Japón a nuestro aire ✏️ Blogs de Japon

Esta mañana hemos ido a Hakone. Teníamos reservado el tren desde la estación de Tokyo hasta Odawara a las 8:26. Una vez allí hemos comprado el Hakone Free Pass, que por unos 24 euros te permite utilizar todos los trenes, funicular, teleférico, el barco y autobús. Hemos hecho el circuito que proponen en la guía de la Lonely Planet y de Odawara hemos ido en tren hasta Hakone Yumoto. Allí hemos hecho transbordo a otro tren hasta Gora, donde hemos cogido el funicular hasta Sounzan y allí el teleférico hasta Owakudani, a 1153 metros de altura. Hemos paseado por la zona, viendo el paisaje y el contraste del azufre en el agua. Owakudani es un caldero volcánico de vapor, barro burbujeante y fuertes olores.

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Lo típico allí es comerse unos huevos hervidos en las aguas del volcán, con lo cual quedan completamente negros. Dicen que por cada huevo que te comes tienes 7 años más de vida. La gente allí se los comía a puñados, pero a nosotros nos ha dado un poco de asco comernos eso, toda la montaña olía a huevo podrido, aunque no era culpa de los huevos sino del azufre. Lo que sí hemos probado son las bolitas de pulpo fritas que se hacen en una especie de hueveras, estaban buenísimas. Tienen un nombre pero ahora mismo no lo recuerdo.
Después hemos vuelto a coger el teleférico hasta el lago Ashi donde nos hemos subido a un barco que nos llevaba hasta Hakone Machi.

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Se supone que el monte Fuji estaba allí pero no lo hemos visto, lo cual según dice todo el mundo es lo más normal, casi siempre está nublado y no se ve nada de nada. En Hakone Machi teníamos pensado ir caminando a Moto Hakone, pero nos hemos perdido haciendo la ruta de los cedros y después de mucho caminar hemos vuelto a aparecer en Hakone Machi, aunque ha merecido la pena por el paisaje y la tranquilidad que se respiraba en el ambiente. Total que hemos vuelto a coger el barco hasta Moto Hakone, otro pueblecito pequeño muy turístico a la orilla del lago. Hemos paseado por allí y hemos buscado un sitio para comer. Después hemos regresado en bus hasta Odawara, donde hemos vuelto en tren hasta Tokyo. Como era un poco pronto y mi marido es un apasionado de la electrónica hemos pasado el resto de la tarde en Akihabara, comprando alguna cosilla y sobretodo mirando. Hemos ido a un centro comercial enorme, como un Corte Inglés, de 8 plantas y todas de electrónica. Una planta toda de televisores, otra de aparatos relacionados con la música, otra de informática, etc... para Txema era el paraíso, estaba alucinando!
Finalmente hemos vuelto al hotel a ducharnos y prepararnos para la cena en el restaurante del hotel, típica japonesa. Nos invitaba el hotel por pasar una estancia de una semana allí. La experiencia no ha estado mal, ha sido muy divertido, teniendo en cuenta que nosotros no somos muy de comida japonesa y yo no domino nada los palillos. Hemos comido tempura, una ensalada un poco rara, sopa con unas bolas raras que no hemos conseguido adivinar que era (la carta estaba en japonés y el camarero no sabía inglés), arroz blanco y carne de ternera que venía cruda y nos la íbamos haciendo a nuestro gusto en una especie de hornillo. Lo peor de todo ha sido que no tenían cubiertos y se me ha olvidado traer los míos de plástico que me había traído por si acaso, así que he comido como he podido con palillos, pero no hay manera de que aprenda, soy muy torpe y me pongo nerviosa. No entiendo como a todo el mundo le sale con esa facilidad menos a mí... soy un desastre!!!

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Esta mañana nos hemos despedido del hotel Edoya y de Tokyo hasta la semana que viene. A las 13:33 teníamos el shinkansen para Kyoto y a primera hora de la mañana hemos dejado las maletas guardadas en el hotel y hemos ido a ver el parque Ueno y el mercadillo de Ameya-yokocho, que ha sido muy interesante. Después hemos vuelto a recoger las maletas y hemos ido en taxi a la estación de Tokyo.
A las 16:30 ha llegado el shinkansen a Kyoto, pero hasta que hemos encontrado el hotel, nos han dado la habitación y hemos investigado la moderna taza del water con mando a distancia y chorrito de agua que tenía incorporado en el baño se nos ha pasado el rato.

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Sobre las 7 de la tarde salíamos del hotel, hemos cogido el metro para ver la zona de Shijo dori, Pontocho y Gion. El metro aquí es caro, tendremos que comprar el bono bus por 500 yenes al día.
Pontocho es muy bonito, todas las casas de madera al lado del río, pero me lo esperaba más pequeño y menos turístico. Todo son restaurantes japoneses para turistas.
Después hemos ido a Gion, otro barrio parecido todo de casitas de madera antiguas, casi todas convertidas en restaurantes de lujo, donde van las geishas a entretener a los hombres de negocios.
Hemos estado poco rato allí porque a mi marido le ha entrado el hambre y él es como los niños, si tiene hambre y no come se pone de mala leche, así que hemos ido a cenar a un restaurante español que hemos encontrado. Unas tapas variadas compuestas por tortilla de patata, boquerones en vinagre y embutidos, y un solomillo ibérico. No era como la comida española de verdad, pero no se puede pedir más estando tan lejos! Todo acompañado de música flamenca y vino tinto español.
De allí, ya mas contentos con la barriga llena, hemos vuelto en bus a la estación, hemos llamado a España para dar señales de vida, y hemos vuelto al hotel a las 24:00 a dormir, muy cansados porque ha sido un día largo y mañana hay que madrugar.

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Esta mañana hemos desayunado algo rápido que hemos comprado en el 7 eleven, y a las 8:30 estábamos cogiendo el bus nº 100. Primero hemos ido al Sanjusangendo que la verdad es que nos ha decepcionado un poco, ha sido el templo más caro (600 yenes) y el que menos nos ha gustado. De allí hemos ido al Heian en el mismo bus, este templo ya nos ha gustado más. De allí, caminando por la jingu-mae hemos hecho la ruta de Higashiyana. Lo que más me ha gustado es Kiyomizudera, ya que la zona ajardinada, el recinto en sí y el paisaje es de cuento de hadas. Pero realmente lo que más me ha impresionado de todo el día de hoy a sido cuando paseando por una zona de restaurantes caros y calles adoquinadas hemos visto salir una geisha pero de las de verdad. Pintada la cara de blanco y todo, porque hay muchas chicas que se visten con el quimono tradicional pero se nota que no son geishas.

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Nos hemos quedado los dos medio tontos. Yo me he puesto nerviosa y he querido filmarlo todo y resulta que con los nervios después me he dado cuenta que no he grabado nada, estaba la tecla en pausa. Menos mal que mi marido sí ha hecho muchas fotos. Incluso nos ha dejado hacernos una foto con ella. Ha sido una experiencia genial, con esto ya me puedo ir tranquila de Japón!!!
Después hemos estado comprando souvenirs por las calles de alrededor del Kiyomizudera, hemos comido rápidamente en un McDonals y hemos ido a ver el templo Plateado, que aunque estaba tapado por las obras, los alrededores del templo (jardines y subtemplos) estaban muy bien. Sobretodo me ha gustado el jardín de tierra, el primero que veo en mi vida y muy curioso.

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Cuando ya nos íbamos hemos visto a un trabajador sacudiendo los árboles de la entrada para que cayeran las hojas secas y barrerlas. Ésto no pasa en España. Japón es el país de los meticulosos, buscan la perfección y los trabajadores lo dan todo por su trabajo, nunca se escaquean de sus obligaciones.
Al salir del templo hemos visto el paseo del Filósofo y hemos empezado a caminar por allí, pero al rato nos hemos dado cuenta que no era tan bonito como creíamos y además se estaba poniendo el cielo muy negro, así que nos hemos dado la vuelta y nos hemos quedado sin ver el Nazenji. Pero bueno, ya está bien de templos por hoy!!!
Dos minutos después de coger el bus para volver al hotel se ha puesto a diluviar... menos mal que nos hemos vuelto a tiempo del camino del filósofo! En el autobús me ha pasado una cosa muy graciosa. Tenía a mi lado una niña japonesa de unos 4 años y de repente he notado un peso en el brazo. Resulta que la niña se había quedado profundamente dormida apoyada en mi hombro. Y ha seguido durmiendo todo el camino! Los padres querían despertarla pero me daba pena y les he dicho que no, que no me molestaba.

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Finalmente hemos ido al hotel a ducharnos y descansar un rato. Después hemos buscado un restaurante para cenar y hemos acertado totalmente. Debajo de la estación de Kyoto, en la zona de restaurantes, el último del todo, una trattoría italiana donde hemos comido unos spaguetti con espinacas y calabacín que estaban buenísimos. Después una pizza y una botella de vino. Todo 4500 yenes. Creo que volveremos otro día pero pediremos el tamaño pequeño porque ponen mucha cantidad. Muy recomendable para los que estén hartos de la comida japonesa.

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