![]() ![]() 18 días en el Perú ✏️ Blogs de Peru
Relato de los 18 días que pasamos en el PerúAutor: Juanmaycarol Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.7 (22 Votos) Etapas 4 a 6, total 6
Puno
A nuestra llegada a la terminal de autobuses de Puno nos estaba esperando el dueño del alojamiento que habíamos reservado. El sitio se llama Casa Panqarani, y es una especie de bed & breakfast. Lo regenta un matrimonio jubilado adorable. Charlando con ellos aprendimos más de la región de Puno y del lago Titicaca que leyendo cualquier guía. Para el día siguiente queríamos hacer la típica excursión para conocer las islas del lago Titicaca, pero no habíamos reservado nada. Muy gentilmente los dueños del alojamiento se ofrecieron a hacernos la reserva y el pago con una empresa que ellos conocían, para que no tuviéramos que preocuparnos de nada. Decidimos dejarlo en sus manos y salimos a dar una vuelta por Puno para ir a cenar. A la mañana siguiente pasaron a recogernos a la hora estipulada en un minibus y nos condujeron hasta el embarcadero. Allí un sinfín de embarcaciones esperaban pacientemente a que los turistas fuésemos llegando. Nos subieron en una de las barcas y cuando se completó, comenzó la navegación por el lago navegable más alto del mundo. El plan del día era navegar hasta las islas Uros, y después de visitarlas, ir hasta la isla Taquile. Las islas Uros son unas islas flotantes que se encuentran cerca de Puno. Están hechas con juncos y tienen un grosor de unos tres metros, lo que les permite flotar. Hay muchas islas y algunas están muy cerca de las otras. ![]() ![]() A nosotros nos tocó visitar la isla de Wiñay Marka. Al desembarcar nos sentaron en círculo y nos dieron una explicación sobre las islas, su historia, la gente que las habita, etc. Tras la explicación, sacaron piezas de artesanía por si queríamos comprar algo y después nos ofrecieron la posibilidad de navegar en alguna de las dos embarcaciones típicas. ![]() ![]() Nosotros optamos por subirnos a la grande, y remando nos llevaron hasta la isla principal, punto de reunión de todos los turistas que ese día visitábamos el lago.
Allí nos recogieron con la embarcación electrica y pusimos rumbo a Taquile. Durante el rato que estuvimos en las islas Uros, tuvimos la sensación de que quizá en el pasado esas gentes hacían su vida en las islas flotantes; pero en la actualidad, parece más una atracción para turistas que una realidad. En cualquier caso, es un hecho que esas islas forman parte de la historia del Perú y que es una visita bastante original y entretenida. Tardamos un buen rato en llegar hasta Taquile, famosa porque sus habitantes masculinos son unos expertos tejedores. Una vez desembarcamos, tuvimos que hacer una ascensión para llegar a la cumbre de la isla, y hubo que ir despacio porque la altitud se hacía notar. Llegamos a la población principal de Taquile, donde en una amplia plaza pudimos observar a los habitantes que pueblan la isla, todos vestidos con sus trajes típicos. Dimos un paseo y nos llevaron a comer a un restaurante. Tras la comida pudimos ver las bonitas vistas que hay desde casi cualquier punto de la isla. ![]() ![]() ![]() Después volvimos al embarcadero, donde nos subimos de nuevo al bote y nos llevaron de vuelta a Puno. La sensación que tuvimos en Taquile fue totalmente contraria a la de las islas Uros: en esta isla más bien parece que sus habitantes hacen su vida y son independientes de los turistas, aunque por supuesto no renuncian a hacer negocio. Pero así como la población de las islas Uros depende por completo del turismo, la de Taquile da la sensación de ser autosuficiente.
Sea como fuere, nos pareció que fue una excursión muy completa e interesante. ![]() A nuestra llegada a Puno estuvimos dando una vuelta por la ciudad y encontramos que más allá de la plaza de Armas y de la peatonal y animada calle Lima, no tiene mucho atractivo turístico.
A la mañana siguiente madrugamos bastante para coger el autobús turístico Inkaexpress, que nos llevaría hasta Cuzco haciendo unas cuantas paradas por el camino en diversos sitios de interés turístico. La primera fue Pukara, donde visitamos el museo y la iglesia. En el interior del museo tuvimos la oportunidad de ver unas cuantas momias, y por todas partes la escultura de los toros típicos de la zona. ![]() ![]() Continuamos hasta el punto límitrofe de la región de Puno, la Raya, que con sus 4.335 metros de altitud fue el punto más alto en el que estuvimos ese día. A pesar del sol radiante que lucía, hacia un viento helador.
![]() ![]() ![]() Después de admirar el paisaje en la Raya fuimos hasta Sicuani, donde nos dieron un almuerzo buffet.
La siguiente para fue en Raqchi, donde vimos unas ruinas arqueológicas en las que habían unos restos bastante imponentes. ![]() ![]() La última parada antes de llegar a Cuzco fue Andahuaylillas, donde pudimos admirar el interior de su iglesia, conocida como “la Capilla Sixtina” del Perú. Después de visitar la iglesia y un museo, pusimos rumbo a Cuzco. Etapas 4 a 6, total 6
Cuzco
Cuzco nos pareció la ciudad más bonita de cuantas visitamos durante nuestra estancia en el Perú. En esta ciudad destaca sin duda la plaza de Armas: tiene una zona ajardinada en el medio, donde destaca la fuente con el Inca Dorado. Está rodeada por una serie de edificios coloniales de dos plantas muy típicos, además de la catedral y la iglesia de la Compañía de Jesús. A este iglesia se puede acceder, aunque nos costó varios intentos porque nunca terminamos de comprender el horario de apertura que tenía. Una vez en su interior se puede subir a las dos torres que tiene. No son muy altas, así que la vista alcanza solamente a la propia plaza de Armas; pero aunque sólo sea por eso, merece la pena. ![]() ![]() A la catedral no conseguimos acceder porque nos ocurrió igual que con la iglesia, que no supimos cuál era el horario de apertura y las veces que pasamos por la plaza de Armas siempre estaba cerrada.
![]() En Cuzco decidimos alojarnos en un apartamento, puesto que íbamos a estar varios días. Optamos por Ñawin Cusco, lo que fue todo un acierto. La propietaria fue muy simpática y agradable, y el apartamento estuvo fenomenal. Estaba ubicado en San Blas, un precioso barrio lleno de calles estrechas adoquinadas y de edificios blancos con balcones de madera. Es una de las zonas típicas de Cuzco y por la noche está bastante animada. Además está junto a la plaza de Armas. Como se encuentra en una colina, llegar a la plaza es fácil por ser cuesta abajo; el problema venía para volver al apartamento, ya que había que subir sus empinadas cuestas. Afortunadamente, en Cuzco los taxis son baratísimos, así que casi siempre cogíamos uno para volver.
![]() ![]() Como teníamos que comprar víveres para el desayuno, fuimos hasta el mercado Central de San Pedro. Hubiéramos ido a visitarlo igualmente, pero la perspectiva de poder comprar cosas nos encantaba. Aunque nos gustó más el de Arequipa, este mercado era bastante grande y amplio y contaba con multitud de puestos de todo tipo.
En Cuzco, igual que hicimos en Arequipa, entramos a un convento, en este caso el de Santo Domingo o Qorikancha. Es una curiosa edificación, ya que el convento se construyó sobre un templo inca, por lo que en su interior conserva paredes y zonas incas, aunque el aspecto general es de un convento típico, con su patio central y sus dos plantas con columnas abovedadas. En los jardines exteriores del convento encontramos varios colibríes revoloteando sobre unos árboles y estuvimos disfrutando viéndolos volar. ![]() En Cuzco llevamos a cabo la segunda parte de la experiencia gastronómica que queríamos vivir en el Perú. De entre los restaurantes que más nos gustaron en esta ciudad destacaríamos dos: Pachapapa y Limo. En Pachapapa decidimos lanzarnos a los platos típicos peruanos y degustamos un ají de gallina y unos chicharrones deliciosos. Por su parte, el restaurante Limo, considerado uno de los mejores de la ciudad, ofrece una comida de fusión japonesa-peruana, tan habitual en el país, y todos los platos que pedimos resultaron estar deliciosos. En Limo comimos varios makis, de los más originales que hemos comido nunca. Ambos restaurantes tienen una sugerente carta de cócteles, más allá del obligado Pisco Sour, por lo que a pesar de que Cuzco está a más de 3.000 metros de altitud y por tanto no es recomendable beber alcohol, fuimos incapaces de resistirnos a la tentación de probar algunos.
Alrededores de Cuzco En la primera visita de los alrededores de Cuzco fuimos a Písac. Para llegar allí tomamos un taxi que nos condujo hasta el lugar desde donde salen las furgonetas hacia esta población. Allí nos subimos en la que se estaba llenando y cuando estuvo al completo se pusieron en marcha. Una vez en Písac, cogimos un taxi que nos subió hasta las ruinas. Nos despedimos del taxista porque teníamos intención de bajar caminando para ver todos los restos arqueológicos. Las visitas guiadas solamente visitan las primeras ruinas, que aunque son las más grandes, para nosotros no fueron las más espectaculares. La primera vista cuando se entra en la zona arqueológica es muy espectacular: se ve un hermoso valle, con la ladera repleta de antiguas terrazas agrícolas. De ahí, caminando por una de las terrazas se llega a las ruinas más grandes de las que componen el complejo de Písac. ![]() ![]() Tras visitarlo, continuamos por el camino bordeando la montaña y tras pasar un pequeño túnel excavado en la piedra se obtiene la primera vista panorámica del pueblo; tras descender un poco más, encontramos el Templo del Sol, que fue lo que más nos gustó de Písac.
![]() Tras pasear por el templo continuamos la bajada de la montaña y encontramos dos zonas de ruinas. Después, y ya sin perder de vista el pueblo, volvimos a atravesar otra terraza agrícola y descendimos directamente a la entrada del complejo por la parte del pueblo. Fue una caminata muy agradable, ya que siempre fuimos cuesta abajo.
![]() ![]() Una vez en el pueblo dimos una vuelta por el famoso mercado, lleno principalmente de puestos de artesanías, telas y recuerdos típicos.
Después de comer y de descansar un poco, volvimos a la zona de las furgonetas con destino Cuzco, y una vez se llenó regresamos. La siguiente salida fue para visitar la zona de Maras y Moray. Para ese día decidimos contratar a un taxista para que nos llevara a todos los sitios típicos. Comenzamos por Chinchero, famoso por sus tejidos; de hecho entramos en una tienda donde nos hicieron la típica explicación para turista de cómo tejen las telas y cómo las tiñen. A pesar de todo, fue una explicación muy interesante. Continuamos caminando hasta llegar a la plaza principal, donde se encuentra la iglesia, llena de vendedores locales. De ahí caminamos para ver los restos arqueológicos de la zona, consistentes principalmente en unas terrazas agrícolas. ![]() ![]() Volvimos al taxi y el conductor nos llevó a ver las salineras de Maras. En el camino paró en un par de miradores donde pudimos contemplar diversos restos incas.
![]() Las salineras son muy espectaculares. Al parecer, por ahí discurre un río con una elevada concentración de sal que aprovechan para elaborar la famosa sal de Maras. Los bancales están situados todos juntos, y es una vista muy curiosa. Primero paramos en lo alto de la colina para obtener una visión de todo el conjunto, y después llegamos hasta las propia salinera, por donde estuvimos paseando libremente.
![]() ![]() Por la tarde nuestro amigo el taxista nos llevó hasta Ollantaytambo. Allí visitamos los espectaculares restos arqueológicos. Se trata de unas enormes terrazas agrícolas que alcanzan una altura considerable. Desde lo alto se ve una bonita imagen de toda la población de Ollantaytambo enclavada entre montañas. De todas las atracciones del día, esta fue sin duda la más concurrida de gente. Nos llevó un buen rato visitar toda la zona, ya que solamente en llegar hasta la cima se tarda bastante.
![]() ![]() ![]() A la salida del conjunto estuvimos paseando por el pequeño mercado de artesanías y recuerdos que hay en la entrada. De regreso al taxi, éste nos condujo hasta la última visita del día, el sitio arqueológico de Moray. Posee una espectacular forma de anfiteatro y al parecer los incas lo usaron como laboratorio de pruebas para comprobar qué alimentos se podían plantar y a qué altitud. Fue una visita corta pero la panorámica del sitio desde lo alto fue sorprendente. ![]() La última visita que hicimos en los alrededores de Cuzco fue a lo que llaman las cuatro ruinas. Son cuatro restos arqueológicos situados en unas colinas muy próximas entre sí, que suelen visitarse juntos. Para ese día también tomamos un taxi, y el paciente taxista nos fue llevando a la entrada de cada una de las ruinas, esperándonos a nuestra salida. Comenzamos por la más alejada, la de Tambomachay, donde había poco más que una fuente. La siguiente fue PucaPucara, donde pudimos ver los restos de una antigua fortaleza. Continuamos descendiendo la montaña acercándonos a Cuzco y pasamos por Qenqo, curioso laberinto excavado sobre las rocas, en cuyo interior había una especie de trono. ![]() ![]() Por último fuimos hasta Sacsayhuaman, sin duda la más espectacular de las cuatro ruinas. Aunque una de las principales atracciones de Sacsayhuaman es la espléndida vista que se obtiene de toda la ciudad de Cuzco desde allí. De las ruinas cabe destacar los enormes bloques de piedra de varias toneladas de peso que hay colocados unos encima de otros. Etapas 4 a 6, total 6
El Camino del Inca
De las numerosas empresas que ofrecen sus servicios para recorrer el Camino del Inca, optamos por Camping Tours, ya que unos amigos lo habían hecho con ellos y habían quedado encantados.
La tarde anterior al inicio de la caminata pasaron por nuestro apartamento para dejarnos dos bolsas de lona y una romana para pesarlas: habíamos contratado un porteador extra y teníamos derecho a llevar hasta siete kilos en cada bolsa. Eso iba a permitirnos hacer toda la ruta bastante ligeros. La mañana de la salida pasaron a recogernos bien temprano y nos llevaron hasta Ollantaytambo. En esta población nos dieron algo de tiempo para las compras de última hora y después nos condujeron hasta el kilómetro 82 de la vía del tren, punto de inicio del camino. Allí conocimos a nuestros compañeros de fatigas, dos españoles y dos ingleses; al personal que nos haría la vida más fácil, seis porteadores, un jefe de porteadores, un ayudante de cocinero y un cocinero; y por último a Rubén, el guía, grandísimo conocedor del camino, de su fauna y de su flora, de todos los restos arqueológicos que fuimos encontrando a nuestro paso, y que se portó de manera excepcional en todo momento, dándonos un sinfín de explicaciones. Así pues, siete porteadores y dos cocineros para seis turistas, y un guía. Una vez pasamos el control, donde tuvimos que mostrar el pasaporte, comenzamos a caminar. El primer día de caminata resultó ser bastante ligero. Comenzamos con un pequeño desnivel y durante un buen rato estuvimos caminando paralelos al río Urubamba. ![]() Vimos desde lo alto el complejo arqueológico de Llactapata, toda una panorámica espectacular, al igual que la vista del nevado Verónica, que con sus 5.682 metros de altitud, nos acompañó durante casi toda la caminata de la tarde.
![]() ![]() Ese día caminamos unos 10 kilómetros y cubrimos un desnivel de unos 250 metros, nada comparado con lo que tendríamos el día siguiente. El segundo día nos despertaron cuando aún no había amanecido. El motivo era simple: teníamos una dura ascensión por delante y era mejor que las horas de calor no nos pillaran en pleno esfuerzo. Comenzaba el mítico segundo día del Camino del Inca, no tanto por su belleza como por su dureza. ![]() Durante aproximadamente cinco horas estuvimos ascendiendo para ganar un desnivel de 1.200 metros: pasamos de los 3.000 metros de altitud en los que se encontraba el campamento de Wayllabamba (donde habíamos pasado la noche), hasta los 4.200 metros, donde se encuentra la cima de Warmiwañusca. Ese tramo fue el más duro de los cuatro días, especialmente la última parte, en la que se tiene contacto visual con la cima a lo lejos y parece que no se alcanza nunca. ![]() ![]() Claro que la recompensa después del esfuerzo es enorme: desde la cima hay una espléndida vista de los dos valles, el que se ha subido y por el que se desciende.
Sin embargo para nosotros lo peor fue el descenso hasta el campamento de Pacaymayu, donde se hace noche el segundo día: toda una bajada llena de escalones durante casi dos horas, y donde a pesar de llevar bastones para amortiguar, acabamos con las rodillas hechas polvo. ![]() ![]() Ese día comimos en el propio campamento y tuvimos tiempo para descansar, dormir la siesta y recuperarnos del esfuerzo: habíamos caminado unos 9 kilómetros y ascendido 1.200 metros y descendido 600. Así pues, dormimos a 3.600 metros de altitud. Cuando esa tarde se fue el sol comenzó a hacer fresco, que durante la noche se convirtió en un frío helador que hacía que se nos quitaran las ganas de salir a medianoche del saco y de la tienda para nuestras visitas al baño.
El tercer día del camino es el que más tiempo se camina. A nosotros nos pareció el más bonito de todos. El paisaje es sencillamente espectacular: la vegetación va cambiando, ya que nos acercamos a zona selvática. Aunque casi todo el trayecto (excepto la zona última) se hace por encima de los 3.000 metros, se está siempre rodeado de montañas más altas con los picos nevados. Además, es el día en que se ven y visitan más restos arqueológicos. En fin, que lo tiene todo, porque también tiene una subida inicial de una hora y media aproximadamente bastante pronunciada, y luego un sinfín de escalones que descienden que se hacen realmente interminables.
![]() ![]() ![]() Las primeras ruinas que visitamos fueron las de Runkuraqay, a mitad de camino entre el inicio del ascenso y la cima. Una vez allí, la vista de los dos valles es impresionante. A partir de ahí comenzamos un vertiginoso descenso hasta llegar a Sayaqmarka, el segundo complejo arqueológico del día.
Después de la parada para comer, atravesamos un túnel excavado en la piedra y observamos por primera vez en tres días algo de civilización: la ciudad de Aguas Calientes está a vista de pájaro. Junto a ella pudimos apreciar el río Urubamba y el espectacular valle formado por el propio río. ![]() ![]() Y también por vez primera vimos el lugar al que nos dirigíamos: la montaña de Machu Picchu, que se distingue por tener en su cima una bandera de la ciudad de Cuzco. Desde ahí se ve perfectamente que Machu Picchu está ubicado en una de las montañas más bajas de la zona.
La siguiente parada fue en el complejo de Phuyupatamarca. Para llegar a él seguimos bajando escaleras, algunas de las cuales tuvimos que afrontarlas de lado porque queríamos que nuestras rodillas llegaran sanas a Machu Picchu. Atravesamos de nuevo un túnel excavado en la piedra y dejamos de tener a la vista Aguas Calientes y la montaña de Machu Picchu, pero no nos importó porque al día siguiente visitaríamos ambas. La siguiente visita fue Intipata, un complejo arqueológico muy espectacular, lleno de terrazas agrícolas situadas en medio de la ladera de la montaña. Desde ahí, aunque ya no se ve Aguas Calientes, se sigue disfrutando de la vista del valle del río Urubamba. ![]() ![]() ![]() Para llegar al campamento de Wiñaywayna, donde pasamos la última noche, tuvimos que descender por las interminables y enormes escaleras situadas en medio de las terrazas.
![]() ![]() La subida del segundo día fue agotadora, pero realmente llevamos mucho peor la enorme cantidad de escaleras que tuvimos que bajar el segundo y tercer día.
Esa noche en el campamento nos despedimos de nuestros porteadores y cocineros, que tan bien nos habían atendido durante todo el camino, puesto que a la mañana siguiente nos levantarían a las tres de la madrugada porque ellos debían salir corriendo para coger el primer tren de la mañana en Aguas Calientes y volver a Ollantaytambo. El día en que llegamos a Machu Picchu empezamos a caminar de noche. Llegamos al punto de control antes de que lo abrieran. Estuvimos esperando un rato, y tras mostrar el pasaporte al igual que hicimos el primer día, continuamos la caminata.
Poco a poco fue amaneciendo y pudimos guardar las linternas, hasta que llegamos a las escaleras de acceso al Intipunku o Puerta del Sol. Desde allí se suponía que veríamos por primera vez el santuario de Machu Picchu… pero estaba todo cubierto de nubes bajas que no nos dejaron ver nada. El guía nos comentó que eso era muy habitual, pero que no nos preocupáramos porque se despejaría. Estuvimos esperando un rato y después comenzamos el descenso sobre Machu Picchu. Efectivamente, conforme íbamos descendiendo, se fue despejando, y ante nosotros se abrió una vista espléndida e impresionante de Machu Picchu. ![]() Siguiendo las indicaciones de Rubén, el guía, fuimos primero hasta la entrada del santuario para dejar en la consigna las mochilas que llevábamos, tras lo cual nos hizo una visita explicada de unas dos horas de duración. Después nos entregó los billetes del autobús que nos llevaría hasta Aguas Calientes, donde quedamos en encontrarnos con él, y nos dejó a nuestro aire.
![]() Si decimos que Machu Picchu fue lo mejor de nuestro viaje al Perú, parecerá un tanto obvio, pero es que fue así. Está ubicado en la ladera de una montaña, rodeado por montañas más altas, con lo que la panorámica es increíble. Está bastante bien conservado, y al estar situado sobre la ladera, casi desde cualquier parte hay una vista magnífica. En fin, se nos acabarían los adjetivos para definir lo que nos gustó.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Estuvimos subiendo y bajando por las terrazas y recorriendo toda la zona hasta que el cansancio acumulado se hizo muy pesado. Recogimos nuestra mochila, subimos al autobús y nos bajaron hasta Aguas Calientes. Esta población está dispuesta a lo largo de la vía del tren y es el típico sitio para turistas. Volvimos a encontrarnos con Rubén, quien nos dio nuestros billetes de tren, y nos despedimos de él, dándole efusivamente la gracias por lo bien que nos había llevado los cuatro días.
El tren nos llevó de vuelta hasta Ollantaytambo, yendo siempre paralelo al río Urubamba. A la llegada a la estación de Ollantaytambo nos recogieron en una furgoneta y nos devolvieron a nuestro apartamento en Cuzco.
El Camino del Inca fue una experiencia inolvidable, en parte por lo bien atendidos que estuvimos en todo momento por la gente de Camping Tours. Fue un broche de oro a nuestro periplo por tierras peruanas. TODOS NUESTROS VIAJES EN NUESTRA PÁGINA WEB Etapas 4 a 6, total 6
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