![]() ![]() Singapore & Bali ✏️ Blogs de Indonesia
Luna de Miel Autor: Irene25 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.4 (10 Votos) Índice del Diario: Singapore & Bali
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Este mes de febrero fuimos de luna de miel. Nuestro objetivo real era Bali, pero tuvimos que hacer una parada en Singapore.
![]() Después de infinitas horas en el avión, llegamos a la ciudad. Aún era pronto así que en el hotel no tenían nuestra habitación disponible: no podíamos cambiarnos, ni ducharnos, ni dormir...!!! Haciendo un gran esfuerzo decidimos ir a explorar los alrededores de nuestro hotel, el Península Excelsior, muy cercano a la zona que ellos llaman la Marina (puerto, para los amigos). Como es natural en Febrero aquí hace frío, así que aún íbamos vestidos con ropa de abrigo, y nos moríamos de calor a medida que pasaban las horas. No podíamos más que ir de un establecimiento a otro en busca del aire acondicionado, así que aprovechamos para hacer algunas gestiones... cambiar moneda, comer algo, y nuestra primera compra, un objetivo nuevo para nuestra cámara réflex! Salió muy bien de precio después de regatear un poquillo... Volvimos al hotel cansados de explorar, dispuestos a acampar en su magnífico hall si no tenían nuestra habitación, pero esta vez hubo suerte, y nos dieron una habitación fantástica en el piso 20! Veíamos la piscina, y otros edificios altos de alrededor. Ya por la tarde - noche resucitamos, y después de un chapuzón en la piscina salimos a dar una vuelta por la Marina. La ciudad da una agradable sensación de seguridad, hay mucha gente y ambiente por todos lados (claro que pensándolo bien era viernes...). Las luces de los edificios y los puentes le dan su encanto. Encontramos un paseo con todo de restaurantes uno al lado del otro, con sus terrazas correspondientes, genial para cenar y justo al lado del canal!! Todo lo tienen súper adornado con luces, como si fuese Navidad. ![]() Al día siguiente aprovechamos para tomar el bus turístico, esta opción nos gusta para ver una ciudad, especialmente cuando no disponemos de mucho tiempo, como era nuestro caso. Nos llevaron por barrios muy variopintos como Little indian, el barrio chino, el árabe... y zonas tipo 5th Av con centros comerciales y tiendas por todos lados. Tal como esperábamos de una gran ciudad asiática, encontramos un monton de cosas frikies y curiosas: una réplica del London Eye, un hotel famoso tipo estilo victoriano, tres rascacielos que en la punta sostienen un cuarto edificio en forma de barco, un león con cuerpo de sirena que es el símbolo de la ciudad (es una fuente, escupe agua por la boca!), centros comerciales al aire libre con aire acondicionado... y el colmo de la artificialidad, la isla de Sentosa, donde han puesto un montón de atracciones turísticas juntas: parque de atracciones, jardín botánico, zona de playas, etc. Curioso... ![]() Por la noche fuimos a esta especie de noria gigante, y tuvimos el honor de presenciar desde arriba el desfile organizado para recibir el año nuevo Chino. Veíamos un montón de gente sentada en gradas, un infinito desfile de comparsas que bailaban, fuegos artificiales... auténtico!! Solo bajar nos dirigimos a un recinto que habían preparado para la ocasión: un portal Chino decorado con los tigres correspondientes al año nuevo era la entrada a un lugar con puestos de comida, conciertos... como una feria! Lo más freak de todo, una exposición con los animales correspondientes al horóscopo chino iluminados y articulados! Eran como de papel de seda, con un montón de bombillas dentro, y se movían!! No todos los viajeros habrán tenido la suerte de presenciar algo así!! ![]() No somos muy amantes de visitar ciudades, lo reconozco, pero tengo que decir que Singapur es para verla. Al día siguiente, con los sentidos a punto de estallar por tantos estímulos externos, finalizó nuestro Stopover en la ciudad, y pusimos rumbo a nuestro destino "de verdad": Bali! Nada más llegar al aeropuerto sentimos la temperatura de Bali… ¡y creíamos que en Singapur hacía calor! Ese fue el último día que pude llevar piratas. La temperatura y la humedad eran sofocantes, por suerte ya nos esperaba Suarsidi para trasladarnos al hotel. Es un hombre súper amable, que nos preguntaba y nos explicaba un montón de cosas de camino a nuestro hotel, The Balé, en la zona de Nusa Dua. Habla un español estupendo, y va vestido como es típico allí, con el pareo largo, la cinta del pelo… muy auténtico. ![]() Descubrir el hotel y la villa fue un impacto, así que esa misma tarde y el día siguiente nos dedicamos a disfrutarlo de pleno, descansar y explorar los alrededores. Para describir lo maravilloso que es The Balé necesitaría añadir otra etapa al diario, y aún así no le haría justicia. ![]() El lunes por la tarde pedimos que nos llevaran a la playa. Por suerte ya nos habían advertido que no esperásemos encontrar un paraíso… así que no nos decepcionamos. El agua no estaba calmada y cristalina como una piscina, que es lo que yo entiendo por playa de ensueño, pero tampoco estaba mal. Así que paseamos un rato, compramos un helado y decidimos volver a pie antes que oscureciese. Al día siguiente nos recogería nuestro guía Suarsidi para mostrarnos los encantos de la isla. ![]() Martes de excursión, descubriendo Bali Después de un súper desayuno incluido y a la carta, partimos en una excursión privada con conductor y guía para todo el día (¡supongo que es la grandeza de viajar en temporada baja!). Nos dirigimos hacia la ciudad de Mengwi, a ver nuestro primer templo: el Pura Taman Ayun. Pura significa templo. Éste es un Templo Real fantástico (hay templos reales, templos familiares, templos madre…). Nos explicó Suarsidi que se suele decir “en Bali hay más templos que casas” y no me extrañaría que en algún momento haya sido cierto, puesto que en cada casa tradicional había uno. Taman Ayun tiene un jardín muy grande, una especie de torre con sus campanas de madera, y una puerta al templo… todo es muy bonito, y además ¡conseguimos la foto en la puerta! Eso sí, después de negociar nuestro turno con los miles de japos y demás turistas (suerte que era febrero, porque en agosto debe haber tortas). Las puertas tienen esta forma tan característica porque simbolizan una montaña abierta, y es sagrada por eso los guiris no podemos entrar. Solo entra el sacerdote y la gente que vaya a hacer una ofrenda y rezar, pero por suerte se puede pasear alrededor y se ve perfectamente lo que hay dentro: es perfecto, porque es una forma de curiosear a la vez que respetas el sitio y las creencias de los lugareños. ![]() Los santuarios dentro del templo tienen once techos de paja. Nos contaron que su Dios Shiva (en el centro) a parte de su propia forma puede tener ocho representaciones más (las de alrededor), de modo que los santuarios tienen once pisos: tres para Shiva en su forma original y ocho más, uno por cada forma distinta que puede adoptar (o algo así…). A veces los santuarios son pequeñitos y solo tienen tres pisos, solo para la forma principal de Shiva. ¡Es un lío! Resulta que en la mayoría de Indonesia todos son musulmanes, excepto en la isla de Bali que son hinduistas. ![]() Ellos son muy creyentes y cuando vas por la calle ves en cualquier lado una ofrenda: ponen una cestita, con unas flores y lo que tengan a mano, le ponen frutas… ¡hasta paquetes de chicle! Son súper graciosos. ![]() Después nos dirigimos hacia Ubud, a ver el Pura Ulu Danau Bratan, templo justo a la orilla del lago Bratan. Para llegar a verlo tienes que pasearte por una especie de jardín muy bonito. Los lagos en Bali son sagrados, no se pueden bañar en ellos, aunque sí pueden ir en barca… Más tarde fuimos en busca de una carretera con curvas, que no estaba muy lejos. Era la última parada antes de ir a comer, nos dirigíamos al bosque de los monos. Pero no tuvimos que hacerla entera, ni esperar nada para verlos, se cruzaban delante de los coches que circulaban, estaban por todas partes, así que paramos en un arcén. Enseguida se nos acercó una mujer con un cesto de frutas que podíamos comprar para dar de comer a los monos. Yo normalmente estoy en contra de todas estas cosas pero… nos hicimos con la cesta, e interactuamos con los monos durante un rato, puesto que resultó que estos no eran agresivos. ![]() Para almorzar nos llevaron a una especie de restaurante tipo buffet para turistas, con comida típica y no tan típica: el arroz (que no falte), pollo, pescado, algo similar a las patatas… y ¡mucha fruta! Yo soy lo peor para comer, y comí. El restaurante se llamaba Pacung y tenía unas vistas espectaculares a las terrazas de arroz. Cuando terminamos pudimos ir a recorrer los pueblecitos cercanos con el coche, y vimos infinitas laderas de montaña con sus terrazas de arroz. Nuestro guía nos iba contando cómo, cuándo, porqué… mientras disfrutábamos de los paisajes en coche, o paseando algunos ratos. ![]() Por la tarde fuimos a Tanah Lot, el famoso templo de la playa. También precioso pero una vez más con un montón de turistas. Yo me creía la única guiri del mundo en Bali (¡por una vez que viajo fuera de temporada!) y resulta que la gente sabe montárselo muy pero que muy bien… Nos descubrieron que habían montado un templo alternativo más interior para cuando la marea estaba alta y la gente no podía llegar hasta el templo principal a rezar. ![]() Hicimos unas fotos y Suarsidi nos propuso ir hasta Ulu Watu a ver la puesta de sol (se ve que también es muy turístico). No sabíamos si íbamos a llegar a tiempo porque hay un tráfico horrible a esa hora, pero tuvimos suerte. Aquí nos hicieron poner un pareo largo, y nos recomendaron agarrar bien las cámaras, quitarnos pendientes, coleteros, gafas, colgantes… ¡por los dichosos monos! Yo tenía un miedo que no sabía si quería ver la puesta de sol… pero al final no pasó nada. A la chica qua iba delante nuestro le arrancaron el coletero, y mientras fotografiábamos la puesta de sol un mono se molestó (no quería compartir la belleza del momento) y empezó a enseñarnos los dientes y hacer ruidos raros. Nos apartamos más, aunque no es que estuviésemos justo a su lado ni mucho menos, nos preocupamos por si se abalanzaba sobre la cámara, tenía toda la pinta… pero al final no nos hizo nada. Salí pitando del recinto del templo, que era como un bosquecillo, más asustada de lo que entré, devolvimos los pareos y por fin, después de otro rato de coche hasta nuestro hotel, se terminó la súper excursión. ![]() Miércoles, Bali Collection Aprovechamos la mañana para descansar en nuestra villa, disfrutar de la piscina y el jardín… y más tarde decidimos bajar a recepción a preguntar por sitios donde comprar algún suvenir. Se ofrecieron a llevarnos a Bali Collection, y pensando que sería otra cosa aceptamos ir. ¡Qué decepción! Es una turistada. Totalmente como un complejo comercial de lujo, medio al aire libre, solo para guiris, occidentalizado hasta el máximo… no sé si hace falta decir que pensábamos que nos llevaban a una zona de tiendas de la calle, como los que habíamos visto el día anterior, con souvenirs para turistas, sí, pero con ese encanto de pasear entre las calles donde viven y trabajan los balineses, con sus puestecitos de comida, sus gentes… Pero nada de eso. Ya que estábamos aprovechamos para dar una vuelta y curiosear. Vimos tiendas de ropa de marca, centros de masajes balineses, heladerías, restaurantes… incluso un peeling de pies hecho por peces. Tomamos un helado, compramos algún recuerdo y nos quedamos a cenar a un italiano (nos encantan los restaurantes italianos) que luego nos devolvió al hotel. ![]() Jueves, hacia el volcán Batur Desde Nusa Dua (donde el hotel) hasta el volcán Batur hay que cruzar la isla casi entera, de sur a norte y de norte a sur para luego volver, claro. No son muchos kilómetros pero se tarda una infinidad por el tráfico, el estado y el tipo de carreteras. Por suerte las paradas en el camino para hacer otras visitas hacen la excursión algo más amena. Desayunamos a lo grande para no variar (haciendo caso del dicho: desayuna como un Rey…), y partimos en una nueva excursión a medida preparada por nuestro guía Suarsidi. Primero visitamos una casa tradicional, muy sorprendente. Imagina que te compras un terreno más o menos grande y en éste, empiezas a construir pequeñas habitaciones, sueltas, en función de tus necesidades (el número de hijos o las personas que viven en la casa familiar); unas columnas con su tejado para la cocina, otras columnas con su tejado y sus cortinajes para la hija mayor que aún está soltera, otro habitáculo con paredes para el hijo que se ha casado y trae a vivir a la esposa… todos ellos están un poco elevados del suelo, supongo que por las lluvias y la tierra del suelo, pero los construyen ahí, tal cual, ¡a la intemperie! Claro que hoy en día el modo de vida ha cambiado, se ha modernizado digamos, pero estoy segura que mucha gente mayor que siempre ha vivido en este tipo de casas todavía siguen en ellas. ![]() Después de descubrir muchas costumbres curiosas y anécdotas varias, tomamos rumbo a un par de pueblos de artistas. Nos contaron que es típico encontrar que en un pueblo se dedican especialmente a las telas, en otro a la madera, etc. Fuimos primero a ver a los pintores, a una especie de galería de arte donde podías contemplarlos creando sus obras, ver todas las que tenían y comprar alguna si querías. Nosotros pasamos, pero si me sobrase el sitio para ponerlas -y la pasta- seguro que hubiese comprado alguna porque las había muy bonitas (me encantó la de un tigre de bengala súper logrado, enorme, más que tamaño real, y carísimo claro). Más adelante, en otro pueblo vimos cómo trabajaban la madera. Me hubiese quedado embobada horas mirando cómo sacaban figuritas fantásticas de un trozo de árbol. Aquí sí compramos algo para nuestra colección, más que por la figurita en sí que por supuesto es bonita, por el recuerdo de haber estado allí mismo observando cómo las hacían. ![]() Antes de llegar a Kintamani paramos en un hotel, si no recuerdo mal cerca de Ubud, que estaban a punto de poner en marcha. El impulsor del proyecto es catalán, de la misma empresa que nuestro guía Suarsidi, y conocido de nuestro agente de viajes en Barcelona (¡por su culpa tuvimos esta fantástica luna de miel!). Nos organizaron un pequeño encuentro en su hotel nuevo, que es súper chulo, súper de lujo y súper privado (¡sólo tres villas!), con su piscina, su servicio solo para ti, su conductor para llevarte hasta la ciudad cuando quieras… No le faltaba detalle. Le echamos un vistazo y charlamos un buen rato sobre Bali, de su gente súper amable, y de cómo termina uno viviendo tan lejos de su país… ![]() Después de este agradable rato seguimos hacia el volcán. La idea no era subir ni mucho menos, eso lo dejamos para los excursionistas. Sólo queríamos contemplar su grandeza, la belleza natural del paisaje desde Kintamani, un pueblo que según dicen brinda las mejores vistas sobre Batur. Allí comimos, en un restaurante mirador para turistas, también tipo buffet. ![]() Cuando terminamos, nos dirigimos a ver el Templo Madre de la isla llamado Pura Besakih. Este templo, situado en el pueblo con su mismo nombre, en la ladera del monte Agung, está declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco, dicen que es el más antiguo. Es muy grande y al estar en la montaña, cuando vas subiendo para explorarlo tienes unas vistas divinas. Nos hicieron poner el típico pareo que alquilamos en la entrada y pasamos. Pero ellos no nos lo querían alquilar, ¡nos lo querían vender! En ese instante ya notamos que era un sitio con muchos turistas, porque todos nos miraban como si fuésemos rupias ambulantes. Había niños pesados, de siete u ocho años, que no paraban de dar la lata: ponían esa cara de “los cabrones de mis padres me mandan a vender postales en lugar de dejarme jugar en la playa” y hablaban con ese tonillo típico que usan los gitanos rumanos pidiendo en los trenes. También vimos algunos guías improvisados que pretendían una propina por acompañarte a ver el templo, otros lugareños querían vendernos paraguas porque empezaba a lloviznar, incluso los más buscavidas querían una propina por acompañarte mientras te tapaban con su paraguas… ¡pasen y vean! Más que un templo parecía un circo. Cuánta gente, y cuánto guiri. ![]() Dentro de todo la visita estuvo bien, las vistas son fabulosas, y el templo es muy bonito. También es súper grande, así que hicimos una buena caminata. Primero cuesta arriba, con su montón de escaleras y cuestecillas, y luego la vuelta cuesta abajo. Devolvimos el pareo y seguimos nuestra ruta hacia el siguiente templo, el llamado Pura Panataran Sasish, cerca de la ciudad de Pejeng. Creo que éste es el que más me gustó (y mira que ya llevábamos unos cuantos templos vistos…). Tenía algo especial, se respiraba una paz y una tranquilidad que no vivimos en ningún otro. En este había unas fuentes sagradas para los hindús que visitaban el templo: “no es bañarse para limpiarse” nos decía Suarsidi, “es para purificar”. Ya lo habíamos pillado… je, je. Me resultaba gracioso como se explicaba, todo muy bien dicho, con mucha calma, buscando las palabras más apropiadas, incluso cuando nos decía lo evidente. ![]() Ya de vuelta hacia el hotel paramos en Denpasar, la capital. Entramos a una especie de recinto que había hecho las funciones de palacio de justicia, o algo así. También albergaba un museo que estaba cerrado así que no visitamos, y cómo no, un templo. Terminamos nuestra excursión después de infinitas horas de coche, por cierto las últimas bajo una lluvia tropical impresionante que atrajeron a este visitante a nuestra villa... ¡Un caracol gigante! Casi tan grande como una manzana. ![]() Aprendimos un montón con Suarsidi, hablamos mucho y descubrimos cosas unos de otros. Nosotros aprendimos más, seguro, pero recuerdo por ejemplo, que a él le sorprendió el hecho de que los españoles nos ponemos morenos con el sol. No terminaba de creer que nuestra piel podía cambiar de color, oscurecerse o aclararse según la estación. En general lo de la ropa de invierno y el frío le tenía algo sorprendido, y también nos preguntaba sobre cosas que otros viajeros le habían contado. Nos despedimos de Suarsidi con un poco de pena, y con esa buena sensación por haber acertado con la elección de nuestro guía. Ya habíamos oído que las gentes de Bali se caracterizan por su hospitalidad y amabilidad: en gran parte gracias a él nos creemos el tópico a pies juntillas. Un guía para recomendar sin lugar a dudas. ![]() Viernes, ¡por libre! Quizás el día más auténtico. Después del desayuno y de un rato de necesario relax en nuestra piscinita, pedimos un taxi para salir hacia una de las ciudades más importantes: Kuta. Allí pretendíamos hacer las compras de rigor, básicamente souvenirs y recuerdos para la familia, y ver la famosa playa. Puedo decir que cumplimos ambos objetivos. La ciudad en si no es que yo llamaría bonita, pero es súper animada. Está llena de gente, de surferitos, de tiendas de ropa para surferos, tiendas de tatuajes, tiendas de tablas de surf donde podías también tomar clases… nos paseamos por calles y callejones muy poco atractivos, y gracias a esos momentos puedo afirmar que es una ciudad segura. ![]() Fuimos hacia la abarrotada playa, que tampoco percibimos como paradisíaca en absoluto, e intentamos pasear entre los vendedores ambulantes, las chicas que hacían trenzas, las que hacían tatuajes, los guiris, las tablas de surf… ¡qué estrés! Nos fuimos al Burguer a comer algo, antes de seguir viendo tiendas. Al final, valiéndonos del arte del regateo conseguimos gastar todo el dinero que nos quedaba, rupias, dólares… ¡hasta en euros! Algo sorprendente de la ciudad es la inmensa cantidad de motos que había, millones de motos, por todos lados, era impresionante verlas aparcadas a lo largo del paseo de la playa, y otras tantas circulando claro. ![]() Cuando oscureció decidimos ir a cenar a un lugar que todos nos habían dicho que no podíamos perdernos, Jimbaran. Conocimos un gracioso buscavidas que nos daba conversación a ver si podía ayudarnos en algo… creo que solo nos quedaban 5 dólares o algo así, realmente muy poco a mi modo de ver, y este chico pactó con un taxista que nos llevó por ese precio. Él también venía porque le daban una comisión por llevarnos al restaurante. Total que nosotros le dijimos el nombre del restaurante que nos habían recomendado y el hizo ver que era idea suya para ganar la comisión. El lugar en sí es la calle del paseo marítimo. Allí han puesto un montón de restaurantes tipo marisquería, uno al lado del otro, a pie de playa. Con las mesas literalmente en la arena, cerca de la orilla. Des del paseo no te lo imaginas, ves solo los mil restaurantes, con su pescado allí expuesto. Pides lo que vas a comer y después de regatear el precio, si lo crees necesario, llegas a un acuerdo. Te explican que te lo cocinan al momento y te lo llevaran a tu mesa. Entonces te hacen pasar por dentro del restaurante (que más bien tiene pinta de bar que de restaurante) y sales a la playa. Es un momento casi mágico porque no esperas ver toda la playa, con todo lo larga que es, llena de mesas con velas, hasta donde alcanza la vista. Es precioso. En algunos bares además hacen el espectáculo de baile tradicional, que puedes ver desde tu sitio. También vimos un vendedor ambulante con un carrito de maíz y frutas, el típico grupo de músicos que van pasando por las mesas amenizando la velada en busca de una propina… fue una noche diferente, y una cena genial. Normalmente nos quedábamos en el hotel porque volvíamos cansados de las excursiones, cuando ya era oscuro, y no nos apetecía volver a salir. Encima en el restaurante del nos malcriaban preparándonos lo que quisiéramos… Pero también nos encantó la experiencia de Jimbaran. ![]() La llegada al hotel fue otra sorpresa. Cada noche, después de la cena volvíamos y encontrábamos la habitación arreglada: las luces de ambiente sutiles, las cortinitas bajadas, la música de relajación puesta, la cama hecha… todo perfecto. Pero el último día además tuvieron el detalle de poner un montón de velas aromáticas, un caminito de pétalos de rosa, la bañera también llena de pétalos, una botella de champán… súper romántico. ¡Qué bonito viajar en luna de miel! ![]() Al día siguiente mientras terminaba de cerrar la maleta después del desayuno de rigor tenía una pena infinita por dejar el hotel. Un chapuzón, unas últimas reflexiones compartidas sobre lo afortunados que somos de haber podido disfrutar de este maravilloso sitio… un poco de sacrificio achicharrándome bajo el sol recordando que volvemos al húmedo invierno de Barcelona, y el tiempo justo para arreglarse porque nos llevan al aeropuerto. ¡Qué pena! Si un día volvemos a Bali, cosa que nos gustaría infinitamente, supongo que aprovecharíamos más para hacer otro tipo de actividades. Una vez vistos los templos podríamos dedicar más tiempo a disfrutar de las playas haciendo snorkel, y de la selva haciendo algún pequeño trekking para principiantes. La isla es muy grande y segura para ir a cualquier ciudad así que supongo que para conocerla lo mejor sería montarse un circuito (para no tener que hacer y deshacer un camino cada día) pero ¿cómo no volver a The Balé? Lo que más miedo me daría sería alquilar un coche, por el modo en que conducen allí, ¡eso sí que es una jungla! Me queda el gusanillo de repetir destino para hacer otro turismo, mezclarnos más con las gentes y descubrir otras maravillas de la isla de los Dioses. 📊 Estadísticas de Diario ⭐ 4.4 (10 Votos)
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