4 amigos de aventuras en el Palladium ✏️ Blogs de Dominicana Rep.

Nuestra aventura comienza en Málaga, 19 de abril, 5.15 a.m., nos levantamos entre el sonido del despertador y las llamadas perdidas de los móviles entre las 4 personas que viajábamos para que ninguno nos quedáramos dormidos. Aunque realmente este viaje comenzó a gestarse en 2004, cuando nos conocimos y Rubbia, que acababa de viajar con su familia a Punta Cana empezó a darnos la tabarra con que teníamos que ir, que aquello iba a ser genial… pero entre que teníamos unos 18 años, que estudiábamos todos y no teníamos medios económicos e historias varias, no ha sido hasta 2011 que lo hemos conseguido! Tras horas leyendo el foro, cientos de post y mensajes, todos los diarios habidos y por haber, pese a nuestro miedo inicial por dejarnos colgados, contratamos el viaje con Juan Carlos (viajarcaribe), que trabaja para viajessoloofertas. Teníamos dudas entre el Catalonia (Rubbia estuvo allí en el 2004 y tuvo una muy grata experiencia) y Palladium, que tan buenas críticas tenía en el foro y de las personas que conocíamos. Por motivo económico, salía un pelín más barato el Palladium así que allá que contratamos a la aventura. Muy buen trato por parte de Juan Carlos, super atento, os lo recomendamos sin duda. Y nada, antes de partir a tierras caribeñas, más post leídos en el foro, nuestro viaje a Saona reservado con el Capitán Gringo, la idea de hablar con Pedrito para contratar otra excursión adicional una vez llegáramos a Punta Cana, los billetes de ave comprados, la ruina que nos ha supuesto el comprarnos tantos modelitos y bikinis para todos los días, el botiquín que llevaba Rubbia “pa por si acaso!” y las miles de cremas protectoras, porque no queríamos vernos en modo gamba por allí, con todo eso, y unos nervios del copón, a las 6 de la mañana nos encontramos todos en la estación de tren de Málaga, maletas en mano y gorro de paja en la cabeza (si es que nos gusta dar el cante allá donde vayamos).

Teníamos el AVE para las 6.20, lo cogimos sin problemas, llenando todo el vagón de maletas, echándonos unas cartillas para pasar el rato, unas fotos, los bocatas para desayunar y chan chan! Eran las 9.10 y nos encontrábamos ya en Atocha. (Ya falta menos!)

Conseguimos encontrar el autobús Express al aeropuerto, que se coge allí mismo en Atocha, cuesta 2 euros y te deja en la misma puertita del aeropuerto, mientras haces una mini visita turística por Madrid, ya que pasa a través del Paseo del Prado, Cibeles, Puerta de Alcalá…) El autobús tardó unos 20/25 minutos en llegar desde la estación a la T1, así que cargamos las maletas en los carritos y allá que nos fuimos al final de la terminal a encontrar los mostradores de Pullmantur, cuando los encontramos eran las 10 y 15, solo habían dos parejas en la cola, así que nos pusimos en ella y así seriamos de los primeros en facturar. (Los nervios van creciendo por momentos). Facturamos sin problemas, teníamos miedo con los kilos que pesaran las maletas, pero no, alrededor de unos 13/14 kg cada una (de lujo! Más botellas de ron podríamos traernos a la vuelta).

Hicimos tiempo en tránsito mientras esperábamos que saliera el vuelo, un almuerzo por si el del avión no nos agradaba y a esperar la hora de embarque. Cuando llego el momento, alá! Avalancha de gente en el mostrador! Tampoco teníamos mucha prisa así que pasamos sin agobios, llegamos al avión y nos sentamos, no conseguimos que nos sentaran a los cuatro juntos en una de las filas del medio, pero al menos fuimos en asientos consecutivos, pero de pasillo por en medio. La comida del avión, misteriosamente, estaba hasta rica! Pasta con pollo y salsa de nosequé, una ensaladilla rusa y el pastelito de chocolate. Para merendar un sándwich de jamón y queso. El viaje… horroroso, pero simplemente porque con las ganas que teníamos de llegar, y las 8 horas que te tiras en el avión se hacen eternas. Uno de los compañeros de viaje era novatillo en esto de coger aviones y estaba un poco asustado en el aterrizaje, pero transcurrió sin problemas, al igual que el vuelo completo que no hubo muchas turbulencias (aunque hubo un ruido raro al despegar que Rubbia y yo nos miramos con cara de circunstancia durante un momento).


Y por fin habíamos tocado tierra! Salimos del avión, la plasta y humedad que contáis no fue para tanto, quizás porque en el avión hacía un calor increíble y un poquito de brisa nos sentó bien. Un ratito largo para pasar el control de aduanas (pago de 10 dólares, sellado del pasaporte y a correr!) las maletas salieron super rápido y nos fuimos a buscar el autobús que nos llevaría al Palladium. Es cierto que los maleteros te atosigan y te intentan quitar las maletas de las manos, pero unos que somos listos (aunque esa no es la palabra, más bien estábamos prevenidos por el foro) con un no gracias, ya podemos nosotros, los esquivamos sin problemas. Papelito para la reunión del día siguiente antes de montar el autobús y pa’ dentro! Anthony y ¿Willix? eran nuestros acompañantes del touroperador, nos explicó ciertas cosillas antes de llegar al hotel, vimos durante el trayecto la pobreza que hay en el país, es impresionante, pero bueno… Unos 20 minutos de bus y llegamos al Palladium, todos íbamos a hacer el check-in en el Bavaro, nos bajamos, los maleteros bajan las maletas, nos dan nuestro cocktail de bienvenida, brindamos por el primero de tantos que nos esperaban y a ponernos en cola para registrarnos.

Teníamos miedo de que nos pusieran separados, que no estuviéramos en la misma villa, Rubbia la mayor preocupación que tenía era que tuviera jacuzzi en la habitación… (pillina!), pero como buenos foreros, también enviamos antes de irnos nuestras preferencias (habitaciones en la misma villa, planta de arriba, una con cama de matrimonio, céntricas y cerca de la piscina). Enviamos los e-mails al Bavaro y al Palace, por el tema de que no nos tocaran los bloques del Punta Cana, y nos contestaron del Bavaro. Una vez hecho el check-in vimos que nos habían puesto en una de las villas del Punta Cana, en concreto la 72, al lado de la piscina del Behique, así que más céntrico imposible! Ninguna queja, pero allá que fuimos corriendo a ver las habitaciones para ver si tenían nuestro ansiado jacuzzi! Llegamos y voilá! Todas nuestras sugerencias cumplidas, y como sorpresa… en la habitación de Rubbia y su pareja habían colgado un cartel de Recién Casados! (Ea! De luna de miel sin pasar por el altar!) Y en ambas habitaciones una botella de ron y una cesta de frutas, a la par que una invitación para la cena de lunamieleros para ambas habitaciones, que decidimos no usar, porque eso de comida romántica… para Rubbia y su novio que iban en pareja si, pero para el otro amigo y yo, como que no pegaba mucho





Soltamos todo y nos fuimos corriendo a cenar algo. Elegimos la Catedral, que yo creo que desde la primera noche nos enamoró. Ha sido nuestro buffet favorito durante toda la estancia, mucha variedad para elegir, cenas temáticas todas las noches, buen servicio, y prácticamente la misma mesa donde nos sentábamos día tras día. Esa noche tocó cena oriental, antes de entrar nos recibieron con un chupito de sake, entramos para adentro… los ojos me hacían chiribitas cuando vi una mesa enorme llena de sushi de 8 o 9 tipos! No me lo creía, quería llorar de la emoción! Tuve que parar de comer porque empecé a pensar que tanto arroz y pescado crudo no podía ser bueno para el primer día… pero que rico que estaba!


Y ya, una vez cenados, unos cocktailes en el Lobby del Bavaro, nuestro gazpacho particular (Especial Fiesta), banana mamas, roncolas, cocktail Alexander (no os lo recomendamos para nada) y cocoloco! Nos supieron a gloria!



Antes de ir a dormir nos dimos un paseíto por todo el hotel, llegamos a la playa, vimos algunas piscinas… pero a mitad de trayecto empezó a chispear, y teniendo miedo que nos cayera nuestra primera tormenta tropical nos fuimos para la habitación. Algunos por lo visto utilizaron el jacuzzi la primera noche (ejem, ejem!) y otros que estábamos muertos nos fuimos a echar el primer sueñecillo, con una sonrisa en la cara… YA ESTABAMOS EN EL PARAISO!

---

Me desperté, miré el móvil, 5.30 a.m., los ojos como platos y el ventilador dando vueltas encima nuestra. Vale… no lo he soñado, estamos en Punta Cana! (Tirí tirí tirí!) Efectivamente el jet lag nos acompañó durante toda la semana, pero era de agradecer, nosotros íbamos en plan de disfrutar aquello, las playas, el hotel, no salimos de fiesta prácticamente, así que lo de despertarnos a esa hora nos venía de lujo! Estábamos impacientes por ver el hotel de día, porque la noche anterior no lo disfrutamos en todo su esplendor, ni punto de comparación el verlo de noche, cuando llegas, que a la mañana siguiente, con todos esos colores que hasta dañan la vista. Hicimos un poco de tiempo hasta que llegara la hora en que habíamos quedado con los compis de la 7219, se me paso por la cabeza en irme a darme una vuelta yo sola antes de quedar, porque no podía aguantar las ganas de ver aquello, pero al final esperamos un poco, nos vimos a la hora prevista y rumbo a la Catedral, que era el que conocíamos, y como ya dije, nos había dejado muy buen sabor de boca.

Durante toda la semana, antes o después de desayunar, siempre pasábamos por el lobby del Bavaro, para pillar Wi-Fi y actualizar y llamar a nuestras familias. Decir de este que va bastante bien, al menos en el Bávaro, las veces que intentamos conectarnos desde el lobby del Palace nos dio bastante más problemas, sin llegar a conectarnos la mayoría de las veces o funcionando súper lento el resto.
Y después de las llamadas de rigor, ya si que si, hicimos nuestra entrada triunfal en el buffet. Una cosa a destacar de todos los restaurantes, y que me pareció muy curiosa es que antes de entrar (o salir) te echan jabón higienizante (de estos con alcohol antibacterial) en las manos. Una persona dedicada a recibirte y darte los buenos días cuando llegas y a echarte el gel en las manos con una sonrisa. Y del buffet desayuno que decir? No había forma mejor de comenzar el día, mostrador de bollería, mostrador de panes, barra libre de zumos, yogures líquidos y cereales, una muchacha haciendo crepes todos los días, en los que podías echar sirope americano, vainilla, chocolate y mermeladas. Pero si os gustan los crepes salados, muy buenamente podíais ir a la parte de embutidos, cogeros jamón York y queso y pedirle a la muchacha que os lo fundiera en la sartén, o si no, una vez envuelto, meterlo en la maquina tostadora de pan para fundirlo Truquitos que va descubriendo una poco a poco con un poquito de ingenio. En el American corner de la catedral, había todas las mañanas huevos duros, churros, tocineta, jamón frito (que cosa más rica madre mía!) y un cocinero preparando tortillas o huevos a la plancha para los cuales tu podías elegir el número de huevos y los ingredientes que querías en tu tortilla (jamón, queso, maíz, tomate, cebolla, pimiento…). En el Italian corner también podíamos encontrar todas las mañanas huevos escalfados, duros, revueltos (también te hacían los huevos revueltos al momento) y un pequeño mostrador con bocadillos y medias noches ya preparados con embutidos, pero sinceramente, a mi estos no me gustaron, el pan estaba demasiado duro, y pudiendo hacértelos al instante tu mismo, no merece la pena. Cada uno teníamos nuestro menú particular por las mañanas, Rubbia y acompañante solían desayunar siempre tostadas y croissants con mantequilla y embutidos, Pepito Paquete (mi compi de habitación, cuyo mote se lo pusieron en la excursión a Saona y ya os contaré más adelante) y yo, no podía faltar cada mañana nuestra ración de churros, algún crepe en días alternativos, jamón frito y nuestros zumitos.

Después de desayunar y con nuestras manos higienizadas ;), quizás pecamos de novatos, o de asustadizos, pero nos fuimos a la reunión del tour operador, soltándole una mentira piadosa al guía, diciéndole que era nuestra quinta vez, con lo que nos aseguró que nos cogería el papelito y confirmaría vuelos los primeros. La verdad que la reunión duró poco, una media hora, pero lo de confirmar vuelos es todo una farsa, entregamos el papelito que nos dieron el día anterior y listo, ahí os quedáis que nosotros nos vamos a la playa. Totalmente prescindible, como bien se comenta en el foro.

Tras la reunión nos fuimos a la habitación a coger las tarjetitas para cambiarlas por toallas, las cámaras de fotos (si… llevamos mil cámaras, por si se rompía una poder tener otras, y no podía faltar una compacta para tener siempre a mano, una acuática y una réflex para que las fotos relumbraran). Antes de salir rumbo a la playa, llamamos al Capitán Gringo, para confirmar nuestra excursión a Saona para el sábado 23. Nos atendió al teléfono una chica, el capitán no se encontraba en la oficina y ella no podía confirmarlo, así que quedamos en que nos llamaría esa tarde a la habitación, en torno a las 7 y media para confirmárnoslos el mismo. Sin problema, vamos a la playa.

Cuál fue nuestra sorpresa al salir de la villa que estaba empezando a chispear, cara de preocupación en los niños, ¿nos hemos venido al Caribe para que llueva? Pero era una lluvia peculiar, no había nubes, hacía un solazo de impresión y nada nos iba a amargar las vacaciones. Gracias al clima caribeño, la lluvia duró durante los 5 minutos que tardamos en ir al toallero, entregar las tarjetas a cambio de toallas, ponerlas en una hamaca e ir a darnos nuestro primer bañito. Nada mas pisar el borde de la piscina dejo de llover, y no volvimos a ver más agua que la del mar y la piscina durante el resto del viaje. Elegimos la piscina Samaná para nuestro primer baño, la que está al lado del Behique y la que nos pillaba mas cerca. Antes de meternos en el agua, uno de los vendedores de excursiones (El baratero se llamaba según el), nos comió un poquito la cabeza, y por no hacerle un feo le dejamos de charlar un rato. Con el paso de los días aprendimos a esquivar a estas personas con mucho arte (si es que llevamos el andaluz en las venas). El primer baño supo a gloria, la piscina para nosotros solos, intentamos pedir algo en la barra pero aún no estaba abierta asi que nos salimos y pusimos rumbo a la playa.

Los caminos para llegar a la playa, con esos jardines… impresionantes, y la sensación de ver esa playa por primera vez no tengo palabras para describirla… un BUAH!!!! Con letras mayúsculas.

Rubbia, que en su anterior viaje se hizo sus trencitas de “ya no me peino más durante una semana”, tenía claro que lo primero que quería hacer era hacérselas de nuevo, así que fuimos al Cortecito, a menos de 3 minutos andando desde la playa del Punta Cana, 5 si hacéis una parada en un chiringuito para pedir unos bananamamas como hicimos nosotros. Y como bien decíais, es pisar el principio de la playa de esta zona y ya te encuentras a los vendedores. No somos de dar muchas vueltas, así que una mujer llamada Gisela, que se sitúa en el chiringuito Nº1 le ofreció hacerle las trenzas por 25 dólares (regateando un poco) y a Rubbia le pareció de lujo y allá que nos fuimos. Intentaron convencerme que me las hiciera yo también, pero entre que tengo demasiado pelo y que no me convencía como me iban a quedar no me decidí. También me ofrecieron hacerme las uñas pero pensé en dejarlo para el último día y volverme con la manicura hecha a España, ya que allí con tanto agua y arena iban a acabar destrozadas. Mientras le hacían las trencitas a mi amiga, los niños se fueron a darse un bañito, tomarse algo fresquito, tumbarse al sol, vaya… la buena vida como dirían algunos. Nosotras nos tiramos todo el rato de charloteo con las dominicanas, son una gente genial, muchas risas. Rubbia se puso a darle trocitos de papel de aluminio y yo a darle las bolitas… total, no tenía otra cosa mejor que hacer que disfrutar de la charlita con vistas al mar. Creo que tardamos una hora y media en hacerlas, bastante rápida Gisela para lo que hemos leído.

Otro paso antes de terminar de disfrutar sin preocupaciones el resto del viaje, era ir a hablar con Pedrito, chiringuito nº5 de El Cortecito, para contratar la excursión de las lanchas. Pedrito no se encontraba, pero estaba Pedro, con el que gestionamos la excursión para la mañana siguiente, 70 dólares por pareja, pagando un 30% por adelantado. Todo sin problemas, pero… ¡ouch! No teníamos dinero suficiente, así que tendríamos que ir a pagarlo por la tarde.

Y ya si que fuimos a las tumbonas que habíamos pillado antes de ir al Cortecito, los niños, con su ajetreada mañana de chiringuitos y baños, se tumbaron en la hamaca, y Rubbia y yo, que no habíamos pisado el agua aun nos fuimos a por nuestro primer chapuzón en el mar. Que bañito tan rico! Bailamos y cantamos en el agua, y eso que apenas llevábamos alcohol en el cuerpo, no nos hacía falta, estábamos súper felices de estar allí, nuestro sueño cumplido.

Con nuestras ansias de verlo todo, dejamos la playa y fuimos a probar la otra piscina del Punta Cana, Saona, también bastante tranquilita, apenas nadie, inauguramos la barra húmeda, pidiéndole a los camareros que innovaran cócteles ricos con nosotros, que lujo!
Tras el bañito, almuerzo en La Uva, que está justo al lado. El buffet, en comparación con el que habíamos visto la noche anterior en la Catedral, era algo más flojito. Yo probé unos nachos con queso y guacamole, una ensaladita, algún filetito a la plancha… Un poco de tó!

Los niños estaban impacientes y con prisa de ir al Sports Bar, se jugaba la final de la Copa del Rey y no querían perdérselo, así que salimos pitando rumbo al bar. Llegamos en el momento propio, estaban casi todas las mesas pilladas, pero conseguimos sitio sin problema, 5 minutos después aquello estaba petado de gente, de pié por todos lados. Empezó el partido, los niños estaban sentados con un par de amigos del Osasuna en la mesa, Rubbia y yo tuvimos que irnos a pagar la excursión a Pedro, así que dejamos a los niños abandonados a su suerte allí en el bar, sinceramente, creo que no tuvieron ningún problema e inconveniente en quedarse allí, entre cervezas y picoteo, viendo un partido de futbol.
Esperamos 5 minutos para coger el tren, en vista que no venía, decidimos darnos una caminata y así explorar otras partes del hotel. Tras el paseito pagamos la excursión y nos fuimos a darnos un bañito en la playa y finalmente a la piscina del Bavaro, ya que habíamos quedado alli con los machotes después del partido. Dieron las 6 y poco y los niños no aparecían, fijo que había prorroga o bien se habían perdido para llegar a la piscina, que conociéndolos, no sería de extrañar. Pero con la mentalidad de “Don’t worry, be happy” decidimos volvernos a nuestras villas, ya que estaba empezando a refrescar y no teníamos toallas, las tenían ellos y suponer que los niños irían para la habitación después del partido. Así que llegamos a nuestras respectivas habitaciones, encendimos los jacuzzis y nos dimos un bañito cada una, mucha espuma (echamos un gel de baño de los del hotel y otro de champú mientras se llenaba), algún incidente al encender los chorros del jacuzzi cuando el agua estaba a medias, secado del suelo y de parte de la cama tras el incidente… y pa dentro!! Una presidente en la mano y sumergida en el agua! Esto si que es vida chavales! Al rato llegaron los niños, terminaron de disfrutar el jacuzzi, duchita, nos arreglamos y rumbo a la cena!

Esa noche decidimos probar el Rodizio, pero llegamos sobre las 9 y poco y había mucha cola, así que fuimos a probar suerte al Mare Nostrum. Ahí había que esperar menos así que nos dieron el Bipper y nos fuimos a ver el Casino. La verdad es que este es bastante pequeñito, unas mesas de póker, otras de ruletas, otras de blackjack y algunas tragaperras, con la barra del bar evidentemente. Nos dimos el paseito y nos sentamos en la terraza del Lobby del Palace a hacer tiempo. Era el primer día y estábamos embuchados y hartos de comer, pero el Rubbia acompañante y yo decidimos tomarnos algo, yo elegí un mojito (muy malo por cierto xD, todo hay que decirlo) y el pidió algo para abrir el apetito, le trajeron un Martini (cuyas consecuencias contaré en la siguiente etapa), terminamos las copas con mucho trabajo y empezó a sonar el Beeper.

El Mare Nostrum es pequeñito, como casi todos los temáticos, pero muy acogedor. Nos sentamos en una esquinita y vino un camareros a servirnos la bebida (Bendita agua que nos acompañaba en las comidas) y empezó a echar en cada plato pequeñito que teníamos cada uno un chorreón de aceite y otro de vinagre balsámico y espolvoreando parmesano por encima. Nos comentó que era para mojar el pan o el jamón serrano del buffet. Antes que vinieran a tomarnos nota del plato principal, nos levantamos a por una ensalada que nos teníamos que hacer nosotros mismos en la parte del buffet. Creo que ha sido la ensalada más rica que he probado en mi vida (tocineta, picatostes, salsa cesar…) buah! De escándalo! Y después pedimos los platos. Rubbia eligió un pollo con champiñones y cebollita, que no puedo recordar el nombre, rubbia-acompañante eligió pasta carbonara (estaba saturado de comida y bebida ya por aquel día), y PepitoPaquete y yo pedimos Milanesa (filete empanado) con jamón y queso a la Parmesana. Ajú, delicioso! Mucha cantidad, tres filetes de pollo empanados, ninguno de los 4 fuimos capaces de terminar el plato, muy a nuestro pesar porque estaba riquísimo. De hecho tuvimos que irnos sin probar el postrehttps://www.losviajeros.com/index.php?name=Blogs&mode=add&id_blog=5231 porque nuestros estómagos no daban para más.
Para acabar la noche fuimos al lobby del Palace a intentar pillar Wi-fi y subir alguna fotito del día para que nuestras familias vieran que no nos habíamos muerto ni lo estábamos pasando mal. Esta vez conseguimos pillar conexión, porque antes de comer nos fue imposible. Un paseito y a dormir! Que mañana nos vamos de excursión!

---

7 a.m. Jueves.Habíamos quedado en media hora para ir a desayunar, ya que a las 9 y media teniamos la excursión de las lanchitas. Para nuestra sorpresa suena el teléfono, Rubbia-acompañante ha pasado una noche de perros probando las instalaciones sanitarias de su habitación, el pasillo de la habitación al baño tiene que estar ya regastado, primeras consecuencias de mezclar el calor, con cervezas y un martini del cuál voy a obviar que abrió esa noche en lugar del apetito.

Cosas que pasan, decidimos ir a desayunar los tres sanos restantes a Las Torres, ya que estaba de camino al Cortecito. Rubbia y rubbia-acompañante nos dicen que nos vayamos nosotros a la excursión, que ellos solo habían pagado parte de la reserva, pero se nos ocurre que podíamos intentar hablar con Pedrito para que nos cambiara la fecha y así poder disfrutarla todos como teníamos planeado en un principio. Así que rumbo al buffet para desayunar. Las Torres es bastante más pequeñito que La Catedral y en consecuencia hay algo menos de variedad, aunque casi no se nota la diferencia. Zumos, bollería, embutidos, cereales, desayunos americanos y gofres en lugar de crepes. Ese fue el bendito día en que descubrí el jamón frito para desayunar! Que cosa mas rica!

Antes de seguir rumbo al Cortecito, nos pasamos por el lobby del Palace a informar a las familias del día anterior, nuestra rutina. Esta mañana si conseguimos pillar Wi-Fi en el Palace sin problemas, se nota que estaba menos saturado a estas horas. Rubbia se fue a ver como estaba su pareja, y Pepito Paquete y yo ponemos rumbo a acosolandia (nótese que con un “no, gracias” dejaban de atormentarte, pero es un apelativo cariñoso al Cortecito, tampoco era ninguna tortura ir alli  ). Durante el camino pasamos cerca de la zona de las Royal Suites, la parte de los edificios no me gustó mucho por fuera, pero se veía la piscina y la zona de tumbonas y tenía muy buena pinta.

Llegamos al Cortecito. Me para Gisela por el camino para ver si venía a hacerme las uñas. No, hoy no, el último día vuelvo! Delante del chiringo de Pedrito estaban ya las lanchas rápidas, allí estaba Pedro otra vez, le comentamos nuestro problema, y de voluntad propia sale el decirnos de cambiar el día, para el lunes (nuestro último día completo en Punta Cana) ya que estábamos en festivos, Semana Santa, y no iba a haber más salidas durante ese periodo, y que si por cualquier motivo no podíamos realizar la excursión, nos devolvía la fianza sin problema. Un placer hacer negocios con este hombre, un diez para ellos ya que el trato que tienen con los clientes es inmejorable.

Así que volvemos superfelices a hablar con Rubbia y Rubbia-acompañante a decirles que se ha podido posponer la excursión. Pero para nuestra desgracia (nótese la ironía), nos topamos con la piscina del Palace. Rubbia y yo la habíamos visto de pasada la tarde anterior cuando fuimos a pagar la reserva y tenía muy buena pinta, además había animación y aún no los habíamos visto. Así que no pudimos resistir el darnos el bañito de rigor antes de volver a la habitación, la piscina prácticamente para nosotros solos, no queríamos salirnos, pero no queríamos despistarnos de la parejita así que fuimos a buscarlos. Rubbia-acompañante ya tenía mejor color, por la mañana costaba distinguirlo de la pared por lo visto, así que tuvimos nuestra sesión particular de “Tu me das cremita, yo te doy cremita”, para embadurnarnos de Factor 30 por todos lados antes de salir a cualquier sitio. En principio habíamos quedado en ir a la piscina del Bávaro si Pepito y yo hacíamos la excursión, como punto de encuentro, ya que era el sitio que conocíamos todos como llegar, pero visto que ya íbamos todos juntos y que aun no habíamos visitado todos la del Palace, allá que nos fuimos.

Durante el trayecto vimos a un montón de jardineros subidos a los palmerales. Una de mis mayores ilusiones al ir a Punta Cana era que me bajaran un coco para probarlo, pero pensé que ya habría tiempo en todo el viaje y no les iba a decir nada ahora mismo. Llegamos a la piscina, unas tumbonas debajo de una palmera, y al agua patos! Estábamos en la orilla que tiene esa piscina sentados tomando el sol, cuando aparece un jardinero con una carretilla llena de cocos, me sale del alma el decir en voz alta “Aiva! Yo quiero un coco!”. Se ve que lo dije en un tono algo más alto de lo que debía, por otra parte algo habitual en mi, ya que mis amigos dicen que me tragué un altavoz de pequeña, y el jardinero me oyó. Me empezó a hacer gestos (no estaba muy cerca que digamos) para que lo siguiera, así que allá que me fui. Cogió uno de los cocos, uno de esos cuchillos-sables que llevan y me lo preparó, listo para beber el liquidito/zumo/agua de coco. A Pepito Paquete le dio envidia de la sana y fue a pedir otro, a lo cual el jardinero accedió gustoso. Que agradables que son estos dominicanos. Así que para la piscina que volvimos los dos, más felices que unas pascuas con nuestro coco en mano. Pedimos unas pajitas y estuvimos los 4 allí probando los cocos un rato, intentando sacarle la carne que tenían por dentro. Pero lo mejor estaba por llegar. Cuando el líquido estaba por la mitad, fuimos a la barra y le pedimos al camarero que nos los preparara, uno con cocoloco y otro con bananamama. No hay palabras para describir lo rico que estaba, sobre todo el de bananamama. El de cocoloco estaba algo más fuerte en cuanto alcohol, y también le puso un poco de canela… mmm!!! Creo que esa mañana rellenamos los cocos unas 3 veces, os lo recomendamos totalmente. Si veis a algún jardinero por allí cerca pedirle uno (o dos… o tres…)

Despues del bañito en la piscina fuimos a darnos un bañito en la playa, que hay que dedicarlo un poquito de tiempo. Nuestra felicidad, al menos la mía (ejem, ejem!) debido a los cocos en ese momento era considerable, asi que el bañito nos sentó de lujo. Ese día fuimos a almorzar algo más pronto de lo habitual, pero habíamos desayunado pronto y Rubbia-acompañante ni siquiera había desayunado nada, así que intentamos entrar al Bohío, pero estaba lleno, asi que decidimos ir al Behique, ya que habíamos leido que era uno de los mejores al mediodia y tampoco lo habíamos probado. A mi personalmente me gustó mas este buffet para el mediodía, mis compis preferían El Arrecife, pero ya digo que es cuestión de gustos. El Behique es bastante amplio, más o menos la misma comida que en La Uva el día anterior y además tenían para hacer crepes. Decir que para los que estén regulin-regulán con los desordenes intestinales no tendrán problemas, en todos los buffets hay arroz y pollo, y de eso damos fe totalmente, que entre una cosa y otra, y que al final mas de uno le cogió gusto al tema, minimo una persona comía arroz y pollo en alguna de las comidas.

Os dejo unas fotos de El Bohío, aunque finalmente no comimos aqui.

Después de comer, y tras un par de días algo más “estresados”, nos dio un poco el bajonazo, así que decidimos tomarnos un siestorro puntacaniense. Los niños prefirieron ir a la habitación, Rubbia y yo divisamos una palapa vacía en una esquinita perfecta de la piscina, a la sombrita y allí que nos tumbamos. Corría brisita, durante la siesta (de un par de horas perfectamente) tuvimos que echarnos la toalla por encima y todo. Yo creo que ha sido la mejor siesta de mi vida. Llegaron los niños y nos terminamos de despertar. Al lado nuestra habían puesto un puestecillo de collares, pendientes, pulseras y demases. Cuando el hombre del tenderete vio que ya nos habíamos despertado se acercó a nosotros, nos regaló unos collares a los 4 y nos ofreció el que compráramos algo. Después de un ratito y de regatear un poco hicimos unas cuantas compras. El precio no estaba mal, pero descubrimos que podíamos haber sacado mejor precio en El Cortecito, pero bueno, ya estaba hecho todo.

Nos dimos un bañito en la piscina Samana, vaya, la que teníamos al lado, y decidimos ir a probar el Spa. La verdad que tampoco es gran cosa, uno de los jacuzzis estaba vacío, pero tampoco llegamos a probar el otro. Nos hicimos el paseito por la piscina con los chorros, estuvimos un rato descansando allí, viendo como la gente se machacaba en el gimnasio y poco más. Decidimos ir a ducharnos y arreglarnos para la noche. Pasamos por el lobby del Palace, y allí también habían montado puestecitos dominicanos. Nos regalaron también unas pulseras y otros collares a los niños, con rito para dar larga vida al miembro viril incluido, pero no compramos nada más.

Después de la duchita, sin olvidarnos hacernos nuestras fotos en el rinconcito de la villa con el modelito nocturno, decidimos ir a nuestra querida Catedral, esta noche había cena Dominicana y era algo que estaba en nuestra lista de cosas que queríamos hacer. Personalmente, cuando voy a un país me gusta probar la comida típica de allí, así que teníamos que ir esa noche a la catedral si o si. Chupito de mamajuana antes de entrar (se ve que en cada noche temática te ponen un chupito de la bebida típica con alcohol del lugar  ). Esa noche también vendían botellas de ron en el mismo buffet. Había un stand de 3 metros decorado completamente con frutas y una mesa en la cual una chica estaba friendo tortitas, arepas, croquetas de bacalao y otras delicias dominicanas. Yo creo que fue una de las cenas que más me gusto, aunque me acabo de dar cuenta que de los tres días que llevo escritos, los tres días he puesto lo mismo xD Se ve que no he comido más durante esta semana y que disfrutamos comiendo. Después de la cena, otra de nuestras rutinas diarias: lobby del Bavaro, cocktailes, charleta, actualización y a dormir, no sin antes encender el ventilador y el aire acondicionado, que la noche anterior pasamos mucho calor!

---