió el transfer del club de buceo y nos dejó en el alojamiento que Yolanda había reservado en Semporna. Digo “en el alojamiento que Yolanda había reservado” porque yo no me había enterado de mucho y claro, así fue mi sorpresa cuando me encontré con esas preciosas cabañas flotantes del Dragon Inn que junto a su restaurante se convirtieron en un agradable centro de operaciones en Semporna.

El sitio me encantaba, no me esperaba nada parecido y me encontré en un lugar de ensueño. Después de asearnos cómodamente e instalarnos fuimos a cenar al Restaurante del hotel, donde nos quedamos con la boca abierta cuando al elegir el pescado de la carta, la camarera apareció con un señor que llevaba el pez vivo en una cesta para que diésemos el visto bueno.

En cuanto le dijimos que nos parecía bien ella grito:

- KILL!!!!

Y el pobre pez fue sentenciado a muerte.

Cenamos en una mesa frente al mar, viendo las barcas de los pescadores y la luz del faro a lo lejos. Por fin ya relajados y disfrutando de una cena exquisita, teníamos la sensación de que en ese momento acababa de empezar nuestro viaje. Después de dos días cogiendo todo tipo de transportes para conseguir llegar a Semporna, ahora éramos conscientes de que empezaba la aventura. Al día siguiente buceábamos en la isla de Sipadan y aunque estábamos muy a gusto en el restaurante, nos fuimos a descansar.

Esa noche, mientras dormíamos una incesante lluvia tropical amenazaba nuestras inmersiones. La visibilidad no seria de las mejores que podíamos haber encontrado allí, en cualquier caso nos disponíamos a explorar las profundidades de la isla de Sipadán.

A las ocho de la mañana estábamos en el centro de buceo “Sipadan Scuba” Había muchos buceadores y muy buen ambiente. John era nuestro guía, se presentó y nos dio las indicaciones para ponernos en marcha hacia el barco.

Nada mas zambullirnos un tiburón se paseaba por debajo de nosotros mientras al ganar un poquito de profundidad otro lo hacía por encima. Fueron ellos los que nos dieron la bienvenida al mundo de las tortugas gigantes, al de los enormes bancos de barracudas y a una preciosa explosión de vida subacuática de la que disfrutamos durante las tres inmersiones que hicimos ese día.

Desde luego no fue un buen día de buceo de en Sipadan, sin embargo hay que reconocer que un mal día de buceo allí es un día de buceo espectacular comparado con casi el resto del mundo.

Solo habíamos reservado inmersiones para ese día, por lo que sabiendo lo que Sipadan puede ofrecer nos fuimos con ganas de haber tenido más oportunidades de ver tiburones más de cerca y de haber podido disfrutar de la isla en todo su esplendor. Sin embargo el viaje continuaba y el día siguiente nos dirigiríamos a nuestro nuevo destino, el rio Kinabatangan, por lo que con nuestras ilusiones renovadas nos dispusimos a disfrutar de nuestra última cena en el restaurante del Dragon Inn.

Hasim era un camarero filipino que hablaba algo de español, además era todo un show verle, sus movimientos amanerados, su simpatía y su gracia le hacían una persona entrañable. Cuando casi estábamos acabando de cenar se sentó un chico en la mesa de al lado y Hasim al darse cuenta de que era español no dudo en bromear diciéndonos que éramos como familia, con lo que empezamos a hablar y acabamos compartiendo mesa.

Llegó su novia poco después y más tarde otros dos chicos con los que, además, ya nos habíamos encontrado en Sipadan por la mañana. Al principio comenzamos a comentar las particularidades de nuestros itinerarios por Borneo y acabamos degenerando en un improvisado espectáculo de magia ofrecido a nuestros nuevos amigos y al que poco a poco se fue uniendo todo el personal del restaurante.

Siempre me ha resultado especialmente agradable ofrecer algunos juegos de magia en estos países, sus reacciones a algo que casi nunca han visto navegan entre la diversión desmedida, el miedo, la sorpresa y la alegría constante.

Lodia cuando nos retirábamos comentaba:

- Me duele la mandíbula de tanto reír.

Al día siguiente cogimos un autobús para ir a Sandakan y después un taxi que nos llevara a Sepilok. De nuevo la sorpresa de subir a un autobús perfectamente cuidado y con televisor de plasma, en esta ocasión la película no fue “Los chicos del maíz” como en nuestro primer viaje del aeropuerto a Kuala, sino “Ninja Assassin” De nuevo el estilo Manga-Gore hacía su presencia sin tener en cuenta los niños que podían viajar en el autobús.

Por fin llegamos a Uncle tan, punto de partida desde donde al día siguiente nos trasladarían a sus instalaciones en la jungla. Se trataba de un modesto alojamiento pero punto de encuentro de multitud de viajeros, donde existía la posibilidad de jugar al pin-pon, al vóley, billar y de charlar sobre las distintas rutas que cada uno de ellos hacia por Borneo.

Madrugamos para visitar el centro de rehabilitación de orangutanes de Sepilok.

Se trata de la mejor manera de poder ver estos impresionantes simios en estado de semilibertad, ya que verlos en la jungla no sólo es difícil, sino que cuando lo consigues y debido a su timidez suelen estar bastante lejos encaramados a la copa de algún árbol.

En este centro disponen de comederos donde todos los días a las 10 y a las 15 horas les dejan comida, y son los propios orangutanes los que si les apetece van a comer allí. Aunque si en la selva hay abundancia de frutos son pocos los que se acercan para ser molestados por cientos de turistas haciendo fotos.

Pudimos ver tres orangutanes jóvenes realizando sus acrobacias en las cuerdas y los arboles. La nota agradable era poder observarles en un entorno casi salvaje, el hándicap era la cantidad de turistas que todos los días se acercan a presenciar ese momento y que te aleja de la cercanía a la naturaleza que ofrece la soledad y el silencio.

Después hicimos un pequeño treking por una ruta marcada del centro, animales pocos, pero en compensación los aullidos de los orangutanes te sorprendían de cuando en cuando.

De regreso a la entrada al parque encontramos una pequeña serpiente Verde de la que a pesar de su pequeño tamaño un guarda nos advirtió que mantuviéramos las distancias, ya que si bien, su veneno no llegaba aún a tener la potencia de un adulto, no dejaba de ser bastante peligroso.

Regresamos a Uncle Tan y después de comer más noodles, pollo y arroz con un toque picante recogimos nuestras mochilas y subimos al bus destino: La Jungla.



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La jungla de Borneo

La jungla de Borneo


Localización: Asia Asia Fecha creación: 27/10/2010 22:29 Puntos: 5 (1 Votos)
Regresamos a Uncle Tan y después de comer más noodles, pollo y arroz con un toque picante recogimos nuestras mochilas y subimos al bus destino: La Jungla.

Llegamos a una pequeña aldea a la orilla del río Kinabatangan desde donde una barca nos recogería para llevarnos al campamento que Uncle Tan tiene en la selva.

Aunque íbamos rápido ya que el objetivo era llegar, el barquero iba parando de vez en cuando para enseñarnos los primeros animales, algunos monos, algún que otro martín pescador, grullas, etc.

En la Web de Uncle Tan ya avisaban de que no se trataba precisamente de “un hotel de 5 estrellas”, cosa que pudimos comprobar al llegar.

Nos recibieron con un breafing inicial en el que te cuentan cómo funciona el campamento, que precauciones hay que tener y las actividades que vamos a realizar.

Nos llamó especialmente la atención cómo requisaban absolutamente toda la comida que llevábamos guardándola en un cubo de plástico cerrado. Parece ser que por la noche, las ratas y los monos buscan cualquier alimento fácil, siendo capaces de roer o destrozar una mochila en la que puedan haber detectado incluso un pequeño chicle.

Nos asignaron nuestros alojamientos, una cabaña en el pleno sentido de la palabra, es decir un techo y cuatro paredes, sin puertas ni ventanas y un colchón en el suelo con una mosquitera.

Después de dejar nuestras mochilitas en nuestra “habitación” nos dirigimos a degustar el buffet libre, bueno, a degustar… más bien a buscar cual de todos los platos era el no picante, eso parecía una lotería. Por suerte siempre había varias bandejas de alitas de pollo cocinadas de distintas maneras, entre las cuales solía haber una “no picante” aunque el plato se convirtió en algo repetitivo cada día, era un valor seguro para los enemigos del picante como yo.

Después de la cena por fin comenzamos a explorar la jungla. Nuestra primera actividad era un safari en barca por el río.

La primera sorpresa vino cuando nos subimos al bote y vimos como el río entero estaba lleno de unas moscas del tamaño de saltamontes. Nuestro guía nos explicó que era un fenómeno habitual, cada cierto tiempo las larvas de las moscas realizan su metamorfosis plagando el río, nos dijo que era un proceso que duraba dos noches y que esa era la primera.

El fenómeno resultaba impresionante, sobre todo cuando vimos un pequeño cocodrilo casi cubierto por ellas, o como dejándonos completamente asombrados, nuestro guía divisaba desde la orilla contraria a un sapo disfrutando del banquete de su vida gracias a la abundancia de comida que se encontraba cerca de su boca sin que tuviera que realizar el menor esfuerzo.

Además pudimos ver algún búho, águilas, pájaros variados y con mucha mucha dificultad una tímida jineta malaya.

Allí los animales son muy tímidos y cuanto se dan cuenta que son observados desaparecen casi de manera fantasmagórica en la espesura de la jungla.

Después de intentar divisar sin existo un grupo de monos narigudos (proboscis) que el guía nos indicaba y donde nosotros sólo veíamos en la distancia unos bultos borrosos nos dirigimos de nuevo al campamento mientras comprobábamos lo cierta y practica que nos resultaba la frase de “en boca cerrada no entran moscas”, ya que estas saltaban a puñados a nuestra barca.

Al llegar al campamento reposamos junto a un té la jornada para después asearnos en los baños comunes antes de irnos a dormir.

Los baños comunes eran cuatro cabinas con taza de water donde tenías que entrar además de con un cubo de agua para usarlo como cisterna, con la nariz tapada. Lo de la ducha no llegaba ni al grado de espejismo, simplemente era implanteable y el único modo de asearte era coger agua marrón de los bidones y lavarte como podías allí.

Además de la variedad de mosquitos que te revoloteaban alrededor, los insectos que saltaban o se arrastraban por el suelo y las arañas que hacían sus enormes telas en cada rincón, tuvimos una invitada detrás de la tercera puerta. Una araña del tamaño de una mano que casi era capaz de echar el pestillo por ti. Ese aseo pasó a ser el menos ocupado, la araña no se movió en tres días, pero el color amarillento y el tamaño imponían tanto que la gente prefería no encerrarse con semejante ejemplar en un baño.

Iba a decir que después de asearnos nos fuimos a dormir, pero quizás sería mejor que “después de hacer lo que pudimos” por fin nos dirigimos a descansar después de un duro día de aventura.

Nos acomodamos en nuestras sabanas-saco y remetimos cuidadosamente la mosquitera para evitar compañías no deseadas por la noche, de manera que por fin podríamos dormir.

Al cerrar los ojos un golpe enorme en el tejado nos sobresaltó, a este le continuaron tres o cuatro más, parecía que nos estaban apedreando.

Se trataba de los zorros voladores, unos murciélagos frugívoros que cogían una pequeña fruta de los árboles, sorbían un poco su jugo y luego la dejaban caer. Claro, al hacerlo desde tanta altura sobre el tejado parecía un bombazo y pegabas un salto que luego costaba recobrar el sueño y volver a poner el corazón en su sitio.

Por la mañana tocaba madrugar, todo el mundo arriba a las 6, bueno, todo el mundo menos Yolanda que muy hábil se había levantado casi media hora antes para poder ser la primera en usar el cuarto de baño antes que de que el resto del campamento lo asaltáramos y volviera a ser necesario amputarse la nariz para poder ir.




Después de un té rápido de nuevo a la barca, tocaba explorar el río otra vez.

Como todavía el sol no pegaba con toda su fuerza y el bochornoso calor húmedo de Borneo no había hecho su presencia, los animales aún estaban activos, por lo que las probabilidades de verlos aun eran altas.

Lo cierto es que el recuerdo que tengo de ese safari, más que de los animales, que fueron más o menos los mismos que los que vimos por la noche, es de las impresionantes imágenes que la combinación del río, la jungla y el cielo azul te ofrecían por la mañana.

Monos, alguna civeta, pájaros, de nuevo los proboscis como bultos marrones en un árbol lejano pero sobre todo, la sorpresa que nos llevamos al llegar al campamento, ya que en la orilla de enfrente por fin pudimos ver por primera vez un orangután completamente salvaje.

El barquero se acercó y pudimos ver que se trataba de una hembra con su cría que deambulaba de árbol en árbol tranquilamente y ajena a la alegría que estaba ofreciendo a unos cuantos locos subidos en una barca en medio de ninguna parte.

Después de desayunar en el campamento era el momento de adentrarnos andando en la selva.

La verdad, resultó bastante decepcionante, fue un paseo de dos horas escasas en las cercanías del campamento por un camino que el guía tenía marcado con unos pequeños lacitos de colores en los árboles.

Nos contó un montón de cosas sobre frutos, árboles e insectos, pero animales casi ninguno, bueno si, un lagarto verde que decía era muy difícil de ver y un curioso insecto que parecía una bolita de algodón.

Por la tarde comida y llegó el momento de tomar un descanso. Durante la siesta el campamento se encontraba tranquilo y era el momento ideal para poder ver las ardillas que correteaban y jugueteaban en el campamento y como algún varano que otro aprovechaba para salir a tomar un poquito al sol.

Por la noche volvimos a adentrarnos en la jungla a pie intentando aprovechar la actividad nocturna de los animales para poder sorprenderlos, y desde luego que lo hicimos, sobre todo a los pájaros.

Por algún motivo que desconozco estos se quedaban completamente inmóviles por mucho que nos acercáramos, quizás tenían el sueño tan profundo como yo o quizás la luz les inmovilizaba pero llegaba el punto en el que pensábamos que fueran de plástico.

Vimos alguna rana, hormigas asesinas y poco más, pero al menos resultó mucho más bonito que hacer el recorrido con el bochorno malayo del medio día.

Al día siguiente comenzó de nuevo la guerra, y es que cada tipo de comida generaba una batalla contra un tipo de bicho diferente.

En la cena los mosquitos aprovechaba cualquier ocasión para hacer las veces de vampiro, si te echabas Relec se lo bebían con pajita y el mejor remedio que encontramos era un brebaje local que nos habían preparado en Sepilok.

En el desayuno donde abundaban la miel, la leche condensada y las mermeladas pues las abejas acudían y hacían prácticamente imposible llevarse un bocado a la boca.

Un japonesito con gran voluntad decidió acabarse su desayuno a toda costa a pesar de que en su plato hubiera más abejas que comida. Intentaba apartarlas cogiéndolas con los palillos como el abuelo de Karate Kid e incluso en su empeño acabo metiéndose una abeja en la boca que por suerte escupió antes de que le picara.

En los últimos días de nuestra estancia en la selva, Yolanda se había casi mimetizado con el campamento. Me chivaba cuales eran las mejores horas para ir al baño, que era después de las actividades, por lo que al llegar salíamos corriendo para intentar llegar los primeros.

Un día charlando con el que parecía el jefe le comentamos nuestro descontento por la mentalidad de “paquete” que había en Malasia, le decíamos que nos gustaría pagar a alguien para que nos llevara con una barca a una aldea perdida o a buscar orangutanes y luego seguirlos a pie, y como no podía ser de otra manera allí, nos dijo que eso no, pero quizás podría ofrecernos algún paquete de tres días dos noches, y es que allí parece imposible comprar cualquier cosa que no sea en pack.

Viendo tantas dificultades para viajar por nuestra cuenta (por fin lo acepté) y que sin reserva prácticamente no ibas a ningún lado, estuvimos valorando esos días cual podría ser el siguiente destino en nuestra aventura.

Sipadan había sido como ponerle a un niño un caramelo en la boca, por lo que decidimos volver a Semporna para finalizar nuestro viaje por Borneo.

La oportunidad de volver a bucear en Sipadan y el buen sabor de boca que nos dejó Dragón Inn acabó por inclinar la balanza.

Así que cuando finalizamos nuestros días en la selva, y a pesar de que también echáramos de menos más días allí, nos dirigimos a conquistar nuestro nuevo objetivo: Los tiburones de Sipadan.

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comment_icon  Últimos comentarios al diario Asia
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Imagen: Universo18  universo18  28/10/2010 01:07   📚 Diarios de universo18
Escarpin vale mas que al final del diario donde pones el enlace pongas que alli se ven las fotos que ir entremetiendo en el diario , De borneo, la gente leera el diario y luego entraran a ver las fotitos, como hacen otros usuarios. Saludos.
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05-07-2010
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Fecha: Lun Mar 31, 2025 02:35 pm    Título: Re: Malasia existe - Viajar a Malasia

Buenos días. Disculpad que sea tan pesada, pero estoy hecha un lio con las vacaciones y el tiempo vuela. Finalmente, tendremos unos 22 días y estamos muy dudosos entre donde viajar. Somos una pareja mayor y con conocimientos basicos de Ingles (normalmente nos apañamos como podemos) Procuramos viajar por libre y organizar nuestros propios itinerarios, siempre que el país lo permita. Este año, empezamos a pensar en Malasia y ahora estamos mirando China. Ya conocemos Bali, Vietnam, Tailandia, Birmania... El año pasado visitamos Costa Rica (nos encanto, aunque es verdad que conducir en...  Leer más ...
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Fecha: Lun Mar 31, 2025 02:54 pm    Título: Re: Viajar por Asia y que pais visitar

@MGJ23, entiendo que dudas entre esos dos países, así que te traigo a este hilo.
Saludos
indamatossi.marta
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Dr. Livingstone
Dr. Livingstone
05-06-2014
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Fecha: Lun Mar 31, 2025 03:10 pm    Título: Re: Malasia existe - Viajar a Malasia

Tranquila, los 2 paises para esos días estan bien. Mas sencillo para moverse, para mi Malasia. Y tienes un poco de todo, cultura menos espectacular, si, pero también tienes.
laredo-viajero
Imagen: Laredo-viajero
Dr. Livingstone
Dr. Livingstone
30-05-2007
Mensajes: 7328

Fecha: Mie Abr 02, 2025 05:41 pm    Título: Re: Malasia existe - Viajar a Malasia

Hola,

Y combinar Malasia con un poco de Camboya ?
No lo he mirado pero igual hay vuelos de Kuala Lumpur a Siem Reap, donde podéis ir 4 noches.
Combinado con Kuala Lumpur ( 3 noches ), la zona de Georgetown en Penang ( 3 noches ), la zona de playa que elijáis ( dependiendo de las fechas del Viaje ) y otras zonas de Malasia como por ejemplo Taman Negara, alguna zona de Borneo, Cameron Highlands etc...

China es otro gran destino, aunque a nosotros lo visitado nos dejó algo fríos, no se si volveremos.

Saludos.
MGJ23
Imagen: MGJ23
Super Expert
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05-07-2010
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Fecha: Dom Abr 06, 2025 06:43 pm    Título: Re: Viajar por Asia y qué país visitar

Gracias por todo. Finalmente, nos decantamos por Malasia unicamente. ¡hay tanto que ver!!!
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