Riviera Maya (Riu Tequila) Diciembre 2011 ✏️ Blogs de Mexico

DÍA 4 Cobá - Cenote Multun Há – Tulum – Playa Paraíso

La excursión la habíamos contratado con un taxista joven, muy divertido y dicharachero, respetuoso al que recomiendo para las excursiones que tengáis previsto. Es un emprendedor, siempre pensando en cómo ampliar su negocio a costa de satisfacer al cliente, y seguro que en unos años es un gran empresario del turismo. Su vehículo es un taxi, por lo que al ir 4 íbamos bien de espacio. Para quedar con él, teníamos que salir de la zona de Playacar. Él no podía entrar a recogernos al complejo. Allí el tema de los taxis funciona por zonas y sindicatos. Los taxis que no son de la zona no pueden entrar ahí, sólo pueden entrar si llevan pasajeros a dejarlos, entregando en la valla de la entrada la acreditación para al salir devolvérsela tras comprobar que sale sin ningún pasajero. Como curiosidad, daros cuenta que en la entrada, en la caseta del de seguridad, existe un panel informativo con los números de taxi que tienen prohibido ese día la entrada al complejo. Según nos contaron, los motivos suelen ser por quejas de los turistas, intentos de cobrar de más, y cosas así, para que os hagáis idea del trato a los turistas y el respeto que tienen hacia nosotros.
Tras coger un taxi de los de nuestro sindicato , fuimos hacia la salida del complejo donde habíamos quedado con el taxista(cuesta 70 pesos). Tras recogernos, le preguntamos el orden a seguir de entre las excursiones que queríamos hacer. Al final decidimos hacer primero Cobá y luego Tulum Esto no lo teníamos claro del todo, pero al final nos convención de que era lo mejor, y seguramente lo es, ya que la subida a la pirámide de Cobá seguramente es mejor hacerla a primera hora con menos gente y en Tulum no hay ni una sombra, por lo que a primera hora en Cobá estábamos algo más resguardados de el sol. Había dos tipos de visita guiada a Coba (un yacimiento arqueológico de la cultura maya) una que llegaba la primera parte y otra completa. Cogimos la primera para los 4, donde explicaban todo lo relativo al significado de los restos y el modo de vida de la civilización Maya. Para llegar a la otra parte de los restos, donde se encuentra lo más famoso de la visita, la Pirámide de Nohoch Mul, hay alrededor de 2 kilómetros, que se pueden hacer andando, en Limusina Maya (apta para transportar a dos personas) o bien en bicicleta. Chema y yo fuimos por en bicicleta (70 pesos las dos bicis), y Raquel y Marta en Limusina Maya (170 100 pesos las dos). Tras alguna parada de camino a la pirámide, llegamos a la zona cero del yacimiento. Nos habían hablado tan mal de la subida y los escalones que, tras “escalar” Ek Balam y ver aquello no pareció tan difícil como habíamos oído. Lo más complicado quizás sea la irregularidad de los escalones, pero no es demasiada complicada la subida ni la bajada. Además, tiene una cuerda en el centro que llega hacia arriba para ir apoyándose en el trayecto. Cuando llegamos no había prácticamente nadie, por lo que pudimos hacer fotos desde arriba sin turistas, y la verdad que las vistas desde ahí son bastante bonitas. Dicen que, en días claros, se puede ver a lo lejos la pirámide de Chichen Itzá…
Tras bajar con cuidado (bueno Chema no, él bajaba como si fuera por las escalerillas automáticas del Corte Inglés) nos dirigimos de regreso a que el taxista nos llevara a refrescarnos a un Cenote. Se llama Multun Há, muy cerca de Cobá, y tiene una curiosa bajada a través de una escalera de caracol bajo una palmera. Una vez abajo, los 4 (digo bien, no había nadie más en el Cenote) estuvimos nadando y buceando sobre las frescas y trasparentes aguas del Cenote. Alrededor de una hora después, salimos del Cenote con el estómago vacío, por lo que quedamos con el taxista que nos llevara a comer. Tras decirnos las opciones que nos ofrecía, decidimos que nos llevara a un bar con mariscos y pescados frescos cerca de su casa en Tulum. Y la verdad que acertamos. Comimos pescados y mariscos, y costó alrededor de 9 euros por cabeza. Ya con el estómago lleno fuimos a ver la ciudad amurallada maya de Tulum. Para empezar, había leído gente que entre Cobá y Tulum prefería la primera visita, caso de sólo poder hacer una de las dos. En mi opinión, sin lugar a dudas, la de Tulum es mucho más atractiva y por tanto recomendable que la de Coba. Ya no sólo por la ciudad en sí, por la situación del mismo, los paisajes, la playa…Lo veo algo imprescindible de la Riviera Maya.
Para terminar la visita, fuimos a la playa Paraíso, muy cerca de Tulum. Nos habían dicho en la primera excursión, que no merecía la pena para la gente que lo había visitado, pero la verdad que a nosotros nos encantó esa playa, supongo que irá por gustos; para que sepáis de qué hablo, se trata de la típica playa caribeña, con arena blanca, aguas color turquesa, y palmeras acostadas. Pese a que casi ya anochecía, nos bañamos los 4 y salimos hacia Playacar en un trayecto de alrededor de una hora de lo más divertida, contando chistes con el taxista a la vez que le explicábamos el significado de alguno de ellos (para el recuerdo quedará su explicación de los chicos que parten pistachos con los codos).
El taxi nos costó 1300 euros, a lo que habría que añadir el precio de las entradas:
Tras dejarnos en el hotel, nos fuimos a descansar un rato antes de ir a cenar. Por la mañana, ya que habíamos ido a desayunar a las 7, aprovechamos para reservar en el más solicitado de los temáticos, el Steak House. La cena estuvo bien, quizás menos de lo esperado al haber oído hablar tanto y tan bien de éste, pero bien. Tras pasar por la zona del espectáculo de nuestro hotel y seguir tomando los numerosos cockteles que se ofertaban, nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente nos esperaba otra excursión; ésta la íbamos a hacer los 6, pero lo que es más importante, por nuestra cuenta, usando las famosas Van de transporte regular que utiliza cualquier habitante de la zona… y aquello sí que sería una aventura.

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DÍA 5 CENOTE 2 OJOS – AKUMAL

Tras un copioso desayuno, fuimos en dos taxis hacia la misma parada de fuera del complejo en la que, el día anterior, habíamos quedado con el taxista a esperar el paso de las Van hacia Tulum para ir al Cenote 2 ojos. El funcionamiento del transporte es muy sencillo. Son furgonetas de unas 12 plazas, con letreros del sentido de su trayecto, y que hacen una señal con las luces ante cada parada para que, en caso de que quieras subir, hagas una señal. Lo curioso es la rutina de los chóferes. Algunos llevan un pañuelo blanco en la ventanilla del conductor, lo que significa que están llenos. Pasaron 2 llenos (cada 10 minutos o menos pasa uno), y el tercero también iba lleno, y éramos 6 más otra chica que esperaba con nosotros. Sin embargo, el chofer bajó, y nos dijo que todas venían igual, que nos hiciéramos sitio que en unas cuantas paradas bajaban algunos y nos podríamos sentar. Y ahí fuimos, en medio del pasillo que separa los asientos de las furgonetas, de pie, encogidos con el cuello torcido, viajando destino a Tulum. Poco a poco fueron bajando pasajeros, pero nuestro conductor seguía recogiendo a todo el que lo pedía, por lo que fuimos hasta el cenote cerca de 18 en una Van que era para 12…Media hora después llegamos al cenote. Aquí también se regatea…éramos 6, y había varias opciones para llegar a la zona de baño (de ir al cenote). Por libre, que tiene acceso limitado al cenote, ya que no puedes ver los 3 cenotes que lo componen y, lo que es peor, tienes que hacer el trayecto desde la puerta hasta la entrada del cenote a pie (cerca de 2 kms) o bien con un monitor, que te llevan en coche hasta la entrada, te dejan los equipos de snorquel, y para los que quisieran, las gafas y el tubo. Evidentemente nos decidimos por la segunda, porque era mucho más interesante y nos ahorrábamos la hora de camino y vuelta hasta la entrada del cenote. Tras regatear la entrada para los 6 cerramos el trato y fuimos en coche a la cabaña en la que nos pondríamos los equipos. El precio en principio eran 400 pesos por persona, al final nos lo dejaron en 2000 pesos los seis.
Una vez equipados con el equipo de snorquel, fuimos con nuestro guía al primer cenote, al que hay que acceder por estrechos huecos para poder ir viéndolo. Luego nos llevó al resto de visitas, y finalmente nos llevó, de nuevo en coche, hasta la salida.
Saltamos la mediana para coger la Van en el sentido contrario al que habíamos ido para dirigirnos a Akumal. El trayecto fue corto, y esta vez fuimos sentados. Tras parar, tuvimos que hacer un trayecto andando de alrededor de 1 kilómetro hasta llegar a Akumal. Al llegar, al vernos caras de guiris, nos enseñaron unos videos ilustrativos de cómo hacer snorquel con las tortugas, explicando qué podíamos y qué no podíamos hacer. Nos vendieron un trayecto organizado por ellos en el que, también con equipos cedidos por ellos, veríamos los peces tropicales y las tortugas ( teóricamente si lo hacías por tu cuenta no tenías acceso a lo mismo…). Como éramos un grupo de 6, regateamos bastante y al final accedimos a hacerlo con aquellos personajes. Y la verdad que no estuvo mal…Vimos cientos de peces, muchas tortugas, barracudas, rayas, y estuvo muy bien. Duró alrededor de una hora, y tras terminar, ya nos quedamos en la playa de Akumal hasta que anocheció. Decir que la playa en sí a mí me defraudó (no lo que había dentro de ella) ya que me la imaginaba mucho más grande y con muchos más metros de arena hasta el agua.
Alrededor de las 5 y media volvíamos a la parada de las Van, pero casualmente en el camino había dos taxistas que nos ofrecieron llevarnos en taxi. Como no teníamos intención de ir en taxi (necesitábamos dos y pensábamos que se nos salía de presupuesto) tiramos muy por lo bajo al regatear, con la sorpresa de que aceptaron, y en total nos salía casi igual que los 6 en la Van, porque teníamos que contar también con dos taxis para ir desde la parada hasta nuestro hotel. Nos costaron los dos 400 pesos. A la vuelta, habíamos quedado para la noche, ya que era jueves, día en el que habíamos contratado la entrada para Cocobongo.
Hay muchas opciones (y muchos precios) para ir a Cocobongo (preguntando al personal de animación del hotel os lo pueden hacer ellos) pero nosotros encontramos algo un poquillo más barato con traslado en autobús y vuelta por nuestra cuenta… (45€).
Pues eso, tras cenar esa noche ya en nuestro buffet con Víctor y Maite (los dos del Palace intentaron cenar con nosotros pero no se lo permitieron, ya que las normas son que cada uno tiene que cenar en su hotel, aunque seas del Palace…) salimos hacia el sitio en el que nos esperaba el autobús a Cocobongo. En primer lugar, comentar que, al menos nosotros, lo de ir a Cocobongo no lo teníamos claro del todo al empezar el viaje. Sin embargo, en la primera excursión, las parejas que habían ido nos recomendaron que no nos lo perdiéramos por nada del mundo, que no nos arrepentiríamos…sin contarnos nada de lo que nos encontraríamos para que fuera totalmente sorpresa. Y así hicimos. Y os aseguro que no nos arrepentimos. Ni mucho menos. Recomiendo encarecidamente a todo aquel amante de show business que vaya a Cocobongo. Puro espectáculo. No contaré mucho, ya que creo que es mejor como fuimos nosotros, si saber realmente qué íbamos a ver. Allí hay barra libre, y un camarero cerca de ti que cada vez que pasa por tu lado te pregunta si quieres algo, te ofrece tapones de toda clase, y que poco antes del cierre de la barra libre (3 de la mañana) te empieza a, poco a poco, comentar lo importante que es para ellos la propina, lo poco que tienen de salario, etc. Me pareció algo pesado, y había gente que por pesao decían que no había que darle nada de propina, pero la verdad que a mí, aunque si que te comen demasiado la cabeza, por lo atento que estuvo con nosotros, me dio pena no darle nada extra. Poco más de una hora después de que cerrara la barra libre, nos fuimos en busca de un taxi hacia el hotel (70 pesos, esto es siempre así de playa del Carmen a Playacar) despidiéndonos de los primeros que partían a España, en concreto a Málaga, Chema y Marta, con mucha pena, tras haber pasado tantas aventuras juntos.

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DÍA 6. HOTEL

El viernes de resaca lo pasamos del chiringuito a la playa, y del chiringuito a la piscina, intentando lograr el primero de mis objetivos, probar todos los cokteles del listado que existe en los chiringuitos (sin duda a mí el que más me gustó de todos fue el Bloody Mary al estilo mejicano, buenísimo!) Decir que a la llegada al hotel nos dan unas tarjetas para canjear por toallas. Éstas las puedes cambiar hasta las 18h. Pues bien, recomiendo que llevéis cuidado con ellas, ya que había gente que decía que había quien robaba las toallas, y la pérdida de estas suponía que a la salida del hotel tenías que pagar 240 pesos. Pues eso, nos dedicamos los 4 a estar en la playa y después fuimos a comer al hotel Playacar. Y así pasamos un día de vida contemplativa, hasta la noche, en la que nosotros cenamos en el asiático (que como dije antes nos encantó) y posteriormente fuimos a ver el espectáculo de es noche, que era la noche del Terror.

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