Estrasburgo, lunes y valijas llenas de ropa sucia. Se fueron los alemanes. Ciudad grande, supone hallar un lavadero automático. Claro, hay que averiguarlo en francés. Y conseguir monedas. Del otro lado del canal, ya entrando a un barrio conseguimos lavadero.
Esa recorrida con la ropa a cuestas fue entonces parte del paseo, ya que debíamos devolver el auto en Karlsruhe (lado alemán) antes que cerrara Avis a las 18.00 hs, y eran unos cuantas decenas de kilómetros.
A la ruta, y nos encontramos con un embotellamiento porque había habido un accidente. Empezamos a probar alternativas, seguir a algún camión que suponíamos sabía lo que hacía, cruzamos la frontera, autopista en arreglos parcialmente cerrada, y todavía había que embocar en cuál entrada a Karlsruhe había que ingresar para llegar a Avis. Sabía que quedaba cerca de la estación de tren. Con mi poquito alemán, pero con los excelentes carteles alemanes, comenzamos a entrar a Karlsruhe a las 17.40 hs. Apenas en la primera avenida, un cartel indicando precisamente la dirección para llegar a Avis, y luego de una sucesión de carteles todos de Avis, llegamos. Llenar el tanque y devolver el auto.
Taxi a la estación del tren….pero el tren nocturno a Berlín (Eu 44,50 c/u) salía 23:05 hs y eran apenas las 18.30 hs. Dejamos el equipaje en la taquilla de la estación e intentamos recorrer un poco. Es una ciudad de provincia, donde su vecino Baden-Baden es mucho más importante. Dejan las bicis tiradas por la vereda...no debe haber ladrones por aquí, no? Nos aburrimos un poco, muy poco para ver estando de a pie y la estación no muy céntrica. Comimos en un McDonald’s de la estación.
Imagínense una estación vacía, ya noche avanzada, cinco o seis pasajeros apenas esperando el tren, un tren que venía en combinación desde Austria y Suiza. Había un planito que decodificaba los números de nuestro ticket respecto del número de vagón de aquella noche y en qué puesto del andén iba a parar. El tren alemán llegó en punto, subimos al vagón indicado, y allí estaba nuestro par de asientos. El tren venía lleno. No era compartimiento sino asientos reclinables convencionales y dormimos bastante bien.
Martes llegada a Berlín a las 7:20 hs. Tomamos el S-Bahn (el ferrocarril metropolitano) que en dos paradas nos dejó cerca de nuestro Hotel Taunus (Eu. 59 la noche). Dejamos las maletas y derecho para el centro. Salimos del U-Bahn (el metro) en plena Potsdamerplatz, puro centro de negocios de Berlín, edificios de acero, hormigón y vidrio.
Sabíamos de los tours gratuitos que salían de la Puerta de Brandemburgo (www.newberlintours.com/), con guías en varios idiomas. Allí fuimos. El playón frente al famoso monumento con muchísimo turista, tipos disfrazados de soldados alemanes orientales para la foto. Vean el sitio web, pero en concreto la cita es frente al Starbucks.
Nos tocó un guía catalán, fabuloso estuvo el chico, con sus conocimientos, afabilidad y mucho humor para mostrarnos Berlín. Cada tanto, se reía y nos recordaba que esperaba que no se olvidaran del guía al final de la jornada. Pasamos por sitios clave del Tercer Reich, el memorial del holocausto, el sitio donde estuvo el Bunker de Hitler, un trozo del Muro, murales alegóricos al socialismo, los enclaves americano, ruso y británico de la Berlín dividida, y los sitios más relevantes de la historia del Berlín de los siglos XVIII y XIX.
Berlín es una ciudad amplia, poca densidad de tránsito, pero que penetra intensamente en uno, por su invisible peso histórico y político.
Conseguimos unas viandas y cervezas para llevar a la habitación del hotel, tanto porque veníamos de la noche del tren, como que quería ver el partido de Argentina con Corea.
Por la mañana del miércoles, cerrar las valijas, y a repasar alguno de los sectores que habíamos visto en el tour, que fue muy completo, pero con partes al galope.
Entramos a un servicio en la catedral luterana (misa en alemán, ja…) solo por un ratito, volvimos por la Gendarmenplatz y un área gloriosa con las catedrales alemana, católica y francesa, el konzerthaus, universidad, todo amplio y limpio. Tomamos la famosa Friedrichstrasse con tiendas de moda y diseño, para arribar a la también famosísima avenida Unter den Linden, con muchos negocios, tiendas de souvenirs (mucho "oso berlinés"), hoteles y la impresionante Embajada Rusa. Mucho polizei de verde.
De vuelta a la Puerta de Brandemburgo, y a almorzar en un bar a un par de cuadras de allí. Increíblemente todavía no habíamos comido salchichas. Así que pedimos salchichas, en un local que decía “comida típica berlinesa”….obviamente atendido por chinos. Como no nos entendieron que queríamos chucrut, terminamos con una ensalada de papas, salchichas, cerveza. Siempre calor y sol.
De allí nos fuimos a hacer la cola para entrar en el Parlamento o Bundestag (el hoy mal llamado Reichstag). Mucha seguridad para el ingreso, se sube hasta la base de la cúpula en un ascensor gigante y luego por una rampa en caracol se llega al punto más alto. Las vistas de gran parte de Berlín, fabulosas.
Al hotel por las maletas, y el S-Bahn hasta la estación de buses ZOB que estaba algo alejada del Centro. Bus a Londres por Eurolines, vía Bruselas, a Eu 44 c/u. La estación terminal algo desértica, apenas un kiosco grande y pudimos comprar unos sándwiches y jugos.
Salió a las 19.00 hs. Paraba en todos los pueblos. Igual se pudo dormir bastante mientras atravesábamos Alemania, Holanda y Bélgica.
Nos despertamos a eso de las 5.00 hs, detenidos, en medio de una cierta neblina y...rodeados de rascacielos, en medio de la estación de buses de Bruselas. Bajó gente, subió gente, otra vez a la ruta, campo y trigo por todos lados, y la llegada a Calais. Aduana francesa y Aduana inglesa. Nos demoramos en una maquina de café y fuimos los últimos en hacer el trámite inglés. Nos revisaron los pasaportes varias veces, y hasta nos preguntaron cuándo pensábamos volver a Rio de Janeiro (sic).
El bus subió al tren carguero del Eurostar. Como deben apagar el motor nos empezamos a cocinar de tanto calor, así que bajamos a caminar un poco por el vagón que ya estaba en el túnel bajo el Canal de la Mancha.
Llegamos, rueda el bus fuera del tren, y comenzaron los pueblos ingleses. Con los autos que iban al revés (chiste viejo). Hora y pico tarde de su horario, llegamos a la estación Victoria de buses. En la boletería del metro nos hicimos de dos Oyster Card. Todos dicen que viajar es caro en Londres, y que la Oyster automáticamente calcula el precio menor por tramo, horario y sea tren, metro o bus rojo . (www.tfl.gov.uk/ ...s/espanol/). Se paga un depósito por el plástico, cuando nos fuimos de Londres, en una boletería del metro la devolvimos y nos reintegraron el depósito y el saldo sobrante. Se la recarga en efectivo o tarjeta.
El sitio de la autoridad de transporte que menciono arriba, permite calcular viajes, precios, combinaciones, tiempo de caminata, lo que se les ocurra.
Habíamos alquilado un apartamento a cuatro paradas de metro desde Victoria, para el lado de South Kensington (Earl Courts Studios, a 60 libras por día). Bastante completito, y grande para ser un alojamiento no caro en Londres). Todo en medio de un barrio típico de casas idénticas de comienzos del siglo XX (esto es el distrito de Chelsea).
La idea era tratar de evitar en lo posible el Underground (el metro) para viajar en primer piso de los buses rojos, como si fuese bus turístico. No siempre fue posible, pero estar en primer asiento del bus rojo, pegados al vidrio, ¡uau!
Aprovechamos el resto de la tarde del jueves. A 1 cuadra del apartamento había una estación del metro. District Line hasta Westminster. Claro uno sale del metro y se encuentra con la Abadía, el Big Ben, el Parlamento, la rueda del London Eye y gente, mucha gente.
Londres tiene gente a carradas. Y no tanta con pinta de turistas. Gente caminando, empleados, comerciantes, paseantes, de shopping, a casi toda hora y....mucho tráfico.
Día viernes en Londres, otra vez hacia el lado de Westminster, pero doblamos hacia el St James Park. Para nosotros, toda una novedad la gran cantidad de ardillas confianzudas. Flores y verde todo bien cuidadito. Nos acercamos para el cambio de guardia en Buckingham Palace (tipo 11.30 hs), pero nos quedamos primero en frente al cuartel de los Guardias, así que vimos y oímos el ensayo de algunas músicas, hasta que salió la banda hacia el Palacio, marcha, pompa y otra vez mucha gente (ahora turistas).
Por el medio del St. James Park, llegando al arco del Almirantazgo, Trafalgar Square, la columna de Nelson. Muertos de calor y al rayo del sol (dónde está Londres nublado y lluvioso???) entramos en la National Gallery. Recorrimos un rato los salones y nuevamente vemos niñitos con un guía del Museo explicándoles unas pinturas.
A la calle, Picadilly Circus, gente y gente, comprar souvenirs, McDonald’s, micro rojo en el primer piso, gente y gente. Hacia Covent Garden (maravillosa construcción del antiguo mercado) y la Opera House. Se hace la hora que salen de trabajar. Hay MUCHA más gente por la calle. Naturalmente también juntándose en bares, con el vaso de cerveza en la vereda inclusive. Fuimos a un súper muy grande cercano al apartamento y a lograr provisiones de comida con vegetales y frutas incluidas.
Para el sábado habíamos planificado aprovechar los pases 2x1 (www.daysoutguide.co.uk/ ...ondon.aspx) que están patrocinados por el Ferrocarril inglés (Nacional Rail). Para acceder a todas las atracciones, viajes x el Támesis, entradas a Museos, tomar el Té en confitería de hotel de lujo, entrar en monumentos, etc. hay que tener una Travelcard válida de ese día…..comprada en boletería de la red del tren. No sirve comprada en boletería del metro. La Oyster card también tiene algunos descuentos pero poco y malo. O sea que ese día no usamos la Oyster, sino que viajamos todo el día a precio fijo con la Travelcard, más la posibilidad del 2x1. Arrancamos con (bus rojo arriba y al frente) con la visita al puente de la Torre (Tower Bridge), lejos de South Kensington así que recorrimos bastante distancia.
También con el 2x1 hicimos el crucero del Támesis, y bajamos por el Parlamento. Nos fuimos hacia Oxford Street, gente, gente, gente comprando en las tiendas, a tomar el “té inglés” en el Hotel Raddison Edwardian, y terminamos medio perdidos por el Soho; finalmente aparecimos en Hyde Park Corner.
Teníamos también 2x1 para ir al Museo de Wimbledon (era lejos) y al Arco de Wellington allí mismo, pero ya estaban cerrando. Ya no dábamos más de tanto caminar al sol, así que a tomar el metro hasta el apartamento, bien directo. Cena casera, un poco de tele y a dormir.
La mañana siguiente, maletas y por el underground hasta la estación King´s Cross, desde donde se interconecta bajo la calle con la estación St. Pancras, del Eurostar a Paris (Eu 44,50 c/u).
Yo la tenía medio engañada a Renata que de Londres nos íbamos directo a Marsella, intercambiando de tren en las afueras de Paris. Siempre había dicho que quería volver a Paris. Así que arriba del Eurostar (St. Pancras parece un aeropuerto), túnel bajo el Canal, campiña francesa, sol y trigo a alta velocidad. Llegamos a la estación Gare du Nord, teóricamente para cambiar de tren, hasta que terminamos en una de las puertas de la estación a la vereda y el panorama era indudablemente….de Paris. Allí confesé la sorpresa, de un par de días en Paris, nos abrazamos y nos reímos de mi travesura.
El problema fue que en el maravilloso metro de Paris, han invertido poco en escaleras mecánicas y casi cero en ascensores. Y a esta altura del viaje, las maletas habían ganado peso. Había reservado una habitación (www.2binparis.com/default_spa.asp) tipo B&B (Eu. 54 la habitación), en el barrio de Montgallet, más que nada porque quedaba a pocas cuadras de la Gare de Lyon desde donde saldría el TGV rumbo a Marsella. Nos tocó una casera bastante difícil, desconfiadísima. El desayuno, lo justito nomás.
Eran casi las 18.00 hs de ese domingo, pero salimos para disfrutar un ratito de Paris, enfilando derechito al primer puente sobre el Sena. Qué belleza volver a Paris! La vez anterior habíamos parado por la zona de Montmartre, así que había áreas de la zona cercana a la orilla derecha sin conocer, como por ejemplo La Bastille. Llegamos ya casi de noche, a buscar donde comer, ubicados frente a una tele porque jugaba Argentina-México. Después del partido y la comida, toda la zona con una movida muy interesante, pero limitada a pocas cuadras.
Tomamos el metro, que nos dejaba a 3 cuadras del B&B.
Lunes por la mañana, salimos andando nuevamente hacia La Bastilla, porque había comprado por Internet un crucero del “viejo Paris”, por el Canal San Martín que atraviesa diversos barrios y parte navega bajo un túnel (Canaxurama.com).
Resultó bastante aburrido. El “viejo París” significaba que el guía decía: “por aquí pasó Napoleón”, “por aquí degollaron a fulano”, “por aquí se robaron tal banco”, “las tropas descansaron”, pero en realidad ahora hay puro edificio. Si, es una oportunidad para transitar zonas absolutamente fuera del circuito turístico, del parisino medio y seguir tostándonos ahora sobre la cubierta.
Del punto final, en metro hacia Montmartre, a recordar fundamentalmente la zona de Pigalle y el Moulin Rouge.
Fotos, compra de recuerdos, buscar un cibercafé, más un bonito restaurant con mesa sobre la vereda.
Bien temprano del martes, desayunamos, dejamos las maletas preparadas, y tomamos raudamente el metro hasta desembocar junto a la Torre Eiffel.
Caminata por la orilla izquierda, tirarse al piso para intentar abarcar la torre, cruce del Sena, Avenue D’ilena hasta el Arco de Triunfo, adivinar al fondo de Champs Elysees, la Place de la Concorde y el Jardín de la Tullerías…pero se nos va el tren.
Buscamos las maletas, y a la Gare de Lyon. Uf, que calor. El TGV un placer, vagones de dos pisos (33 libras c/u, en libras porque me salió más barato comprarlo en el sitio de Eurostar). Campiña y trigo nuevamente, a toda velocidad.
Puntual en la Gare St. Charles de Marsella. A tomar el metro. Escalera mecánica que no anda en un tramo y que es inexistente en el otro. Finalmente subimos y en dos estaciones llegamos al Virus Port. Escalera mecánica hasta el nivel de la calle, para salir justo en medio de un puerto de veleros y yates.
Sabíamos que un taxi era caro y que había dos líneas de bus urbano que nos dejarían justo en la avenida costanera, frente a la playa. Arriba con las maletas. Efectivamente nos dejo a 2 cuadras y el mar estaba barranca abajo…menos mal.
Habíamos rentado un apartamento (www.homelidays.es), un muy buen sitio que conecta particulares, ni siquiera hay comisión, frente a la Plage des Catalans. Nos costó 200 Euros por las tres noches. Una playa concurrida básicamente por marselleses (la más cercana al Centro), con no demasiado turista, bulliciosa y con alguno que otro papel arrojado sobre la arena.
Ya era bastante tarde, estábamos famélicos, y en el apartamento encontramos un paquete de fideos, y en la heladera un tomate y un tarro de aceitunas negras en conserva….de ajo. Dos cervezas en el bar de abajo…nos supo a manjar.
A la mañana del miércoles, primero al súper y mientras tanto aprovechamos que a la vuelta había una lavandería automática para poner al día la ropa. Terminamos llegando a la playa luego de mediodía. Playa….con topless. Primera vez. El Mediterráneo con agua tibiecita, los cruceros pasando delante, por fin descansar quietitos.
Jueves, la playa y a la tarde a buscar un cibercafé para hablar con Buenos Aires. El viernes siguió el descanso playero mediterráneo, para irnos del apartamento sobre las 17.00 hs. Maletas dos cuadras cuesta arriba hasta el bus. Adiós a los veleros, entramos en el metro para nuevamente llegar a la Gare St. Charles. Anexo a la estación de tren, está la terminal de buses.
Allí un bus de Eurolines que nos llevaría hasta Madrid, saliendo 20:15 para llegara allí al mediodía siguiente (Eu 39,50 c/u). Nos despertamos al amanecer, sorprendidos, pero resultó que estábamos en la estación de buses de Barcelona, a cambiar de bus (no sabíamos que era indirecto). Pero aprovechamos para comprar café y churros y hablar en español.
Entre brumas del amanecer íbamos adivinando algunas avenidas y ramblas y recordando un poquito de aquella ciudad que nos encantó en el viaje anterior. Algo nublado pero siempre bastante bueno, atravesar el sur de España es toda una hermosura de colinas, parques de generación eólica, y letreros del toro negro del brandy Osborne.
Llegamos a la estación de buses de Álvaro Méndez, en medio de una huelga del metro de Madrid. Igual funcionaba, pero con bastantes demoras. Teníamos reserva en un hotel de la cadena Meliá (Tryp Washington), Eu 59 la doble sin desayuno, wifi, cuatro estrellas, sobre Gran Vía, llegando a Plaza de España. A correr y buscar un bar que transmitiesen el partido de cuartos de final de Argentina con Alemania.
A unos pasos de plaza del Callao, en una lateral encontramos…un restaurante argentino: Chimi&Churri. Claro, a 4 euros el sándwich de chorizo. Muchísima gente, apiñados en las mesas, viendo el partido muy de costadito. Mejor no recordar el resultado. Ni tampoco los títulos de los diarios del día siguiente, mejor guardar la bandera.
Era el fin de semana del orgullo gay, así que cantidad de marchas y gente muy alegre, disfrazada, travestida, de todo un poco. Dimos nuevamente una caminata hacia Puerta del Sol, entramos en El Corte Inglés para llevar unos regalitos…y se nos fue la tarde allí dentro.
Arrancamos el último día del viaje, domingo a todo sol y calor. Madrid, que calurosa que es. Desayunamos en el último piso de El Corte Inglés, con una panorámica de la zona de Palacio, Campo del Moro y el valle del río Manzanares.
Fuimos justamente hacia Palacio por las calles que bajan hacia el Teatro Real, entramos un rato a la blanca Catedral de la Almudena, subir por calle Mayor, pasar por nuestro conocido Mercado San Miguel, para desembocar en la inolvidable Plaza Mayor. Almorzamos en un restaurant sobre la propia plaza, sorprendidos por la exigua cantidad de gente. El mozo dice que todo el mundo se espanta por el calor.
Caminando sin apuro, un poco por calle del Arenal, llegamos a Gran Vía altura de la estación de metro de Santo Domingo, casi sobre la entrada del Hotel. Maletas, ascensor del metro, y conexión en Nuevos Ministerios con la línea hacia Barajas. Con el tema del Mundial, había cambio de avión. En lugar del Jumbo, Aerolíneas tenía un Airbus 340, y nos habían asignado asientos totalmente alejados. Empezando a levantar el tono de voz, y por ser miembros antiguos de Aerolíneas Plus, los dos asientos juntos aparecieron (habrán damnificado a algún otro). El vuelo, sensacionalmente tranquilo, y llegada al frío de Buenos Aires ya en día lunes.
Todos los precios que aquí aparecen son absolutamente reales. Todos comprados en sus respectivos sitios de internet con la mayor antelación que en cada caso brindaban.
Incluso antes de trazar el itinerario, hice comparativas de días y precios. Por ejemplo el día más barato para el tren de Venecia a Munich eran los lunes. El golazo fueron los dos alquileres de coche, con excelente precio, y que nos permitieron realmente palpar muy de cerca la gente, aire y costumbres locales.
Es cierto que nos animamos a pasar dos noches en tren y dos noches en bus, ahorrando euros y tiempo. También nos hizo ganar mucho tiempo el evitar aviones; trenes y buses no requieren mayor antelación y siempre paran en el centro de las ciudades…y no cobran por llevar la maleta como hacen ahora las low cost.
En cuanto a las reservaciones de alojamiento, naturalmente fueron a través de los portales usuales: Venere, booking, hostelclub, y similares. No obstante, una vez identificado el o los hoteles posibles, es aconsejable buscar la propia página del hotel; a veces logré mejor precio, o menor comisión o habitación diferente. En otras, mejor por el portal.
Si fue largo el relato, disculpen, pero escribo esto en Enero de 2011, pasaron ya seis meses y todavía.....no volví del todo. Lo que necesiten me contactan a correo_verde@hotmail.com .-
Un diario magnífico y un viaje expectacular, qué envidia. Yo soy de Madrid, espero algún día intercambiar los papeles e ir para Argentina y hacer un viajazo como el que habeis hecho vosotros por aquí. Te dejo mis estrellas
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