![]() ![]() Descubriendo el mundo ✏️ Blogs de Global
El blog se compone de los relatos mis viajes en los ultimos 10 anos alrededor del mundo: Europa, Oriente Medio, Asia y centrado ultimamente en Australia y Nueva Zelanda, donde resido actualmente.Autor: Rigel83 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (6 Votos) Índice del Diario: Descubriendo el mundo
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Etapas 10 a 12, total 12
En verano de 2008, fui al congreso olímpico celebrado en China por motivo de los Juegos. Una vez que la universidad me había pagado el billete de avión, y que era la primera vez que me encontraba en el continente asiático, eran muchos los atractivos para no quedarme allí por más tiempo. Por lo cual, una vez terminado el congreso, me colgué la mochila a la espalda y empecé mi descubrimiento particular por el sudeste asiático. El viaje lo realicé solo, duró algo más de un mes y, a la postre, ha resultado ser uno de los mejores que he realizado hasta la fecha. El recorrido empezó en Beijing y terminó en Singapur, recorriendo la costa este de China, Hong Kong, Vietnam, Camboya y la península de Malaysia. La ruta es bastante popular entre mochileros, debido a la cantidad de atractivos turísticos que se encuentran en la zona y a lo económico que resulta viajar por esos lares.
Hablando de récords… 1USD por dormir en Camboya y 0.20EUR por una cerveza de 0.5L en Vietnam (!) Tremendo… La última parte del viaje me situaba en la capital de Malaysia: Kuala Lumpur. Durante los 4 días que estuve en la ciudad, conocí a muchos otros viajeros, entre ellos a una chica japonesa: Rina. Una enamorada de la cultura española y muy “easygoing” como dicen los angloparlantes. Teníamos pensado ir a sitios parecidos en los días posteriores, por lo que me propuso que viajáramos juntos por un tiempo. Normalmente, prefiero viajar por mi cuenta. Soy una persona que necesito mi espacio y por lo general no me gusta que me planifiquen lo que tengo que hacer. Básicamente, me gusta hacer lo que me salga de los huevos, vaya. Pero después de varias semanas viajando solo, me apetecía tener a una compañera de viaje por unos días, y Rina parecía ser la persona ideal para ello. Nuestro destino ahora se situaba al norte del país, cerca de la frontera con Tailandia: la jungla de Tamán Negara. El principal atractivo que atrae a los visitantes a este lugar es el poder contemplar los monos malayos. Para llegar, tuvimos que coger 3 autobuses diferentes. Cada vez, más chungos. El tercero no tenía ni asientos! Toda una experiencia. Después de unas 7-8 horas en total, llegamos. Un pequeño enclave con 2 o 3 casas de alojamiento, 1 tienda con lo básico y un sitio que daba comidas malayas y vendía frutas. El sitio se encontraba en la rivera de un río, al otro lado, empezaba la jungla… Estábamos en unas condiciones mínimas, una colchoneta en el suelo para dormir, 1 baño… digamos que “peculiar”, teníamos que usar las pastillas potabilizadoras para purificar el agua y un puto gato que no paraba de entrar en la habitación a dar por culo. Para dormir, teníamos que usar una mosquitera debido a ser una zona con riesgo de Malaria muy alto. Con este panorama, las sorpresas no se hicieron esperar. Al ir a quitarme las lentillas para dormir, me doy cuenta que el bote del líquido de éstas está mal cerrado y se ha vaciado entero en la maleta. Situación: en medio de la jungla, sin líquido de las lentillas y donde el agua hay que tratarla con yodo para beberla, por lo que no es una alternativa. Para los que no son miopes, aclaro un poco el concepto. Sin lentillas, no veo un pijo. Como medida de seguridad, siempre que viajo, llevo conmigo unas lentillas de repuesto por lo que pueda pasar. Por lo que al irme a dormir, tiro las que llevo puestas al no poderlas conservar, ya que no tengo líquido alguno. A la mañana siguiente, el sentido común llega a mi cabeza. Si no tengo líquido de las lentillas, no puedo usar las de repuesto, ya que por la noche las tendré que tirar de nuevo y ya no tendré más para el resto del viaje. Por lo que decido usar las gafas durante el tiempo que voy a estar en la jungla y cuando vuelva a un sitio “civilizado” ya compraré otro bote. Primer día en la jungla. Seguimos las recomendaciones de otros viajeros y alquilamos unas botas que llegan un poco más arriba de los tobillos para caminar por la selva. De esta manera, estaremos protegidos de las sanguijuelas y serpientes, las cuales son muy abundantes en la zona. El trekking del día es de tan sólo 7km, pero la humedad es altísima, en 10 minutos estamos empapados de sudor, lo que hace que nos tomemos el camino con tranquilidad. Las sanguijuelas empiezan a ser insoportables, están en todas partes!! Qué gran idea las botas… Siendo temprano por la mañana las serpientes también abundan, llegando a contemplar más de 10 en la primera media hora. Seguimos andando. El motivo del día son los monos, los cuales los llevamos escuchando desde que cruzamos el río. El problema es que viven en los árboles, y éstos miden unos 60-70 metros. Para verlos, hay que subirse a unos puentes colgantes de madera que han construido entre ellos. Llegamos. Empezamos a subir, no veas si se mueven los dichosos puentes a 50metros del suelo... Seguimos subiendo... Cuando estamos en uno de los más altos, vemos a un grupo de monos saltando de liana en liana… me paro, saco mi cámara de fotos y cuando estoy enfocando para sacar una foto, se escucha crujir una rama encima de nosotros y me cae en el hombro. Rina no para de gritar algo en japonés… joder, es sólo una rama pequeña, casi no me ha dolido… me voy a sacudir los hombros y tengo 2 serpientes!!! Ostias!! Me sacudo con tanta fuerza para quitármelas de encima, que en uno de los movimientos mis gafas salen despedidas por fuera del puente… 50 metros para abajo… como para encontrarlas. Intuyo que se me acerca alguien, no veo un carajo… Es Rina. Empiezo a darme cuenta del panorama… En medio de la jungla, sin mis gafas y sin líquido de las lentillas,… pues sí que va a estar entretenido esto ahora. Nos quedan 3km de vuelta al campamento. El maravilloso paisaje se convirtió en una mancha verde en el camino de vuelta. Rina se quejaba de las sanguijuelas, me advertía de las serpientes… Yo, no veía ninguna. Pensaba en cómo salir de ésta. La solución más fácil era volver a la ciudad en el primer bus, pero al campamento sólo llegaban buses cada 3 días, y nosotros habíamos llegado el día anterior, por lo que teníamos que pensar algo para los 2 días siguientes. Al llegar a la habitación, se nos ocurrió una solución provisional. Rina, que también usaba gafas, tenía un pack de 3 días de lentillas (pero las de 1 día, con las que no necesitas líquido). Por lo que ella usaría las lentillas, y yo usaría sus gafas. No nos entendimos del todo para saber que graduación tenía, pero en cualquier caso, sería mejor que nada. No sé si sería el destino o casualidades de la vida, pero fue probarme sus gafas y veía mejor que con las mías!! Problema solucionado. Por primera vez, la suerte me favorecía. Etapas 10 a 12, total 12
Siempre que miraba un mapa pensaba lo mismo. Ese sitio tiene que ser espectacular. Pero, ¿cómo llegar hasta él? El parque nacional de Fiordland se sitúa en el suroeste de la isla sur de Nueva Zelanda y recibe su nombre por la cantidad de fiordos que forma en la costa del mar de Tasmania. Son más de 20, de los que a tan sólo 2 tienen acceso los turistas: Mildford y Doubtful Sound. El resto son tierra de nadie. Tan sólo algunos cazadores se adentran en el territorio, el cual tiene una riqueza en cuanto a fauna y flora única en el mundo. Mis visitas previas al parque me habían dejado marcado. Fiordland es sin duda uno de mis lugares favoritos, si no el que más, de los todos los que he visitado en mis viajes. Pero esta vez, quería algo más. Una combinación entre un incomparable enclave y mi gran pasión por el senderismo. El resultado: una ruta extrema, sin camino marcado atravesando las entrañas de Fiordland para llegar al mar. El tiempo estimado: una semana, y el fiordo elegido: George Sound. Tras varios meses de planificación, llegaba el día. El primer escollo era atravesar el inmenso lago de Te Anau. Después de valorar distintas posibilidades, opté por un hidro-avión que me dejara en el lago Hankinson, situado al otro lado del lago Te Anau y desde el que comenzaría la expedición hacia la costa. Era una mañana soleada, un tiempo perfecto. El vuelo duró unos 15 minutos durante los que sobrevolamos varios ríos, lagos, fiordos y picos nevados: simplemente espectacular. Después de varias indicaciones, el piloto se despide de mí y me dice: disfruta de tu soledad en uno de los sitios más bellos del país. A los 5 minutos de irse el avión ya sólo se escucha el sonido del agua del río y el cantar de los pájaros. Exactamente lo que estaba deseando.
La ruta desde el lago Hunkinson hasta George Sound no es una ruta excesivamente larga. Son unos 30km que se hacen en 2 días. Hay 3 refugios pequeños en los que se pasa la noche: uno al principio, uno a medio camino y otro al final. El único inconveniente es que no hay un camino fijado. El recorrido se hace campo a través con tan sólo unas indicaciones en forma de flechas naranjas en los árboles. El cómo encontrarlas y el cómo ir de unas a otras, es a gusto del consumidor. Para ello, el buen manejo del mapa y la brújula se hace imprescindible si no quieres acabar en Parla. Otro problema son las inundaciones. En Fiordland llueve bastante y, en cuestión de horas, ríos y lagos pueden desbordarse muy fácilmente y hacer el camino impasable. Por lo que llevo una tienda de campaña conmigo en caso de que me quede bloqueado el algún sitio sin poder pasar. A todo esto, hay que sumarle material para casos de emergencia, ropa para todas las condiciones ambientales posibles y comida para 7 días, con lo que me encuentro con que mi mochila pesa 22kg. Un poco pesada, pero yendo solo no puedo dejar nada atrás. Grandes recuerdos me vienen a la memoria a la hora de meter todo en la mochila. Como mi profesor de INEF Vicentín solía decir: “la arruga es bella”. Qué razón tenía. Y es que no hay nada peor que ir clavándote la lata de atún en la espalda durante todo el día. Hacía 2 semanas que había corrido los 60km del Kepler Challenge, por lo que me encontraba en una forma física excelente. Asimismo, llevaba más de 3 meses planeando la ruta y sabía perfectamente lo que me iba a encontrar. Mi principal preocupación era no lesionarme por el camino. Torcerme un tobillo o caerme y romperme algún hueso podría ser crítico en este remoto lugar. Evidentemente, no hay cobertura para el móvil y lo único que llevo es un Beacon, el cual en situaciones de emergencia se activa vía satélite y vienen a recogerme en helicóptero. Pero solo lo usaré en caso extremo. La primera noche me cubro de gloria. Después de encender el fuego, no sé en qué estaría pensando que sin querer toqué el tubo de la chimenea el cual está ardiendo. Echando hostias que fui al río a poner la mano en agua fría. A los 10-15minutos me doy cuenta de que la situación es más seria de lo que parece. Tengo 2 quemaduras muy serias en la mano izquierda, las cuales me duelen muchísimo. Es un contratiempo importante, pero no es algo que me vaya a echar atrás. A la mañana siguiente el sol brilla en un inmenso cielo azul. Un día perfecto para empezar mi camino hacia la costa. El primero de los problemas me lo encontraba a los 5 minutos de empezar: Un puente de 3 cables para cruzar el río. Si. Lo que lees. 3 cables: uno para andar por él, y otros 2 para equilibrarte con las manos. A esto, le sumamos los 22kg que llevo a la espalda. Y por si fuera poco, con la mano izquierda no puedo agarrar prácticamente nada. En estas condiciones es demasiado peligroso, por lo que decido cruzar el río a pie. Tras examinar la situación, me decido por un sitio no muy lejano. Es más profundo que el resto, el agua me llega por la cintura, pero hay menos corriente. Ayudándome de un palo para mantener el equilibrio llego al otro lado sin problemas. A partir de ahí, el camino cambia. El terreno es muy irregular y no hay un camino fijado. Empieza lo salvaje. La vegetación es muy densa, lo que dificulta el andar con una mochila de 80litros a la espalda. No paro de quedarme atascado entre ramas y lo que normalmente son pequeños saltos de roca en roca, se convierte en una verdadera odisea. Al menos, es relativamente fácil seguir las flechas naranjas. Con más o menos dificultades llego al lago Thompson. El refugio donde pasaré la noche no está muy lejos ya. Lo que parece un precioso prado de hierba verde, esconde terreno pantanoso debajo, el cual es imposible atravesarlo. Ante esta situación, sigo por los matorrales. El problema ahora es la gran cantidad de árboles caídos que me encuentro, los cuales bloquean mi camino. Algunos más fáciles que otros de pasar. Tras algo más de una hora de sortear árboles caídos, llego al refugio Thompson. En total, me ha llevado 4 horas de camino cuando mi mapa lo pone como 2 horas y media. Es muy, muy raro que una ruta me lleve más tiempo que el que se indica. Estoy empezando a preocuparme por mañana. El mapa dice que son 10 horas y media… ¿Se convertirá en una ruta de 12 horas? ¿14? , o ¿puede que impasable? Está claro que una salida temprano es imprescindible. A las 5 de la mañana sonaba el despertador y a las 6 en punto estaba listo para comenzar. Había soñado con este día desde hace mucho tiempo. Lo había planeado al milímetro, conocía todos los detalles de la ruta. Iba a ser un día largo, duro y con todo tipo de dificultades en el camino hacia George Sound. Mi motivación ante este reto estaba por las nubes y me moría de ganas por comenzar el día. El inicio lo marca una catarata espectacular sobre el río Rugged. La primera parte del recorrido son unas 2 horas de subida a muerte. Se sigue un camino más o menos definido usado por animales (supongo que de ciervos, ya que he visto unos cuantos ya). La vegetación no es tan densa como ayer, pero la pendiente es brutal. Poco a poco la pendiente suaviza y el camino empieza a enfangarse hasta convertirse en un auténtico barrizal. Cuando digo barrizal, me refiero a barro por encima de la rodilla. El andar más de 5 metros en el barro es prácticamente imposible. Durísimo. Y voy de charca en charca. No hay manera de pasar por el lado, todo el terreno se encuentra bajo el barro. Poco a poco me aproximo al Lago Dead Wood y la cosa no mejora. Voy de barro hasta las orejas. La tierra “me come” literalmente en algunas zonas. Un par de veces elegí mal el sitio por el que pasar y me metí con el barro hasta la cintura! Me costó unos 5 minutos el salir de ahí. Y es que con 20 kg de mochila y barro por la cintura no puedes avanzar y la única salida es volver por dónde has venido y probar otro sitio. Después de todo este festival, por fin cruzo el río que marca el inicio de la ascensión al puerto Henry. Las buenas noticias son que el barro termina, las no tan buenas es que volvemos a las pendientes brutales. Al menos al cruzar el rio, me doy un baño y me limpio el barro. Hace un día de sol y calor. El baño me sienta fenomenal. Una buena manera de recuperar energías para empezar la ascensión. Como en todas las montañas aquí en Fiordland, las cuestas son tela de empinadas. La vegetación vuelve a ser muy densa y el camino es básicamente siguiendo un riachuelo que fluye montaña abajo. En algunas zonas me encuentro paredes prácticamente verticales y con la ayuda de las raíces de los árboles consigo avanzar. Escalando pequeñas cascadas literalmente. Si antes era barro ahora es agua. Voy empapado hasta arriba. El agua normalmente la llevo por encima de los tobillos pero, al ir cuesta arriba, me pongo fino. Entorno a 1 hora desde el comienzo de la ascensión, llego a la cima. Las vistas son increíbles. Fiordland es el lugar donde más llueve de toda Nueva Zelanda, más de 300 días al año. En cambio, hoy el cielo está totalmente despejado y brilla el sol. Me siento un verdadero afortunado de poder estar aquí. La expedición está superando todas mis expectativas. Todo lo que sube también baja, y eso es lo que me toca en este momento. El tema ahora es delicado. El descender este tipo de pendientes por donde el agua corre montaña abajo resulta bastante peligroso, por lo que tomo todo tipo de precauciones para no resbalarme. Aún así, voy a por mil duros en un par de ocasiones. Al rato, la pendiente suaviza bastante y me acerco al valle del río Katherine: una de las zonas más bellas de todo el camino. La dificultad disminuye por un momento haciendo esta parte del camino más relajada. Avanzo por la rivera del río Katherine, el cual cruzo en más de 10 ocasiones. Es una zona abierta y se pueden disfrutar de unas vistas preciosas de varios picos cubiertos de nieve. Con este panorama llego al lago Katherine. El lago se encuentra rodeado por montañas, lo que hace muy difícil el rodearlo por cualquiera de los lados. Asimismo, se ve que ha habido varias avalanchas en las últimas semanas y hay multitud de árboles caídos. Las flechas naranjas están por el suelo por lo que tengo que usar el mapa y la brújula para continuar. Algunas zonas son realmente peligrosas de pasar. Hay unas caídas de más de 10 metros al lago por lo que decido simplemente andar por el agua. Fue meter el pie y hundirme hasta la cintura! El fondo es pantanoso y no puedes andar por él. La cosa se complica. Con muchísimo cuidado paso un par de zonas de avalanchas pero aún me queda una, la más difícil. Según puedo ver, en esta zona hay varias cuerdas en las rocas con las que te puedes ayudar para pasar. Esto es en situaciones normales. Hoy las cuerdas están debajo de los árboles caídos! Me cuesta unos 30 minutos atravesar unos 20 metros. Sin lugar a dudas, la zona más peligrosa del viaje. Una vez pasado el lago Katherine, sabía que George Sound no estaba lejos ya. Llevo 10 horas de camino y empiezo a sentirme un poco cansado, pero el hecho de saber que la costa esta cerca me hace acelerar el paso. Al cabo de un par de horas llego a otro puente de 3 cables. Por lo que toca mojarse de nuevo para cruzar el río. Esta vez es más complicado. El agua baja con fuerza, pero al menos el cruce es más corto. En un par de minutos me encuentro al otro lado. La emoción me corre por las venas. Según el mapa, el mar se encuentra a 10 minutos. No me lo puedo creer. Mi cuerpo va a límite pero mi paso es firme y acelerado. Estoy ansioso por llegar. Después de meses de planificación, de días de espera, de más de 12 horas de sufrimiento… parece que el momento está cerca. De repente, la vegetación hace un claro y ahí está: George Sound. Completamente calmado en un atardecer precioso. El agua parece un espejo sobre el que se reflejan las montañas de un fiordo inmaculado. El lugar es de una belleza excepcional. Fuera de este mundo. No hay palabras para describir este momento. Me cuesta reaccionar ante este espectáculo visual. Estoy totalmente paralizado. Sin lugar a dudas, el resultado de la expedición había merecido la pena. George Sound sobrepasa todas las expectativas posibles. Gracias Nueva Zelanda por esta semana inolvidable. Sabía que no me defraudarías. Etapas 10 a 12, total 12
No muy lejos de Auckland, a unos 45 minutos de camino, se encuentra la arena negra de la playa de Piha. El sitio es frecuentado por surfistas que desafían la fuerza del oleaje de la costa oeste de Nueva Zelanda. A su vez, este bello enclave está rodeado por el parque natural “Waitakere Ranges”, el cual posee innumerables senderos en los que perderse entre la naturaleza. Son muchos los que frecuentan varias de las cataratas del parque. En cambio, muy pocos conocen uno de sus más preciados secretos: el cañón de Piha.
Cómo llegar El camino hasta el comienzo del cañón puede ser un poco confuso y difícil de encontrar. Por lo que es recomendable llevar un mapa para no perderse entre la gran cantidad de senderos que hay en el parque. La ruta empieza al final de Glenesk Road, donde hay un aparcamiento y desde donde empiezan varios caminos. El elegido es el situado más a la izquierda de todos, el denominado Piha Valley Trek. Sigue las indicaciones y, a pesar de varias intersecciones y desvíos que aparecen, no dejar nunca el “Piha Valley Trek”. El camino sigue un pequeño río al inicio, el cual dejas de ver cuando empiezas a subir varios tramos de escaleras. A unos 40 minutos, se empiezan a bajar unas escaleras hasta que se llega de nuevo al río. Justo en ese cruce, hay un gran tronco sobre el agua cruzado de lado a lado. Ése es el inicio del cañón. Una vez en el agua, simplemente se sigue el cruce del río. El recorrido por el agua se realiza alrededor de 1 hora y media. Una vez que terminan los saltos y el nivel del río baja considerablemente (a la altura de los tobillos), es el momento de buscar la vuelta al camino inicial. No te preocupes si no sabes cuándo volver al camino, el mismo río te llevará de vuelta al aparcamiento. En el cañón El uso de traje de neopreno es más que recomendable, incluso en un día de calor. Asimismo, un calzado con una suela de buen agarre es importante también. Unas sandalias de trekking o unos simples zapatos de deporte cubren las necesidades. Una vez en el cañón, sigue tu sentido común. Comprueba la profundidad de las piscinas antes de saltar en ellas. Todos los saltos son opcionales, siempre hay rutas alternativas para el que no quiera saltar. Estas rutas son muy fáciles de encontrar. En el único sitio que no se puede saltar, verás unos escalones clavados en un árbol para bajar por ellos. Tómate tu tiempo. No es una carrera. Tendrás todo el cañón para ti. Relájate en las piscinas de agua o prueba diferentes saltos en las cataratas. Disfruta de uno de los sitios más hermosos de Nueva Zelanda, totalmente gratis y en absoluta soledad. Video del Cañón de Piha vimeo.com/36222523 Más Aventuras en: antonio-descubriendoelmundo.blogspot.com ...ogspot.com Etapas 10 a 12, total 12
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